Don Ramón Pereda: 

Un nombre que dejó su huella en la ciudad.

Esquina del histórico almacén y casa de la familia, punto referente del barrio donde se organizaban festejos de época,en esta oportunidad carrera de sortijas alrededor del año 1920. Actualmente la esquina ubicada en Miguel Héctor Pereday Marcelo T. de Alvear de nuestra ciudad conserva muchos rasgos de la época.

La vida y accionar comunitaria de Don Ramón Pereda.

Un lugar, un barrio, la pertenencia de un grupo familiar o de amigos. 

Esto es lo que resume el arribo de un hombre español que dejó la huella del progreso. 

Don Ramón Pereda generó un nombre que hoy es referencia en Gualeguaychú. 

Historia de la Casa, Capilla, Escuela, calle y fiestas comunitarias /patronales.

Pereda, un nombre con historia en Gualeguaychú, punto de referencia de un barrio que creció bajo el apoyo decidido de una familia que marcó a una zona “alejada” durante mucho tiempo del “centro” de la ciudad pero, que sin embargo, no detuvo su marcha en pos de los primeros contingentes que se fueron afincando allí.

Hoy, al caminar la esquina donde convergen el histórico almacén, la escuela y la Capilla, nos lleva a realizar una mirada retrospectiva y analizar los pasos dados por un español que llegó a estos lares poco después de 1860 de España. Don Ramón Pereda, nacido en 1843 en un pueblo llamado Ahedo de Linares – Burgos, se afincó en Gualeguaychú –estiman sus descendientes- en 1867. Trajo consigo el ímpetu europeo detectando la magnífica oportunidad de crecer a partir de una naturaleza única y gigantesca.

Comenzó su actividad y despliegue comercial, como vecino con ganas de ayudar. En 1881 se casó con Alcira Echasarreta oriunda de estas tierras; entre 1882 y 1895 tuvieron 7 hijos: José Miguel, Paula Secundina, Ramón Yriberto, Justa Alcira, Miguel Héctor (1889) continuador de la obra de su padre, conocido popularmente como Héctor, María Emiliana y Pedro Ramón.

Don Miguel Héctor se casó en 1927 con Inés Pía Boggiano, naciendo entre 1928 y 1938 7 hijos: Ramón Daniel (Pinuco), Héctor Luis María (Tuta), María Inés (Minina) (vive), María Alcira (Pichonga) (vive), María de las Mercedes (Chiquita) (vive), José María (Pepe) y José Eduardo María (Lalo) (vive).

Han pasado más de 150 años del arribo de un Pereda y su radicación en el suburbio sur. Generó una historia que hoy continúa marcando el camino de toda la zona.

Todo comenzó en la gran casona que se levanta en una amplia esquina, alrededor de 1870. Siendo muy joven llegó a Fray Bentos con un hermano, estuvo poco tiempo y decidió cruzar el río. Le gustó, adquiriendo una importante cantidad de tierras de la ciudad para luego construir.

Foto familiar tomada en el patio interno de la casa alrededor de la década de 1920, el pionero matrimonio con sus 7 hijos. De izquierda a derecha parados: Miguel Héctor, María Emiliana, Ramón Yriberto, Justa Alcira y Pedro Ramón. De izquierda a derecha sentados: Paula Secundina, Ramón Pereda, Alcira Echasarreta y José Miguel.

Don Ramón instaló un almacén de ramos generales: comestibles, bazar, tienda, zapatería, tabaquería (se lo manipulaba abasteciendo a todo el departamento), forrajería y semillería. Tuvo también una representación de automóviles existentes en esos años, entre ellos el Graham Paige secundado por sus hijos José Migueo, Miguel Héctor y Pedro Ramón.

Miguel Héctor le dio continuidad hasta sus últimos días al trabajo comenzado por su padre en ese lugar. Se preocupó de ser útil en todos los órdenes, fue su desvelo la educación y es así como se ingenió para continuar trayendo maestros al barrio, cediendo un edificio para la escuela, su casa para actividades de Iglesia pues en el patio se celebraron las primeras Misas en acontecimientos especiales y para las primeras comuniones.

Falleció el 24 de Mayo de 1966. Su histórico almacén quedó bajo las órdenes de María Alcira (Pichonga) hasta 1990. Su hermana María de las Mercedes (Chiquita), dedicó toda su vida a la docencia y actividades apostólicas.

Hoy en día la familia formada por los hermanos, sus hijos y sobrinos, nietos, sobrinos nietos y amigos se reúnen permanentemente en la histórica casa.

Semanario la recorrió, visitando los amplios patios y extensas galerías.

“La calle que pasa por casa lleva el nombre de papá Miguel Héctor y la Capilla que está en frente la de nuestro abuelo, Ramón”, abrió el diálogo Chiquita acompañada por su hermano menor, José Eduardo María.

“Los siete hermanos nacimos aquí, nos criamos juntos y crecimos muy felices. Nuestro abuelo decidió comprar muchas tierras de la zona alcanzando sectores del Arroyo El Cura y Paso del Tala, después empezó a venderlas o repartirlas entre los hijos”.

- Hablar de Gualeguaychú en esos años nos lleva a imaginarnos una zona totalmente despoblada.

Sí, en ese tiempo no había nada de nada acá, ni escuelas. Fue él quien trajo a las primeras maestras para sus hijos y los de los vecinos.

Nuestros padres se casaron en 1927, desde ese año hasta el 38 nacimos los 7 hermanos, cuatro varones y tres mujeres.

Hombres Visionarios

- El almacén era el paso obligado para Buenos Aires.

José Eduardo María: el camino a Buenos Aires iba a ser por el acceso sur, tomando calle Irazusta y Arroyo El Cura, de ahí por el camino viejo que se llamaba antes Las Casuarinas

para desembocar luego con la Ruta 14.

Y se proyectó, el abuelo se había preparado para las exigencias que iba a tener eso, además pensó en poner una estación de servicio, llegando a incorporar un tanque.

La parcela haciendo cruz a la casa, la esquina noroeste, iba a ser la Sociedad Rural pero después vinieron otras ideas, capitales y todo eso quedó en la nada y se hizo el ingreso por Urquiza al Oeste para desembocar en Ruta 14. Por eso se hizo la Rural allá, años antes toda la gente de Costa Uruguay Sur pasaba por acá aunque eran muy pocos los que venían dado que los caminos eran muy malos, de tierra Chiquita: por eso el negocio era de ramos generales, desde farmacia hasta tienda, todo el mundo venía a proveerse de mercaderías. El abuelo Don Ramón y dos hermanos fueron creativos al incorporar hasta carnicería y la elaboración del pan.

-¿Conocieron a su abuelo?

No, papá nos contó que el abuelo tenía un hermano en Uruguay -zona de Fray Bentoseran socios en un negocio, cruzó el río para abrir nuevos rumbos, en esa época andaban en canoa por el canal. Compró lo que es la esquina de calle Tropas e Irazusta y muchas extensiones de tierra poco antes de 1870. Cuando vino a este lugar no vivió en esta casa, lo hizo en otra ubicada en los alrededores.

- ¿Esta propiedad la levantó él?

Lalo: por aquellos años se usaban muchos las galerías con habitaciones saliendo a las mismas, un patio en el centro y el aljibe; en el montecito que está para el oeste sacaba la tierra y hacía los ladrillos que se llaman a la vasca (uno y medio).

Fueron miles los utilizados para levantar todas estas paredes, de allí que la zona quedó un poco más baja. Papá era muy chiquito cuando empezaron esta vivienda, nació en 1889.

El abuelo trajo los primeros maestros abonados por él, primero se empezó a dar en la casa. Cedió un terreno donde se construyó el primer edificio, cuando se empezó la nueva (N° 79) en varias habitaciones de nuestra casa íbamos los gurises de toda la zona a estudiar.

De Ramos Generales

El almacén Pereda era de ramos generales. “Era tan grande que venían vecinos de todos lados. Había hasta farmacia, fabricaban remedios y pomadas caseras madurativas. En una época se hacían muchas huelgas de panaderos y papá hacía el pan y dulces para vender para toda la zona”.

Miguel Héctor trabajó un tiempo el negocio con su hermano menor, Pedro, hasta qué este se empleó en otro lugar.

Siguió solo hasta su fallecimiento en 1966. “Siguió al frente nuestra hermana María Alcira –Pichonga- hasta 1990 en que se jubiló”, dijo Chiquita.

Las puertas del histórico lugar no se cerraron, al frente quedó gente que alquiló el lugar.

-¿Cómo definen a su padre?

Chiquita: un hombre luchador infatigable, generoso, caritativo, de una vida espiritual muy profunda, abnegado al máximo, nunca tenía pereza y ayudaba constantemente haciendo el bien a todos.

Económicamente tuvo reveses muy grandes al fiar semillas a los colonos que al perder las cosechas no respondieron y su negocio sufrió un vuelco negativo en lo material pero espiritualmente no cedió e intentó levantarse. Mamá lo ayudó y entre ellos dos y la voluntad y confianza en Dios los hizo seguir adelante.

- La Escuela fue un ejemplo de solidaridad.

Lalo: cuando se comenzó la construcción del edificio de la escuela del barrio papá prestó su casa con cinco salones para aulas, trasladó el almacén a un salón más pequeño e incómodo por varios años y cuando se inauguró el nuevo edificio escolar, el salón grande -que antes era el almacén- pasó a ser Capilla provisoria donde se celebraron Misas, se enseñó catequesis y talleres.

El terreno donado por el abuelo derivó en que la Capilla se llamara “San Ramón” y “Santa Rosa” por Rosa Regazzi que trabajó mucho en la escuela.

Desde ese momento perteneció a Parroquia Santa Teresita, en 1980 se hicieron las divisiones territoriales y pasamos a depender de Parroquia de Luján.

Funcionó también en esta casa, antes de que existiera el Dispensario, un Centro de Primeros Auxilios y un Consultorio para madres embarazadas atendido por el Dr. Carlos Altuna y la enfermera Luisa Bernigaud y como Auxiliar para atención permanente de primeros auxilios, Chiquita.

Recuerdos Generales

- ¿Qué anécdotas recuerda de su infancia?

Chiquita: las picardías que hacíamos con mis hermanos menores, no teníamos mucha vinculación con el exterior, hasta el fútbol hacíamos entre los siete en el fondo, era una zona deshabitada con muy pocas casas.

Además el centro era otra ciudad, estábamos a una legua exacta de la Catedral. En esos años no había caminos y los medios de transporte eran el sulki y los caballos.

- Había muy poco movimiento en la zona

Teníamos una vida muy familiar. Íbamos a misa en los dos sulkis todos los domingos a la parroquia Santa Teresita.

Cuando volvíamos nos dirigíamos al tambo, ordeñábamos, tomábamos la leche allí, cada uno con su jarrita.

Teníamos el horno de ladrillos que se prendía, hacíamos pan casero. A la tarde hacíamos caramelos caseros, dulces, orejones y después se vendía. Papá hacía durazno al natural, tenía un colmenar y vendía miel. Además sembrábamos brotes de batata, papa, maíz. 

- ¿Por qué quiso ser docente?

No sé qué me inclinó al magisterio, vivía en la casa de una tía donde nos quedábamos en la semana, de lunes a viernes.

A veces, cuando podía escaparme, lo hacía, cuando llegaba el sulki el domingo de tarde me quedaba llorando. Había clases los sábados, terminaba la escuela y a pie me venía volando para acá.

¿Cuántos años fue docente?

33 años. Me recibí en el 55. Di clases de suplente en todas las escuelas de Gualeguaychú. En la 5, en la Rocamora. Estuve en Primera Junta afuera. No conseguía puesto acá, me fui a Gilbert, después vine a Almada tres años. Luego conseguí un puesto en la Escuela 79 por tres años. Cuando se hizo doble escolaridad trajeron maestros de afuera para tomar ese turno y ahí me llamaron de Sagrada Familia donde estuve 20 años.

Me retiré en 1991. 

Revista Semanario Nº 74 - Junio 2018 - Dirección Periodística: Rubén H. Skubij

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