El Cuaderno Nº 128 de la Gualepedia: Enciclopedia Digital de Gualeguaychú, publicado el Domingo 18 de Enero de 1998, ofrece un contenido variado que incluye un perfil de un destacado humorista argentino, una reflexión sobre la calidad de los alimentos de antaño, la biografía de un inmigrante y la continuación de un estudio geológico del río Gualeguaychú.
Su enlace es: Cuadernos de Gualeguaychú Nº 128
Los temas principales abordados en este cuaderno son:
Retrato de "FRAY MOCHO" (José S. Álvarez):
Se presenta un retrato de José S. Álvarez, conocido como "Fray Mocho", maestro de humoristas, tomado de la revista "Caras y Caretas" de principios del siglo XX.
Se describe su apariencia física detalladamente: cabellos oscuros que empezaban a encanecer a sus cuarenta años, frente surcada por "rayas horizontales" (como un pentagrama de una "triste melodía"), cejas espesas, ojos "soñadores y de profeta" con una mirada "despierta y observadora", mejillas carnosas, nariz luenga y recta con una curva neta en la punta, boca casi oculta por un bigote amplio, mentón bien recortado, y piel trigueña con marcas de viruela. Su cabeza era "decididamente varonil" y su expresión tenía un "aire de severidad".
Al hablar, su mirada se iluminaba con buen humor y disfrutaba describiendo sus cuentos de gauchos, atorrantes, gringos y vigilantes. Su voz melodiosa le daba un encanto particular al dialecto de Buenos Aires, y acompañaba su discurso con gestos inimitables.
Álvarez falleció a los cuarenta y cinco años. El cuaderno menciona una sugerencia de la escritora Angélica Gorodischer en "Página 12" (28-12-1997) de leer los "CUENTOS" de Fray Mocho para divertirse y aprender a hablar sin perorar.
"ALIMENTOS ERAN LOS DE ANTES":
Una nota de Eduardo Vázquez en la revista de La Nación, titulada "EL MOSTRADOR, confesionario del barrio", cita un pasaje de José Antonio Wilde de su libro "Buenos Aires desde setenta años atrás", publicado en 1881.
Wilde lamenta cómo la civilización ha desterrado el modo frugal de comer, introduciendo bebidas y alimentos "adulterados" que han llevado a una "degeneración manifiesta".
Se reflexiona que, aunque la nostalgia suavice el pasado, la niñez de Wilde en Buenos Aires (nacido en 1813) transcurrió entre vendedores ambulantes, carne recién faenada y productos de almacén comprados en pulperías. La higiene de la época probablemente no era prioritaria debido a la falta de tecnología y las costumbres aceptadas.
"Don BONINI supo honrarla" (Miguel Bonini):
La sección relata la vida de Miguel Bonini, un inmigrante italiano nacido en Pieve Fosciana, provincia de Lucca, en 1901.
Llegó a Buenos Aires a los veinte años en 1921, alojándose en el Hotel de los Inmigrantes. Trabajó en Pehuajó en labores agrícolas-ganaderas antes de que su esposa, Albina Toni, se reuniera con él desde Italia.
Convocado por David Angelini, Bonini se radicó en Gualeguaychú con su esposa, donde nacieron sus hijos.
En Gualeguaychú, se dedicó a la venta ambulante de fruta y verdura, empujando su carrito pesado por las calles empedradas. Era conocido por su fuerte personalidad, su acento "cocolicheado" y su hábito de cantar tangos a viva voz, como "Se va la vida, se va e non volve!" de Donato y Mario (popularizado por Azucena Maizani) o "Dove está Zazá, madona mía". A veces llevaba una flor en la oreja y decía "Sono fo, un gaúcho comparadito".
Era un hombre laborioso y ahorrista. Todos los días, excepto el domingo de misa (cuando vestía impecable traje gris), rompía el silencio con sus ofertas y cantos. También elaboraba vino tinto casero, una tradición que sus hijos continuaron.
En 1971, a sus setenta años, regresó a su pueblo natal en Italia. Al retirarse de su negocio ambulante, recibía su jubilación y una pensión del Estado italiano. Solía obsequiar laurel a sus vecinos. El poema "Aquí, eternamente" de Serafín Mastropierro cierra esta sección, evocando la figura del abuelo inmigrante.
Geología del Río Gualeguaychú - Parte II (Profesor Manuel Almeida):
Continúa el estudio geológico del río Gualeguaychú, enfocado en la distribución de la piedra utilizada para el empedrado de la ciudad.
Se estima la distancia desde Gualeguaychú hasta el Salto de Méndez en 32 km en línea recta, 30 km por camino, y 42 km por agua debido a la sinuosidad del río.
Desde el "Ojo de Agua" (mencionado en el Cuaderno Nº 127), la piedra reaparece en bancos costeros después de 3 km, sin dificultar la navegación, aunque el río se reduce a unos 30 metros de ancho.
Se describe un tramo de 2 km sin piedra y un canal más profundo, seguido por 5 km donde la margen izquierda se cubre de piedras sin molestar la navegación.
Más adelante, aparecen barrancas altas en la margen derecha y un meandro pronunciado con un rápido de unos 20 metros de largo y 15 metros de ancho, sobre pedregullo de colores. En este punto, con nivel normal, el agua tiene solo unos 20 cm de profundidad.
Finalmente, la piedra reaparece en la margen izquierda en los campos del establecimiento "Centella" y va cobrando altura por más de 2 km hasta el "Salto de Méndez", donde la barranca pétrea alcanza los 4 metros de altura.
El estudio continuará en el Cuaderno Nº 129.
El cuaderno Nº 128 fue investigado y escrito por Nati Sarrot, con Marco Aurelio Rodríguez Otero como Jefe de Redacción y Fabián Magnotta como Redactor Invitado. Los columnistas son el Prof. Manuel Almeida, Carlos M. Castiglione y Aurelio Gómez Hernández.