La Náutica

Un pueblo que ha vivido desde sus albores junto a un manso río, viendo los barcos saliendo y entrando a puerto, observando la febril actividad de los muelles y astilleros de las proximidades, es casi imposible que no haya podido despertar a los lugareños hacia el panorama de ese camino que anda.

Los botes de los pescadores con sus velas de arpillera taninada, marchando hacia el Uruguay, en procura de la pesca abundante y generosa, que al final de la jornada, ofrecerán en la ciudad, atados a la larga percha que porta el pescador, balanceándose sobre su hombro, mientras vocea por la calle la fresca mercadería.

! Pescador ! Pescador es el grito que anima las tardecitas o las primeras horas del pueblo, es la voz del río que sube hasta la ciudad, y esa voz y esas ideas aparte de lo ya visto, van despertando la curiosidad por saber como es el río mas allá del puerto, mucho más allá de la cancha del saladero; Fueron sin dudas vagas ideas primero, las cuales con el tiempo tuvieron respuesta.

Descubrir lugares, paisajes ignotos, "caminar el río", esa era la cuestión.

Por entonces, el río era solo conocido por pescadores, barqueros, lancheros aparte de los capitanes y patrones de los barcos y Paileboats de carga y vapores de pasajeros y entre todos, ellos los viajeros a quiénes interesaba el tema.

Pero la manera de viajar, y además la única era hacerlo para el común de la gente, conocida, aceptada y sujeta a cánones inmutables era una sola, El Vapor.

Algunas personas, muy pocas pos supuesto, eran propietarias de alguna embarcación de tamaño reducido, impulsado con motor, generalmente monocilíndrico, tipo de casco "redondo" y con popa "cola de pato".

Había fondeado, frente al muelle, amarrado en la isla libertad, una embarcación que le decían "Yate".

Pertenecía a un descendiente de ingleses y estanciero de la zona de Almada, mister Jack Seguí Wesley, quien lo tenia con el único fin de pasear por el río.

La embarcación tenía la apariencia de un remolcador, casco rojo y obra muerta y chimenea negra.

Como todas las embarcaciones de la época el derecho de proa era recto y la terminación de la popa era de cola de pato.

La propulsión desde luego a hélice, movida por maquina de vapor.

Pocas veces lo vimos moverse de su atracadero y era una figura familiar frente al muelle.

Mucho tiempo ha de pasar hasta que sepamos como es el río de "al lado".

CRÓNICAS INFORMALES

Carlos Lisandro Daneri

Gualeguaychú – Año 1998