Por Andrea Sameghini
Gualeguaychú se preparaba jubilosamente para festejar el "pronunciamiento del Uruguay" el día 7 de mayo de 1851. No contarían en la oportunidad con la presencia física del General Urquiza, ya retirado a su cuartel general en San José, pero esa circunstancia no disminuiría el entusiasmo popular con que toda la población se aprestaba a celebrar la serie de notables documentos, suscriptos por el gobernador, que ponían el sello definitivo a la Revolución. (1).
En la noche anterior, en la zona del puerto, en un obscuro lugar del muelle, caminaba un hombre maduro; se dirigía hacia la Ballenera "Paulita", que pronto soltaría amarras hacia Montevideo. Ese hombre era el genovés Luis Clavarino, capitán de la barca.
Este itinerario era común en las tareas comerciales del marino, pero en esta ocasión había sido elegido por el Comandante Militar de Gualeguaychú, Don Rosendo María Fraga, para entregar una comunicación secreta del General Urquiza al Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Oriental, Don Manuel Herrera y Obes.
Don Luis Clavarino (Padre) se había avecindado en Gualeguaychú a comienzos de la década del cuarenta; tenía una buena finca de azotea y la enumerada ballenera.
En 1839 fue uno de los comprometidos en la Revolución del Sur de la Provincia de Buenos Aires; esto le valió la pérdida de la fortuna y el odio del tirano.
Así lo presentó en una misiva el Comandante Fraga al General Urquiza Urquiza con motivo de este viaje. (2).
El patrón de la Goleta Fénix a su regreso de Montevideo el 17 de mayo informó al Comandante Fraga, que había visto entrar en esa ciudad una ballenera con bandera entrerriana y que suponía fuera la que conducia Clavarino con la comunicación a Herrera y Obes. (3).
Con retraso debido a los malos vientos que lo demoraron ocho días, Luis Clavarino arribó al puerto de Gualeguaychú el 27 de mayo con la respuesta secreta para el General Urquiza. (4).
Luis Clavarino había ofrecido sus intereses y persona a la causa entrerriana, (5) que fue aceptada por el Estado, haciéndose cargo de reparar la ballenera, hacerla pintar, ponerle algunos útiles que le hacían falta, ya que al salir en nuevas comisiones la dejó para que continuara prestando servicios. Todo lo cual fue comunicado por el Comandante Fraga al General Urquiza haciéndole saber de los gastos realizados, esperando aprobación respectiva, como así también que dicha ballenera lleve el nombre de S.E.
El 2 de enero de 1852 el Cura Párroco de la Metropolitana Basílica Menor de la Inmaculada Concepción de Santos Apóstoles Felipe y Santiago de Montevideo, Don José Marcos Marcos Semena bendijo el matrimonio de Luis Clavarino natural de Italia, soltero, hijo de Ángel y Francisca Morro con Rosa Canepa también de Italia, soltera, hija legítima de Agustín y Úrsula Bula.
La pareja vino a Gualeguaychú y afincó en la casa ubicada en las calles 24 de Enero (hoy 25 de Mayo), India Muerta (hoy San Martín) y Congreso Provincial (hoy Chacabuco), de aspecto distinguido y señorial, réplica que evocaba la patriarcal casona de los Clavarino en Génova. (6).
Para el Gualeguaychú de la época de la Confederación, esta residencia de los Clavarino debió romper el aspecto simple de la arquitectura vernácula... El refinamiento ornamental, obra de "cucharas" italianos, impuso ese estilo italianizante que con el tiempo hizo cambiar la escenografía urbana de la ciudad.
La fachada con amplia y sólida puerta de calle de madera tallada, con umbral de mármol, abría al zaguán iluminado por una lámpara de opalina.
Las ventanas grandes con rejas trabajadas, al igual que el pretil de hierro de la azotea, conformaban la arquitectura de hondas raíces italianas.
Una mampara de vidrios frente a la puerta cancel, hacía una pequeña separación con el patio central, donde se abrían las principales habitaciones de la casa. La sala compuesta de dos sofaes tapizados, dos sillones y media docena de sillas, banquitos de pie, un piano, todo esto adornado con dos consolas con espejo, cuadros al óleo, alhajeros, floreros de porcelana y un reloj fino. El piso cubierto por una alfombra persa y cortinas en las ventanas ribeteadas con galones.
El escritorio, con su mueble respectivo, con vidriera de cedro, dos mesitas de caoba, otra de pino y una prensa para copias de cartas.
Los dormitorios con camas y mosqueros de hierro, cómodas de cedro con tocador, mesitas de noche, roperos de guindo, lavatorios, sillones, sillas, máquinas de coser; de las paredes colgaban litografías con vistas de Génova.
El comedor nuevo compuesto de aparador, mesa grande, doce sillas tapizadas, un sofá, cuadros al óleo y lámpara de colgar. Juego de mesa de porcelana y copas y vasos de cristal.
El comedor diario de mayor tamaño y más cercano al área de servicio, tuvo un valor funcional, era el lugar de reunión Intima de la familia, con una ornamentación más sencilla y estaba integrado por una mesa, sillas y un aparador. Cuadros al óleo y juegos de mesa de loza y copas y vasos de vidrio.
La cocina, con su respectiva cocina económica, batería con sus útiles, mesas y almirez o mortero de metal para machacar. (7).
El patio principal era verdadero centro de actividades sociales, allí se reunían en la estación de verano y estaba adornado con plantas exóticas traídas especialmente de París. (8).
Un segundo zaguán relacionaba el otro sector posterior donde convergían las habitaciones de servicio, las cocheras y caballerizas, y hacia el fondo sobre la calle India Muerta la huerta y quinta de árboles frutales.
El negocio de ferretería ubicado contiguo a la casona familiar en 24 de Enero (actual 25 de Mayo) y Congreso Provincial (actual Chacabuco), completaban el entorno de esta familia con un pasado ilustre.
LA CASA DE LUIS CLAVARINO (PADRE)
(SEGUNDA PARTE)
Del matrimonio de Luis Clavarino con Rosa Canepa nacieron ocho hijos, tres de los cuales fallecieron en la infancia.
Luis (hijo) o Luis Epomuceno, que vino al mundo el 24 de abril de 1854 y que fue bautizado solemnemente el 11 de mayo del mismo año por el Teniente Cura de la Iglesia San José, siendo padrinos Juan Hermelo y Pelerina Cacirino. (9).
Ángel, nacido en 1855, muerto en 1873 a los diez y ocho años.
El 3 de junio de 1864, el Teniente Cura Ángel Coloto bautizó solemnemente, puso óleo y crisma a Miguel, nacido el 11 de enero de 1864. Hijo legítimo de Luis Clavarino y de Rosa Canepa. Padrinos Miguel Cánepa y Marla Canepa. (10).
El 14 de febrero de 1867, fue bautizada solemnemente Rosa, nacida el 12 de julio de 1866, siendo padrinos Miguel Canepa y Luisa Fresco. (11),
El Presbítero Juan Anzorena bautizó solemnemente a Luisa María el 27 de julio de 1870, que nació el 18 de setiembre de 1869, hija legítima de Luis Clavarino y de Rosa Canepa. (12).
En esa atmósfera familiar, tutelados por una madre que muchas veces tenía que suplir al padre ausente, crecieron los vástagos Clavarino. Luis Epomuceno, el primogénito, siendo adolescente, trabajaba en el negocio de ferretería.
Luis Clavarino (P) desplegó una actividad múltiple en la comunidad de Gualeguaychú, ocupó diversos cargos entre ellos Vice Presidente de la Junta de Fomento y luego la Presidencia. (13),
El martes 19 de julio de 1870, como a las ocho de la mañana un soldado a toda carrera del caballo se presentó a las puertas de la Comandancia arrojando la lanza, de inmediato para reprimir al insurrecto un oficial le disparó un tiro de revólver y junto con la espantada del caballo, éste cayó exánime con los brazos abiertos,
Un rato después los tambores del Batallón Guardia Nacional "15 de Abril" convocaron con el toque de generala a los reclutas que tuvieron que correr a tomar las armas en medio de las tropas enemigas del General Ricardo López Jordán, que avanzaban en número de seiscientos hombres desde los arrabales del Oeste en dos columnas por las calles Urquiza y Rivadavia, intentando apoderarse por sorpresa de la escasa pero valiente guarnición de esta plaza.
El Mayor Leyría ofreció resistencia a los revolucionarios haciendo disparos de fusil en dirección a la boca calle S.O, de las actuales. calles Urquiza y Chalup (antes Chile), y poco faltó para que no hiciera algunos blancos, uno de los cuales cruzó a pocos centímetros de la cabeza del Cura Vicente Martínez, quien esos momentos hablaba con el Coronel José Fernández, uno de los jefes del asalto a la ciudad. Otra bala dio en tierra el caballo montado por el Coronel Juan Luis González, Jefe de las fuerzas invasoras; y la tropa al verle caer le creyó muerto y en completo desorden se arremolinaron junto a González y no trataron de acometer la plaza.
Apenas tuvo el tiempo necesario para formar la compañía de servicio que estaba acuartelada, pudiendo salir el Batallón "15 de Abril" por el portón de los fondos de la Comandancia rumbo al puerto.
Otra columna no menos numerosa al mando de Pedro Godoy intentaba cortar la comunicación con el puerto donde estaban los vapores y el parque de los guardias nacionales.
Rechazado el enemigo en la plaza y puesto en precipitada fuga, llevando gran número de heridos, fue necesario converger al nuevo punto atacado, distante trece cuadras de la Comandancia Militar.
El Comandante ViIlar, seguido apenas de sesenta hombres Guardias Nacionales, cuyo número se fue aumentando en medio del fuego del combate, consiguió llegar al punto que había ocupado el enemigo con posiciones ventajosas.
En varias calles de la ciudad, el enemigo había echado pie a tierra y hacía nutrido fuego, que se consiguió apagar. (14).
Un grupo de damas trató de llegar hasta el jefe de la plaza el Coronel Reynaldo Villar para pedirle que buscara una forma pacífica de arreglo, pero al llegar a las actuales calles Doello Jurado y Alem, una guerrilla de guardias al mando del oficial Aquileo González les incurrió el motivo de la presencia en momentos tan arriesgados y les aconsejó que se retirasen enseguida, y como ellas insistieran les dijo: "que saben las viejas de estas cosas", y dio la voz de mando, mientras las señoras dieron también media vuelta y se retiraron de prisa en medio de las detonaciones.
En la calle de La Paz (hoy Avenida Del Valle), frente a la Aduana cayó mortalmente herido el joven guardia nacional Olegario Aguilar, luego de un corto pero reñido combate, entre las avanzadas de ambos bandos. Los invasores fueron desalojados de las posiciones que ocupaban, logrando dispersarlos en todas direcciones; dejando veintidos muertos y doble número de heridos.
A las dos de la tarde, Villar volvió a la plaza, recorriendo con el Batallón las principales calles de la ciudad, con el objeto de reunir los Guardias Nacionales que no pudieron incorporarse y perseguir algunas partidas enemigas, que durante el combate en el puerto, lograron llegar hasta la Comandancia Militar, y apoderarse de algunos fusiles de los Guardias Nacionales licenciados, destruyendo los papeles y archivos de las oficinas públicas provinciales.
El enemigo se retiró a los suburbios, donde permaneció, ya que no se logró una completa victoria por la falta absoluta de caballería. Las fuerzas que permanecieron en la ciudad cometieron varias tropelías, robando en algunas casas, y ejerciendo. varios actos de violencia sobre el vecindario. pacífico.
Después de un día de sobresaltos la Guardia Nacional embarcó en un transporte rumbo a Concordia.
Toda la población recogiose en su casa, cerrando puertas y ventanas por temor a lo que pudiera sobrevenir.
Al día siguiente amaneció la ciudad enteramente sola por haberla evacuado ambas fuerzas. Otro peligro se cernía, el pillaje: fue entonces que los señores Jorge González Jaime, Pastor Britos, Juan Bautista Pigretti José Lefevre, agentes consulares respectivamente de España, República Oriental, Italia y Francia se reunieron a fin de velar por el orden y la tranquilidad pública, y organizaron una policía urbana armada que llevaron como distintivo una divisa amarilla, patrullando las calles por la noche. (15).
Mientras sucedía este episodio de guerra en las calles de Gualeguaychú, en la casona de esta familia agonizaba Luis Clavarino (padre).
LA CASA DE LUIS CLAVARINO (PADRE)
(TERCERA PARTE)
El 21 de julio de 1870 fue sepultado en el cementerio de esta Parroquia el cadáver de Luis Clavarino (P) que murió a los setenta y cuatro años (16).
Su testamento extendido en Gualeguaychú a 16 de mayo del año de su muerte, revela el bienestar de la familia (17).
Dejó como bienes propios, 3.000 pesos Bolivianos en una ballenera, la casa que habitaba y otra ubicada en 24 de Enero y Agricultura (actuales 25 de Mayo y Maipú), ambas de azotea. Terreпоs, 6.000 pesos Bolivianos dados en interés, todo lo existente en el negocio de ferretería créditos actives que resultan de los libros de contabilidad.
Entre los donativos, legó a su sobrino José Ferrando cincuenta onzas de oro; nombró tutor por la minoridad de sus hijos a Don Miguel Canepa. La esposa no trajo al matrimonio bien alguno.
Luis Clavarino murió en los primeros momentos de la Revolución de López Jordán, motivo por el cual se interrumpió el ejercicio tranquilo de los Tribunales de esta jurisdicción en más de un año consecutivo.
Terminada la guerra y reorganizados los poderes públicos del Estado, y vuelto sus habitantes a la práctica de sus derechos civiles, se abrió el juicio testamentario el 28 de mayo de 1878, ante el Juez doctor Haedo y el escribano Asisclo Méndez.
En el año 1877 contrajo segundas nupcias Rosa Canepa con Ángel Sturla, italiano, enviudó en 1886.
Doña Rosa Canepa de Sturla fue nombrada albacea de su primer esposo Luis Clavarino.
Doctor Miguel Clavarino
El Doctor Miguel Clavarino, hijo de aquel matrimonio, abrió su consultorio de médico en el año 1889, Su biografía es breve, como breve fue su vida.
Fue uno de esos elegidos que hacen su entrada en el mundo destinados a desempeñar un fin esencialmente humanitario.
Había recibido una educación esmerada, como lo imponían las costumbres de la época, dada la desahogada posición económica de sus padres.
Fino y distinguido, cumplido y correcto: sus condiciones de rango y fortuna no le impidieron llegar hasta los mas pobres y necesita dos, a los cuales sirvió en su profesión con abnegación y modestia, cualidades estas que le eran características.
A las nueve de la noche el 20 de mayo de 1891, Miguel Clavarino entregó su alma a Dios.
Tenía 27 años y murió de fiebre tifoidea, según certificado médico del Doctor Ricardo García Blanco, y como testigo ante el jefe del Registro Civil Juan Giménez, su primo hermano Miguel Canepa.
Si fue para los pobres el ángel tutelar, para la ciencia resultó una esperanza que se malogró, y para la patria, porque perdió a un ciudadano probo, capaz de sustentar con sus principios cívicos los más nobles ideales, Pero dejemos a la pluma de Cándido Eulogio Irazusta, que fue su amigo y correligionario estas palabras que pronunció el 22 de mayo de 1891 ante la tumba recién abierta del Doctor Miguel Clavarino:
"Cuando la inmoralidad había emponzoñado todos los corazones y la ausencia de toda noción de honradez en los hombres del poder arrojaban vergüenza y miserias sobre la patria, que llorosa y doliente buscaba en sus buenos hijos un consuelo y una esperanza, se alzó una bandera, se proclamó un principio, y se realizó un esfuerzo. Cuando las vibraciones de esa idea, y los estímulos de aquel sacrificio llegaron a nosotros como sonidos de una clarín apocalíptico para despertarnos del sueño de una atonía política denigrante, Miguel Clavarino fue de los primeros que se cobijaron bajo aquella bandera, que pusieron toda su decisión, entusiasmo y valimento al servicio de la Unión Cívica, de ese gran partido que envuelto en pañales, salvó a la patria y nos vindicó ante la historia.
Adiós Amigo: que el sueño eterno que hoy duermes jamás sea turbado por los intereses. mezquinos de este mundo. Adios!".
Una atmósfera de tristeza sacude hasta lo más íntimo de los habitantes de la tradicional morada, una madre viuda dos veces y las hermanas Rosa y María Luisa se amparan en las profundas convicciones religiosas para sobrellevar este dolor.
De aquí en adelante sus vidas serán una constante entrega hacia los seres necesitados. La caridad será la savia que regirá sus destinos.
En 1901 fallece Doña Rosa Cánepa, viuda de Clavarino y de Sturla.
La señoritas de Clavarino eran de maneras finas, y con una simpatía conmovedora, así las recuerda quien estas líneas escribe, cuando acompañaba en su infancia a su tía Zoraida Echazarreta en aquellas visitas a la patriarcal residencia, de quienes dieron fiel testimonio de caridad cristiana a través de obras de bien, muchas veces realizadas en forma silenciosa y anónima, pero fecundas por su desprendimiento y generosidad en pro a la sociedad toda de Gualeguaychú.
Los días viernes en Lo de Clavarino era dedicado a los pobres, ese día se les entregaba fideos, arroz, carne, yerba, azúcar y todo lo necesario para la alimentación; hasta el zaguán principal llegaban los desposeídos a fin de mitigar la pobreza, que estas dos damas intentaban hacerla llevadera con sencillez y humildad.
Arturo Vidart, empleado de la Farmacia Fontana supo de esa caridad sin límites, ya que entregaba sin cargo todas aquellas recetas que venían firmadas por Rosa o María Luisa Clavarino, que luego eran incluídas en la cuenta de ambas hermanas. (18).
La casa hoy, vieja y empalidecida por el paso de los años, se muestra como una realidad del ayer en calle 25 de Mayo 989, y ésťa es la historia suscinta y apretada que conser van airosos sus blanquecinos muros.
LOS CLAVARINOS EN EL FOLKLORE DE GUALEGUAYCHU
LA HAZAÑA DE DON LUIS CLAVARINO (Padre)
(CUARTA PARTE)
Los grandes hombres no llegarían a serlo si no contaran con la cooperación de héroes secundarios que a veces deciden con sus éxitos. Uno de esos intrépidos fue Don Luis Clavarino (Padre).
Cuando Urquiza preparaba el golpe decisivo contra el tirano Rosas, teniendo absoluta necesidad de comunicarse con el gobierno de la República Oriental del Uruguay, fue el valiente marino Luis Clavarino quien con su ballenerą "Paulita", se encargó de llevar la correspondencia de Urquiza a Montevideo, cruzando entre la escuadra de Rosas que se hallaba escalonada en el canal y ma iobrando con tanta astucia y rapidez, que pudo escapar del enemigo para llegar felizmente a destino.
Cuando en Montevideo percibieron la bandera entrerriana, la población se lleno de jubilo y llevaron en triunfo al marino genovés.
Narró: Rosa Silvia, de 89 años en 1921, a la Directora de la Escuela Nacional Nº 79 Rosa Regazzi Leg. 155- Archivo del Instituto Nac. de Antropología.
DOCTOR MIGUEL CLAVARINO
Nació en Gualeguaychú el 11 de enero de 1864. Hizo sus primeros estudios en su ciudad natal.
Con gran amor por sus semejantes y deseando encontrar un remedio que devolviera la su señora madre enferma, se dedico al estudio de la medicina obteniendo su diploma de médico en la Universidad Nacional de Buenos Aires el 7 de junio de 1889.
Ejerció su profesión en Gualeguaychú durante un año y meses, llamando la atención por sus actos de filantropía.
Fue médico del Hospital de Caridad y de varias sociedades, sin reclamar ni aceptar se le abonara estipendio alguno por sus servicios.
Asistiendo a uno de sus enfermos se contagió de fiebre tifoidea, falleciendo el 20 de mayo de 1891.
El pueblo de Gualeguaychú reconociendo sus relevantes méritos, levantó un mausoleo con su busto, que guarda sus restos queridos.
A su frente en una placa de bronce se lee la siguiente dedicatoria:
Al Doctor Miguel Clavarino, la Municipalidad de Gualeguaychú" 1864-1891"
Las Señoritas de Clavarino
"La Sociedad Amigos Unidos" comparsa que amenizó los corsos del Carnaval de 1933, dedicaron este Vals a las Señoritas de Clavarino.
Bellas niñas argentinas
Risueñas y encantadoras
Ya se ha llegado la hora
De poderlas saludar
Hoy Los Amigos Unidos
Quieren cantarles de nuevo
Y dejarles un recuerdo
Del alegre carnaval
Siga la música alegre
De la orquesta melodiosa
Brindemos a las buenas mozas
Sublimes notas de amor
Sigan Amigos Unidos
Cantando con entereza
Y calmemos con certeza.
Este fuego abrazador
Mascaritas bulliciosas
Mezclen sus voces chillonas
Y suenan los Bandoneones
Que el modernismo brinda
Para que las bellas niñas
Encuentren la melodía
Y hagan llegar la alegría
Hasta nuestro corazón
Bellas niñas argentinas
Risueñas y encantadoras
Ya se aproxima la hora
Que nos vamos a marchar
Hoy Los Amigos Unidos
Nos despedimos contentos
Dejando el grato recuerdo
Del alegre Carnaval.
Artículos publicados en el Diario "El Día" en fecha 22-29 de Septiembre y 6-13 de octubre de 1985
Serie "Casa y Caserones" por Andrea Sameghini
Casa de Luis Clavarino (padre)