Entre  unitarios y federales

Recordemos que ante la renuncia y alejamiento del Padre Gordillo la parroquia fue atendida por Fray Pedro Aguilar, que falleció al año siguiente. Le sucedió su teniente cura Fray José Manuel Funes quen escribía el 25 de marzo de 1824: “principié a actuar en calidad de Cura interino de esta parroquia de San José de Gualeguaychú”.

En 1825 se promulgó una ley de secularización por la que no podían ejercer el sacerdocio en Entre Ríos, los religiosos si no se pasaban al clero diocesano[1]. Esta ley no se aplicó estrictamente ya que Funes, luego de estar en Gualeguaychú, fue electo diputado en 1826 y para 1828 sería teniente cura en Gualeguay, tarea en la que permaneció por más de diez años.

El 27 de enero de 1828 estaba al frente de la parroquia el Padre José Joaquín Palacios, mercedario que si se había secularizado. El Provisor Benegas lo designa el 1º de abril de 1828. Este sacerdote veló por la organización de la familia, procurando se casaran muchos que se había amancebado.

Como el Doctor Castañeda, de Concepción del Uruguay, le delegara facultades para atender su parroquia, Palacios se hizo presente en el lugar, para hacerse cargo como Excusador. Pero el 20 de marzo de 1829 informó al gobernador Sola, desde esta última ciudad, que se retiraría de Entre Ríos por no ser grato al gobierno[2].

A pedido del vecindario de Gualeguaychú, Sola se dirigió el 4 de abril al Padre Francisco de Paula Rivera, que se hallaba en Soriano, para ofrecerle el curato. Rivera contestó el 12, que cuando se proveyera de sacerdote a la localidad donde se encontraba, se pondría en marcha para Gualeguaychú. El 22 se pidió al Provisor Banegas que nombrara cura para esta villa y el 7 de octubre se lo designó asumiendo la parroquia el 15 de noviembre de 1829.

Entre la documentación consultada encontramos que en ese tiempo Juan Francisco Seguí deja constancia de la entrega de las piezas de platería del Padre Amaro que había dejado donadas al Ministerio de Hacienda y que los dominicos tenían desde su fallecimiento en 1823[3].

El Padre Rivera era de delicada salud y muchas veces debió ausentarse por enfermedad, atendiendo la parroquia el Padre Manuel Rodríguez y lo ayudaba el franciscano Francisco Cinzana. En octubre de 1833, Rivera es reemplazado interinamente por el Padre Vicente Dámaso Pasos, quien permaneció hasta 1835.

Luego fue designado, también de modo interino, el Padre Cirilo Estanislao Garay, que estuvo en la parroquia de 1835 a fines de 1836. Este sacerdote, nacido en Buenos Aires en 1770, había estudiado filosofía con Juan José Andrade entre 1787 y 1790. Es sus estudios de teología presentó una brillante tesis en el Real Colegio de San Carlos en 1793. Ordenado sacerdote en 1798, y caracterizado por su elocuencia, será vicerrector del Seminario y más tarde rector y profesor. Entre 1802 y 1806 fue teniente cura en Rosario y en San Nicolás, en donde se desempeñó también como párroco. Entre 1817 y 1832 fue párroco de San Isidro, sucediéndole en ese oficio al célebre Julián Navarro. Más tarde será canónigo de la catedral y párroco de Nuestra Señora de Montserrat. Después de estar dos años en forma interina en Gualeguaychú, vivió sus últimos días en su casa de San Isidro, lugar donde fue muy apreciado y considerado “un buen federal”, hasta su fallecimiento en Buenos Aires en 1845[4].

En Gualeguaychú a Garay le sucederá también interinamente el Padre Manuel de la Hoz, quien venía de servir en el Curato de Patagones en Buenos Aires, pero sólo será de enero a abril de 1837.

A este también le sucedió el Padre Mariano Guerra, pero en un lapso breve entre abril a junio de 1837. Guerra había estudiado filosofía en el Colegio de San Carlos y el 1807 estudió teología. Fue profesor en ese mismo colegio, como en el de La Unión y de latín en la universidad, donde estuvo a cargo de la cátedra de griego en 1827. Se jubiló en marzo de 1834[5]. Pero evidentemente continuó su ministerio en Entre Ríos. Luego será cura en Concepción del Uruguay entre 1840 y 1841 y pasaría sus últimos días en Buenos Aires[6].

Desconocemos los motivos de esta inestabilidad, tal vez producida por la precariedad política, sumada a la organización eclesial, ya que el delegado para Entre Ríos no contaba con suficiente clero para su jurisdicción. Esto no era distinto en el resto de la iglesia argentina, y su mayor causa era la falta de comunicación directa con Roma. Se mantenía el conflicto con la joven nación que afirmaba poseer un Patronato que la Santa Sede le había concedido a la corona española. La consecuencia evidente será la falta de clero propio y bien formado, pero peor aún, la falta de nombramiento de obispos. Para ilustrar esto trascribimos una carta de 1832 del Obispo Medrano, quien ante esta escasez de clero “adquiere” sacerdotes en la madre patria:

Decimos nosotros los abajo firmantes que hemos conseguido en el trasporte de veinte sacerdotes de la Europa Española en los términos siguientes:

Art. 1º: los sacerdotes deberán ser 20, ocho franciscanos y los 12 restantes clérigos seculares.

Art. 2º: no deberán pasar la edad de 35 años y cuanto más llegarán a 36, habiendo ser todos sanos.

Art. 3º: Todos los sacerdotes deber ser buenos gramáticos, o buenos teólogos o buenos canonistas debiendo ser preferidos todos los que reúnen estas cualidades.

Art. 4º: entre los sacerdotes que se consigan deben venir algunos predicadores, teniéndose siempre presente el que les debe acompañar a todos una buena consulta y la más sana moral sin la cual es inoficiosa toda predicación.

Art. 5º: es de poca importancia.

Art 6º: Reconocerán la Independencia Argentina bajo la forma de Federación que hoy rige.

Art. 7º: Vendrán sujetos a la autoridad diocesana que los recibirá con todo aprecio y destinará a lugares cómodos e interesantes.

Tales son las condiciones con la que yo Don Ángel Parrangioli me obligaré a conducir los sacerdotes hasta aquí expresados y que deberá entregar al Ilmo.Sr. Don Mariano Medrano, Obispo de Buenos Aires para que recibido de ellos en la playa de este Río los destine donde sea conveniente.

Y yo Prelado de esta Iglesia Dr. Don Mariano Medrano digo que realizado los artículos anteriores pagaré al Sr. Pierrangioli 150 $ por cada uno y para su seguridad y constancia firmo igualmente. Mariano Obispo, 28 de mayo de 1832[7].

Desconocemos cuantos y cuales de todos estos sacerdotes llegaron a Entre Ríos. Lo que si probamos que era común que las cartas oficiales, tanto en la Iglesia como de los gobernantes, fueran encabezadas por frase como ¡Viva la Confederación!; Mueran los salvajes unitarios; o se fechaban así: Año 29º de la libertad, 21º de la independencia nacional y 7º de la Confederación Argentina.

En junio de 1837 se nombró al Padre Ramón Rodas, que actuaría durante seis años. De  este tiempo figuran unas donaciones para la parroquia:

Dn Nicanor Elías regaló a esta Sta. parroquia las dos grandes y magnificas guardas  qe. están abajo de las gradas del Comulgatorio, cuyos quadros representan  dos pasajes del antiguo testamento.

 Dn Luis Avila, hizo el donativo de la Ymagen de Sn. José, qe. está en el Altar de material, y el adorno de este Altar esta de cargo de la familia de dicho Señor.

Dn. Juan Gonzalez de … franqueó todo el material para dicho Altar de Sn José.

                                                                 Nota:

El dicho Dn Luis Avila regaló la Ymagen de Sn. José con la condición de qe. ningún tiempo pueda enagenarse de esta Yglesia sino qe. siempre vaya de permanecer en la misma[8].

 

En 1933, el Padre Blasón citaba que vivían aún en Gualeguaychú una venerable matrona doña Heraclia Doello de Haedo y el anciano caballero Ramón Nievas, bautizados por el Padre Rodas[9]. Este sacerdote tenía su casa en la actual esquina de Luis N. Palma y San José (donde hoy está la Escuela Rawson). 

[1] Cf. Segura, J. J. A. Historia Eclesiástica de Entre Ríos. Pág. 90.

[2] Cf. Archivo Histórico de Entre Ríos, Hacienda, Serie X, carpeta 1, legajo 11.

[3] Cf. Borques, J. C., Eclesiásticas, I, 40, 244 en Archivo Instituto Magnasco

[4] Cf. Actis, J., Historia de la parroquia de San Isidro y de su santo patrono, 207-208.

[5] Cf. Avellá, F. Diccionario Biográfico del clero secular de Buenos Aires, Tomo I, pág. 248.

[6] Cf. Archivo Histórico de Entre Ríos, Hacienda, Serie X, carpeta 2, legajo 2.

[7] Cf. Borques, J. C., Eclesiásticas, I, 37, 1832 en Archivo Instituto Magnasco.

[8] Cf. Libro 3 de Difuntos, en su portada.

[9] Cf. Blasón, P. J. La iglesia de Gualeguaychú, a través de más de siglo y medio de existencia, en El Censor 17/10/1933.

Anterior | Inicio | Próximo

Pastores según el corazón de DiosEl ministerio sacerdotal en la Parroquia San José de Gualeguaychú (1766 - 1905)

Pbro. Mauricio Landra

Gualepedia: Índice de la página