Cuando se notó que contaba con talento suficiente como para presentarse en escenarios más grandes que el local, se fue a Buenos Aires.

Allá se perfeccionó con maestros famosos y fue incorporado a orquestas de primer nivel donde, lejos de ser sólo un buen músico de conjunto, aprovechó oportunidades para sugerir ideas y cambios que siempre fueron acertados.

En 1967, mientras estaba como espectador en la presentación de un dúo folclórico, tiene la inspiración de formar un conjunto de características totalmente nuevas para revitalizar la música ciudadana, que ya no respondía al gusto popular.

Creó entonces los Tuba Tango con las siguientes innovaciones: reemplazó el contrabajo por la tuba, agregó flauta y, con guitarra y bandoneón completó el instrumental del conjunto.

En cierto modo, lo que hizo Inchausti fue regresar a las fuentes de la música ciudadana y con ello la rescató de la crisis. Su conjunto gustó y tuvo gran éxito. Otros músicos siguieron su ejemplo.

Pasado el momento de la fama Inchausti regresó a Gualeguaychú, pobre en recursos económicos pero rico en afectos.

Aquí falleció un 17 de abril de 1982, joven todavía, ante la pena de sus muchos amigos que lo acompañaron hasta el fin.