La Bandera de los Trabajadores

     Diversas y distantes son las fuentes que nos conectan con aquél aciago 1º de mayo, tanto en lo que importa a los ejes ideológicos como lo que se refiere al hecho menudo, a lo anecdótico, tan previsible en una pequeña ciudad.

     Aparecen como referencias las versiones de “La Vanguardia” (órgano de prensa del Partido Socialista en la Capital Federal),  “El Censor” (vocero, como se ha dicho, de los sectores conservadores de Gualeguaychú), y la del Jefe de Policía, Don Isaías Lahítte (téngase en cuenta que en ese tiempo el cargo era político y que Lahítte, como ya lo hemos expresado, era de extracción radical). Los relatos de “La Nación” y “La Prensa” se asemejan a los de “El Censor”. 

     El diario dirigido por los socialistas y “El Censor” representan planteos políticos inconciliables y no es de dudar, dadas las circunstancias, falta de imparcialidad de sus versiones. Lo de Lahítte aparece sin embargo como una versión menos parcial, que podría surgir de un contrapeso entre sus ideas radicales,  la presión de la aristocracia de la zona y sus responsabilidades ante Celestino Marcó.  

 

     En “La Vanguardia” del lunes 2 y martes 3 de mayo de 1921 hay un recuadro en la primera plana que dice: “Los sucesos ocurridos en Gualeguaychú” - “Reunión Extraordinaria del Consejo Ejecutivo”. La nota reproduce un telegrama llegado la noche anterior a la sede del Partido, su texto dice: “Concordia, 2 de mayo. Secr. Centro Social de Gualeguaychú comunícame que la Liga Patriótica atropelló ayer manifestación obrera a Mauser y Winchester. Hay 28 heridos y 4 muertos. Pidan garantías. Ruégoles quieran intervenir urgentemente. Manden delegado. Situación grave. Serebrinsky”.

     La secretaría del Partido Socialista convocó a una reunión extraordinaria para ese mismo día a las 17 horas. En tanto el diario prosigue su crítica a lo que denomina “La Mazorca en la provincia de Entre Ríos”. Los titulares expresan la indignación desde la óptica de política nacional del socialismo: “Bajo un gobierno radical la liga de tenebrosos en acción” “Pretende torcer el curso de la historia y ahogar en sangre el Movimiento Obrero”. La nota prosigue: “A poca distancia de los sucesos de Villaguay donde una manifestación obrera fue atacada a mansalva por las hordas de la Liga Patriótica local, vuelve a producirse en otra ciudad entrerriana un atentado de la mis-

ma especie, pero más grave y más fríamente premeditado”. Los socialistas responsabilizan por esto al gobierno radical en manos de Marcó a quien apodan “el jesuita”.

     “En Villaguay -señala “La Vanguardia”- la policía coadyuvó con los sicarios de la Liga en persecución de trabajadores torturados, objeto de todo genero de vejámenes, y los tenebrosos de las brigadas circulaban por la comisaría local como por su propia casa”. No se registraron hechos de este tipo en la policía de Gualeguaychú ya que, como veremos, Lahítte no prestó nunca colaboración incondicional a la Liga Patriótica, manteniendo en cambio, una relación amistosa con la Federación Obrera Departamental. 

     No obstante, en La Vanguardia arrecian las críticas a la policía y al gobierno provincial. “Desde muchos días atrás -sigue la nota- el Jesuita Sr. Marcó tenía sobrados antecedentes de lo que tramaba la Liga de tenebrosos. Los militantes obreros le habían informado suficientemente, pidiéndole que tomara las medidas necesarias para garantizar a los trabajadores agremiados la libertad de reunión, pues sabíase que la manifestación del 1° de mayo sería atacada por las hordas liguistas”.

     En sustancia, la versión de la F.O.R.A. de la Capital sobre los hechos se condensa en este párrafo de “La Vanguardia”: “La manifestación obrera, con el permiso policial correspondiente, había llegado a la plaza Independencia haciendo tremolar como es de costumbre la bandera roja. En ese momento en que hacía uso de la palabra el delegado de la F.O.R.A., un grupo de liguistas, con su presidente Sixto Vela a la cabeza, pretendió autoritariamente hacer quitar la bandera proletaria; no consiguiéndolo; y al terminar de hacer uso de la palabra todos los oradores, el grupo de liguistas mencionado intentó arrebatarla. Al no lograr sus propósitos emprendió un tiroteo contra 

los trabajadores manifestantes”.

     La narración coincide bastante con la del Jefe de Policía, excepto en lo que se refiere al retiro de la bandera roja. Según él (cuya versión en este punto considero más acertada) los trabajadores accedieron a sacar la bandera de la plaza. Parecería, más bien, que al matutino socialista no le quedaba muy elegante ante sus lectores de la capital admitir el gesto conciliador de los obreros pueblerinos. Acaso la noticia haya llegado distorsionada a la redacción del diario socialista.

     Las criticas a la persona de Carlés en las columnas de “La Vanguardia” se manifiestan a boca partida. “…(Carlés que) declara haber inaugurado el domingo último en Gualeguaychú el 1° de mayo Argentino, dedicó su discurso, no a estudiar la importancia histórica del Pronunciamiento de Urquiza -que era el pretexto del “acto”-, sino a condenar al movimiento obrero, y a excitar contra los trabajadores organizados, el odio del gauchaje exaltado por el alcohol y el fanatismo patriótico”.

      Algunos pormenores de los sucesos se publican en “La Vanguardia” (Extraídos a su vez del boletín especial elaborado por “El Argentino”  de Gualeguaychú). Se informa así que tal fue el empeño de los liguistas en perseguir a los federados, que los que trataban de huir por el Norte refugiándose en un corralón ubicado en calle Independencia (al lado de los tribunales locales) siguieron recibiendo balazos. Cuando salía de la plaza un grupo de camilleros conduciendo heridos por la calle Urquiza hacia el Hospital “Centenario”, un grupo de jinetes cargó al galope contra los heridos. Dadas dos voces de alto sin que se detuvieran, fueron desviados a último momento por el agente Manrique y el sub-comisario Pablo Hermelo.

     Por su parte, el Centro Socialista de Gualeguaychú en una nota firmada por su Secretario General Sr. Víctor A. Sípoli, relata al Consejo Ejecutivo capitalino una versión similar, a la vez que pide colaboración urgente. Desde Buenos Aires la respuesta no se hizo esperar, y el día 5 de mayo partieron en el vapor de la carrera hacia Gualeguaychú los Diputados Nacionales socialistas Pinedo y De Tomaso. En los días siguientes se hicieron sentir los rezongos de “El Censor”, porque los Diputados no le quisieron conceder entrevistas.

     El delegado de la F.O.R.A., Félix Godoy, le dirigió al ministro del interior del Ejecutivo Nacional, un telegrama con fecha del día 2 que decía: “Los trabajadores hemos sido masacrados por la Liga Patriótica ayer en el momento de celebrar la manifestación, causándonos cuatro muertos y 20 heridos. Hay 5000 hombres liguistas armados en los suburbios. Amenazan incendiar el local de la federación y tomar la ciudad. La policía es impotente, acusamos criminalmente a los dirigentes liguistas. Los trabajadores quieren conocer la resolución de V.E.”

     El propio Ministro de Interior le respondió: “En contestación, cúmpleme manifestarle que haciendo efectivos los propósitos del Exmo. Sr. Presidente de amparar a todos los habitantes del país en el ejercicio de sus derechos y por su indicación especial en este caso, se adoptaron las medidas necesarias para que las fuerzas del ejército allí destacadas cooperasen en el mantenimiento del orden”.

    Los socialistas criticaron estas expresiones del ministro Ramón Gómez, aduciendo -no sin razón- que mejor hubiera sido conservar el orden cuatro días antes, cuando las fuerzas militares contemplaban pasivamente los preparativos de los liguistas, sin intervenir para nada. Además no podernos dejar de lado el hecho de que el apoyo que podía brindar el ejercito era muy relativo. El jefe del regimiento 10, Juan Etchechury, era muy amigo de los liguistas, por una cuestión incluso de identificación ideológica y social. La manifestación de la liga se detuvo frente a él pare que Carlés le estrechara la mano, lo que debe haber sido un acontecimiento para el titular de la pequeña guarnición militar, porque Carlés era una personalidad en el mundo militar y político del país.

     El Ejecutivo Provincial también tomó nuevas precauciones: El día 3 a las 20 hs. en tren expreso envió todo el escuadrón de seguridad (30 plazas y 15 agentes de infantería) a los que se agregaron 30 hombres más de las policías de Nogoyá y Rosario del Tala. Estos llegaron a Gualeguaychú con las primeras luces del día 4 de mayo. Todos a las órdenes del comisario de la capital provincial Francisco Churruarín.

     En tanto ganó la calle el comunicado de la F.O.R.A. emitido por el Consejo, reunido la tarde del 2. El informe policial lo confirmará en buena medida.

    Después de que había sido puesto por primera vez en libertad, fue detenido nuevamente el delegado de la F.O.R.A., Félix Godoy, al que se le inició un sumario en virtud de una denuncia de -como dice “La Vanguardia”- “un tal Sixto Vela”. Godoy, en medio del tiroteo, había disparado contra un mayordomo de la familia Morrogh Bernard, al que hirió seriamente sin causarle la muerte. Fue, tal vez, la baja más grave de la Liga. Godoy era uno de los pocos obreros que estaban armados.

     El delegado de la F.O.R.A. en Paraná solicitó al gobernador la libertad de los trece trabajadores detenidos. Su pedido fue rechazado. Según el delegado esto fue  “… como una prueba más del odio que el gobierno siente hacia los trabajadores”. En medio de esta situación, con Godoy preso, el consejo de la F.O.R.A. lo reemplazó por su delegado en Concordia (Serebrinsky). También envió desde la capital una exhortación a todos los sindicatos federados del país a  que se pronuncien en actos públicos contra “la Liga

Patriótica y su obra criminal”, fijando por una circular la fecha de los actos principales. Amenazó además con una huelga general en todo el país si se repetían hechos similares.

     Las tareas del consejo no se detuvieron en la mera declamación. Ordenó una “Suscripción general proletaria de carácter nacional y voluntaria, para subvenir a las apremiantes necesidades de los hogares de los muertos y heridos”. En la Capital se convocaron inmediatamente cuatro actos callejeros para el sábado 7 a las 20 horas y el domingo 8 a las 16 horas. La Junta Central de la Confraternidad Ferroviaria (que agrupaba a los trabajadores del riel), pidió al gobierno la disolución de la Liga Patriótica fundándose en su inconstitucionalidad. El pedido por cierto no prosperó.

     El comunicado que el Consejo Directivo de la F.O.R.A. dirigió a todos los sindicatos federados del país, considera en uno de sus exaltados párrafos que “…la liga de mafiosos realizaba ese mismo día de los trabajadores una manifestación con el pretexto de conmemorar el Pronunciamiento de Urquiza contra Rosa; en realidad (y como oportunamente lo advirtiera al gobierno provincial el delegado en la provincia, Villacampa), la manifestación era un pretexto para intimidar a los federados o para atentar contra sus vidas como ha ocurrido. Los liguistas eran unos cinco mil de a caballo, perfectamente armados y municionados como un ejército en miniatura, a los que previamente se habían embriagado y exaltado por los burgueses y aristócratas que encabezaban la mafia”.

      En cuanto al número de jinetes de la Liga Patriótica que se presentaron en la plaza parece haber una exageración ya que, según surge de otras fuentes, estos no pueden haber superado el número de doscientos junto a unos mil liguistas de a pie. Tratábase igualmente de un número más que importante.

     En Buenos Aires la F.O.R.A. organizó la protesta a nivel nacional, pidiendo que en todas las localidades se realicen mitines de repudio el 5 de junio, si es que los sindicatos adheridos no pudieran realizarlos de inmediato. Su mensaje a los sindicatos culminaba con estas palabras: “… poneos a la acción y que en todos los lugares públicos se escuche nuestra voz reprobandolos crímenes de la Liga. Entusiasmo, perseverancia y voluntad”.

    Con el Paso de los días las protestas obreras se hicieron sentir más y más.  Los titulares de “La Vanguardia” del 8 de mayo, por ejemplo, son implacables: “La Mazorca – El Gobierno Cómplice de sus Crímenes”, “Mientras deja preparar y realizar su obra siniestra, pretende ahogar la protesta obrera”. Con estos titulares el diario iniciaba su crítica cotidiana al gobierno de Celestino Marcó.

     Al año siguiente, en 1922, se repitieron los homenajes de los obreros a sus compañeros caídos. El 1° de mayo de ese año concurrieron al cementerio y se pronunciaron algunos discursos de tono mesurado frente a la sepultura que guarda hasta hoy los restos de Timón, Silva, Villarreal e Iglesias. Los cuatro trabajadores continúan aún sepultados en el cementerio del Norte en Gualeguaychú, en ese pequeño mausoleo que a pedido de la Federación Obrera Departamental construyeron sus compañeros Don Domingo Nocetti y Don Arturo Capdevilla. Es una columna truncada. Una placa declara que allí descansan quienes murieron luchando contra el pasado en ocaso y por el porvenir en aurora, y que sus compañeros de clase, de lucha y de sufrimiento los recuerdan.

     Ese mismo día, a las dos de la tarde, se realizó una concentración en el local sindical de la Federación Obrera Departamental, de la calle Perú Nº 283 –hoy Camila Nievas-. De allí partió una marcha hasta la Plaza Independencia, que se dirigió luego a la Plaza Colón, en el puerto. Los trabajadores llevaban la bandera roja para lo que esta vez habían solicitado especial permiso a las autoridades (aunque la permisión ya estaba otorgada en sentido amplio por ley de la provincia). Una delegación especial de la policía de Entre Ríos, llegó desde Paraná la noche anterior para custodiar la marcha de los federados, al mando del capitán Bravo, Inspector Provincial de Policía (“El Argentino”, 29 y 30 de abril y 3 de mayo de 1922).

 

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