A Maciá

“Conocer las cosas como son; que fueron creadas no solamente para que las usáramos, sino sobre todo para que las conozcamos, y, a través de ellas, al Creador de todo”

Leonardo Castellani

Las olas se van y vuelven

y yo también hoy regreso

para pagarle a Maciá

algo de lo que le debo.

Y aunque soy un “millonario”

de esperanzas y de sueños

saldaré todas mis deudas

con la moneda del verso.

Solitario caminante

de mil rumbos y senderos,

un día llegué a estos pagos

y mil puertas se me abrieron,

como se abre una flor

en la bondad de sus pétalos;

como se abre una mano

para estrechar con sus dedos

y como se abre un lazo

para ceñir con sus tientos.

Y me pialó el corazón

el cariño de este pueblo.

Tierra de los carandaes

y de los cogollos tiernos;

muchas espinas afuera,

pero mucha flor adentro.

Los años que aquí vivimos

debajo del mismo cielo

son dos rectas de una cruz,

dos abrazos tan estrechos

que no pueden separarse

sin destruirnos como ellos.

Aquí yo aprendí el idioma

del dolor y del silencio

y ante el porqué de las penas,

la obligación de ser bueno

y a perfumar al que daña

con el ejemplo del trébol.

Aquí aprendí de los bravos

espinillos montieleros

a ser espina de lucha

y a ser aromo de rezo.

Aquí aprendí a ser poeta

pues me enseñaron los ceibos

a prenderme del terruño

y a desangrarme en los versos

para que la sangre gaucha

florezca en los tiempos nuevos.

Aquí aprendí a levantar

el barro, como el hornero,

y fuerza de cantos y alas

a erigir un mundo nuevo.

El cardenal me enseñó

con su penacho de fuego

a incendiar mi soledad

con llamas de pensamiento.

Y me enseñó una calandria

el más sublime secreto:

a cantar desde la Cruz

para que llegue más lejos

el gran mensaje de Cristo,

y para que el Evangelio

vibrara en las almas gauchas

con sones de Martín Fierro.

Y cuando debí partir

(porque yo soy un viajero

siempre en busca de horizontes,

porque soy un río inquieto

que muero si no camino;

porque me llaman de lejos

noches que piden estrellas

y tierras que piden riego),

cuando me fui..., como un robo,

todo Maciá llevé adentro,

y en horas de soledad

me alumbro con los recuerdos,

como en las noches sin luna

alumbran más los luceros.

Y por sobre el Gualeguay

vibraba como un cencerro

el reclamo del terruño,

y en cada soplo de viento

me llamaba la querencia

de estos pagos montieleros.

Me llamaban las cuchillos

a volver por los senderos

donde hay huellas de mis pasos

y cariños de mi pueblo.

El Obispo y el Durazno

trenzaron un lazo inmenso;

pialaron mi corazón

con el cristal de sus tientos

y cabestreando nostalgias

a los pagos me trajeron.

Me llamaban los que son

mis hijos, mis herederos,

a quienes lego en herencia

hoy, luchas, mañana, Cielo.

Hoy les vine a devolver

el Maciá que tengo adentro;

les pido que me lo den

para llevarlo de nuevo.

Y otra vez en el camino...

perdonen si no me quedo.

Soy un río puesto en marcha

y si no avanzo me muero.

Despidiéndose de Maciá en 1954

Pbro. Luis Jeannot Sueyro

"Los versos del Cura Gaucho"

El Cura Gaucho