En la vida cultural, las simpatías se repartían: estrenos en el cine, orquestas típicas, payadores nacionales. Se veía cine en el Teatro Gualeguaychú y en el Cine Moderno. Los lectores de periódicos tenían dos opciones locales: EL ARGENTINO y EL CENSOR. Ambos compartían las críticas al gobierno de Yrigoyen, pero desde distintas veredas.
En el mes de julio, EL ARGENTINO afirmaba en un artículo:
“Es ya incontestable que el país va a la ruina por obra de un hombre alucinado y maniático hasta el punto de sentirse perseguido. En este momento no hay nadie que preste ni cinco centavos. Mientras el peso se desvaloriza cada vez más, debemos pagar los servicios de la deuda y los intereses de los empréstitos en oro”
El 2 de septiembre, el mismo diario titulaba: “Persisten las alarmas en Buenos Aires. Todo el mundo está conteste en que la situación es insostenible”.
El domingo 7 de septiembre, EL ARGENTINO despertó a Gualeguaychú con un título enorme:
“Cayó ayer el gobierno del Dr Yrigoyen.
Pueblo y Ejército entran a la Casa Rosada.
Fueron incendiados “La Época” y “La Calle”, desde cuyo interior se había hecho fuego”.
EL CENSOR había criticado al Presidente con mayor dureza. Esta publicación estaba alineada sin disimulos en el conservadorismo, que aquí se expresaba orgánicamente en el partido Demócrata. El sábado 6 de septiembre titulaba:
“Delegó el mando el Presidente de la República”
El lunes 8 el periódico hablaba del “triunfo de la revolución” y comenzaba una intensa campaña de desprestigio del gobierno destituido. Paralelamente, hacía campaña en forma abierta ante la próxima elección para elegir el senador departamental. Su candidato era el Demócrata Juan Francisco Morrogh Bernard. Ambos, el periódico y el candidato, enviaron felicitaciones a Uriburu. Entre los telegramas que recibiría el nuevo Presidente, uno expresaba que Morrogh Bernard se sentía “identificado con los ideales de redención que movieron al pueblo y al ejército”; el periódico se enorgullecía de haber combatido en su modesta esfera de acción “a la demagogia yrigoyenista”.
EL ARGENTINO, tomó una actitud de respaldo, pero más distante. En la sección titulada “Temas del día”, diez días más tarde ironizó con la frase: “Hasta los pobres se acabaron con la revolución”.