Prólogo

El inicio de la celebración de nuestro Bicentenario Patrio 2010-2016 no solo nos ha hecho festejar entre todos y en cada lugar de la República, sino también nos invitó a echar nuestra mirada hacia el pasado, repasando nuestros orígenes como Nación.

Para nosotros los cristianos, narrar los acontecimientos de los hombres entretejidos con las acciones salvíficas de Dios, representa una tarea apasionante aunque inacabada. Por ello siempre será necesario velar por la recuperación y preservación de la memoria de los años pasados, no para detenernos con nostalgia en ellos sino para situarnos en el presente y mirar con esperanza hacia el futuro.[1]

Investigar con método y escribir ordenadamente en este caso, la historia de los sacerdotes que en nombre de Jesús Buen Pastor, guiaron esta porción de la Iglesia particular entrerriana, contribuye sin dudas al fortalecimiento de nuestra identidad como pueblo y como comunidad creyente, que a lo largo de los tiempos y a pesar de dificultades, pruebas y también sus propias limitaciones condujeron con abnegado espíritu “la cura de almas” en Gualeguaychú.

Esta nueva obra del Padre Mauricio Landra abarca desde el primer sacerdote que anunció el Evangelio en estas tierras, Fray Francisco de San Bernardino, franciscano allá por 1766 y se extiende hasta 1905 con la llegada a la parroquia del sacerdote secular José Maria Colombo. 

Se trata de un trabajo breve, escrito con lenguaje sencillo y directo que recorre también el itinerario de la evangelización en esta parte de la provincia donde se demuestra la presencia activa de la Iglesia en la formación de identidad cultural de nuestra Nación, aún antes de 1810. 

La vida de estos curas así mismo, nos lleva de la mano a reconocer que, a lo largo del difícil siglo XIX, el compromiso de los pastores no solo estuvo ligado a la tarea evangelizadora y civilizadora, sino también a la vanguardia de otros emprendimientos que fortalecieron nuestros pueblos.  Así se entienden las innumerables gestiones, acciones solidarias y de promoción humana que  alentaron gracias al espíritu pacificador del Evangelio.

Desde una mirada de fe entendemos el porqué, gran número de ellos participaron activamente en la vida pública de la comarca.  No lo hicieron movidos por afán de figuración ni por intereses mezquinos, se debió más bien al celo por la salvación de las almas confiadas a su cuidado y de allí, su entrega cotidiana. 

En las páginas de la historia de la Iglesia Argentina de la centuria decimonónica, son numerosos los ejemplos, que corroboran nuestras afirmaciones: el venerable cordobés José Gabriel del Rosario Brochero, el francés Jorge Salvaire desde Luján, los padres franciscanos en Santa Fe, Chaco y Formosa; los salesianos en la Patagonia, y tantos otros anónimos que gastaron y desgastaron su vida al servicio del Pueblo de Dios, que en su gran mayoría no tienen un libro dedicado para ellos.

Espero que podamos sacar todos provecho espiritual de éstas páginas y que además sirva de aliciente para generar en la iglesia particular y en toda iglesia Argentina un verdadero interés por cuidar nuestro tesoro más grande: la fe en Jesucristo, que es Dios y también es hermano, expresado en el valioso patrimonio histórico de nuestros mayores que está guardado en los archivos y que merece que les prestemos atención y dedicación.

Es para mí una verdadera alegría prologar el libro de mi hermano y amigo que, con su acostumbrado espíritu entusiasta y laborioso nos propone sumergirnos en la historia local para encontrar las raíces y el camino que recorrió nuestra madre la Iglesia, peregrina en Gualeguaychú. 

Pbro. Ernesto R. Salvia

Universidad Católica Argentina

Junta de Historia Eclesiástica Argentina

[1] Conferencia Episcopal Argentina, Iglesia y comunidad nacional (1981),  n. 3.

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Pastores según el corazón de DiosEl ministerio sacerdotal en la Parroquia San José de Gualeguaychú (1766 - 1905)

Pbro. Mauricio Landra

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