Un Tango

Una tarde de invierno, fría y bastante nublada, mi amigo Lalo, me invitó a su casa de vuelta de nuestra común maestra particular, para que viéramos una LMS Hornby que sus padres le habían regalado.

Pasamos a una habitación interior, especie de escritorio y sala de música.

Sobre la pared sur había un piano. Fue así como en aquella tarde conocí al padre de Lalo y también a su madre, ambos unas personas encantadoras, que irradiaban ese don de gentes y que solo poseen personas especiales cual sea su cuna.

"Papito toca el piano y escribe música", me comento el que se convirtió en mi amigo de la infancia con el correr de los años.

Sobre el piano, varias piezas musicales y por sobre todas, una cartulina con dibujo entre sepia y amarillo tenue y con rostro de mujer con el estereotipo de la época de Alfonsina y de la Bristol.

Días pasado fuimos con mi esposa a conocer una amiga que hiciese por teléfono, no es una cosa muy común, pero visto está que puede suceder.

Ella y su amiga especial, comenzaron a recorrer la casa, ver las plantas, las flores, volvieron a pasar de nuevo por el hall y pregunta va y pregunta viene, aparece un piano.

La señora hacía cinco años que no lo tocaba, la ternura de mi esposa consiguió que lo volviera a hacer.

Nos preguntó si nos gustaban los tangos.

Por supuesto que sí, los buenos claro está.

Y entonces brotó de aquel piano pulsado con seguridad, con una fuerza interpretativa más que extraordinaria, las notas de un tango, un tango sí, pero con mayúsculas.

Pensé en Canaro, pero también en Pichuco.

Pero no, aquello era completamente distinto.

¿Les gusta? nos dijo enseguida y como quien no quiere, nos aclaró:

Este tango es de un hijo de Gualeguaychú, cuando lo compuso se lo llevó a Canaro para que lo interpretara en la orquesta.

Después de escucharlo, Canaro le dijo que lo tocaría con su orquesta únicamente si renunciaba los derechos a su favor.

¿Ustedes conocieron a Eduardo Méndez Casariego ?

Cuando la terminó y comenzamos a caminar hacia el auto, aún vibraban las notas de "Saudades" como un perfume extraño que va desvaneciéndose lentamente en el aire en ondas sinuosas.

Tu amiga nos ha hecho un regalo maravilloso, aunque no lo sepa, dije a mi esposa.

No lo creas, ella también lo sabe, me contestó.

La casa de la calle Rosario, aún existe igual.

Ya no, sus moradores, Eduardo y Doña Amalia.

Si ; y a la distancia, mi amigo Lalo.

Canaro nunca tuvo los derechos de "Saudades".

Y la ciudad se perdió de la música de Méndez Casariego.

CRÓNICAS INFORMALES

Carlos Lisandro Daneri

Gualeguaychú – Año 1998