Juan Francisco El Arbitrario

     Abdón Hermenegildo Peruchena, desde el Hospital Centenario donde se hallaba herido, hizo una de las declaraciones más cargosas contra los dirigentes liguistas y en particular contra Juan Francisco Morrogh Bernard. Preguntado quién lo hirió, en qué lugar y circunstancias, contestó: “el 1º de mayo junto a la Federación obrera llegó a la plaza Independencia después de las 15 con motivo del día del trabajo. La bandera roja fue llevada a la policía y después de ello, los hombres de a caballo de la liga patriótica, que se hallaban frente al Apolo atropellaron haciendo fuego sobre los que se hallaban en la plaza, siendo herido el declarante. Le parece que uno de los que avanzó era Luis María Salduna sin saber si manejaba el grupo, también lo vio a Juan Francisco Morrogh Bernard. Preguntado si vio caer a alguna persona herida o muerta, quién fue esa persona y quién fue el agresor, contestó que vio caer a varios heridos no sabiendo quiénes eran ni quiénes lo hicieron. Preguntado qué clase de persona es Morrogh Bernard, contestó que es un sujeto déspota, tirano y arbitrario con todos y especialmente con la clase trabajadora complaciéndose en echarnos del trabajo por cualquier causa sin abonarnos nada y hasta haciéndonos llevar preso por la policía como podría confirmarlo el comisario”. 

     Peruchena también se constituyó como querellante en la causa y acusó como autores del delito de tentativa de homicidio en su persona contra los señores Sixto Vela, Luis Cinto, Juan Francisco Morrogh Bernard, Luis Delfino hijo, Amílcar Garbino, Manuel Cepeda, clérigo Blasón, Luis María Salduna, Bartolomé Luciano, Pedro Salduna, Martín Erro y Manuel Cepeda. Aclaró que el reproche que le dirigía a Blasón no era el de haber participado directamente en la agresión, sino el de haber permitido a los liguistas acceder a la casa parroquial y hacer disparos desde allí. Juan francisco Morrogh Bernard, al igual que Martín Erro y Luis María Salduna fue defendido por el Dr. Ricardo Irigoyen. Tenía veintiséis años de edad. 

     Morrogh Bernard dijo que “concurrió al mitín del 1º de mayo y se retiró cuando terminó a la plaza Independencia con el objeto de comer, que enseguida de comer y a pedido del jefe de la policía, la brigada se retiró por la calle Urquiza hasta la altura del banco de la Nación donde dejaran las banderolas en la esquina del banco y con el propósito de hacerlos conducir al campamento de Gualeyán y que la gente que quiera pasear quedara, lo que no se pudo hacer debido a los sucesos de ese día. Interrogado con qué objeto concurrió la brigada a la plaza, quién resolvió su concurrencia, si traían armas, si sabían que se iba a celebrar una manifestación obrera. Contestó que concurrió para acampar el tiempo necesario para comer, que eso lo resolvió la directiva de la liga, que no traían armas salvo las particulares que pudieran haber traído algunos que acostumbran, que la brigada tenía dos automóviles y un carro que le llamaban ambulancia por la forma pero que en realidad no lo era, que sólo contenía dos catres de campaña y comestibles, que venía completamente abierta, que dicha ambulancia y los automóviles fueron a la plaza con la brigada cuando ésta acampó para comer, que en los automóviles tenían comestibles y cobijas, y que supo que se iba a celebrar una manifestación obrera en la plaza, que estando la brigada acampada en la plaza el jefe de policía le pidió que se retirara, a lo que accedió.” Preguntado si la brigada de Gilbert fue a la plaza contestó que no ha visto que fuera su brigada a excepción de los de la directiva. Preguntado por qué fueron contestó que lo hizo por curiosidad y para escuchar los discursos de los oradores suponiendo que sus compañeros irían por lo mismo. Preguntado qué hizo después de llegar a la plaza contestó que una vez llegada la manifestación obrera pronunciaron discursos oradores hablando despreciativamente de la bandera recordando que un hombre bigotudo de la federación obrera que había llegado ese día dijo que la bandera era un trapo sucio que no servían para barrer la vereda que produjo gran excitación entre los no federados que pedían que se saque la bandera roja, que fue llevada a la policía, que el jefe pidió que se corrieran a la calle San José para dar paso a la manifestación obrera que debía retirarse por calle Bartolomé Mitre, en esas circunstancias un chico que estaba con la bandera argentina en la calle San José quiso colocarla en la plaza lo que no consiguió por habérselo impedido la policía y gente de  pueblo, que luego avanzó otro muchacho con la bandera para colocarla en la plaza oyendo en esas circunstancias un tiro descerrajado por un tipo bajo y gordo, que deja constancia que al sacarse la bandera roja se aplaudió. Contestó que se hallaba a caballo en la esquina de la calle Urquiza, que no cargó ni ordenó que cargaran ni podía ordenarlo porque no había elementos de su brigada al menos que el declarante supiera, que no tenía revólver, no habiendo hecho por consiguiente ningún disparo. Debe agregar que cuando se generalizó  el tiroteo se cruzó a la plaza para evitar que los hechos tuvieran mayores consecuencias, que quienes pueden justificar la actitud observado por el declarante son los señores Luis Mendez, Luis María Luciano, Gerardo Vasallo, Contreras Ríos y otros más. Ignacio Romero hijo y el doctor Reynoso pueden certificar quién tiró el 1º disparo porque en ese momento se hallaban cercanos al lugar del hecho, que don Carlos....puede dar referencias de dónde salió el 1º tiro. Preguntado si Hilario Rodríguez es peón suyo y si también lo es Jacinto Chaparro, dice que Chaparro no es peón del declarante, que Rodríguez tampoco y que no les ha dado órdenes ninguna.

     Cornelio Marín de 19 años, era “el chico” al que se refiere Morrogh Bernard, que acometió plaza adentro con la bandera argentina. Marín también dice que concurrió a la plaza con el objeto de “curiosear”. Agrega que “cuando sacaron la bandera roja entró a la plaza a colocar la bandera argentina no alcanzando a colocarla porque en esas circunstancias se oyó un tiro del centro de la plaza que dispararon los federados, generalizándose enseguida el tiroteo, quiere agregar que quería colocar la bandera en la estatua de San Martín porque como argentino considera una vergüenza que la bandera roja flamee al lado de dicha estatua.” 

     El descargo de Morrogh Bernard sobre el motivo de su presencia en la Plaza Independencia, consistente en “ir a comer” allí, no resiste análisis. No sólo porque en el mitín de la Liga en el Hipódromo había profusión de asado con cuero, y a una hora más razonable que a las tres de la tarde, sino porque existiendo buenos restaurantes en la ciudad, así como casas propias, de parientes y de amigos, no se ve apropiado que el almuerzo de un joven hacendado transcurriera en una plaza, y menos aún justamente en esa plaza. 

     Me detengo finalmente sobre un aspecto curioso de la iracunda declaración de Abdón Hermenegildo Peruchena, quien acertó con el calificativo que se volvió un verdadero mote con que denominaron a Morrogh Bernard los adversarios políticos veinte años después: Juan Francisco El Arbitrario (los allegados, en su ausencia, le prodigaban el más benévolo de “Morrongo”). 

     En los años 1942 y 43 apareció en Gualeguaychú el semanario “Proa”, sin editor responsable pero atribuible a los jóvenes abogados Lucio J. Martínez Garbino y Samuel Villanueva. Allí, siguiendo la modalidad pasquinesca del periódico,  se ensaya un listado de apodos vejatorios de los más conspicuos dirigentes conservadores, y el Nro. 1 de la lista es: “Juan Francisco el Arbitrario, El Héroe Corruptor, El Capatáz, Júpiter Tonante, El Gran Dispensador, El Obrerista.”

    En otro número se le dedican versos humorísticos bajo el epígrafe: “Preguntas y Respuestas sobre Personas Funestas”: “¿Quién en célebre sumario/ de veinte años atrás,/ dejó indeleble sus huellas/ de declarado enemigo/ del obrero y proletario? / … ¡El mismo que el vecindario/ denomina El Arbitrario!

     Morrogh Bernard ocupó importantes cargos de relieve: senador provincial, diputado nacional por tres períodos ininterrumpidos, y dirigente de peso a nivel provincial con importantes vinculaciones nacionales. Esto último le valió tener relevancia durante los gobiernos de facto. Falleció en un accidente automovilístico el 24 de agosto de 1967, luego de haber gestionado importantes obras para la ciudad. Indudablemente ese predicamento ganado por Morrogh Bernard contribuyó al ocultamiento que durante muchos años sufrieron los hechos del 1º de mayo de 1921. 

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