Cuaderno Nº 4

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, DOMINGO 15 DE NOVIEMBRE DE 1992CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 4
DOS NOSTÁLGICOS INOLVIDABLES...- GUILLERMO ENRIQUE HUDSON.- DON ROBERTO, GENIO Y FIGURA.RECUERDO PARA UN COPOBLANO MEMORIOSO.¿CONQUISTA O ENCUENTRO DE CULTURAS?.VISITANTES Y VIAJEROS QUE LLEGARON A GUALEGUAYCHÚ II.- ROCAMORA: "ATRAYENTE FIGURA, ENERGÍA INCORRUPTIBLE".
LOS HABITANTES DE LA MANSION IVCONVERSACIÓN CON JUAN PABLO DOMINGO.ANOTADOS.ENTRE LETRAS Y PINTURAS.EL MUEBLE: ESE DESCONOCIDO.

DOS NOSTÁLGICOS INOLVIDABLES...

Por: Ítalo A. Sameghini

("No hay medicina para borrar los recuerdos" - Gabriel García Márquez) 

GUILLERMO ENRIQUE HUDSON 

Copia del cuadro pintado por Sir William Rathenstein. 

(Foto Archivo Gral. De la Nación) 

ROBERTO B. CUNNINGHAME GRAHAM

El escocés que aprendió a ser gaucho en Gualeguaychú. 

(Foto Archivo Gral. de la Nación)


Las remembranzas atenazan más cuando llegamos a una altura de la vida donde lo nutrido son las evocaciones constantes. ¿Y no es ésta una manera de sentir que el tiempo es viva y continua experiencia, nada despreciable según Martín Fierro, cuando más años se acumulan?.

En la tarde porteña, frente a la ventana que me retacea mirar hacia arriba - ¡Oh cielo inolvidable de Gualeguaychú que siento como mío en mi morriña! -, comienzo a rememorar lo leído y vivido en aquellas páginas de libros que han dejado expuestas tantas facetas prendidas a la memoria.

Surgen entonces, entre el cúmulo de evocaciones, dos figuras perfiladas en la moldura clásica de sus casi similares destinos, que se conocieron y estimaron y a quienes atrajo, precisamente, la nostalgia de lo sentido en función de un mismo punto cardinal: La Pampa, con sus mitos, su fauna, su misterio y su encanto. Uno fue un argentino, ilustre fuera de su país antes que en su tierra; nacido en esas llanuras apelmazadas de leyendas y de amplias soledades, GUILLERMO ENRIQUE HUDSON no tuvo otro atalaya en su niñez que los "Veinticinco Ombúes" de su querencia natal, solar de Quilmes rescatado para la veneración de su gloria.

El otro rostro de esta nota nos viene también de un admirable personaje. ROBERTO CUNNINGHAME GRAHAM, trotador de caminos y del mundo, escocés de nacimiento, argentino por la raíz misma de su obra y sus recuerdos.

GUILLERMO ENRIQUE HUDSON

Llegó a ser Guillermo Enrique Hudson "el mejor escritor inglés" de su época. Había emigrado a Londres, dejando sin embargo intacta su alma en esta tierra gaucha que mamó, vivió y amó con la persistencia fiel de su recuerdo. Ello le hizo escribir páginas inolvidables como las de "Allá lejos y hace tiempo", "El Ombú y otros relatos", "Días de ocio en la Patagonia", "La tierra purpúrea" y tantos otros. Este hombre es el mismo en cuyo homenaje amigos y admiradores de su obra, luego de su muerte levantaron un monumento en Hyde Park. Es el mismo que dijo en una de sus más lúcidas revelaciones:

"Algunas veces, no pudiendo pegar los ojos por las noches me pongo a pensar en las grandes llanuras hasta que casi me imagino oír los lejanos mugidos del ganado, el vespertino canto de la perdiz y acabo siempre por derramar abundantes lágrimas"

La vida y la obra de Hudson, sin duda, merecen más extensos y mejores conceptos que estos míos, pero, fiel a la necesaria brevedad, sólo quiero fijarlos en el determinado perfil de su transfiguración cuando la nostalgia asomaba a su vida diaria, allá, lejos de la tierra tan amada y recordada.

En una austera jornada final, como los elegidos, muere Hudson sin testigos, envuelto en la beatitud de su gesto, en paz con Dios.

DON ROBERTO, GENIO Y FIGURA

Escocés de nacimiento, argentino por la raíz misma de su obra y sus recuerdos Roberto Cunninghame Graham llega a nuestro país con el ímpetu avasallante de sus 17 años. No en vano llevaba también en su sangre prosapia castellana por parte materna.

Dispuesto a la aventura, desde 1870 a 1878 en que retorna a Londres, aprende, en éste su inolvidable Gualeguaychú que luego describirá con maestría, a ser gaucho, amar entrañablemente al caballito criollo sufrido y parejo, el mismo que le servirá para escapar, arañando, de la muerte, cuando es prisionero de López Jordán. También amó al pingo aquel que un día "descubrió" entre la niebla londinense, negándose a tirar de un viejo tranvía y que, adquirido por él, le sirvió para ir al parlamento inglés y al que llamó Pampa, porque no podía apartar de sí lo que le significaba aquellos cuatro cascos criollos repicando sobre la periferia de la calle británica la rapsodia de su fiel recuerdo... Es él, Don Roberto, como más le gustaba mencionarse, quién escribió en su andarosa vida más de 200 relatos, en lapso de 40 años. Desde 1898 a 1914 produjo un volumen anual donde están fijados recuerdos americanos tales como "El Río de la Plata", "Rodeo", "Los Caballos de la Conquista", "Retrato de un Dictador, Historia del Paraguay" y "Mirajes", su última obra (1936) donde describe al inglés Charlie: "El gaucho que murió con las botas puestas".

En 1936 regresa a la Argentina. Viene enfermo, pero siente él la necesidad imperiosa de pisar estos lares. Tan amigo de Hudson, ambos se admiraban y consolaban, hablando de las pampas. Desea Don Roberto, antes de cerrar los ojos, rendir su homenaje a Gato y Mancha, los dos caballitos criollos que su amigo, admirador y biógrafo A. G. Tdchifely llevara en épica marcha desde Buenos Aires a Nueva York.

En este regreso hacia el final, trae Cunninghame Graham en sus breves maletas, como regalo para esos caballitos una bolsita de avena escocesa. Pero enferma en Buenos Aires lo que determina que Solanet se los traiga a la Capital para que Don Roberto pueda verlos; sin embargo, se agrava su estado y fallece el 25 de marzo de 1936. Entonces son Gato y Mancha los que siguen su féretro, como homenaje al hombre que en diarios londinenses había destacado el esfuerzo sin par de aquel raid y había evocado en memorables textos el paraíso de los caballos criollos, sufridos y leales.

De retorno a su patria duerme Don Roberto su último sueño en la isla de Inchamahine - "La tierra del descanso" - Según nos lo relata su biógrafa y traductora, nuestra conocida visitante gualeguaychense Alicia Jurado, en su libro "El Escocés Errante". Una simple lápida remarca su tumba, conteniendo dos fechas - 1852-1936 - y, como él lo pidiera, hay allí un dibujo de su marca de ganado, registrada precisamente en Gualeguaychú, como prueba de sus más queridos recuerdos.

Dos hombres de nostalgiosos contornos, dos nombres que deben estar fieles en la memoria y la mejor manera de no olvidarlos es leyendo sus preciosos libros.

PATRICIO GANNON: SU DONACIÓN

En el Instituto Magnasco se puede encontrar la obra completa de Cunninghame Graham. Además hay un "rincón" con recuerdos de Don Roberto, fotografías, caricatura, prendedor del clan escocés al que pertenecía y un trozo de tela con que se lo identifica.

Patricio Gannon, escritor, periodista y estanciero en nuestra zona, donó parte de este valioso reservorio al Instituto, cesión que su hermana completó después del fallecimiento de Don Patricio.

En la esquina noreste de 25 de Mayo y Bartolomé Mitre se impuso una placa que recuerda al "Hotel del Vapor" donde se alojaba Cunninghame Graham en sus visitas a Gualeguaychú.

Alejandro Denegri 

RECUERDO PARA UN COPOBLANO MEMORIOSO 

Hace unos años investigábamos en el Archivo General de la Nación, en los legajos correspondientes a viajeros y memoriosos; interesante reservorio de hechos históricos, salvados gracias a la retentiva de quienes los escucharon y luego anotaron para deleite de otras generaciones. Desfilan así aconteceres tales como las Invasiones Inglesas, la valentía de quienes defendieron la ciudad de Buenos Aires, la muerte del Coronel Manuel Dorrego, etc. etc.; todos relatados en verso.

Las Memorias - de Don Juan Manuel Beruti -, nos trajeron al recuerdo a Don ALEJANDRO DENEGRI (Jano del Oeste, tal su seudónimo) en quien tuvimos un evocativo señor del pasado lugareño. Gracias a su empeño en divulgar hechos pretéritos rescató acontecimientos y personas que muchas veces hubieran quedado perdidos en el tiempo.

Jano del Oeste no fue un historiador, ni él pretendió serlo. Amó profundamente a su Gualeguaychú; fruto de ese amor fueron sus crónicas publicadas en El Argentino. Estos relatos nos llevaron a conocer personajes que gravitaron en la vida de nuestra ciudad ya sea por sus valores morales y así también de los otros como los matreros que habitaron sus zonas aledañas. Fue el recopilador de mayor acervo de la poesía de Don. Goyo Aguilar.

Don Alejandro tuvo un gracejo muy especial; no hizo uso de metodología, solo de su memoria. Los puntos, las comas, en sí todo signo de puntuación para él, en su apuro, prácticamente no existían. Le bastaba escribir y escribir sin descanso, como para no interrumpir lo que su memoria le dictaba, para no olvidar nada de aquello que fue guardando celosamente de sus mayores, esencialmente de su padre y de su abuela.

Los que nos interesamos en acercarnos a la pequeña historia, a esa que va naciendo con el esfuerzo de quienes la viven conociendo su idiosincrasia, la vida cotidiana, muchas veces simple pero cargada de emociones ondas, tanto le debemos a este memorioso de la historia gualeguaychuense que fue el inolvidable amigo e informante de buena parte de nuestros trabajos sobre el rincón nativo. El darse fue motivo de su tarea y sus afanes. En un nuevo aniversario de su desaparición vale el sentido homenaje a quien proyectó sus recuerdos históricos viviendo las circunstancias de reactualizar lo ya lejano.

Alejandro Denegri falleció el 22 de noviembre de 1987; había nacido el 19 de febrero de 1906.

¿CONQUISTA O ENCUENTRO DE CULTURAS?

Por: Prof. Celomar José Argachá

[Profesor de la Universidad de Concepción del Uruguay. Vicerrector del Colegio Nacional "Justo J. de Urquiza"]

Recientemente, cuando ofrecí una charla en Gualeguaychú dije que iba a hacer de "abogado del diablo" sobre el "descubrimiento" de América por cuanto hay una corriente indigenista que se inició con el mismísimo Bartolomé de las Casas y que profundizó Eduardo Galeano con su obra "Las Venas abiertas de América Latina".

Sin duda que esta corriente alcanzó hoy su apogeo, especialmente entre la gente joven, romántica por naturaleza, inocente por su falta de experiencia, sin ataduras por sus pocos años y amiga de los débiles por una pasión incontaminada.

Numerosos autores, folcloristas y antropólogos han sobrevalorado permanentemente la cultura aborigen latinoamericana, potenciando hasta lo inverosímil el desarrollo de las civilizaciones precolombinas, abonando por un lado y ahondando por otro un gran rechazo y odio, diría hacia la cultura europea, a los altos valores de su civilización y su trasvasamiento a América. 

Pero deseo, como dije al principio, hacer de "abogado del diablo" y preguntar: ¿Es realmente un delito por parte de los peninsulares o europeos en general, haber conquistado las tierras recién "descubiertas", imponiendo su cultura, sus costumbres y su forma de vida? Vuelvo a preguntar: ¿Es lícito que una cultura superior se imponga por la fuerza a una cultura menos evolucionada, que se resiste por la fuerza al cambio?

Cuando los españoles llegaron a América nuestros indígenas, incluso los más evolucionados como eran los Mayas, Aztecas e Incas, no conocían aún la rueda, es decir, que en el año 1492 de la era cristiana no habían llegado al grado de conocimientos que tenían los egipcios, por ejemplo, cuatro mil años antes.

Sería conveniente hacer un poco de historia comparada de lo que ocurría en Europa y América en el momento de la llegada de los primeros a estas tierras, porque podríamos explicarnos algunos hechos de este "encuentro de culturas" y nos serviría para hacer un análisis menos apasionado en estas cuestiones de la conquista de América porque a veces partimos de hechos falsos o fuera de contexto, que nos comprimen el panorama o la visión general, cayendo en errores de apreciación o de juicios históricos fundamentales.

A mitad del siglo XV Europa tenía en sus manos los libros realizados por el célebre Juan Gutemberg, poniendo los conocimientos al alcance de la mano, es decir, democratizándose el saber. Europa casi dos siglos antes del descubrimiento había tenido a pensadores de la talla de Dante Alighieri, Francisco Petrarca y Juan Boccacio; ya había aparecido el Humanismo con Desiderio Erasmo y su "Elogio de la Locura"; Leonardo da Vinci ya nos proyectaba máquinas para volar, tanques, submarinos, paracaídas, cañones, el hidrómetro, realizando magníficos dibujos y pinturas (no grotescos y deformados bosquejos pictóricos) de la anatomía humana.

Simultáneamente con la conquista se produce el Renacimiento italiano y después europeo, una verdadera explosión de las artes y de las ciencias.

Cuando llegó Colón a las islas caribeñas, Miguel Ángel Buonarotti, el célebre Miguel Ángel, terminaba su famosa obra "La Piedad" y cuando Hernán Cortés ponía sus pies en Méjico, Nicolás Bernardo Maquiavelo publicaba obras de la envergadura de "El Príncipe".

Para principios del siglo XVI publicaba Nicolás Copérnico su importante tratado de la teoría heliocéntrica planetaria, sosteniendo al igual que Aristarco de Samos, tres siglos antes de la era cristiana que "el sol permanecía inmóvil y que la tierra giraba a su alrededor".

Es decir que mientras nuestros indígenas, todos sin excepción, adoraban el sol, la luna, los planetas y algunos fenómenos naturales, los europeos los estaban estudiando racionalmente y exponiéndolos en tratados de gran relevancia. De la misma manera podríamos hacer comparaciones sobre su pobre religión politeísta, sobre los sacrificios humanos aberrantes, sobre la carencia de monedas en las transacciones comerciales mientras en Europa ya había bancos de depósito y de préstamos; de su escritura que era pictográfica y en parte jeroglífica; sobre el dibujo y su pintura, que ignoraban la perspectiva y el escorzo, siendo torpes manifestaciones de un arte arcaico y primitivo; la arquitectura indiana que no nos muestra ninguna novedosa variante a la ya conocida desde la antigüedad sumeria o egipcia.

Además, quiero recordar que al momento de llegar los europeos a América, Europa tenía las Universidades de París, Bolonia, Tolouse, Pavia, Padua, Nápoles, Praga, Oxford, Cambridge, Glasgow. Copenhague, Viena, Erfurt y en España a Salamanca, Valladolid, Zaragoza, Valencia, Alcalá de Henares, Barcelona y Sevilla. Es decir que mientras los europeos discutían de filosofía, metafísica, matemáticas, hacían monumentales templos religiosos, etc., nuestros guaraníes, por ejemplo, vivían de la caza y de la pesca, comenzando a hacer las primeras incisiones en sus cacharros.

Ahora me pregunto, cuando se produjo el encuentro entre estas dos culturas, con diferencias tan abismales en su evolución, ¿no habrá existido el deseo por parte de quienes se consideraban mas adelantados de imponer la suya, de transmitir sus conocimientos, que realmente estimo eran superiores, como hemos visto?.

La guerra fue quizás el final no querido o no deseado, a estar por la legislación abrumadora a favor del respeto a nuestros naturales que España especialmente sancionó reiteradamente pero que el conquistador duro y arbitrario muchas veces ni aplicó ni cumplió.

La cultura no se impone por la fuerza sino por su superioridad y los españoles fueron superiores militarmente y culturalmente, imponiéndonos su lengua, su religión, su música, sus costumbres, en fin, su cultura. En América, después de 500 años sólo nos quedan nostalgias de un pasado precolombino esplendoroso que nunca existió.

Debemos recordar también que hace 500 años había detrás de la conquista una ideología religiosa por un lado, un interés económico por otro (el famoso camino de la especería) y una ambición política por aumentar el poder y el absolutismo. Pero hoy no tenemos detrás ninguno de estos intereses, sin embargo nuestros indígenas siguen en igual o peor condición que antes, interesándonos por ellos solamente cuando le compramos alguna artesanía y no nos afecta que el 80 % de los muertos hoy por cólera en nuestro país son los descendientes de nuestros antepasados autóctonos que viven en la peor miseria y atraso que podemos suponer.

No deseo con estas comparaciones justificar ni reivindicar la conquista ni las muertes que españoles, portugueses, franceses e ingleses realizaron en nuestro continente. Me he limitado a hacer una descripción de los dos mundos y espero que ustedes lectores saquen sus propias conclusiones.

Como dije al principio, mi objetivo fue hacer de "abogado del diablo" por cuanto no he escuchado en estos últimos años ninguna voz que defienda la cultura del 97% de los argentinos y más del 90% de los americanos que nos legó Europa y especialmente España y deseo que en este 500 aniversario sirva como homenaje a quién tanto nos dio en el campo de los conocimientos y que nos enseñó su lengua con la cual podríamos decir al menos, por una sola vez: gracias.

VISITANTES Y VIAJEROS

QUE LLEGARON A GUALEGUAYCHÚ II

ROCAMORA: "ATRAYENTE FIGURA, ENERGÍA INCORRUPTIBLE"

Tomás de Rocamora deja Concepción de Uruguay y entra en octubre de 1783 por un paso del Arroyo Gualeyán, que recibió su nombre.

Cuatro veces había estado antes aquí, a saber: desde el 11 hasta el 20 de abril, la primera; desde el 4 hasta el 13 de octubre y desde el 24 al 27 del mismo mes, en el año 1782. Y en 1783, la cuarta visita, desde el 16 al 19 de abril.

Dice Juan José Nágera: "...Fue recibido con toda cortesía por la confianza que despertaba su atrayente figura y energía incorruptible para defender al humilde o distinguido poblador desamparados y a Entre Ríos".

Por su parte, afirma Juan José Antonio Segura: "...Salían a recibirlo los vecinos de la capillita de la Virgen del Rosario, sede parroquial a la sazón".

Expresa Beatríz Bosch: "...en el mes de octubre (1783) Rocamora se traslada a Gualeguaychú. De acuerdo con los vecinos elige el terreno y procede como en los casos anteriores (Gualeguay y Concepción del Uruguay) a su desmonte y nivelación. La fundación solemne se efectúa el 18 de octubre... El fundador ha perforado tres pequeños claros en la espesura del monte".

Don Tomás de Rocamora había nacido en Granada (Nicaragua) en 1740.

Por Decreto N° 1751 - M.H.E. y E. del 1° de agosto de 1958, dictado por el Gobernador Dr. Raúl Uranga, se declara "Día de Don Tomás de Rocamora" al 11 de agosto, fecha que en 1782 el fundador libró el histórico Oficio que crea el nombre de Entre Ríos y la considera Provincia.

[Nombramiento de D. Tomás de Rocamora a Sargento Mayor de la Asamblea de Caballería de la Pcia. de Buenos Aires (fragmento de fotocopia]

"...Sé que Wright compró con los requisitos que dice la Ley, cuatro leguas y media de terrenos, con un fondo de 18 al Yancay (Ñancay), a razón de 25 pesos la legua, bajo precio porque dicen, y es así, que se comprende bastante bañado. Pero Exmo. Sor., cualquier bañado que haya (separándome que en verano son los parajes mas acomodados porque son seguros de pasto) sobre una superficie de 81 leguas ¿cuántos vecinos pobres podrán acomodarse? No es un justo equivalente 112 pesos y medio que dicen se pagaron al Rey".

"En Gualeguaychú, donde está ubicada la capilla, es un pantano. Si se toman las Cuchillas inmediatas, se aleja del río que es el primer objeto; y si se busca aguas arriba, lugar acomodado, podrá encontrarse en Gualeyán o sus inmediaciones que defiende Don Esteban García, por tenerlos medidos".

(Rocamora a Vértiz. Oficio del 2-1-1783).

EDICIÓN IMPRESAINVESTIGACIÓN Y TEXTOS: ANDREA SAMEGHINI NATI SARROTJEFE DE REDACCIÓN: MARCO AURELIO RODRÍGUEZ OTEROCOLUMNISTAS: CARLOS M. CASTIGLIONE - AURELIO GÓMEZ HERNÁNDEZ -DISEÑOS DEL SUPLEMENTO DE LA ÚLTIMA PÁGINA Y ROSTRO DE JUAN PABLO DOMINGO: RAÚL A. SARROT
TIPEO DE TEXTOS Y ESCANEO DE IMÁGENES: JOAQUÍN R. CARRERA Y ZULMA N. MENA 
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