Romance de un niño huérfano

(1938)

No era un niño como todos

aquel rapaz de la calle,

llevaba rara tristeza

en sus pupilas tan grandes

que irradiaban en la acera

el triste adiós de la tarde.

No era un niño como todos

los niños que tienen madre,

que saben sombrear el sol

y dar envidia a los aires

con sus miradas de estrellas

y sus sonrisas de estambres.

Ni era un átomo perdido

que llaman “hijos de nadie”,

mariposas de tristezas

con alas sucias de calle.

Aquel sentir de ocho años

no amortajaba su hambre

con los lastimeros “¡Diarios!”

o el “¡Se lustra!” lacerante.

Lo vi pasar recogido

y me volví por mirarle,

como se vuelven los hierros

llamados por los imanes.

Me vio triste y asombrado,

se plantó sobre la calle,

quizás temía que mi frente

manara sólo vinagre.

“¿Quién eres, niño?”, le dije.

“Yo soy un huérfano, Padre”,

me respondió como un eco

de la tristísima tarde.

Gimió la brisa en la acera

cual suspiro de una madre

que despertara de pronto

por ver al niño... y mirarle.

Lo amé con toda mi alma,

ya vacía de vinagre,

y al sentir en mí sus ojos

no tuve voz para hablarle.

La calle me daba un hijo,

que me repetía “¡Padre..! ”

Ya no estoy solo en el mundo,

ya sé mi senda alfombrarme

con flores que me perfuman

los huérfanos de la calle.

Y me acerco más a Dios

porque es Dios de todos Padre.

Pbro. Luis Jeannot Sueyro

"Los versos del Cura Gaucho"

El Cura Gaucho