Cuaderno Nº 72

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 17 de Septiembre de 1995 CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 72
¡A FABRICAR VELAS!.... (Nati Sarrot )- La fábrica de Juan Iriarte-  Las primeras velas-  La vela de baño como remedio-  Velas en el refranero popularLA REVOLUCIÓN DEL ’30 EN GUALEGUAYCHÚ (Fabián Magnotta)-  Situación insostenible-  En Entre Ríos-  Todo será “provisional”-  El golpe militar en dos rollos de celuloide LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV (Edición Impresa)-  Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)-  Platería, un culto universal – Técnicas: El Dorado – (Aurelio Gómez Hernández)

 ¡A FABRICAR VELAS!...

Nati Sarrot 

LA FÁBRICA DE JUAN IRIARTE

Mediando el siglo XIX, se importaban las velas desde Europa y a pesar de que éramos los proveedores del sebo, como fatalmente ha ocurrido, debíamos pagarlas a un precio que tornaba desfavorable la inclinación de nuestra balanza comercial. Hasta 1852 la fabricación de velas se hacía en forma casera y se permitía venderlas a la gente de pocos recursos.

Para 1853 se comenzó a fabricar velas en gran escala en el Saladero de Juan Iriarte (Juan Grande). El establecimiento estaba situado al sur de la Villa, a orillas del Gualeguaychú. Iriarte y el fuerte financista José Benítez estaban asociados y diez años atrás habían comprado los elementos de grasería de Juan Landereche. Para obtener grasa realizaban la explotación con máquina a vapor y prensa.

En enero de 1853, comenzó a producir la fábrica de velas. Fue notificado el Gobernador de Entre Ríos y Director Provisorio de la Confederación: don Justo José de Urquiza, ordenó por la vía correspondiente que Rafael Furque, Jefe de Policía de Gualeguaychú, interviniera averiguando “con qué licencia se ha puesto dicha fábrica y si ella es perjudicial a la industria de las familias pobres que se ejercitan en este trabajo…”

No deja claro la documentación sobre el responsable de la fábrica (en la grasería y saladero de Juan Grande contrataban las instalaciones otros industriales), lo cierto es que hubo demora en la investigación que concluyó en el mes de julio siguiente. Se permitió la fabricación de velas, porque se cumplía así con la libertad de trabajar y ejercer toda industria lícita que aseguraba la Constitución Nacional jurada en Santa Fe y además, no perjudicaba la pequeña industria realizada por pobladores pobres de la localidad. La aquiescencia también obligó al responsable de la Fábrica de Velas de Gualeguaychú, a registrar su patente según la ley en vigencia.

¡A fabricar velas!... La ley da derechos pero también obligaciones.

Consultados

Documentos del Registro de la Propiedad Inmueble de Gualeguaychú. Juan Iriarte llamado Juan el Grande, José Benítez, años 1835 en adelante.URQUIZA ALMANDOZ, Oscar F Sentido social del Trabajo en Entre Ríos a mediados del siglo XIX.
Antigua fábrica de velas

LAS PRIMERAS VELAS

Fueron las llamadas “velas del baño”. Estas sucedieron a los primitivos candiles de sebo, de aceite, que no hace tanto iluminaban en reemplazo de artefactos más adelantados (ver Cvadernos Nº 19)

La fabricación de velas se realizaba en forma casera en conos de latón terminados en cono más bajo cuya punta estaba abierta para permitir el paso de un pabilo o mecha, desde ella hasta la base del molde. Estos conos se llenaban luego con sebo caliente y derretido. Para desmoldarlo se apuraba el enfriado sumergiéndolos en un baño de agua, de ahí el nombre de las velas así fabricadas, según Tito Saubidet en Vocabulario criollo.

El molde podía estar unido a otros haciendo a la vez hasta veinte velas. Se le adosaba también un recipiente, especie de bandeja desmontable que se calzaba en la base de los conos, con orificios por donde se echaba el sebo derretido, una vez munido cada cono con su pabilo o mecha.

Cuando se deseaba mejorar el aspecto de las velas que presentaban una superficie porosa, se les daba un baño de sebo bien fino.

Una vez encendido, el pabilo se mantenía cortando su parte quemada. Se fabricaron tijeras especiales para “despabilar” y avivar la llama. De este acto se dice despabilar como sinónimo de encender, avivar el pensamiento.

LA VELA DE BAÑO COMO REMEDIO

LA VELA EN EL REFRANERO POPULAR

No darle velas en un entierro: No se permite a alguien injerencia en un asunto que se está tratando.

A dos velas, sin un cuarto. Estar atravesando situaciones difíciles sin disponer de medios económicos o tenerlos en cantidad muy escasa.

Estar entre dos velas: Se dice del que anda algo ebrio o mareado.

A toda vela: aunque aparece como referido a la navegación, se aplicaba a los espectáculos artísticos que por su categoría se querían alumbrar de manera especial. Se multiplicaba el número de velas en candelabros y arañas en forma notable. De ahí el dicho que celebraba la iluminación y el reemplazo de los candiles que provocaban olor desagradable y humo. – La función se hizo a toda vela.

LA REVOLUCIÓN DEL ’30 EN GUALEGUAYCHÚ

Fabián Magnotta

El sábado 6 de septiembre de 1930, un movimiento militar derrocó al presidente constitucional Hipólito Yrigoyen. Se sentó un peligroso precedente señalado enfáticamente por historiadores, sociólogos y analistas especializados.

A más de seis décadas del acontecimiento, CVADERNOS procura obtener algunas conclusiones e interpretar el momento “desde Gualeguaychú”.

¿Hubo censura? ¿Existieron intervenciones? ¿Se realizaron manifestaciones callejeras? ¿Qué postura tomó el periodismo local?.

Esta investigación que encontró por ejemplo, que la revolución se vio en diferido en el cine, trata de responder a tales interrogantes.

SITUACIÓN INSOSTENIBLE

Hipólito Yrigoyen había llegado a la segunda presidencia en 1928. Quien ahora era sucesor de Marcelo T de Alvear, arribaba precedido de una imagen excelente y reunía  las mejores expectativas. En 1926 había visitado Gualeguaychú, en campaña por su reelección. Sin embargo, a poco de andar se sumaron los escollos. El alvearismo – el ala derechista del radicalismo-, se había hecho fuerte. Los errores en el gobierno se repetían. Ya para el invierno del ’30 Yrigoyen era casi un fantasma.

Quien sería reivindicado por la historia como el artífice de un estilo de gobierno democrático, popular y nacional, ni siquiera pudo cumplir la mitad de su segunda gestión. Envejecido, enfermo y rodeado por unos pocos obsecuentes, se encontraba ya sin fuerzas para terminar su misión. Y sus contemporáneos serían con él decididamente más crueles que la historia.

Su leyenda terminó – o empezó- el 6 de septiembre de 1930. Una fecha que quedaría señalada en la agenda nacional con el dudoso mérito de asistir a la primera y fatídica ruptura del orden constitucional.

¿Como se llegó a la primera “salida” militar para una crisis de gobierno?

Sencillamente, el gobierno se desmoronaba día a día, hora a hora. En esa Argentina, cada mañana comenzaba con la impresión de que las cosas no podían seguir así. El gobierno se caía ladrillo por ladrillo. En medio del desgaste, algunos analizaban la posible renuncia del presidente y el adelantamiento de las elecciones. El mes de agosto había terminado repleto de rumores de conspiraciones y con certeza de que la división en el oficialismo se profundizaba y el inicio del mes de la primavera no sería mejor.

El jueves 4 de septiembre, una manifestación estudiantil en plaza de Mayo de oposición al gobierno fue reprimida con violencia por la Policía. El final se acercaba. En esta manifestación se destacó el entrerriano Raúl Lucio Uranga (Caras y Caretas así lo muestra en foto).

El sábado 6 estalló la revolución. Los generales Agustín P Justo y José Félix Uriburu llegaron a la Casa Rosada poco antes del atardecer. El pueblo, crédulo, suspiraba aliviado, se pensaba que lo peor había pasado.

Raúl Lucio Uranga

 EN ENTRE RÍOS

¿Cómo se vivía en Entre Ríos ese momento político?

La nuestra fue una de las provincias menos afectada, al punto de convertirse, junto a San Luis, en una de las dos no intervenidas. Entonces gobernaba Eduardo Laurencena, un radical antipersonalista (alvearista) muy crítico de Yrigoyen; nunca olvidó que pocos años antes don Hipólito había apostado a su derrota en la interna provincial.

El nuevo presidente Uriburu, premió esa postura crítica y dejó que el entrerriano entregara con normalidad el cargo al colonense Herminio J Quirós, el próximo 1º de octubre. Entre los conservadores, era un secreto a voces que Laurencena no entrañaba riesgos.

¿Y en Gualeguaychú, qué repercusión tuvieron aquellos sucesos?

La ciudad vivía momentos de normalidad desde el punto de vista económico. Había remates- algunos de inmuebles y muchos de haciendas- todos los días; en el puerto el trabajo era intenso; la actividad comercial aparecía interesante. Ford y Chevrolet, mientras tanto, se disputaban la plaza automotor en una incesante y costosa guerra de avisos en los periódicos. Se realizaban carreras de caballos los fines de semana; circulaban autos de alquiler; se usaban perramus, sombreros, trajes y como novedad llegaban las zapatillas “Marca Cruzada Registrada”. Los casamientos, compromisos, enfermedades, fallecimientos y viajes tenían su espacio habitual en los periódicos locales.

En la vida cultural, las simpatías se repartían: estrenos en el cine, orquestas típicas, payadores nacionales. Se veía cine en el Teatro Gualeguaychú y en el Cine Moderno. Los lectores de periódicos tenían dos opciones locales: EL ARGENTINO y EL CENSOR. Ambos compartían las críticas al gobierno de Yrigoyen, pero desde distintas veredas.

En el mes de julio, EL ARGENTINO afirmaba en un artículo:

“Es ya incontestable que el país va a la ruina por obra de un hombre alucinado y maniático hasta el punto de sentirse perseguido. En este momento no hay nadie que preste ni cinco centavos. Mientras el peso se desvaloriza cada vez más, debemos pagar los servicios de la deuda y los intereses de los empréstitos en oro”

El 2 de septiembre, el mismo diario titulaba: “Persisten las alarmas en Buenos Aires. Todo el mundo está conteste en que la situación es insostenible”.

El domingo 7 de septiembre, EL ARGENTINO despertó a Gualeguaychú con un título enorme:

“Cayó ayer el gobierno del Dr Yrigoyen.

Pueblo y Ejército entran a la Casa Rosada.

Fueron incendiados “La Época” y “La Calle”, desde cuyo interior se había hecho fuego”.

EL CENSOR había criticado al Presidente con mayor dureza. Esta publicación estaba alineada sin disimulos en el conservadorismo, que aquí se expresaba orgánicamente en el partido Demócrata. El sábado 6 de septiembre titulaba:

“Delegó el mando el Presidente de la República”

 El lunes 8 el periódico hablaba del “triunfo de la revolución” y comenzaba una intensa campaña de desprestigio del gobierno destituido. Paralelamente, hacía campaña en forma abierta ante la próxima elección para elegir el senador departamental. Su candidato era el Demócrata Juan Francisco Morrogh Bernard. Ambos, el periódico y el candidato, enviaron felicitaciones a Uriburu. Entre los telegramas que recibiría el nuevo Presidente, uno expresaba que Morrogh Bernard se sentía “identificado con los ideales de redención que movieron al pueblo y al ejército”; el periódico se enorgullecía de haber combatido en su modesta esfera de acción “a la demagogia yrigoyenista”.

EL ARGENTINO, tomó una actitud de respaldo, pero más distante. En la sección titulada “Temas del día”, diez días más tarde ironizó con la frase: “Hasta los pobres se acabaron con la revolución”.

Irigoyen visita a Gchú en 1926 en campaña por su reelección 

Resulta difícil acceder al real sentimiento de la población de Gualeguaychú ante la caída de Yrigoyen; hay elementos que refuerzan la impresión de que todo transcurriría con normalidad. La única manifestación pública estuvo a cargo de estudiantes del Colegio Nacional Luis Clavarino.

El sábado 6, los jóvenes se reunieron en la Plaza Independencia (San Martin) para solidarizarse con la protesta por la muerte del entrerriano Juvencio Aguilar. 

Era uno de los estudiantes que participaron de la movilización del jueves 4 de septiembre en Buenos Aires. En el acto hicieron uso de la palabra el estudiante de quinto año Zenón Godoy y el de tercer año Pedro Hermelo. Luego recorrieron las calles de la ciudad al grito de ¡Viva la Patria! ¡Abajo la Tiranía!.

El lunes 8 de septiembre se realizó otro acto en Gualeguaychú. Poco tenía que ver el mitin con los últimos acontecimientos: en 25 de Mayo y Humberto I ( Italia) se presentó oficialmente la candidatura de Morrogh Bernard a la senaduría provincial.

Por lo demás, todo transcurría normalmente. Hubo funciones de cine; se realizaron las carreras de caballos y los remates ganaderos previstos. Si bien la sociedad lugareña no estaba ajena a los acontecimientos, verdaderamente lo parecía. La prueba contundente se halla en  la sesión del Consejo Deliberante, realizada la noche del viernes 5. No se dijo una palabra sobre el delicado momento político.

¿Era indiferencia? ¿Se vivía en otro país?

Desde ya que no es asunto simple interpretar las actitudes tomadas hace más de sesenta años. Aunque es posible aproximar algunas explicaciones. En primer lugar, Gualeguaychú estaba a varias horas de viaje de Buenos Aires ya que el camino era entonces más que un sueño, una quimera. La distancia geográfica real era importante y la conversión en horas desalentaba. Las sociedades no se hallaban mediatizadas, pendientes de la información “caliente”. Lo que ocurría en Capital Federal tenía que ver con el país pero estaba verdaderamente distante de nuestra ínsula mansa. 

Entonces, los gualeguaychuenses interesados en ver lo que ocurrió, tuvieron una posibilidad la noche del sábado 20 de septiembre en el cine Teatro Gualeguaychú. Allí se proyectó una película sobre los sucesos de la metrópoli. Era un documental elaborado por “Cinematografía Argentina Federico Valle”, con tomas realizadas, en algunos casos, desde los propios balcones de la Casa Rosada. Se presentaba como “primicia cinematográfica”. ¿El actor principal? Uriburu, por supuesto.

La provincia de Entre Ríos no fue intervenida. El gobernador Eduardo Laurencena, que solía negociar con los demócratas, había estado a punto de ser destituido por la gestión Yrigoyen. A esa altura, el mandatario provincial tenía prácticamente más amigos conservadores que radicales; algunos aquí recuerdan que en más de una visita a esta ciudad pernoctó en la casa de un influyente hombre del conservadorismo. Por otra parte, el senador Nacional por Entre Ríos Leopoldo Melo, junto con Leopoldo Lugones fueron los primeros civiles llamados por Uriburu luego de su asunción. El 8 de septiembre los tres dialogaron una hora y media. El hijo del escritor Lugones era funcionario de investigaciones. Ha sido señalado como el “fundador” de los métodos de tortura policial en Argentina.

Volviendo al manso Gualeguaychú, en la Casa Municipal ese septiembre del ’30 transcurría con tranquilidad. Solo reclamos vecinales o discusiones puntuales alteraban momentáneamente el orden.

Tapa Diario "Crónica" del 7 de Septiembre de 1930

TODO SERÁ “PROVISIONAL”

El gobierno de José F. Uriburu disolvió el Congreso. Llegó con la promesa de tomar medidas provisorias y luego devolver la normalidad al país. 

Si a ello sumamos que la percepción general del argentino común era de desgobierno, no puede menos que concluirse que aquí también se sintió, más que alegría, alivio. Todo ello explica esa suerte de indiferencia popular, ese gesto de aparente desinterés de las mayorías silenciosas. Esa actitud de ver la revolución en el cine. 

Pero además, y esto es fundamental, nadie imaginaba las consecuencias que tendría el golpe militar. Nadie avizoraba aún- y menos aquí, donde no hubo siquiera atisbos de una dictadura- que el aparentemente casto golpe del atardecer del sábado 6 haría ingresar al país en el nefasto camino de la inestabilidad constitucional.

Como siempre, la historia obraría con el rigor de un hachazo no alcanzaría medio siglo para reparar el error de ese crepúsculo.

EL GOLPE MILITAR EN DOS ROLLOS DE CELULOIDE

El público de Gualeguaychú tuvo acceso el día 20 a los aconteceres de 6,7 y 8 de septiembre del ’30, mediante la proyección en el Teatro Gualeguaychú, de una película en dos actos filmada con el consentimiento del presidente Uriburu.

Del sumario de esas dos latas de cine, extractamos:

Escuadrillas de aviones militares en acción sobre Buenos Aires. Momentos de la revolución, en los cuarteles. Entrada triunfal de los militares por calle Callao.

La plaza del Congreso después del tiroteo. Efectos de las balas en el Congreso y en la Confitería del Molino; destrucción de ésta.

- Incendio del diario “La Época” y del Comité Nacional del Radicalismo.

- La casa de Hipólito Yrigoyen saqueada por civiles enardecidos.

- Accidente de aviación en Puerto Nuevo, después de la persecución de un avión antirrevolucionario.

- Ceremonia del juramento de la Junta Provisoria de Gobierno en Plaza de Mayo.

- Vistas de las 300 mil personas que cubrían la plaza el 8 de septiembre.

- Discursos del Presidente Provisorio José Félix Uriburu, del Vicepresidente Enrique Santamarina y del Ministro del Interior Matías G. Sánchez Sorondo.

- El general Justo arengando al pueblo “a las armas, para abatir la contrarrevolución”

Consultados:

EL ARGENTINO, Gualeguaychú. Julio, agosto, septiembre de 1930.EL CENSOR, Gualeguaychú. Julio, agosto, septiembre de 1930.LA NACIÓN, septiembre de 1930CIEN AÑOS DE LA NACIÓN. Suplemento especial . 
INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – Junio 2020-  DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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