Su construcción data del año 1907.
La casa presenta una fachada simétrica y elegante, típicamente asociada con el estilo neoclásico. Las columnas en la entrada principal, de orden corintio, sostienen un frontón decorado con figuras ornamentales y guirnaldas, evocando la grandeza de la arquitectura clásica grecorromana. La cornisa profusamente decorada añade un toque de distinción, mientras que las ventanas con arcos de medio punto están enmarcadas por pilastras y decoradas con vitrales coloridos, que filtran la luz de manera artística y proyectan sombras coloridas en el interior.
Los balcones de hierro forjado, con diseños intrincados y delicados, sobresalen de la fachada, proporcionando un espacio acogedor para observar el entorno. La puerta principal, robusta y de madera maciza, presenta detalles tallados a mano que reflejan la artesanía de la época.
La combinación de elementos decorativos y funcionales en la arquitectura de esta casa no solo refleja las tendencias estéticas de principios del siglo XX, sino también un deseo de emular la grandeza y la perfección de las civilizaciones clásicas.
Este fue el lugar original de residencia en el que se radicó Joaquín Goldaracena casado con Maxima Cipriana Terradas, quién era hijo de don Eusebio Goldaracena, el fundador de la familia radicada en esta ciudad, en los años 1860.
Don Eusebio Goldaracena Arangoa nativo de Lecumberri, una pequeña aldea en las provincias vasco-navarras, nació en 1839 y emigró en 1860 desde una España convulsionada por la guerra civil. Con el deseo de "mejorar su fortuna," como les expresó a sus padres Joaquín Goldaracena y Francisca Antonia Arangoa, llegó a Gualeguaychú tras un paso previo por Montevideo.
En 1864 se casó con María Joaquina Garciarena Obineta y formó una familia numerosa de 12 hijos.
Durante cuatro años, Eusebio trabajó en un saladero, una industria que compraba carne salada y cueros para venderlos a Cuba y Brasil. Sin embargo, su espíritu dinámico y emprendedor lo llevó a adquirir experiencia y, a los 25 años, instalar su propio negocio de ramos generales, centrado en la comercialización de los "frutos del país".
En 1892, a los 53 años, falleció Don Eusebio, dejando a su viuda con nueve hijos. Esta situación llevó a constituir la razón social "Viuda de Goldaracena e Hijos", después Goldaracena Hnos., hasta que en 1925 tomó el nombre de Goldaracena Hnos. Ltda. S.A.C. con el hijo mayor, Joaquín, de 24 años, a cargo de los múltiples negocios.
Con la ayuda de sus hermanos y el asesoramiento de su madre, Joaquín Goldaracena se convirtió rápidamente en una figura destacada y enérgica. Fundó estancias, abrió sucursales, levantó graneros y adquirió vapores para pasajeros y carga, convirtiendo a Gualeguaychú en un mercado de lanas de primera magnitud.
Joaquín (1868-1911) se casó con Máxima Cipriana Terradas y de dicho matrimonio nacieron cinco hijos quienes continuaron la empresa: Eusebio Joaquín Goldaracena; Edgardo Goldaracena casado con María Marta Méndez Casariego; María Adela Cipriana Goldaracena casada con Maximiliano Francisco Etchebarne; Mario Juan Goldaracena casado con Artemia María de Tezanos Pinto y Osvaldo Jerónimo Goldaracena.
Casa de la Flia Goldaracena y Bolivar e Italia