Cuaderno Nº 33

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 6 de febrero de 1994 CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 33
LA GESTA REVOLUCIONARIA EN NUESTRA ZONA.SAMANIEGO: El Bellaco- Río Parancito-         Entre Ríos, centro de operaciones-         Bartolomé Zapata y su gesta de reconquista -         Cambiar algo para que no cambie nada-         La gesta del Bellaco-         La proeza se llama Gorosito y Guzmán-         El 8 de febrero, Paranacito-         Teniente Valentín José Sopeña EL BAR AMERICANO Y SU “SABROSA” HISTORIA-         Una clientela selecta-         La leyenda del mozo-         Especialidades-         La mesa de los solteros 

LA GESTA REVOLUCIONARIA EN NUESTRA ZONA

SAMANIEGO: El Bellaco – Río Paranacito

Nati Sarrot

El trabajo cotidiano es, a principios de 1800, lo predominante en la vida de las Villas de la actual Entre Ríos. Su territorio, que la topografía aísla de la concentración de actividad y poder de Buenos Aires y Montevideo, vive una imprecisa definición sobre pertenencia y extensión de las tierras particulares, provocando largos y penosos litigios.

Los grandes centros no otorgan atención a estos problemas. Tampoco parecen dar al territorio importancia estratégica.

Sin embargo, los hechos posteriores a Mayo de 1810, la concentración de los realistas en Montevideo, dan valor al dominio de la navegación del Paraná y el Uruguay, el acceso a sus costas para proveerse de víveres, caballada, etc.

También se concreta la interesada observación del territorio como vía de comunicación entre Buenos Aires, Montevideo, Santa Fe.

En una palabra, se percibe a Entre Ríos como foco de un sistema que es fundamental mantener accesible tanto para uno como para otro de los sectores en pugna.

Los pobladores, en general están sin alcance de los centros y hombres de concepto libertario con el apoyo filosófico que explotara en la Revolución Francesa, que engendrara el Precursor Miranda y fermentara en las sociedades secretas; pero las consecuencias de las Invasiones Inglesas, del levantamiento de Álzaga, la integración de los cuerpos militares de criollos, etc. son hechos que se filtran en nuestra sociedad por cuya tierra subrepticiamente pasan los correos de realistas y criollos.

Los ocupantes de las Villas perciben en el cambio de régimen, la posibilidad de ver atendidos sus reclamos y reconocidos sus derechos. Ven además cercano el acceso a una intervención y representación del criollo en la toma de decisiones. "Por eso la participación por el logro de la autonomía gubernativa asumió caracteres de una pasión popular". (1)

A la Circular de la Junta de fecha 27 de Mayo responde en adhesión Concepción del Uruguay el 8 de junio de 1810 y Gualeguaychú el 22, luego Gualeguay, en Oficios de sus Cabildos.

Rotas las relaciones, los realistas encabezados por el General Vigodet (en Montevideo) dan a Juan Ángel de Michelena la operatividad en la campaña. Entre Ríos queda como una cuña metiendo su vértice entre los grupos contendientes. Lo más a mano para acceder a surtirse de lo necesario si se tiene el dominio de los ríos que la rodean. Además viven en ella elementos fuertes adictos a los españoles; se destaca José Valentín Sopeña -hacendado ubicado en el Rincón del Gualeyán y el Gualeyancito -quien va a Concepción del Uruguay para ponerse a las órdenes de Michelena. 

En la Villa conjuran "los gallegos" (como les llaman) Eyo, Borrajo, Juan Lapalma, etc. 

ENTRE RÍOS CENTRO DE OPERACIONES

La expedición patriota, al mando de Manuel Belgrano con destino al Paraguay, llegó a la Bajada (Paraná) el 9 de octubre de 1810. Cruza en diagonal hacia el N.E. del Entre Ríos engrosando su escasa tropa con hombres de nuestra tierra, con hermosa caballada, ropa, víveres...

Al mes siguiente, entre el 6 y el 22, Michelena toma fácilmente Concepción del Uruguay, Gualeguaychú y Gualeguay. Su fuerza se apuntala en la escuadra realista que domina los ríos Uruguay y Paraná.

José Miguel Díaz Vélez, Comandante General de los Partidos de Entre Ríos gestiona refuerzos en la Bajada ante Manuel Belgrano . Luego en Santa Fejunto a su Teniente Gobernador, requieren ayuda de Bue­nos Aires.

El poblador de la cuña entrerriana se siente invadido, despojado y desprotegido.

Los refuerzos no llegan, los mejores recursos marcharon junto a Belgra­no. Acá surge en cada lugar requerido por su propia gente EL CAUDILLO. Son ellos, Bartolomé Zapa­ta, Gregorio Samaniego, José Gregorio Cardoso, José Francisco Taborda, Pascual Bergara...

Bartolomé Zapata y su gesta de reconquista

Bartolomé Zapata, con 52 hombres emprende en el verano de 1811, la reconquista de las tres Villas que fundara Rocamora. El 21 de febrero se apodera de Gualeguay, el 22 asalta y toma Gualeguaychú, en rápida acción y "Apresa en su puerto dos barcos procedentes de Mon­tevideo" (2). [Este hecho será nota en próximas ediciones de CUADERNOS.]

Sigue a Concepción del Uru­guay (Arroyo de la Chi­na) obligando a las fuerzas españolas a evacuar hacia Paysandú. En esta gesta Zapata, con campos en Gualeguay, actúa con GREGORIO SAMANIEGO, de Gualeguaychú.

La acción marca para Entre Ríos el orgullo de ser pionera, punta de lanza, tanto en la adhesión (como expresamos antes) como en la defensa de la causa de Mayo desde las bases del pueblo mismo.

Dio lugar a confusión y a discusión entre historiadores de una y otra banda del Uruguay quienes apoyan sus tesis en la nota de "La Gaceta" del 21 de marzo de 1811, en cuanto decía luego del parte de Bartolomé Za­pata: "el esforzado paisano por cuyo valor y laudable patriotismo tenemos ya unidas y subordinadas a esta Capital, las Villas de Gualeguay, Gualeguaychú y Arroyo de la China", -y continuaba- "del Capitán que manda una compañía de guerrillos en la banda oriental por disposición de D. Martín Rodríguez".

La Banda Oriental, para los redactores de “La Gaceta” de Buenos Aires, se refería, a las tierras situadas al Este del río Paraná ;dato que en varios temas desvió de la verdad histórica o geográfica los hechos producidos en la zona.

Cambiar algo para que no cambie nada

Designado Francisco Javier de Elío Virrey del Río de la Plata, declara al gobierno de Buenos Aires en rebeldía porque no reconoce su autoridad. Acepta entonces el auxilio de los portugueses desde Brasil; tan interesados en invadir la tierra Oriental y el Entre Ríos.

El gobierno de Buenos Aires firma con de Elio el Armisticio de octubre de 1811 obligándose a retirar las fuerzas de Artigas, quien, con el triunfo de Las Piedras (18-5-1811) "había puesto en manos patriotas a la campaña uruguaya" (3); José Rondeau levantará el sitio a Montevideo; por su parte los realistas abrirán la navegabilidad de los ríos ; los portugueses retrocederán de sus avances en la Banda Oriental y margen derecha del rio Uruguay, zona que queda bajo la férula realista.

Los entrerrianos y uruguayos, se ven defraudados, otra vez abandonados a su suerte y sin atención de su decisión y acciones. Artigas protagoniza el Éxodo al Ayuí (E.R.) en diciembre de 1811; retirada que la historia registra con el nombre de Éxodo Oriental. El Jefe marcha acompañado por todo el pueblo. No ha perdido tampoco su cargo y grado militar que la Junta le había conferido.

Los portugueses penetrados en el Entre Ríos hasta Concepción del Uruguay, habían detenido su avance repelidos por el Capitán Francisco S. Quevedo con unos pocos hombres.

Así el año 1812 transcurre en un clima confuso El Armisticio no es cumplido. No hay un nucleamiento definido de fuerzas. Las Baterías que se emplazan en las costas sin éxito militar, lo exceden con la creación de la Bandera Argentina que iza el soldado Cosme Maciel en el Rosario. Pero Entre Ríos sigue indefensa bajo el acecho de los realistas que, roto el Armisticio y de nuevo sitiada Montevi­deo, mueven su flota poderosa por los ríos que la rodean internándose en tierra para saquearla y abastecerse. Sólo los pechos de los soldados montaraces sirven de atajo al invasor.

La gesta del Bellaco

Se inicia 1813; los milicianos y los civiles duermen con los ojos abiertos controlando cada tramo de su tierra y de sus riberas. La historia elige como escenario, precisamente a las cos­tas de la cuña entrerriana metida entre dos fuegos y con el peligro portugués acechando por el norte.

El día 12 de enero, el Comandante de Gualeguaychú, José Gutiérrez, es informado que las zonas de Landa y La Boca del Gualeguaychú están expuestas al asalto de tres naves realistas. Ordena de inmediato al Capitán Gregorio Samaniego evitar el desembarco.

Mientras, se espera un refuerzo que, desde Gualeguay, llegaría al mando de José Santos Lima con 25 hombres de caballería. No era mayor el grupo de Samaniego. 

"La aspereza y escabrosidad del lugar formaban la esperanza del enemigo, más que sus propios esfuerzos; no obstante llegaron los nuestros, se reunieron y persuadidos de que perder la vida por la patria no era otra cosa que mejorarla, dieron la señal de alarma, la provocaron, la acometieron y triunfaron..."(4)

La proeza se llama Gorosito y Guzmán

El día 14 (se da también el 13, y otros historiadores lo refieren como "en los primeros días de enero") se ve a los realistas que se aprovisionan de carbón. Para ello han entrado en las aguas del arroyo Bellaco (Costa Uruguay Sur, partido de Gualeguaychú.). 

"Las primeras luces de la madrugada plateaban las aguas dormidas del arroyo, en cuyo centro se destacaban tres barcos enfilados"... "La lucha era desigual, carecían de cañones y fusiles, y el agua del río que los separaba hacía imposible el entrevero favorito"..."se vio de improviso una escena inesperada y audaz, de imponencia magnífica. Dos oscuros soldados, dos tapes de la tierra, acordaron entre sí, abordar a uno de los buques echándose a nado con el sable apretado entre los dientes, y bajo el fuego de la fusilería, después de una sangrienta embestida, despejaron la cubierta de enemigos, haciéndose dueños del barco" relata Martiniano Leguizamón y continúa "refiere, la tradición documentada por las descoloridas páginas de la Gaceta y el parte autó­grafo existente en el Archivo Nacional, -que uno de aquellos bravos tapes de rostro barbudo y risueño, con el brazo enguantado de sangre, hacía flamear al sol de las cuchillas natales, la bandera roja y gualda del corsario rendido. Y como era creyente en Dios y los santos, ya no la soltó hasta ir a depositarla ante el altar de San An­tonio, el patrón de su aldea..."(5).

 Se tomaron 21 prisioneros, hubo algunos muertos y dos huyeron a nado, además de posesionarse de los tres barcos (6).

El 8 de febrero de 1813: Paranacito

No hubo pausa para celebraciones. Los "bomberos" avisan que la balandra realista Nuestra Señora del Carmen al mando de Manuel Romero, se apresta a saquear la zona del arroyo Paranacito. Desde el Bellaco, Samaniego y sus hombres cruzan los escabrosos campos ribereños que deben recorrer a pie en las dos últimas leguas antes de llegar a la desembocadura de aquel arroyo en el Uruguay.

El 8 de febrero, en un cuarto de hora de combate toma el barco y su armamento. Han cruzado 30 leguas entre vegetación baja y agresiva para ganar este nuevo lauro en el que se distinguen el sargento Tomas Tapia y Joaquín González" siendo muy recomendable la conducta de José Barreiro (catalán) y Eugenio Melgarejo que cooperaron voluntariamente y con sus propias armas". (7)

Leyendo "La cinta colorada" de Leguizamón nos parece una pieza que sólo la creación del escritor entrerriano pudo haber diseñado en su acción. Por suerte la documentación existente hace Historia lo que pa­rece una hermosa leyenda.

La gesta del Bellaco, junto a otras tan brillantes, no alcanzan para cerrar el capítulo libertario. Sangre correrá aún y no estará nuestra zona exenta de teñirse en ella tantas veces.

Notas:

(1)   César B. Pérez Colman (1936), Historia de Entre Ríos (1520-1810). Paraná.(2)   Mariano Calvento (1939), Estudios de la Historia de Entre Ríos, Tomo 1, págs. 41,42. Paraná.(3)   Leoncio Gianello (1951), Historia de Entre Ríos (1520-1910), Pág.189, Paraná.(4)   Parte del Comandante de Gualeguaychú, José Gutiérrez al Comandante Gral de Entre Ríos Elías Galván, Archivo General de la Nación Argentina.(5)   Martiniano Leguizamón (1916), La Cinta Colorada, Bs.As.(6)   Anjel Justiniano Carranza (1962) Campañas Navales de la República Argentina, Vol. I Tomos 1 y 2, pág 199. Secretaría de Estado de Marina. Bs.As.(7)   Parte del Comandante José Gutiérrez. Archivo General de la Nación Argentina.

TENIENTE VALENTIN JOSE SOPEÑA

Español que radicó en nuestra zona hacia 1790. Hacendado con campos ubicados entre el Gualeyán y el Gualeyancito, en la horqueta que ambos forman.

 En 1807, comanda la Compañía de Milicias de Gualeguaychú para defender Montevideo del ataque inglés.

En 1810 ocupa el cargo de Teniente de Milicias de Gualeguaychú. Los actos de Mayo se inclinan en favor de los realistas. Enconado y ardiente persecutor de los patriotas.

Se va a Concepción del Uruguay y se incorpora a las fuerzas de Michelena. Revertida la situación de las Vi­llas del Entre Ríos huye a la Banda Oriental con 70 adictos a la causa española (1812)._

Desde Montevideo se traslada a Buenos Aires. Sigue luchando por la causa realista y sirve de correo entre los dos centros, pasando por Entre Ríos, que conoce perfectamente. Sorprendido en la conspiración de Álzaga, es detenido, procesado y ahorcado frente al Cabildo de Buenos Aires, el 16 de julio de l812, a las diez de la mañana.

(Consultas: Proceso de la Conspiración de Álzaga. Arch. Gral. De la Nación Argent. Historia de Entre Rios (1520 1910), Leoncio Gianello. -Historia de Entre Rios, Beatriz Bosch. -Historia de Entre Rios, Cesar Pérez Colman (1520-1810).

EL BAR AMERICANO Y SU "SABROSA"HISTORIA

Fabián Magnota 

"Bar Americano" frente al Teatro Gualeguaychú de la flia Zoilo. Ilustración de Marina Sosa. (Gracias a 2820historia Gastón Laxague) 

Se ha dicho ya que durante el segundo cuarto del siglo XX"reinó" en Gualeguaychú, como un lugar de distracción, sabor y amistad, el Café España; hijo del esfuerzo y la capacidad de trabajo de Don Mariano Tresols, Rogelio Bargas y sus respectivas familias. (CUADERNOS N° 31)

Aquel Café Alcanzó su esplendor en tiempos de apogeo del Teatro Gualeguaychú, cuando ir al cine era casi un ritual social y tampoco fracasaba la concurrencia a las obras de teatro.

Acaso por similares motivos haya surgido el BAR AMERICANO. 

Don José" "Pepe" Zoilo abrió las puertas por vez primera, exactamente frente a la entrada del Teatro, el 6 de mayo de 1943. El hombre tenía entonces 33 años y sus ganas de intentar una aventura comercial eran correspondidas por su esposa, Mercedes Fernández.

Don Pepe, que se ganaba la vida como empleado del Correo, caminaba un día hacia su trabajo cuando encontró en la puerta de Urquiza al 700 a Don... Monti, quien, tras charlar unos momentos, le ofreció vender el céntrico inmueble. 

Zoilo lo pensó pero no tardó en resolver la respuesta:

Imaginó ubicarse allí con su familia y al mismo tiempo instalar un bar frente al Teatro.

Así nació el Bar Ame­ricano.

Adelante, como en un teatro, se atendía a la clientela; detrás, en la trastienda, vivía la fami­lia Zoilo con sus tres hijos, Mercedes, Dardo y Teresa.

Por años, el cafecito caliente del Bar Ameri­cano, servido con una atención que bien podría convertirse en escuela de comerciantes, fue el complemento exacto para la película romántica o la picara obra de teatro. Y los memoriosos tampoco olvidan que en los intervalos de la matiné de los domingos los espectadores cruzaban para comprar golosinas o helados, ramo que poco tiempo después (a fines del mismo año 1943) Don Zoilo incorporaría como otro de los encantos del Bar, al adquirir la primera máquina para fabricarlos.

"¿Qué te parece si ponemos una fábrica de helados?", preguntó Don Pepe a su mujer, idea que logro un apoyo que los años extenderían en toda la ciudad.

El Bar Americano trabajaba no sólo con quienes concurrían allí de paso, sino también con viandas y pensionistas. Porque igualmente famoso fue su servicio de comedor.

Como si ello fuera poco, el comercio contaba con un piano y solían presentarse orquestas que deleitaban a los visitantes con valses y tan­gos. Puede nombrarse por ejemplo, al infaltable conjunto de Espinosa.

En relación con el piano, el Americano encerró una historia con ribetes por lo menos extraños.

Sucedió que durante la segunda guerra mundial, solía aparecer en el lugar un alemán joven, que al lograr alguna confianza, solicito permiso para tocar el piano.

Como en una película de misterio, el europeo tocaba todos los días la misma canción y a la misma hora. Y también como en un largometraje de final impredecible, un día llego otro hombre, con quien se reunió en una mesa y converso un rato. Desde aquella tarde, nadie lo volvería a ver jamás.

Alguien diría después en una anécdota que recorrería las mesas, que el europeo murió en un barco, pero no se supo nunca la verdad.

LA LEYENDA DEL MOZO

La increíble historia, sin embargo, no fue la única que se anido en el Bar.

También se decía que un mozo rubio y joven de apellido Pereyra, de quien hasta los hombres reconocían su belleza, habría muerto en esos años en el asalto al Policlínico Bancario que conmocionó a Bue­nos Aires.

El rubio, de físico privilegiado como el más destacado acróbata de circo, con la simpatía y la sonrisa a flor de labios, acaso un galán que no conoció la "Metro", era el invitado especial a los paseos del estudiante.

Quienes dan precisiones, explican que ciertamente los mozos "famosos" del Bar Americano fueron dos: los rubios Pereyra y Lavin, dos chicos prácticamente criados allí y que en realidad fue el hermano de Pereyra, que también sabia andar por el lugar, quien hallaría un final poco feliz, como inevitable consecuencia de los avatares que gobernaron su vida.

ESPECIALIDADES

Eran varias las especialidades de la casa, pero los habitúes, que votaban sin sufragar cuando llamaban a alguno de los mozos, preferían las milanesas con papas fritas, la ensalada de frutas, el Café Zoilo, el Americano y por supuesto los helados característicos, llamados Feliz Cumpleaños y Fin de Semana.

El Bar tenía diez carritos para la venta de helados por diferentes puntos de la ciudad, ceremonia laboral que continuaba la tarea de preparación con hielo y sal gruesa. El método, fue mejorado con la compra de una máquina Siam de doce tubos y años después con la adquisición de otra más moderna.

Es que el excelente trato de ese hombre de hablar con zeta, como las especialidades, la iniciativa comercial y la habilidad para buscar los mejores precios, constituyeron las claves del éxito que duraría más de veinte años y marcaría una época en Gualeguaychú. Sin dejar de mencionar, por supuesto, que ningún niño de familia humilde se iba de allí sin su desayuno caliente o su almuerzo.

Fundamentalmente, desde las sombras, o más precisamente desde la cocina, salían los inolvidables platos preparados por Doña Mercedes quien, como los mejores directores de teatro, no aparecía en escena ni siquiera cuando se bajaba el telón, al decir de un parroquiano infaltable que creció en la mesa de solteros, luego pasó a la de casados y aprendió a vivir entre libros y alpargatas. 

Así fue por años, el "boliche de moda" en ese Gualeguaychú que comenzaba a desperezarse de la modorra de pueblo tranquilo.

Políticos, estudiantes, directivos y periodistas de EL ARGENTINO, militares, profesionales, solteros y casados, todos encontraron un lugar en el bar comedor. No sólo en los intervalos del cine sino en todo momento.

Seguramente allí, en esas mesas, a escasos metros de la vereda de calle Urquiza, entre milanesas y algún café caliente, no pocos hombres de nuestra historia lugareña diseñaron en borradores de charlas los pasos que fue dando la ciudad; esa ciudad que guarda alguna página para el Bar Americano.

LA MESA DE SOLTEROS

Imposible es hablar del Bar Americano sin mencionar la MESA DE SOLTEROS.

Dicha mesa, pintoresca sin vueltas, mereció un soneto de Pebete Daneri, una hermosa greguería de Luis Doello Jurado y una semblanza exacta en las páginas de EL ARGENTINO en los años 50.

Era una mesa particular, colorida, de habitúes solteros y pensionistas que encontraban un nada desechable espacio ya para la broma, ya para un análisis de la realidad política, quizás un poco "más bulliciosa" que el resto de las mesas del Americano.

Inconfundible, la "barra" se reunía cada mediodía o cada cena a intercambiar sonrisas y discusiones.

Tomas Imredy, Pedro Delcanto, los profesores Vierzi y Lèvre, entre otros, integraban esa mesa. Hubo casos de "traslados", como el de Raúl David Rebori, que una vez casado seguiría como cliente, pero ya con su esposa.

Porque también había pensionistas casados, la mayoría de ellos jóvenes, que encontraban las primeras "complicaciones" cuando comenzaban a llegar los hijos.

En tal caso, confiesan algunos, la primera persona fuera de la familia que conocía el primer bebe del matrimonio, era Doña Mercedes, a quien hacían salir de su "escondite" de ollas y sartenes.

Es que en esa mini-ciudad que fue el Bar Americano, así como Don José era indiscutiblemente el “jefe” respetado por todos, Doña Mercedes era poco menos que la Primera Dama.

UNA CLIENTELA SELECTA

Anónimos canillitas que repartían EL ARGENTINO con las noticias de la guerra o la caída de Perón y "protegidos" como Recalde e Irigoytia, se asombraron más de una mañana, mientras recibían el desayuno preparado por Doña Mercedes, con algunos rostros que veían sólo en las revistas. Por ejemplo, Juan Manuel Fangio, los Marimon, los Gálvez, fueron estrellas de su tiempo que visitaron el Bar Americano, tanto como figuras nacionales del Teatro.

Además, podría nombrarse a Tito Haedo, Luis Doello Jurado-Imredy, Raúl Rebori, Pedro Abelardo Delcanto, Pedro Lèvre (profesor de francés), el profesor Raúl Vierzi, Guillermo Nader (gerente Bonafide), Patricio Gannon (destacado hombre de las letras, amigo de Borges, que entraba de elegante sombrero), al profesor Felipe Laneri, ese personaje flaquito y pequeño pero comilón, por excelencia, que llegaba con paso apurado, con lo que obligaba al mozo a presentarle el menú de inmediato: la sopa, los fiambres y los dos platos del día. El maduro maestro de la música, satisfecho no mucho después, saludaba a todo el comedor y salía.

No faltaban tampoco Raúl Spangenberg y su primo Guillermo, quien volcaba en la sobremesa las anécdotas del último viaje por el mundo.

Caminó también por entre esas mesas el aristócrata húngaro Tomas Imredy, quien después que le mataran sus padres huyo de la guerra.

Compartieron asimismo los "secretos" del Bar, Fredy Goldaracena, Don Zabal, propietario de una famosa tienda y sus empleados que todas las tardes, durante años, compraron helados, y Don Claudio Méndez Casariego.

Allí por caso, al chico Recalde, uno de los protegidos de Doña Mercedes, se le festejó un cumpleaños, acontecimiento que él jamás olvidaría.

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS: Nati SARROTCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRÍGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ.Diseño del Suplemento, de la última página y del rostro del niño Juan Pablo Domingo: RAÚL SARROT
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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