Mi escuela de Gualeyán
(Romance)
Pagos de la “Costa Brava”:
mi tierra arisca y matrera,
que me dejaste en el alma
embrujos de tu querencia.
Hoy vuelvo a ti, como el pájaro
que al anochecer regresa
al nido, donde aprendió
a cantar la primavera.
Yo soy como el espinillo,
que siempre brota en su tierra;
pese al hacha y al arado,
al fuego y a las tormentas.
Las tierras del Gualeyán
nos brotan en las arterias;
maguer todas las distancias,
los años y las ausencias.
Su recuerdo es como un lazo
que hoy a todos nos estrecha
con sus tientos de cariño
junto a la casa materna.
Desde todos los rincones
hoy volvemos a la Escuela,
sin los guardapolvos blancos,
sin oscilantes carteras...
Con arrugas en la cara,
con angustia en la conciencia,
con la derrota o el triunfo;
con la dicha o la tristeza.
Todos traemos lo mismo,
como si fueran carteras
pendientes de nuestros hombros,
en un Vía Crucis de leguas:
es el amor de estos hijos
para una madre muy vieja.
La madre que en estos campos
nos amamantó de letras.
La que nos puso en las manos
la llave de tantas puertas.
La que nos dijo: "¡Argentino!,
ése es tu nombre, es tu tierra,
la misma de San Martín.
Y es tu herencia y tu Bandera,
la que enarboló Belgrano
para que tú la sostengas
con el vigor de tus brazos
y las alas de tu idea."
La vieja “Escuela de Piaggio”
en la cuchilla desierta.
Entre enormes eucaliptos
florecía la Bandera
con su mensaje de Patria
hacia todas las conciencias.
Vieja Escuela de mis sueños.
¡Quisiera volver a verla!
Quiero besar los ladrillos
De su ruinosa tapera,
como se besan las canas
de la madrecita muerta.
Pero esta madre no muere:
sus hijos somos su herencia
y a cualquier parte que vamos,
llevamos dentro la Escuela.
Escuela del Gualeyán,
mí tierra arisca y matrera:
hoy te traemos un nombre,
fundido con tus esencias.
Pedro Jurado, señor
de la conducta y la idea.
Quiso mucho a la niñez
¡y quiso mucho a esta tierra!
Paladín de la justicia,
verbo de las causas buenas.
Censor de los gobernantes,
Catón del pueblo, Profeta,
que, como Andrade y Lugones,
soñó la Argentina nueva,
la sin odios que dividen,
la dé una sola Bandera:
azul de sueños y blanco
como las limpias conciencias.
Que lo arome el espinillo
en todas las primaveras,
que le canten los zorzales
del Gualeyán. Que la Escuela
en cada niño argentino
plasme su ejemplo y su idea...
Porque don Pedro Jurado
-y su pueblo lo recuerda-
quiso mucho a la niñez
y quiso mucho a esta tierra.
Pbro. Luis Jeannot Sueyro
"Los versos del Cura Gaucho"