Tu destino de flor
A María Lucrecia en sus 15 años
Por tu destino de flor,
naciste en la primavera.
Te brota el alma a raudales
bajo de tu piel morena,
como presagios del sol
cuando la aurora clarea;
aurora de juventud
que tu corazón despierta.
Dios te plantó entre nosotros,
para que aquí florecieras.
Te asomas al horizonte
de dos pupilas inquietas:
estrellas que desde el Cielo
interrogan a la tierra.
Naciste para volar,
siempre con las alas trémulas,
siempre con ritmo de marcha.
¡Mariposa insatisfecha!
¡Que no se quemen tus alas
en luces fatuas, Lucrecia!
Por tu destino de flor,
quiera el Señor que tú seas
la más linda de mis plantas,
que se deshoje en la entrega
del color y del perfume.
Y, en perenne primavera,
los pétalos de tus días
alfombren de luz tus sendas.
Porque quiero lo mejor
para tu vida, Lucrecia,
quiero un alma de cristal
para que todo lo veas
tan claro y limpio que irradies
la luz de tu risa buena
en los labios que interrogan
y en las miradas que sueñan.
Quiero un corazón de oro
para que vibren las cuerdas
de tu sentir al compás
de las risas y tristezas,
y que sientas como tuyo
lo que tus hermanos sientan.
Y una voluntad de hierro
que en la ruta te mantenga...
“Serás lo que debes ser...”
¡Que seas siempre flor, Lucrecia!
Pbro. Luis Jeannot Sueyro
"Los versos del Cura Gaucho"