La Agresividad Infantil

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LA AGRESIVIDAD INFANTIL, INDICADORES Y CORRELACIONES.

Lic. Eduardo Maggio.

Lic. Marcela Alvarez.

Cuando hablamos de agresividad usualmente es probable encuadrarla desde una de sus expresiones, aquella que se visualiza en el comportamiento hostil hacia otros.

Freud observó la agresión como un instinto básico. La energía de la pulsión de  muerte, que como proceso intrapsíquico  se construye en el interior del organismo hasta que es descargado, ya sea exteriormente, a través de agresividad hacia otros objetos (personas-cosas), o interiormente en forma de conductas auto destructivas.

También desde enfoques de corte cognitivo puede pensarse a la agresividad como una conducta aprendida dentro de determinado contexto por imitación.

Pero desde una categorización más amplia podemos pensar a la agresividad desde dos modos:

·       La agresividad a nivel físico y

·       la agresividad a nivel verbal.

A la vez tanto una como otra pueden adoptar una modalidad de expresión más activa (visible) o pasiva (silenciosa, inhibida pero presente).

De esta forma entonces tenderemos 4 estilos de comportamientos agresivos en niños:

1) Comportamiento agresivos activos de orden físico. Ejemplo: rabietas o berrinches, morder a otros, arañar. Romper objetos propios o de otros (arrojarlos, golpearlos, patearlos).

2) Comportamientos agresivos pasivos de orden físico. (Negarse a realizar actividades, no cumplir con obligaciones, no cooperar en situaciones grupales, hacer lo contrario a lo que se le pide, negarse a acatar normas establecidas en su Escuela u hogar)

3) Comportamientos agresivos verbales activos: ejemplos: insultar, decir malas palabras o utilizar lenguaje soez, ser impertinente interrumpiendo al otro , no dejando hablar, haciendo bromas de mal gusto o pesadas, generar rumores falsos de carácter negativo sobre otros, decir mentiras…)

4) Comportamientos agresivos verbales de expresión pasiva. No responder cuando se le pregunta algo, si se enoja o se siente molesto por algo no lo exteriorizara y guardara silencio pero con evidente expresión de enfado.

Como vemos hay acciones agresivas de descarga activa sea física o verbal y otras no visibles y silenciosas. Estas últimas son tan negativas como las anteriores pero el hecho de que sean tan reprimidos estos estados de tensión generan signos de inhibición y bloqueos en la personalidad del niño.

En términos esenciales en la clínica infantil es usual que la agresividad en los niños se acompañe de sentimientos de inestabilidad emocional. Cuando el desarrollo emocional es inadecuado el autocontrol en el niño es menor tornándolo  más inestable emocionalmente, más irritables, impulsivos y agresivos.

También es importante la calidad del vínculo padres-hijos ya que esto correlaciona también  con el funcionamiento socioemocional de los mismos. Hablar de vínculos parentales nos lleva a tratar de comprender entonces el tipo de estilo parental que ejercen los padres en relación con sus hijos.

En una medida importante el comportamiento de la madre y del padre se relacionan en forma diferente con la regulación emocional de los niños. Muchas veces los comportamientos impulsivos-agresivos comienzan a partir de un evento significativo en la vida familiar como divorcio de los padres, mudanzas, o bien clima familiar donde está presente la violencia.

En términos generales el Estilo parental implica tres dimensiones o factores de observación:

·       El control ejercido por los padres sobre sus niños o exigencia parental.

·       El grado en que los padres responden a las necesidades de sus niños o aceptación parental

·       El no compromiso o negligencia.

El equilibrio o funcionamiento adecuado de un estilo parental comprende en distintas variancias: el grado de aceptación (calidez y afecto, contención) de los padres hacia sus hijos, la intensidad de la exigencia paterna (control parental) y el nivel de autonomía permitida.

Dentro de los estilos parentales podemos determinar 3 estilos que particularmente pueden dar lugar al inicio de comportamientos agresivos en el niño:

a) Estilo parental autoritario de gran control sobre la vida del niño.

b) Estilo parental permisivo.

c) Estilo parental negligente o abandónicos del niño.

Todos ellos en alguna medida tienen consecuencias negativas para el desarrollo emocional del niño.

Veamos en términos sencillos en qué consiste cada uno:

Estilo autoritario: Se caracteriza  una disciplina excesivamente estricta y coercitiva de los papas hacia el niño dirigida a controlar a los niños y volverlos sumisos, esto con el paso del tiempo genera una gran inhibición y bloqueo emocional y afectivo que en muchos casos es resuelto por el niño con  conductas de descontrol o inestabilidad, sentimientos de baja autoestima porque siente que nunca está a la altura de las exigencias paternas.

Estos padres suelen ser  demandantes, estrictos, dan castigos y no permiten a los niños expresar sus opiniones. No les gusta que se los cuestionen en  su autoridad, establecen estándares muy altos y exigen que esos estándares sean satisfechos. Estos padres valoran la sumisión y la obediencia y desalientan la independencia y la individualidad.

En síntesis es probable que esto provoque en  los niños falta de autoconfianza, hipercontrol, autoexigencia y perfeccionismo, por lo cual tienen dificultad para tomar decisiones propias aunque se comportan de una manera socialmente aprobada.

Estilos  Parentales permisivos: En general la dimensión más afectada es la de control,  muchas veces esto deriva en que niños desarrollen un bajo autocontrol al no tener conciencia clara de límites y de que es lo correcto o incorrecto, baja autoestima y  esto derive en agresividad e irresponsabilidad. La completa autonomía del niño con un control parental insuficiente de sus actividades puede derivar en conductas antisociales.

Estilos negligentes: La negligencia supone poca o ninguna restricción de la autonomía del niño y una falta general de rutina y consistencia en las normas. Esto le impide al niño su autorregulación manteniéndolo en un estado de inestabilidad emocional que generalmente deriva en conductas agresivas y desviadas. Un trato basado en la negligencia y en el desinterés por las necesidades de los niños potencia entonces  comportamientos que expresan inestabilidad emocional y agresividad.

La agresión y la inestabilidad emocional son dos procesos que se apoyan y se potencian mutuamente en el otro extremo  un trato parental basado en relaciones cálidas y contenedoras potencian un comportamiento regulado y no agresivo.

Para finalizar este trabajo y como una forma de reflejo desde el orden de lo gráfico de lo expuesto en este trabajo, acompañamos el dibujo de un niño de 10 años correspondiente al protocolo del Test del Garabato con técnica 3 (garabato con previa colocación de su nombre en el centro).

OBSERVACIONES SOBRE LA EXPRESION GRAFICA:

1) Se trata de un garabato de retracción emocional.

2) Cumple con la consigna de colocar su nombre en el centro en un tamaño grande, con trazos finales lanzados acerados (finales de trazo que se adelgazan). La o de su nombre es trazada en sentido horario es decir hacia el lado derecho.

3) Hay cambios significativos tanto en la coloración como en el calibre de los trazos (muy anchos y otros muy delgados).

4) El garabateo es de movimientos angulosos con una amplitud de ángulo media y en algunos tramos suavizadas.

5) La dirección del movimiento es descendente de la zona superior hacia la media inferior

El garabateo tacha (pasa por encima) el nombre. Sentimientos de autoagresión.

Se trata de un garabato de estilo sádico anal con lo cual no es lo esperable para un niño de 10 años.

Al integrar estos observables gráficos es importante destacar que el Test del Garabato tiene un aporte muy rico y especifico para la exploración del estado pulsional del niño en su aquí y ahora. Al igual que el Test de los Colores es como una fotografía instantánea de su aquí y ahora. Básicamente el garabateo da cuenta de las relaciones de equilibrio o desequilibrio entre instancias psíquicas, entre el Yo y el ello, entre el Yo y el superyó.

El garabato del niño en este protocolo nos permite inferir la presencia de un estado de tensión (forma del garabateo) acompañados de sentimientos de retracción emocional y bloqueo que se expresan luego en conductas impulsivas y agresivas tanto sobre si mismo ( descargas sobre el nombre que es simbólicamente su sí mismo) en forma de trazos angulosos algunos de los cuales se suavizan y disminuyen su coloración (nuevamente la inhibición) y en agresividad hacia el entorno (forma de garabato direccionado hacia la derecha.

El descenso de los trazos da cuenta también de un sentimiento depresivo subyacente.

Como datos histobiográficos del niño al momento de la Evaluación psicológica de la que este garabato es parte, los padres del niño estaban divorciándose. El motivo de consulta eran los problemas de vinculación del niño con sus pares, tendía a aislarse y no hablaba cuando se le preguntaba algo. Podemos encuadrar su estilo de agresividad como verbal pasiva.