El Puerto de Gualeguaychú: su pasado, el barrio y su gente

Antiguo Muelle del Puerto de Gualeguaychú

(Charla de Gustavo Rivas en el Instituto Magnasco el 23 de Mayo de 2014 al inaugurar la muestra retrospectiva sobre el puerto)

Desgrabación: Eduardo Díaz (h) 

Ante todo, quiero felicitar a la gente del Instituto Magnasco por la elección para este año de un tema tan hermoso. Supongo que, aunque no lo haya dicho Carmen (Galissier) al esbozar mi “frondoso currículum”, habrán tenido en cuenta otro título, el de Patrón de Yate; que también me habilita para esto. Porque lo que vamos a hacer ahora, es un viaje imaginario; para los más viejos va a ser un viaje de nostalgia, de recuerdo y para los jóvenes, puede ser interesante en cuanto ellos querrán saber sobre el antiguo puerto de Gualeguaychú.

Entonces, lo primero es resaltar que el puerto está muy identificado, y lo estuvo siempre, con el resto de la ciudad. Es más: el puerto durante más de un siglo fue el corazón de la vida comunitaria, o la yugular si quieren otro parangón anatómico, por donde entraba y por donde salían todos los pasajeros, la mercadería, el comercio. Y por eso fue en un tiempo el centro comercial de Gualeguaychú. Pero eso fue el barrio del puerto, el primero que tuvo su calle empedrada: la calle Alem, o “del Puerto”, como se llamaba en aquel momento, allá por 1867. También el primero que tuvo un farol de alumbrado público a querosen; después  vino el gas en la década del 1890. Además: tren y tranvía; todo lo tenía el puerto. Entonces los invito a los mayores digamos a que evoquen todo aquello y los jóvenes, a que aprendan a comprender y entender por qué ese sabor especial por todo lo portuario y lo mucho que estos recuerdos tiene que ver con el alma Gualeguaychú. Los  poetas se han encargado de demostrar esta comunidad  entre pueblo, puerto y río, en una identificación que los hace inescindibles. 

Fíjense por ejemplo, en Andrade que vivía a dos cuadras del río por ahí en aquel poema cuando dice “todo está como era entonces la casa, la calle, el río”. A Manuel Portela lo recordamos todos como el poeta del río. Pebete Daneri (Pablo J.) le escribió al río; él era de origen también portuario por línea materna, porque era hijo de Maruca Baganciaga hija de uno de los viejos agencieros de hace más de un siglo: don Juan Baganciaga. Pebete dedicó varios sonetos al río. Pero alguien que lo hizo magníficamente, yo diría el mejor de todos, fue Juan Antonio Machado; no el poeta español, sino el Machado nuestro cuando al inaugurar el rincón de los poetas en la Plaza San Martín el 20 de octubre de 1965  leyó el poema con el que había ganado un importante concurso floral y poético. Se titulaba Romance de Cal y Luna y lo leyó él personalmente. Recuerdo su la última estrofa en el momento que la dijo me quedó grabada para siempre y el resto me lo  aprendí este año, un poco obligado por mis amigos de la  peña de músicos “Los amigos”. Y con tanta bellaza describe esa unión Juan Antonio Machado, que en el  poema, dedicado al Gualeguaychú, nocturno, al Gualeguaychú dormido, lo imagina como un niño. Un niño  de cal, de paredes veredas y calles en la noche. Comienza así:

 “¡hay luna no alumbres tanto! que va a despertar  el niño,

el niño   de cal que duerme en el regazo del río”.

Fíjense que definición: en el regazo del río. Ahí establece la comunicación, la comunidad  entre uno y otro. Por eso entonces decía, el acierto de la elección de este tema. La investigación  me ha resultado particularmente subyugante; conversar con viejos vecinos  del puerto y comprobar muchas cosas. Como los lazos que había, no solamente de amistad y de familiaridad sino los lazos de pertenencia a la gran familia portuaria. Y un detalle singular: algún vecino  del puerto del extremo norte, digamos, el límite del puerto zona de los obeliscos, 25 de Mayo, me hablaba por ejemplo, de otro que vivía en calle Concordia y Caseros y viceversa. Y nombraba los hijos, los hermanos, los sobrenombres, todos los detalles. 

Es decir, se conocían todos como si fueran una gran familia. Y por supuesto también estaba el ingrediente del chimento que hace más sabrosa la vida pueblerina, y ya después  les voy a contar; no los chimentos en sí, pero algunas connotaciones graciosas de esas relaciones.  Los lazos de solidaridad que tenían; ayudarse unos a otros. Ni qué decir con motivo de las grandes desgracias como las crecientes, la amistad, sin diferenciación social: los portuarios eran todos iguales en el trato, en el cariño, y aún con las personas que en otro orden podrían haber sido discriminadas, tampoco, ya lo van a ver. Todos eran del puerto. 

Ahora los invito entonces aprovechando esta habilitación que tengo como patrón de yate. Como el yate que tengo actualmente es chiquito, y en el “Laurencena” no cabrían todos porque tampoco era muy grande, vamos a hacer en otro buque, este viaje imaginario. Ahora se van a bajar las luces para que ustedes cierren los ojos, entren en este sueño que va a durar una hora en que vamos a viajar nada menos  que en el más emblemático y el último vapor de pasajeros de los que surcaron las aguas de Gualeguaychú: El glorioso “Luna”. Entonces en este  vapor vamos a hacer un viaje de una hora y acá tenemos anotado para no pasarnos, todos los puntos de referencia que van indicando los temas que tocamos en cada punto. Arrancamos del puerto para recorrer el A° Munilla, el Frigorífico, el  Arroyo del Cura, Cancha Larga, "El Corte", Paso de la Guardia, etc. vamos a llegar hasta la boya 90 que era es hasta donde llegaba el vapor Luna. Así que bueno, vamos a iniciar este viaje y espero que les guste. 

Ya les dijeron que apagaran los celulares. Por favor colóquense los salvavidas ¿Todos tienen salvavidas? A ver allá, hay una señora dice que no le entra el salvavidas; por favor alcanzale un king size a la señora, así todos tiene su salvavidas y ya arrancamos.

Adelante contramaestre…..

 (Se escuchan las pitadas de un vapor)

Muy bien, zarpamos

Acá en el Magnasco somos tan prevenidos que, por si fallaba el mecanismo este del vapor me había traído un sucedáneo que es este: (Suena la corneta de aerosol). Si alguno que esta corneta es muy chillona, la respuesta es muy sencilla: cada corneta de acuerdo a la voz del capitán (risas). 

Salimos entonces: vamos pasando ahora por el arroyo Munilla y empezamos primero con un enfoque cronológico de la historia de nuestro puerto que no arranca con el nacimiento como aldea allá por 1783 sino que como puerto empieza a funcionar después. Los primeros antecedentes que tenemos es cuando en 1808 se lo conocía como “Puerto de Petisco”. Seguramente por alguna relación con aquel primer alcalde que tuvo el cabildo de Gualeguaychú, García de Petisco. En esa época 1808- 1810 la única instalación que había en el puerto que se llamaba “el embarcadero” porque en realidad era muy precario no había casi nada; seguramente  alguna pequeña instalación  de madera como era un pequeño depósito hecho por el señor Manuel Ventura de Haedo. Casualmente, de la misma familia que edificara la más antigua de las construcciones que conocemos: la casa de Haedo enfrente a la Plaza San Martín. 

Bueno,  para los más jóvenes, no está demás recordar que  el puerto era la única vía de comunicación que teníamos con el resto del mundo porque  por el sur,  hasta que “un loco” como Don David de la Chiesa un día se le ocurre avanzar por tierra para ese rumbo donde teníamos un bosque, casi una selva impenetrable. Por eso Fray Mocho hablaba de “el país de los matreros”. Es decir,  no se podía avanzar por ese lado. 

Por el norte, directamente no había caminos, salvo algunas rutas muy provisorias de las diligencias y de los pioneros del transporte automotor como el de Herman Fandrich. Pero no había rutas como las que tenemos ahora. Entonces todo el grueso de la mercadería y de los pasajeros  a partir de esa época empieza a canalizarse en el puerto de Gualeguaychú. Y por supuesto, aquella pequeña aldea del principio se va desarrollando y así empieza a generarse un comercio que crece y se va diversificando. Digo esto, porque  los primeros artículos que entraban y salían, sobre todo los que entraban, eran fundamentalmente grasa, cebos, etc. Entonces todo esto todavía no era ciudad, recién lo fue en 1851. 

Pero la aldea va creciendo y recibiendo el aporte inmigratorio; esto lo cuenta muy bien la Beba Bachini en una disertación que dio en Central Entrerriano en 1967 y que está en su libro “Conferencias”. Esos inmigrantes empieza a  introducir otro tipo de apetencias, de necesidades. 

Entonces se empieza a diversificar la mercadería que entraba en el puerto de Gualeguaychú: pieles, perfumes, platería, en fin, consumos hasta el momento ese eran un lujo, se convierten en mercadería de ingreso habitual a la ciudad.

Puerto de Gualeguaychú

El antecedente más antiguo de la organización administrativa y del control del puerto, es de 1821. Las funciones que hoy en día están bien diversificadas entre Aduana, Prefectura y Gendarmería. Por aquel entonces se reunían en un solo funcionario, quien cumplía todas las funciones  a la vez. Y ahí  aparece, por ejemplo, el Cabo de Rentas ¿Por qué? Porque lo que más le importaba a las autoridades era el cobro de los aranceles de la mercadería que ingresaba o que salía. La función  primordial era percibir esos derechos y por eso el nombre del funcionario: “Cabo de Rentas”, que parece indicar una doble función: administrativa y de seguridad. 

El primer encargado que tuvo el puerto de Gualeguaychú era José María Lacunza, quien a la vez fue Alcalde en aquellas épocas de Gualeguaychú. En 1833 aparece la figura del “Guardacosta” que es el origen de lo que después se convierte en Prefectura. Uno de los Cabos de Rentas, allá por 1836, fue Manuel Palavecino, a quien en 1841 se le da el título de Sargento Mayor. Fíjense como a la función administrativa se va complementando con la de seguridad.  Es el mismo Palavecino que después  llegó a ser uno de los  generales de Urquiza. 

Como también cuando al órgano de control pasó a llamarse “Capitanía del Puerto” ocupó ese cargo Olegario Víctor Andrade que después desempeñó las misma funciones como funcionario de Aduana en Concordia. El pequeño edificio octogonal que conocemos como “Casilla del Resguardo” es el único edificio de ese tiempo que se conserva; es el que conocemos con el viejo nombre la Capitanía o Resguardo y data de 1850 siendo hoy la edificación más antigua del puerto de Gualeguaychú. 

Ustedes van a ver en esta exposición, algunas ilustraciones de ese pequeño edificio octogonal tal como fue su origen. Era muy bello y su techo tenía formas que le daban un aire de pagoda oriental. Y entonces quien ve las transformaciones que ha tenido en el tiempo, se admira esta singular obra de  “arquitectura al revés”. ¿Por qué “arquitectura al revés”? Por “la proeza” de haber convertido aquello tan hermoso en algo tan horrible, como lo es actualmente. Ahora que el puerto se ha convertido en lugar turístico, sería  deseable  que algún día, con el modelo, planos y fotos,  se reconstruya y quede como en su origen, ese hermoso edificio de la capitanía del puerto.

El puerto empieza a cobrar importancia y gradualmente pasa a ser el centro neurálgico de la actividad de Gualeguaychú a partir de algunos decretos que enseguida vamos a recordar. Como el de 1835 de Rosas -que  era oriundo y representante de la Provincia de Buenos Aires  con sus intereses. Cualquiera que ha leído historia argentina sabe que en gran parte nuestra historia transitó al ritmo de la pelea por la aduana del puerto de Buenos Aires. Por ello Rosas en 1835 dicta una Ley de Aduana que favoreció a las pequeñas industrias artesanales del el interior del país (por entonces de las Provincias Unidas) porque fijaba elevados aranceles para la importación de las mercaderías. Pero por otro lado, tenía una norma que afectaba a Gualeguaychú como puerto y a todos los puertos de los ríos interiores. En ella establecía como único paso obligatorio  de ingreso al país de mercaderías, la Aduana de la ciudad de Buenos Aires. Es decir,  ningún barco podía ingresar mercadería si no era por la aduana de la ciudad de Buenos Aires. 

Ese era uno de los objetivos de Urquiza cuando emitió el Pronunciamiento, el 1º de Mayo de 1851. Y precisamente en ese año 1851 se celebra un tratado que se va a cumplir después de la batalla de Caseros. Luego, en 1852, en cumplimiento de ese compromiso, una de las primeras medidas de Urquiza como Director Provisorio de la Confederación, fue decretar la libre navegación de los ríos. Como consecuencia del mismo, de golpe todos los puertos interiores, pero fundamentalmente  el puerto de Gualeguaychú, crecieron en actividad en forma considerable. Fue con el solo dictado de ese decreto de 1852. ¡Cuánto más sería cinco años después!, cuando en 1857 ya como Presidente de la Confederación, Urquiza dicta otra ley. No nos olvidemos que en ese momento la Provincia de Buenos Aires  estaba separada de la confederación y recién se reunifica en 1860 después  de la batalla de Pavón. Y entonces Urquiza  como Presidente eleva el proyecto y el Congreso Nacional que también funcionaba en Paraná  dicta la ley de Derechos Diferenciales. ¿Qué era esta  ley de Derechos Diferenciales? No bastaba con la libre navegación de los ríos teniendo en cuenta que esa la libre navegación de los ríos no le impedía a los barcos recalar antes en Buenos Aires, aunque después prosiguieran su rumbo hacia el interior. Esa ley decía daba un paso más y decía: “que los buques que transporten mercadería de importación tendrán en el interior un recargo si hubiera tocado primero Puerto en Buenos Aires”. Procuraba facilitar la entrada directa a los puertos del interior, como el de Rosario, el de Gualeguaychú, que por aquel entonces, en la categorización de los puertos era más importante que el de Diamante. 

El Puerto de Gualeguaychú, ya con Galpones y vías del FFCC. Nótese la curva del muelle que fuera reemplazada -finalmente- por dos rectas

Y a partir de 1857 vuelve a darse otro estallido en la actividad del puerto de Gualeguaychú. A punto tal, que Beba Bachini (Elsa Beatriz) en esa conferencia recuerda la siguiente noticia de uno de los diarios locales de 1858. En un día de ese año, estaban surtos ¡15 barcos extranjeros juntos! en el puerto de Gualeguaychú. Cuando todavía no se había hecho ni el muelle; y cita el caso particular en ese mismo año, del buque Courriere que venía de Hamburgo. También llegaban barcos de Cuba, de distintos países de América como Brasil y por supuesto, de Europa. 

Eso era el puerto de Gualeguaychú para 1858 cuando ni siquiera tenía el primer muelle de piedra. Bueno, como consecuencia de la batalla de Pavón se reunifica  la Provincia de Buenos Aires con el resto de la Confederación. Por ello se reforma la Constitución Nacional como condición para reincorporarse Buenos Aires  se llama  a elecciones y pasa a ser Presidente  el general Bartolomé Mitre. Una de las primeras cosas que hace Mitre, es nacionalizar los puertos que hasta ese momento eran provinciales. En consecuencia, sus empleados, que eran provinciales, pasan a depender de la Administración Pública Nacional. El primer funcionario nacional con ese carácter de nuestro puerto, fue el señor Mariano Manzano allá por 1862. Y como  consecuencia de la creciente actividad de nuestro puerto y seguramente también por la mayor provisión de recursos  por parte del gobierno nacional (que muchas veces son más potentes que las arcas Provinciales), llegaron las mejoras. 

Así, como una consecuencia natural ello, tuvimos primera obra portuaria importante en esta zona: el viejo muelle de piedra de 1863. Era un muelle que arrancaba en lo que ahora conocemos como la zona de inflamables: Es decir, a partir de la desembocadura del arroyo Munilla, del que ya le vamos a decir de donde viene ese nombre, hasta aproximadamente entre las calles 3 de Caballería y Doello Jurado.  Hasta ahí llegaba el muelle de piedra, que lo único que tenía era una escalinata para el ascenso y descenso de pasajeros. 

Había muchas quejas de ellos por falta de comodidades y los accidentes que ocurrían. La escalinata estaba justo enfrente a lo que ahora conocemos como Castillo del Río aunque a "Poli" Etchegoyen no le guste  que se llame “Castillo del Río” y prefiere que se le siga diciendo “el chalet de María Eloisa”, su tía (De Elía de Sala Hernández). 

A los que no han recorrido la exposición los invito  a ver: ahí hay un cuadro, una foto panorámica que está tomada, aparentemente en 1925 por la dedicatoria que tiene atrás ese cuadro, que la dedica el ingeniero Roberto Duboscq a don Luis María Daneri.  Ustedes pensarán enseguida algún antepasado de Ruly Duboscq (Germán R). No era antepasado; era un señor de origen francés concretamente marsellés, que tenía sede en Concepción del Uruguay y se  venía acá con una casa flotante a hacer todos estos trabajos en el puerto. Y entonces él regala allá por 1925 a don Luis María Daneri. 

Por gentileza de Patricio Alvarez Daneri, su sobrino bisnieto, lo tenemos acá. Fíjense: ahí  van a ver que el muelle de piedra llega hasta un ranchito que está emplazado forma paralela a la  costa. Era el ranchito  de doña Macedonia Viale (“la del lobanillo”), enseguida  veremos quién era, y a partir de ahí seguía la costa y se ve como era con los pedregales donde lavaban las lavanderas; van a ver después los astilleros, etc.. 

Ese era el panorama del puerto  antes de la ciclópea obra de la costanera, a partir de 1935. En 1867 y acá viene el nombre del arroyo Munilla: el señor Federico Fernández Munilla le compra a María Inés Lainez de Moller todo el lote que se conocía como “quinta de Lainez” y que llegaba hasta la calle Alem. 

Año 1925 - Vista panorámica del Puerto

Y a partir de ese momento empezó a llamarse quinta de Munilla o el Munilla. Y el arroyo que antes era Laines, empezó a llamarse arroyo Munilla  desde 1867. Y aunque después pasó por distintos dueños como Domingo Garbino, Ghío, etc. mantuvo y quedó para siempre el nombre de arroyo Munilla. Después viene la ley Avellaneda de Inmigración; él fue presidente entre el 74  y el 80, anduvo por Gualeguaychú por eso es valorable un aporte que hizo recientemente el Dr. Hugo Daroca. Porque  siempre  se tenía como primera visita presidencial la del presidente Justo el 29 de mayo de 1937. Pero no: Avellaneda siendo Presidente había andado por esta zona. Y antes, Urquiza en 1869, aunque para entonces había dejado de ser presidente. 

En aquel momento la ley Avellaneda empezaba a surtir sus efectos y llegaban ya los inmigrantes por oleadas. Esa era la palabra: oleadas de inmigrantes. Entonces  muchos extranjeros llegaban a esta zona y por supuesto no tenía donde residir, no conocían a nadie, no tenían trabajo, no tenían nada entonces la propia comunidad hizo que se construyera en lo que actualmente es la Plazoleta Italia, frente a la Plaza Colón  el hotel de Los Inmigrantes. Más adelante estuvo ahí el Café “Caza y Pesca” de don Daniel Risso. Y el llamado “kiosco” don Pablo Bendrich, por la forma particular del edificio, del que enseguida vamos a hablar. 

Cuando estuvo acá Avellaneda, había prometido una contribución gubernamental de 50 pesos por mes para el Hotel de Inmigrantes, pero después, por la crisis de esa época, no la cumplió. Por ello, la comunidad, a través de los diarios de la época se quejaba de la falta de cumplimiento. Y bueno, uno tiene que comprender la crisis tremenda,  la crisis económica  tan grande que tuvo Avellaneda, como consecuencia de la revolución de 1874. Fue la que le hizo decir: “honraremos nuestra deuda con el hambre  y la sed los argentinos”. La misma que le hizo suspender las becas del Colegio Histórico de Concepción del Uruguay lo que originó la fundación de la Frater en 1877 para  ayudar a los ex becarios. Así que por ello lo disculpamos a Avellaneda por no haber mandado los 50 pesos que reclamaba tanto el encargado del Hotel, don Manuel Fontana. Pero la comunidad colaboraba y era la que en realidad lo sostenía, en otra muestra de solidaridad con aquellos inmigrantes que vinieron, con suerte tan distinta. 

Como que uno de ellos don Domingo Garbino que vino como clarinetista de una banda llegó a hacer una de las fortunas más grandes de la Provincia. En 1882 las funciones en el puerto se iban diferenciando; ya teníamos la de Guarda Costa, Cabos de Rentas, Capitanía del puerto etc., hasta que en 1882 se instituye por primera vez la denominación de Subprefectura para la autoridad marítima de los ríos interiores y por supuesto, también de los mares. Por primera vez se empieza a utilizar la palabra Prefectura, en una ley de ese año.  Años después  tenemos la ley 3445 conocida como “Ley Mantilla” por su autor que organiza definitivamente la Prefectura Argentina, sin perjuicio de las demás denominaciones o reestructuraciones que tuvo después. 

La ubicación de la Prefectura acá en Gualeguaychú todavía no está del todo clara, por eso tampoco vamos a abundar mucho en detalles. Pero podría decirse que una de sus sedes más antiguas estuvo en calle Concordia. Algunos la identifican con la propiedad que en algún momento fue de don José Bonifacino, ya vamos a decir quién era. Después pasa a Alem Nº 458 donde ahora actualmente está la Gendarmería, en una propiedad que compró la Gendarmería a la sucesión de Juan Antonio Rodríguez

Desde 1938 hasta el 1933 estuvo en Doello Jurado (ex Paraná)  y Alem  casa que ahora ocupa nuestra amiga Tina María Martínez Cabilla de Nissero. En 1953 pasa al edificio actual Alem Nº 504, luego de haber estado en ese edificio también la Gendarmería, que se la cede. Esa casa había sido construida por la familia Gallino allá por 1909. Gallino después  vende esa propiedad. Y mucho antes de que se estableciera allí la Prefectura, a fines de la década del 30 y gran parte de la década del 40, funcionó allí el local nocturno Luces del Puerto. Me aclaraba mi primo el Negro (Carlos A. Rivas) que no era propiamente un prostíbulo como todos creemos, sino que no era un “dancing”. La anécdota es que cuando llega como Prefecto aquel gran funcionario que seguramente muchos recordarán Julio Alberto Castiglia, (a quien la comunidad de Gualeguaychú pidió que prolongaran este destino y permaneció acá dos años más) un día le digo ¿vos sabés Julio que acá antes había un “kilómetro”? Digo la palabra así, porque por allá me está mirando Camila y la suavizo un poquito. Y me dice Julio: si no te preocupes: ahora también.

(Risas) Bueno,  vamos a tratar de acelerar este racconto.

Año 1924 Vista del Muelle

La plaza Colón

En 1890 con motivo del cuarto centenario, se hace la Plaza Colón donde había una cantidad de ranchos a este momento junto a la ribera que empiezan a desaparecer después  cuando se hace el muelle. Y así se enalta el terreno seguramente para preservarlo de las crecientes.  Porque la Plaza Colón antes era mucho más alta, pero cuando se eleva todo el terreno circundante al hacer la costanera, adquiere la altura actual; perdió un  metro y medio. Pero antes había que mirarla de abajo para arriba. Se plantaron las casuarinas, no tenía la balaustrada. Ésta recién se hace a partir de 1928; contaba don Lote Heredia (Teodoro) cómo ensamblaban esas piedras. Algún  día deténganse a observar que son piedras labradas, están unidas unas con otras con una pequeña línea de cemento portland que se importaba en barricas y trabajadas por pedreros labradores. Parece que costó tanto esa mano de obra,  que según mi tía Angelita (Martinolich de Rivas) le decían “la Plaza de Oro”.

Plaza Colón (Esquina San Lorenzo y  Concordia)

Remodelación del puerto 

En 1894 hay otra gran remodelación del puerto de Gualeguaychú que consistió fundamentalmente en enaltar el viejo muelle de piedra de 1863, y además, adosarle el muelle  de madera. Tenía la característica que en la parte de la curva donde se dobla hacia el Munilla, no era en forma de rectas quebradas como ahora, sino una línea perfectamente curva, lo que van apreciar en las fotos de la expo. La empresa que hizo esta obra era del señor Augusto Joray, quien después se quedó a vivir en Gualeguaychú. Tenía una gran experiencia. A punto tal, que antes hizo distintos puentes ferroviarios en la provincia ya que trabajaba para la empresa de ferrocarriles. Como por ejemplo, el puente de Gualeguay, el de Villaguay, etc. muchas obras. Era una  empresa  importante ¿Y por qué marco lo de Augusto Joray? Primero, porque era el padre de mi querida maestra de primer grado inferior Blanca Joray de Grané. Y segundo porque era el abuelo del Negro Grané que por ahí debe estar, así que Negro ponete contento que nos acordamos del pariente. 

De 1898 data un proyecto del Dr. Emilio Marchini que fue también Intendente de Gualeguaychú que no se ejecutó en lo inmediato pero cuando se realizó, se hicieron muchas obras. Las que administraba una Comisión de Vecinos que se encargaba de distribuir esos fondos. Ahí andaban, por ejemplo, Manuel Magnasco, Nicolás Mendaro, Francisco Cabilla, en fin,  vecinos caracterizados del puerto que administraban esos fondos para poder completar las obras del puerto. 

Vista general del muelle del Puerto de Gualeguaychú

En  1904 hay otra importante obra múltiple, no propiamente en el puerto, sino en distintas partes del río: por ejemplo, extraer del cause del río alguno lechos de piedra en su fondo, que lo hacían poco navegables. Para eso utilizaban unas máquinas que se llamaban desrocadoras. Y entonces con esas desrocadoras abrieron los pasos de las canteras de piedra que estaban al frigorífico. Y fundamentalmente el Paso Martín  Chico. Y más cerca de la Boca el Paso La Guardia. Todo eso permitió esa canalización, dragado, y la obra fue muy integral y fundamentalmente la parte principal de los trabajos, fue la construcción de las escolleras en la desembocadura del río Gualeguaychú 

¿Qué función tienen las escolleras? que una vez que se draga, esa contención impide que el barro o la arena avancen y no tape nuevamente lo que se ha dragado. Es decir, se trata de una escollera de contención. En esta obra trabajó el ingeniero Emilio Massera padre de nuestra querida directora de coro que tantas veces ha ocupado este Salón; Alicia Massera de Bértora. De paso le digo que la familia Bértora es también originaria del puerto. 

1904 fue un gran paso porque  a partir de ahí aumentó el porte de los barcos que podían entrar a Gualeguaychú al tener canalizada la entrada con la señalización correspondiente, las boyas y el resto del dragado. Según algunas publicaciones de don Cayetano Magallán, entre 1915 y 1920 se hace volar el islote Ubajay que estaba enfrente a la punta de la isla frente  al chalet de Rossi. 

En esa punta de la isla donde termina el puerto por el Norte, había un islote y casi que se podía cruzar el río a pie, es decir que taponaba el cauce del río. Hasta entonces, el caudal principal fluía por lo que ahora conocemos como meandro Tomás de Rocamora, que se inicia en el Club Náutico. Por eso al canalizarse el cauce principal del río, el caudal principal transita fuera del ese meandro que bordea la isla. Y por eso cada año, éste va perdiendo profundidad en la parte cercana al Camino de la Costa (Arroyo de la Lechería). Es porque se va taponando. 

Decíamos entonces, que se hizo volar el islote Ubajay que permitía el cruce  a pie desde la costa a la punta de la isla. A punto tal, que cuando se hacían romerías en la isla, sea por algún particular pero fundamentalmente las que organizaban las sociedades de Beneficencia y de la Caridad, con sólo poner dos o tres botes se armaba un puente y la gente cruzaba a pie a las romerías de la isla. Ese islote Ubajay que también lo van a ver esta foto, desaparece en esa época seguramente del 12 o el 13 en adelante.

El Puente y el Parque:

En 1928 se inicia la obra del puente como obra nacional. Integrante. Obra de enlace de la ruta nacional 14. En 1928 arranca cuando todavía era presidente Hipólito Yrigoyen. Y se inaugura en junio de 1931. En 1922 don Saturnino Unzué, en representación de sus hermanas, había donado 115 hectáreas de  parque que hoy llevan su nombre el parque Saturnino Unzué pero resulta que de 1922 a 1930 habían pasado 8 años y el parque la  donación como tal peligraba porque  corría el riesgo de ser revocada por no afectarse al uso para lo cual se había hecho la donación que era para solar y esparcimiento del público de Gualeguaychú. Y  recién cuando se hizo el puente intendencia de don Bernardo L. Peyret por una comisión  que integraban entre otros, Manuel Pesado, Amilcar Avigliani y entonces recién después de habilitarse el puente, el parque empieza a activarse. Por eso podemos decir que el puente salvó al parque. Porque quién sabe que hubiera pasado, si no hubiera habido esa habilitación. Hasta ese entonces  se cruzaba en tres balsas la demás acá que desembocaba en el Náutico era la de Joaquín Gorosterrazú, que trabajaba para El Potrero. En el medio estaba la de Miguel Izzeta y más allá, donde ahora l está el puente, a de Bonzón. Eran  las tres balsas que unían la ciudad con el parque.

Puente "Claudio Méndez Casariego" (Antes: H. Yrigoyen- 6 de Septiembre - La Balsa) 

La gran remodelación. La costanera.

En 1935 viene el gran paquete de obras del Ingeniero Juan Francisco Morrogh Bernard que con mucha habilidad él proyectó. Fundamentalmente las obras portuarias, porque consideraba que eran de interés estratégico para la Nación y para el comercio de esta zona habilitar y tener en condiciones el puerto de Gualeguaychú. Por eso las obras  de aquel paquete  del legislador Juan Francisco Morrogh Bernard  era la realización del puerto, el muelle, los galpones que se hicieron en aquel momento y con motivo del puerto le agrega como obras complementarias, y ahí está la habilidad del legislador, la pavimentación de la calle Del Valle antiguamente del Tonelero o La Paz, y toda la costanera, como obra de contención para la ciudad. Posiblemente sea esta la obra más grande que se ha hecho en la historia de Gualeguaychú. 

También el proyecto abarcaba La Urquiza al Oeste para vincular el  puerto con la ruta a Buenos Aires  que ya estaba habilitada desde 1933. Es decir,  que todo ese paquete de obras que cambian la fisonomía del puerto fundamentalmente la costanera  que provocan la demolición del astillero de Giusto, el de Izetta todo lo que había ahí. El Yatch Club, muchísimas propiedades particulares. Así se concreta esa gran obra que, como siempre me decía mi amigo Atilio Della Chiesa, era una obra para 100 años más adelante. Y efectivamente, uno ve semejante mole como es la costanera, frente al villorio que era Gualeguaychú en aquel momento, en que no llegábamos a 30 mil  habitantes. Y entonces se dan cuenta de la dimensión, en términos relativos. La costanera  fue dirigida por don Antonio Gallino. Su padre don José Gallino había intervenido en las obras de remodelación del puerto hechas a principio de siglo. Es decir,  que su hijo después viene como director de obras de la costanera. 

Y ahí entre los capataces que se recuerdan estaban don Antonio Farabello, Sebastián Zanitti, Bastián –como le decían- y don Antonio Pordenó. Que a don Antonio Pordenó lo  conocí por la relación que tenía con mi padre. Y entre otros muchos  que vinieron a trabajar a la costanera estaba el padre de Voyko Gasparovic: Don Francisco  que, como todo croata se especializaba en obras de construcción. Con él había venido otro croata, don Francisco Clurcic, pero que después le cambiaron el apellido por Curleich yo era compañero de Chelita Curleich que también eran del puerto vivían en calle Caseros y Concordia. Otro fue, Olivo Lucardi el  padre  de todos los Lucardi que conocemos: Danilo, Mario, Alfredo. La parte que hacían Lucardi, Clurcich y otros, que se especializaban en la parte metalúrgica de los moldes de hormigón, el que se traía a granel hasta el puerto de Concepción del Uruguay  ahí lo fraccionaban en bolsas y así llegaba a  Gualeguaychú. 

Ustedes dirán ¿pero cómo se enaltó la costanera? en las fotos  van a ver que era todo un bajo empezaba ya en calle Caseros el declive llegaba hasta que llegaba al río. Y ahora uno ve semejante altura ahí por sobre el nivel anterior. Todo eso se hizo refulando tierra y arena del río Gualeguaychú. Se  trajo una draga especial del Ministerio de Obras Públicas especial para este trabajo parte de otras máquinas martinetes, etc. que eran toda novedad en Gualeguaychú. la  draga se llamaba M 19 ¡pobre draga!... con nombre de guerrilla colombiana (risas). Esa draga hizo todo el trabajo de refular y con lo extraído, levantar el nivel del terreno en la costanera. Trabajaron 500 obreros en esa obra. Y tiene una singularidad que llama la atención a los que vienen a Gualeguaychú: dicen que es esta la ciudad de los dos obeliscos porque  generalmente se ve un solo obelisco, como el de Buenos Aires y muchos otros en el mundo. Pero acá hay dos obeliscos Además se hicieron en esa etapa los galpones del puerto. 

El padre Pedro Blasón, rápido  como era, pidió una colaboración a  la empresa para que con alguna partecita disponible, le ayudaran a terminar la casa parroquial.  No se olviden que el padre Blasón  fue párroco de san José desde el 1915 hasta 1961, más de 45 años. Y tan habilidoso era, que cuando en 1927 fue a la inauguración del órgano a la Basílica de Concepción del Uruguay preguntó quién lo había instalado. Era un señor italiano; pues se lo trajo acá y no solamente le hizo armar el  órgano acá  que ahora se va a poner nuevamente en funcionamiento, sino que ese señor italiano se quedó a vivir definitivamente en Gualeguaychú. Me  estoy refiriendo a don Enrico Vercelli. Así era de habilidoso el padre Blasón que ahora lo vamos a ver en otro orden. 

Bueno, el río como les dije al principio, era importante en la vida de Gualeguaychú y la gente concurría al río pero lo que no se acostumbraba, era bañarse en el río. Y es más: la mayor parte de la población no sabía nadar. Uno de los pioneros -y esto lo destaca Enrique Piaggio en Evocaciones del Ayer- en enseñar a nadar a los gualeguaychuenses allá por 1925 era el Lobo Pérez. Lo hacía en la parte de la isla que da frente al parque chico. El Lobo Pérez fue uno de los primeros nadadores  destacados. Les voy a decir sobre algunos otros. Por entonces la gente iba al río a pescar, a tomar sol en la playa pero sin bañarse y eran muy comunes los picnics. Se iban de picnics al parque; a veces se hacía excursiones no solamente a Fray Bentos, sino también era  muy típico hacer excursiones, por ejemplo, en el Laurencena, al arroyo La Capilla a pasar el día. 

Iban varias familias de Gualeguaychú; ese era su contacto con el río. Es decir,  que recién cuando se hace el puente, cuando se habilita el parque porque a partir del año 31  éste empieza a embellecerse. Fueron fundamentales las dos concesiones: el Club Náutico se funda en 1931 y el Neptunia en 1935. Todo el resto del parque  colaboró muchísimo don Enrique Betolaza; él instaló una red de parlantes, el primer trampolín también lo hizo Betolaza. Y después vienen las épocas de oro, cuando el Club Racing recibe la concesión del predio que actualmente ocupa Central Entrerriano, que después pasó por Independiente, pero la primer concesión se la otorgó al Club Racing en 1939 que lo celebró con la llegada de la primera división de Racing de Avellaneda. Cuando llegaron acá en El Luna fue uno de los grandes  acontecimientos del puerto. En Racing  se hacían grandes espectáculos, grandes bailes. Y dos músicos  que venían a animar los bailes de Racing. Dos de aquellos artistas que tuvieron mucho éxito, Nicolás Trimani y Pedro Noda  para agradecerle a Gualeguaychú  le dejaron ese hermoso vals que todavía  se canta y que es nuestro himno lugareño. 

Después  vienen los bailes de El Lusera, las carreras de auto del Neptunia, club que en  1946 lo trajo a Francisco Canaro a un  baile en el parque. Traía un joven pianista que no se si tendría 15 o 16 años: Marianito Mores. Bueno, todo eso era la vida del parque en aquel especial momento. Después  el Club Neptunia fundamentalmente, y el Náutico también, empiezan la práctica de la natación. Vean este detalle: ¿por qué la gente no sabía nadar? Bueno, porque no se acostumbraba y aparte, porque no había colonias que lo enseñaran. La primera colonia que se hizo en Gualeguaychú, esto es más reciente, es de 1967 por iniciativa de alguien que está presente acá que es el Dr. Germán Duboscq. Él era por entonces presidente del Neptunia  esa fue la primer colonia que se hizo en Gualeguaychú y a partir de ahí mucha gente empezó a aprender a nadar y ahora sí disfrutan del río, como de la propia Costanera. 

Ustedes saben que la Costanera durante mucho tiempo solamente se usaba para ir a pasear los domingos. Pero de noche no tenía la vida nocturna que tiene ahora. Y entonces por vía de algunos visionarios como Adolfo Dacal y fundamentalmente Alberto Bahillo cuando dijo: voy a poner heladería acá, todo el mundo decía pero este tipo está  loco. Bueno,  efectivamente ellos tuvieron visión y ahora todos  se vuelcan a la Costanera  y al puerto  en la noche  de Gualeguaychú. 

La isla que entre sus primeros dueños tuvo al general Urquiza. También  un señor Rosendo Fraga por eso se llamó isla de Fraga en algún momento fue también de Dolores Costa la viuda de Urquiza, después fue de don Saturnino Zuloaga, de un Cnel. Díaz Olivera que fue el primer presidente de Club Tiro Federal en 1920 . Y precisamente ese año le escritura la isla, pero se la había vendido tres años antes a don Horacio Rébori, que a la vez en 1940 la lotea. Pero antes de lotearla Rébori le regala un lote a su amigo el doctor Emilio Piaggio -pariente mío - por línea materna que era profesor en La Plata y el otro lote que estaba bien  enfrente que desemboca a la calle Del Valle que se llamaba Peñón del Puerto se lo regala a su amiga y colega en el colegio que era María Eloisa de Elía. 

Ella levanta ahí el Castillo. María Eloisa de Elía era una mujer de una cultura envidiable y este instituto atesora una contribución muy importante que después de su muerte trajo su hermana Matilde. Hace unos años con Ruly Duboscq y Mario Fischer fuimos a Bs As a escuchar una conferencia en la Asociación Entrerriana a los 103 años y murió a los 107 que es la madre del célebre médico Poli Etchegoyen

María Eloisa dibujó un Castillo, jugó con los volúmenes, le dio una forma armoniosa, estudió la orientación de los vientos. Fíjense cuando lo observen, la torre del Castillo está facetada como si le hubieran cortado a cuchillo hacia el lado que da al oeste. Ella  le dijo al constructor David Angelini mostrándole el dibujo: quiero que me construya esto. Y bueno, David Angelini que había trabajado en las obras del Frigorífico Gualeguaychú hizo ese Castillo que es un emblema y una de las postales ribereñas de Gualeguaychú. Lo hizo  a fines de la década del 20 y cuando no aún estaba pavimentada la Avenida Del Valle, todo era más bajo y no estaba el muelle actual. Por eso el Castillo se veía en su plenitud desde muchas cuadras cuando uno venía por Del Valle. 

Ahora, se ve solamente la mitad superior por el enaltado que se hizo. Don "Lote" Heredia recordaba que cuando el parque todavía no estaba habilitado, había un señor que se encargaba (seguramente algún empleado de Unzué) de ir y cerrar la tranquera, que era de apellido Palacios y le decían Cara y Media. 

El puente cuando  se elevaba lo hacía un italiano Cristóforo Ferreira y a don Cristóforo -sin saber eso- lo viene a conocer en sus últimos años porque  venía siempre a la Plaza San Martín, él vivía ahí en calle San José a media cuadra de la Plaza pero ahora recién me vengo a enterar que ese don Cristóforo Ferreira era el encargado de levar el puente. Porque claro, en aquellos años los cargueros a vela por causa de sus mástiles, tenían que necesariamente levantar el puente para poder pasar con sus cargas. 

En 1916 llega el guinche y fíjense es de origen inglés todavía tiene la placa original Smith & Sons que en inglés significa algo así como "Pérez e Hijos". En el año 1948 se hace cargo el guinchero más emblemático que conoció el puerto de Gualeguaychú  que era don Pedro Forti. No era de acá. Era oriundo de Luján, venía con su señora Teresa Donadío, llegaron a esta ciudad un 16 de abril de 1932 como empleado de la aduana porque el puente en aquel momento pertenecía a la aduana. Y entonces en el año 1948 cuando se jubila el guinchero viejo, don Pedro le dice a su jefe que él quería hacerse cargo del guinche.  Y le dice "vos sos loco te vas a morir de frío en el invierno y de calor en el verano"; aparte el guinche era con caldera a vapor. No yo quiero igual,  le dijo. Y por su cuenta don Pedro se había hecho un curso de calderería en Concepción del Uruguay, se iba a la estación a estudiar el tema con las máquinas de ferrocarril. Así que cuando quisieron acordar no había motivo para no nombrarlo: tenía su habilitación y desde 1948 el guinchero fue don Pedro Forti el padre de Chicha Del Valle. Don Pedro  estuvo ahí hasta que se jubiló. No sabía nada, me lo contó Chicha, que en algún momento lo estuvieron por echar y la persona que intercedió para  que no lo echaran fue mi padre Andres R. Rivas. Y después al jubilarse, otro guinchero lo sucedió. Trabajaba en Obras Públicas, a quien, todos los conocimos como uno de los clásicos cloaquistas de  Gualeguaychú: Pedro Borro. Pedro Borro tenia una característica que además de la función de guinchero cumplía una labor adicional que era de orientar los pescadores: "no hermano ahí no hay pique correte más allá", les gritaba desde arriba del guinche. 

Si,  estamos un poco atrasados, porque recién estamos saliendo de "Martín Chico" y por llegar al "Arroyo del Cura" así que vamos a adelantar un poquito. 

Los vapores

Vamos a hablar de los vapores que venían acá  a Gualeguaychú  el primer vapor que tocó el puerto de Gualeguaychú fue  El Progreso, que era un vapor uruguayo. Y por ser un vapor uruguayo  y un viaje inaugural el que hacía, acá no se sabía lo que era un vapor y de hecho le tenían miedo. 

La gente no se animaba. les parecía que era una cosa peligrosa que iba a reventar la caldera, vino el entonces presidente uruguayo Juan Francisco Giró en 1852. Lamentablemente, a Juan Francisco, al año siguiente lo depuso una revolución y lo sucedió el general Venancio Flores que dicho sea de paso era muy amigo de don Manuel Magnasco y después les voy a contar otras cosas. 

Los vapores clásicos que venían por acá era El Cosmos por ejemplo, que por mucho tiempo lo tuvo como capitán a don Benito Magnasco, padre de Osvaldo. El Eras fue el primer vapor de Gualeguaychú llegó acá el 6 de abril de 1864 armado por una sociedad que se llamaba Sociedad Naviera Gualeguaychú que  integraban entre otros Domingo Garbino, Juan Cinto, Jacobo Spangenberg, Manuel Magnasco, Tomas Mengies. El vapor no  pudo entrar en el tiempo previsto porque en esa época no estaban las obras que se hacen 40 años después, en 1904, se estuvo una semana esperando que hubiera agua para poder ingresar y llegó acá a Gualeguaychú ese día triunfal: de 6 de abril de 1864. Fue una de las grandes jornadas festivas del puerto. 

Hubo un cañonazo para anunciar el  anuncio de la llegada del barco. Así  que todo el pueblo escuchó el cañonazo. En aquella época el pueblo era silencioso y el cañonazo se escuchaba en todos lados concurrió masivamente. Dice Enrique Piaggio que el pueblo entero se volcó al puerto para recibir al Eras que traía como capitán a don Benito Magnasco y como comisario de abordo a alguien que nosotros conocíamos como periodista don Honoré Roustán. 

Después  tenemos los vapores de Domingo Garbino iba a haber un panel especial dedicado a él. Todos los vapores suyos tenían luego del nombre, la letra “G” de Garbino. El Oriente G, por ejemplo, a palas; el Emma G no era vapor, era a vela. Los demás vapores ya excediendo los de Garbino eran: el Daimán, que durante mucho tiempo fue capitaneado por Luis Murature, el Saturno y el Júpiter que también ahí  en algún momento lo tuvieron como capitán a don Benito Magnasco aunque el barco clásico de él, por el que más se lo recuerda, es el Olimpo. Que creo que fue el último que condujo. También el Sílex; ahí van a ver las propagandas de las salidas de estos vapores cuyos boletos se vendían en las agencias pero también “en la fonda de fulano”, “en el almacén de fulano”, lo van a ver en los avisos.  

El Yerba, el Tritón, el Pingo que también era a pala, el Golondrina que después cambió de nombre y se llamó Viena. El  Luna del cual vamos a hablar ahora y finalmente el Nicolás Ambrossoni que fue el que trajo la Virgen de Fátima. El Sílex hacía sus transferencias en el puerto de  Fray Bentos para los que hacían los viajes y tomaban después los buques de la carrera era un pequeño vaporcito que se llamaba Cometa, nombre típicamente Argentino. (risas). Otro de los integrantes de la sociedad era don Apolinario Benítez que acá se lo recordó hace unos años cuando se habló del tema de los Bancos. 

Vapor Luna en Gualeguaychú
El El Luna tenía unos 40 metros de eslora, cuatro camarotes, salón comedor y una gran toldilla. 

El Luna en el que “estamos viajando” fue el último vapor, el más emblemático, el que hegemonizó el transporte de pasajeros en la parte más hermosa como les acabo de decir, toda la década del 40 principios del 50. Fue votado en Liverpool en 1889 y ya para 1894 lo compra aquel gran empresario argentino pero de origen croata don Nicolás Mihanovich así que para fines de siglo ya el vaporcito Luna estaba circulando por esa zona aunque no se si necesariamente en Gualeguaychú pero seguramente en el Río de la Plata en viajes a Montevideo. 

En el año 1933 se transforma de vapor a motonave. Es decir, con motores de combustión interna con lo cual perdió una gran condición que era la serenidad. Se hizo barco trepidador, característica que no tenía cuando era vapor; igual siguió funcionando muchos años más.  El Luna tenía unos 40 metros de eslora, cuatro camarotes, salón comedor y una gran toldilla. En épocas de verano se viajaba arriba; era hermoso ver la salida del Luna a las 9 de la noche porque tenía esa condición: hacía viaje nocturno. De manera que al pasajero le rendía, porque llegaba a Buenos Aires temprano, hacía todos sus trámites y aprovechaba el día completo por eso que en algún momento, esto lo contaba Quico Gómez. 

Quico fue durante muchos años el empleado de la Agencia Marítima Rivas de mi tío Calengo y él me contaba que en algún momento quisieron poner vapores diurnos, pero no tuvieron éxito porque la gente prefería viajar de noche. Esa era una de las fiestas del puerto. El pueblo era una fiesta se denomina esta exposición. ¿Cuál era? Ir a ver la salida del Luna, Viena en su momento o el Pingo anteriormente.  Aunque uno no viajara era hermoso ir y ver todo el movimiento el bullicio de pasajeros, los changarines, la carga de los equipajes, las despedidas, visitas a tierra, pegaba por ahí el grito el capitán como los que estaban despidiéndose, había que bajar a tierra porque  zarpaba el barco. Su capitán Luis Banini era muy estricto con los horarios. Una vuelta pegó la primera pitada y el barco ya estaba saliendo y el comisario de abordo que era Chiche Albónico no había podido subir y tuvo que saltar un metro en el agua porque se había entretenido despidiéndose de una novia. Bueno, estaba justificado. 

En el Luna trabajaba mucha gente conocida y querida por todos por ejemplo el maquinista fue don Cayetano Magallán un gran vecino del puerto que además hizo una contribución importante a la historia del puerto, a través de esas publicaciones que habrán leído con el seudónimo “Yo soy del 13”. Bueno, precisamente ese era Cayetano Magallán que había hecho su carrera en la prefectura y al jubilarse se empleó como maquinista del Luna. Después tuvo una gran actividad en toda la comunidad de acá de Gualeguaychú fue representante de la Municipalidad en la Corporación del Desarrollo cambiaban los gobiernos pero don Cayetano Magallán siempre era el representante de la Municipalidad por la confianza que se le tenía. Muy  amigo de don Carlos Bibé que era otro vecino del puerto. 

Ahora les voy a contar algunas cosas de los Bibé. El que lo sucedió como capitán del Luna fue otra figura muy querida de acá de Gualeguaychú que era Pepe Cordiviola. También  trabajaban ahí Roberto Fernández que pudo haber sido mi tío lamentablemente no se dio, porque noviaba con mi tía Felisa. Noviazgo de viejos no lo concretaron pero pudo haber sido mi tío, los muchachos Muñoz, Caballero, los otros Albónico. Conrado Muñoz después fue capitán de la lancha Carapachay cuando ya la tenía el Negro Méndez (Carlos). 

En este momento ya estamos llegando al corte. Es decir, que hemos adelantado bastante vamos a ingresar al corte inaugurado en 1937 cuando vino el Presidente Justo. 

Digamos que las empresas navieras la primera la más antigua que se recuerda era la de Leal y Cordero. Después  estaba La Salteña de Juan Casacuberta Santiago Vals, después tuvo su agencia Luis Murature aparte de haber sido capitán de barco. La Sociedad Naviera Gualeguaychú no era una agencia pero era una sociedad armadora. También debemos aclarar algo sobre que lo que nosotros conocimos como Agencia Cabilla; don Francisco Cabilla que fue el fundador de la empresa familiar. Era uruguayo de origen e inició una empresa naviera que llegó a ser importante. Fíjense los nombres de sus barcos: Res Non Verba; en latín: Hechos no palabras; Fuerza del Destino  y la Panchita que si la llamaban a su hija más chiquita. 

Cuando vean en la exposición la foto de la familia Cabilla, van a ver una nenita que está adelante de todos; era Panchita. Y le sucedió su hijo Marcelo Américo (se lo conocía por su segundo nombre) que en principio puso el almacén que también van a ver la foto. Que después se convirtió en la clásica Agencia Cabilla,  que estaba en la esquina de calle San Lorenzo y Concordia haciendo cruz a la Plaza Colón donde ahora ahora no venden pasajes pero venden pizzas (risas). La casa se conserva pegado a la que fue de don Antonio Borro la casita de las dos escaleras y sobre ello también le vamos  a comentar algunas cosas. De esto deriva la Agencia Marítima Cabilla hermanos. Américo Cabilla muere muy joven muere a los 48 años me contaba su nieta Cristina Martínez Cabilla de Nísero

Fue una nota muy hermosa la entrevista con Tina, porque mientras nosotros conversábamos, sus hijos Pablo y Gustavo nos filmaban y después lo subieron a Facebook. Antes de saberlo por ella, me imaginaba que Américo Cabilla debía haber muerto muy joven porque  toda la vida la agencia la conocimos como de Leonor U. de Cabilla.  Es decir,  su viuda que le tocó afrontar eso era doña Leonor Ugarte de Cavilla. La agencia Cavilla arrancó en 1918 y fue una de las últimas en cerrar allá por 1967. 

Y poco tiempo después cierra la Agencia Rivas. Así que la última agencia en cerrar fue la de Calengo (Carlos) Rivas. Ahí había un reparto de funciones entre las agencia. La de Rivas atendía la compañía Mihanovich que después la compró Alberto Dodero. Y en 1949 se estatiza y termina siendo pasando a la Flota Fluvial Argentina  o  empresa EFFDEA (Empresa Flota Fluvial del Estado argentino). Y la Agencia Cabilla que seguía teniendo barcos propios como el Aicó, Halcón y Sol Argentino, pero también representaba para otras empresas navieras particulares. 

Sobre la clientela de las agencias, contaba Quico Gómez como una de las anécdotas, que en una oportunidad tuvieron que cargar las 1200 toneladas de un circo que se iba de acá a Montevideo. Lo que más les costó cargar era el hipopótamo que iba en una especie de pileta que finalmente tuvieron que vaciar, para poder cargar el hipopótamo. Bueno, muchas cosas me contaba Quico Gómez sobre aquel mundillo portuario. 

Tuve otra larga conversación con mi primo el Negro (Carlos Adalberto Rivas) que está acá presente. Ese bullicioso mundillo de los estibadores, los carros, de los camiones, en la época de la cosecha. Algunos dicen que la cola de carros, camiones y hasta tumberos, chatas rusas, todo tipo de vehículos para traer la cosecha, a veces llegaba hasta calle Mitre y otros hasta calle Pellegrini. En algunas oportunidades había una doble fila porque había otra también por calle Buenos Aires y también por calle Alem. Todo eso convergía en el puerto con el bullicio de los carros, los gritos de los estibadores, los marineros, la sirena de los barcos, esa era la verdadera fiesta del puerto que seguramente inspiró a Fabián Magnotta cuando le puso el título a esa nota de la que se ha tomado el nombre de esta exposición. 

También navegaba en la zona otro barco de carga muy característico en los años 30; era el de Don Mateo Flejas. Me decía una de las descendientes de don Mateo (también su nieto Alberto me dio mucha información) que en principio, dado que él era de origen mayorquí el apellido era Fleisa, algo así, y lo convirtieron por Flejas. Él tenía un barco que se llama Congo que tenía un popa redonda, muy especial que van a ver también en las fotos. Y que hacía viajes por toda la zona del Uruguay. Trabajó mucho para Saturnino Unzué y viajaba por toda esta zona. De Don Mateo Flejas van a ver en la vitrina, su habilitación como capitán.

Después, entre otros buques menores, tenemos los de Pablo Bendrich: la Siempre Oliva, el Irupé, después el Gobernador Laurencena, la Jilguero Segunda, la Carapachay que la trajo también Pablo Bendrich. Casi todos creen que la Carapachay la trajo el Negro Méndez. No: la trajo él, Bendrich en 1947. También ahí van a ver la foto y más cerca en el tiempo de aquel barco frutero que era pintura barnizado una maravilla que era El Sueño de Amor V de los hermanos Anglada  Horacio, Héctor y Orlando. El Ana Catalina de nuestro padre Andrés R. Rivas, que lo usaba para transportar leña. Lo van a ver en alguna nota de Enrique Correa Y el “último mohicano” de los barquitos que vinieron a Gualeguaychú cuando el puerto ya languidecía, era el Triunfador de Jorge Burunov, que tenía un motor Lister de dos cilindros. Jorge todavía vive, en Nuevo Berlín, tiene 85 años. Otras agencias: La Platense de José Gavazzo, La Nacional de Carmelo Gavazzo, Mensajerías Fluviales del Plata de don Juan Bagalciaga. Francisco Gavazzo tenía una agencia que se llamaba Ánimo e FIDE, en latín, también la de don Francisco Babuglia tenía agencia y un almacén que se llamaba La Pava Verde. Otras empresas menores: lancha La Juanita que hacía los viajes a Fray Bentos antes de la Carapachay. 

Los capitanes     

Entre los capitanes, en primer lugar cabe recordar a don Benito Magnasco padre del héroe epónimo que le da nombre a esta casa (Osvaldo). Había sido nacido en Portofino, Italia, en 1833. Vino al país en 1845 y se afincó en Gualeguaychú  en 1850, en Bolívar 511, casi Mitre ahora hay allí un apart-hotel y está la placa recordatoria. En  esa casa nació Magnasco. En algún momento tenía una confusión sobre el lugar donde había estado el rancho de Magnasco en Chalup y Bolivar, haciendo cruz a la terminal vieja. Pero el que vivía ahí era su hermano Manuel Magnasco casado con Benedita Gotuzzo. El capitán Benito Magnasco debe haber sido en aquella época el vecino de Gualeguaychú con mayores vinculaciones en el resto del país, a altísimos niveles. Él era muy conocido y de mucho prestigio en el Río de la Plata y amigo de Bartolomé Mitre. Tan amigo, que muchas veces él se jugó participando en batallas a favor de Mitre. En la revolución de 1874 le pusieron a cargo el vapor Montevideo y para esa gesta le cambiaron de nombre y le pusieron General Rivas. A ver si todavía terminamos parientes (risas). Seguramente se habrá referido al General Ignacio Rivas que intervino en la batalla La Verde y en algún momento en las época bravas para Mitre le hizo la gran gauchada de pasarlo en su barco a Montevideo. Por eso la gran amistad que él tenía con el General Mitre. Manuel Magnasco era hermano de Benito y también era capitán de barco. Tenía la goleta  Vences, navegaba además en la Manuelita, la Gualeyana, el Minerva. Era muy amigo del General Venancio Flores, uruguayo.  Por las luchas intestinas en el Uruguay, se había  refugiado en Gualeguaychú en su casa. Y como agradecimiento por la hospitalidad, le regala a Manuel su escritorio.  Y ese escritorio después lo llevó a su tierra pero fue devuelvo a nuestro país. Lamentablemente fue al Museo Nacional de Buenos Aires  pero ese escritorio tendría que estar acá y en el Instituto Magnasco. Otro capitan fue el primer Clavarino que vino a Gualeguaychú a mediados de aquel siglo también fue marino. Luis Clavarino fue uno de los que más bregó por la remodelación del puerto, 20 gestiones hizo, hasta que al fin lo consiguió. Otro es Luis Murature propietario de la goleta Vences. Otros capitanes: por ejemplo, Wascaisovich  capitán del vapor Río de la Plata, el cap Morse, uruguayo, del Villa de Salto. Windsdale del Yerba. El Yerba era un vaporcito al que habían fabricado especialmente de poco calado para que pudieran navegar en estos ríos. Y ahí hay una anécdota:  en 1877 el Yerba se incendió totalmente en el puerto de Gualeguaychú y seguramente el guardia que estaba esa noche se habrá olvidado de anotar la novedad. De ahí quedó el dicho: “no hay novedad en el puerto y se había incendiado el Yerba” .Pero  habrá que investigar si se quemó totalmente. Porque después aparece un vapor Yerba en 1890 cuando muere don Benito Magnasco. La causa remota de su muerte fue cuando auxilió a un marinero que estaba a punto de ahogarse. Él, ya con los años que tenía, casi 60, se colgó de la borda para que el marinero se agarrara de su pierna y se pudiera salvar. Después tuvo consecuencia en esa pierna. Tuvo primero una caída y en los meses siguientes se fue agravando hasta que murió. Cuando  trajeron los restos de don Benito Magnasco fue una de las jornadas tristes de Gualeguaychú y del puerto. En Bs As. lo  habían embalsamado llegó acá  un día de 1890. Previo trasbordo, llegó en el Yerba. Por eso, si éste se había quemado en 1877 ¿como podía ser que lo trajeran a Magnasco en 1890? salvo que hubieran “cambiado la cebadura” (risas) y se tratara de otro Yerba. Hay algunas coincidencias, como p. ej., el año en que llega el Eras, 1864, en abril es exactamente el mismo en que dos meses después, el 4 de julio, nace Osvaldo Magnasco acá en Gualeguaychú. Otros capitanes Pablo Bendrich su hermano José Bendrich, Atilio BottinoAníbal Buchardo, Arturo Raffart conocido como Pacheca; respecto de éste último muchas veces  uno los conoce por sobrenombre y recién se entera el nombre viendo esos libros. Ahí van a ver un interesante Libro de entrada y salida de buques de la Prefectura que gentileza del Jefe el señor Omar Alberto Vilanova que ha facilitado para su exhibición ese libro.  Otro, Don Juan Solari casado con Carolina Cabilla fue capitán del Golondrina que después se llamó Viena.

En la casa materna de los Piccini frente a la escuela Matheu donde vivió Juan Solari todavía están sus iniciales grabadas en los vidrios biselados. Y también Pepe Cordiviola ya mencionado como capitán del Luna.

Los astilleros

Ya estamos pasando por el paso La Guardia, estamos llegando a la Boca. El mas antiguo que se recuerda fue el astillero de Lubari casualmente de 1864, el mismo año que llega el vapor Eras a Gualeguaychú. Del siglo pasado, el de José Izetta que estaba en calle G. Méndez sobre la costa; lo  van a ver en las fotos a tres cuadras del de Lázaro Giusto, que estaba, antes de hacerse la costanera, donde desemboca la calle 25 de Mayo ahí donde está hoy el monumento a Urquiza. Don Lázaro Giusto  casado con doña Catalina Morena, lo inicia en 1906. La empresa de Giusto, continuada por sus hijos y nietos, luego abarcó otros rubros y por dos años no llegó al centenario; cerró definitivamente en 2004. En ese astillero, esto me lo contaba Víctor Hugo Giusto, don  Lázaro hizo  allí el primer buque-escuela de la Provincia. No era comparable a los buques escuela de la Armada, como las fragatas Sarmiento o Libertad, sino buques-aulas que se usaban mucho en Paranacito. El primer buque-aula de escuela primaria, se hizo en el astillero Giusto y durante mucho tiempo sirvió para educar chicos en la zona de Paranacito. Uno de sus hijos Eclio Giusto, que fue uno de los vecinos mas caracterizados, no ya del puerto sino de la ciudad, se hizo cargo del astillero que se había trasladado después de hacerse la costanera, a su nuevo emplazamiento: donde hoy está el emprendimiento turístico Guayrá de Olaechea. Allí se hizo la embarcación arenera ( extractora) Don Lázaro. Luego El Rápido y la Catalina Lázaro en recuerdo de los dos abuelos pero con la característica que la Catalina Lázaro  fue el primer barco en Entre Ríos que se hizo utilizando la soldadura eléctrica que en aquel momento era una novedad. También se construyó la arenera  Río Gualeguaychú; estuve en cuando la botaron en 1979. Su hermano Héctor Giusto lo continuó en el oficio pero se dedicó en forma independiente a construir canoas y también hacía reparaciones de buques. Recuerdo que cuando yo andaba por los 15 o16 años teníamos la lancha Titán.  En el Galpón de la calle Caseros de la familia Rivas se hacían las reparaciones de esa lancha y ahí aprendí con Héctor Giusto nociones de calafateo que  después en me fueron muy útiles en alguna oportunidad y tuvimos un accidente con la Titán. Hector era un gran constructor de canoas como también lo fue otro inmigrante croata: don Mateo Maretich que estaba en calle San Martín casi San Lorenzo. Pegado pegado a lo del Negro Luis Barreto que vivía en San Martín 260 donde actualmente reside Carmelo Muñoz. Era el gran botero: el Mono Barreto (Luis). Y después, Antonio Bonazola que  vivía ahí cerca de la escuela Matheu. Eran los tres grandes constructores de las canoas. Pero calafate, había uno solo: Pipo Leonardini vinculado a la familia Alarcón; la señora de Don Manuel Alarcón era hermana de Pipo.

Las grandes jornadas

Ya recordamos la llegada del vapor El Progreso, del Eras, la visita de Urquiza en 1869 en el vapor Daimán. Y aunque no lo dicen expresamente los textos por la época, se supone que posiblemente  el capitán que por aquella época lo haya traído a Urquiza en aquella visita triunfal a Gualeguaychú haya sido Luis Murature que comandaba por aquella época el Daimán. Para recibirlo en la ciudad se hicieron 10 arcos  triunfales. Estaba previsto un carruaje pero Urquiza prefirió ir a pie su casa. Era la casa construida en el terreno de don Cayetano Costa, su suegro, que actualmente ocupa el Banco Entre Ríos, ahí  tenía Urquiza su residencia. De a pie desde el puerto entre vítores,  salvas de aplausos, recorrió la ciudad parece  mentira, un año antes de su asesinato. En 1903 otra jornada festiva del puerto la llegada del Alferez José María Sobral el héroe de la Antártida después de haber pasado dos años como náufrago en la expedición del sueco Nordenskjöld y rescatado por la corbeta Uruguay. En el 29 de mayo de 1937 la llegada del presidente de la nación Agustín P. Justo. Era el presidente que venía a inaugurar todo ese paquete de obras proyectado por Morrogh Bernard. Increíble; el pueblo entero en el puerto. Lo van a ver la foto; llegó en el yate presidencial el Tecuara escoltado por dos barcos de la Marina  Argentina  y otras embarcaciones más que lo acompañaban. Vino con toda su comitiva, el Ministro Alvarado, estaba también presente el gobernador Eduardo Tibiletti, el don Pedro Jurado. Bueno, un gran recibimiento en el puerto. Hubo un banquete en el mismo puerto. Después recorrieron las obras se inauguró la Avenida Del Valle. Cuando se inauguró la Avenida Del Valle los vecinos hicieron un gran baile. Cerraron una cuadra para festejar que les habían pavimentado la calle. En la misma jornada se puso la piedra fundamental de lo que iba a ser el Asilo de Ancianos, actual Instituto Agrotécnico. También la pavimentación con hormigón de la calle Urquiza al Oeste, hecha como obra de acceso al puerto. Pero algo más que interesa recordar: desde allí la comitiva se vino a este lugar donde ahora estamos, para colocar la piedra fundamental de este edificio del Instituto Magnasco, que también fue una gestión del ingeniero Morrogh Bernard. En 1951 tiene otra jornada festiva del puerto que es la llegada de la Virgen de Fátima. La imagen de Virgen de Fátima fue una donación  la señora Amelia Cantini, condesa de Sorsnozki pero por encima de su título de nobleza acá la seguíamos conociendo como Tacuara Cantina. Una  vez cuando era juez, un célebre juez en Buenos Aires  don Horacio Rébori, el Loro fue ella a visitarlo y se anunció como condesa de Sorsnosky y el Loro dice dígale que espere. Tres o cuatro veces, hasta que ella le dice al empleado: mire él me conoce como Tacuara. Ah ¿era la tacuara? hágala pasar. Esos eran jueces. Entre las jornadas tristes, ya recordamos la llegada de los restos de Benito Magnasco y en 1959 la gran creciente y sobre todo, la llegada de los cadáveres de los que había muerto en el hundimiento de la draga el 16 de abril de 1959 lo que contaba Lote Heredia.

Fátima

Volviendo a la Virgen de Fátima, la imagen llegó en 1951 y fue traída desde  Parancito. Allá se la despidió con una misa oficiada por el Padre Pedro Blasón. Fue traída en el vapor Nicolás Ambrossoni. Primero recaló en Fray Bentos donde se hizo  una misa. Después llegó a Gualeguaychú, bajó en el puerto recorrió toda la Costanera y de ahí la procesión siguió por Avenida Luis N. Palma para llegar a la por entonces Parroquia San José. Estaban la  fanfarrias del Regimiento 3 de Caballería, las formaciones de todas las escuelas, el Ejército, surcaban el cielo escuadrillas de aviones que partían del Aero Club. Fue un acontecimiento apoteótico de toda la ciudad. Y en el medio de esa procesión iba  doña Celedonia Planchón de Ferreira que vivía ahí casualmente frente a la actual parroquia de Fátima. Su  marido tenía uno de esos colectivos- bañadera, que hacía viajes por toda la ciudad. Y entonces, por ahí Celedonia en plena procesión, siente que le tocan el hombro. 

Aclaremos que  cuando se construyó en el barrio del puerto la capilla se iba a llamar  Santa Elisa, ya vamos a llegar a eso. Entonces decía, le tocan el hombro y era el Padre Blasón, que le dijo: ¿no te gustaría que esta Virgen (que inicialmente estaba destinada para la parroquia San José) fuera para tu capilla? ¡Pero Padre – contesta ella-- si esta capilla tiene que llamarse Santa Elisa! Bueno, entonces le ponemos de Fátima y Santa Elisa. Y  así fue como la Virgen recibida en forma tan apoteótica por toda la ciudad en San José, fue a parar a la naciente capilla de Fátima hoy Parroquia. 

Los clubes del puerto

Pabellón argentino, era un club de fútbol ya desaparecido, cuya cancha estaba en un amplio terreno al que se llegaba por calle Caseros en su intersección con la actual Goldaracena. Su alma mater fue mi amigo Amador Urbano Fernández,  botero y pescador del que hablaremos enseguida. Otro fue, Dock Sud, fue fundado en 1943, su primera sede estuvo en calle Doello Jurado (ex Paraná), después en Caseros a media cuadra de dónde está actualmente donde ocupa casi media manzana. El Club de Pescadores fundado el 22 de febrero de  1949, cerca de dónde precisamente, tenían el cebadero ocasionado del frigorífico los pescadores de Gualeguaychú. Eclio Giusto les diseñó el banderín. Defensores del Puerto era un club más privado. Me contaba el Negro Rivas que en Defensores del Puerto el presidente era Julián Polo, secretario Julián Polo, vocal Julián Polo, y él lo llevaba adelante; Julián murió muy joven. O el Yatch Club, que antes de la costanera estaba sobre la costa a la altura de calle 25 de Mayo cerca el astillero Giusto. El presidente era Domingo Caravelli  Montero, dueño del  Molino Central en calle Tucumán, hoy Roca y Urqjuiza. El Club Águila que se funda en la isla. Actualmente  sigue siendo  un club portuario: está en calle Alem y 3 de Caballería, donde estuvo en una época la carpintería de don Pablo Duarte Taparica y después estuvo ahí el peluquero Stigliano. Pero se inició en la isla frente al puerto; practicaban pesca y otro tipo de deportes en el solar pegado al de Voyko Gasparovic. El Club de Pesca El Yacaré, que todavía  está allá al sur sobre el río, pasando el frigorífico hacia el Arroyo del Cura. Y Club Almirante Brown que integraban los miembros del personal de la Prefectura y también hizo fútbol. Accidentes, muertes en el río, ya les dije lo de la draga en 1959. El asesinato de Sansón: Un botero al que apodaban Loca Vieja lo llevaba a Fray  Bentos y seguramente detectó que iba con una suma importante, entonces lo mató, le robó la plata, lo fondeó pero al mes, el cadáver apareció. Me contaba Chicha Del  Valle que uno de los primeros que lo  tuvo bajo sospecha sin ser policía era nuestro abuelo don Andrés Antonio Rivas alias Macho Viejo cuando le dice: ¿no habrás sido vos Loca Vieja el que lo mataste?. Loca Vieja era González, y el apodo era porque  cuando tiraba un bochazo decía ¡ahí va esa loca vieja! Efectivamente, tuvo una falla de previsión, parece  que no lo pinchó lo suficiente, para que el cadáver no flotara. Y el cadáver flotó, pese al fondeadero que le había puesto  y así se descubrió el crimen. La misteriosa muerte de Blanca Sosa en el  Castillo o chalet de María Eloisa. Una muerte que nunca se develó; quedó archivada como suicidio. Pero siempre hubo versiones de que podría haber sido un asesinato, lo que nunca se pudo comprobar. El asesinato de Meco Delavault  en la década del 60, un crimen que nunca se aclaró. Y una muerte que lamentó muchísimo el puerto, pese a que era un humilde trabajador, fue la don Timoteo Gramajo. Él era encargado los maletines en el Luna. Y un día, cuando estaba cargando los maletines pisó mal, trastabilló y dio con la frente en la borda del Luna y murió en el acto. Fue una muerte muy lamentada en todo el puerto porque era muy querido. Si nos extendemos más cerca en el tiempo, tenemos otra en que se podría aplicar aquello de en casa de herrero cuchillo de palo: la de Cacho Macedonia. Uno de los mejores boteros de Gualeguaychú se ahogó ¡cruzando en canoa! La Tonta de Atilio Della Chiesa pero iba con unos vinos de más.

También se recuerda, aunque no era propiamente el puerto, una muerte en el  Río Gualeguaychú que conmovió a toda la ciudad fue en el año 1962 cuando Miguelito Moussou de 15 años, se accidentó en el Club Neptunia una caída, pisó en falso, no sabía que había un pilar sumergido. El golpe le interesó la médula. Entristeció al ámbito del río y  a toda la ciudad.

Los comercios del Puerto

Estamos ya en la correntina, vamos bien. Veamos los almacenes ultramarinos: como La Marina de don Juan Girardelli. Por ahí en algunos textos figura como el Marino. En el barrio se lo conocía como “lo Rapallo”. Porque la gente, eso me lo contaba Angelita Rivas, tenía la costumbre de nombrar a las familias de inmigrantes por su lugar de origen. Y entonces como los Girardelli eran de Rapallo, Italia eran los Rapallo y el negocio era “lo Rapallo” .Fíjense en Internet, gugleen “Rapallo” y van a ver lo que es Rapallo hoy un puerto turístico importantísimo en la Liguria italiana cerca de la Riviera dei Fiori, extraordinario. Ddon Juan Girardelli tenía casualmente su almacén donde ahora es la Parroquia de Fátima ¿Por qué “casualmente”? Porque los familiares de él a su muerte donaron toda la finca y lo que había sido el almacén para que ahí se levantara la parroquia de Fátima. Otro comercio era La Pava Tuerta de Francisco Babuglia. El almacén de don José Bonifacino, el de Francisco Cabilla  que ya citamos. El zapatero Navarro, el almacén de Alfredo Rébora,  en la cuadra de Tanicho. En la zona cercana a la Plaza Colón, había unos terrenos baldíos que pertenecían a la familia Magnasco. Se dice que ahí se hicieron los primeros remates de hacienda acá en Gualeguaychú, a cargo de la firma Ferrari y Vela. La panadería La Buenos Aires fundada por Francisco y Justino Martinolich pero que después la compra en 1948 Gregorio Blejer y la tuvo hasta 1966. Previamente había pasado por las manos de Alfredo Gelós y la terminó comprando un señor Liuzzi. Lástima que ahora le han cambiado de nombre se llama  panadería “del Puerto”. ¿Qué les hubiera costado mantener la tradición y seguirla llamando panadería La Buenos Aires?. Hablando de tradición, el Puerto la fisonomía, su arquitectura del Puerto ha cambiado muchísimo y diría que para mi gusto, se ha deteriorado.  Pero si hay una cuadra que se conserva casi intacta para cuando la recorran es Alem en la mano enfrente a la  Escuela Matheu. Esa cuadra está casi entera conservada, como en los años 40. Donde es hoy la plazoleta Italia antes de hacerse la costanera, estaba el Café Caza y Pesca de Don Daniel Risso. La  frutería de don Antonio Borro, en la  casita de la doble escalera donde todavía vive la familia Borro en Concordia frente a la Plaza Colón. Había uno de los Borro el Negro que muy buen jugador de billar. Y un día en el boliche en lo Tanicho, como se decía, había un marinero foráneo que también se consideraba bueno en billar. Entonces lo desafía al Negro Borro y éste le gana. Jugaban por era la vuelta, las copas para toda la gente que estaba ahí. Borro le ofrece gentilmente la revancha y el muchacho no se animaba porque le había ganado limpiamente. Bueno, le dice Borro, yo le voy a dar una ventaja: le voy a jugar el segundo partido pero tapándome un ojo. Y ahí nomás agarró la corbata del rengo Gavazzo y con ella se tapó el ojo. Le volvió a ganar la segunda vuelta de bebida. Lo aquel hombre nunca se enteró es que el Negro Borro ¡era tuerto y se había tapado el ojo de vidrio! (risas). Esa es habilidad portuaria. Otros clásicos fueron: “El kiosco” de Bendrich: la despensa de don Juan Razzetto,  donde antes había estado el almacén La Montañita de Benvenaste, en la esquina de Caseros y Del Valle, ángulo NE; también hubo un conventillo  por ahí y después el nafocio pasó a don Oscar Silvestre Risso, padre de Kuky Risso. O la Carbonería de Plaza, en Diamante ( 3 de caballería) y Borques. Padre de Hugo Plaza al que recordamos el año pasado  acá cuando hablamos de los músicos , como un gran baterista. Las soderías:  de Ricardo  Cabilla, actualmente de Almeida; la de Zonis también en Caseros, otra fue la de Casanova la de Finondo que después fue cervecería.  Y más atrás en el tiempo había un señor Fanuelo, eso me lo contaba mi padre. Fabricaba una bebida no alcohólica que era tan espantosa que solamente él la tomaba. Se llamaba La Fanuelina. Así que iba boliche por boliche  y pedía una Fanuelina, no duró mucho pero quedó para la historia lo de la Fanuelina. Y su dicho “visversa dijo Fanuelo (por viceversa).  La Carbonería de don Pablo Camarotta que después pasó a sus hijos Antonio y Domingo. Los Camarotta  tenían una condición muy especial: aparte de ser comerciantes honestísimos y muy queridos en el barrio, trataban muy bien a su personal y a sus animales del reparto: nunca mataron un caballo. Cuando los caballos les  dejaban de ser útiles los dejaban en un terreno amplio en calle Nogoyá cerca del Munilla. Tenían un gran alfalfal y sus caballos ahí; como dice la canción, se morían de viejos , pero nunca quisieron sacrificar un caballo. Contaba Estela Camarotta sobre  las fiestas  que ellos hacían. Participaba todo el barrio cuando  las quemas de judas para el 29 de Junio: los Dalcol, los Majul, los Campbell, los hijos de Olegario Arébalo que, como su padre era carpintero tenían mucho conocimiento para armar los muñecos de la quema y Popy Dalcol. Cortaban la cuadra entera para quemar los judas a la noche. Bueno, después tenemos las barracas. Las más antiguas es la de Nicolás Mendaro. Toda la media manzana por calle Méndez entre Costanera y Alem donde ahora está el negocio Malibu de los muchachos Veronesi. Eso era la barraca de Mendaro y después que cerró funcionó allí el conventillo de Mendaro. Que luego se demolió totalmente, salvo la última habitación que daba en calle Méndez esquina Costanera ¿Y ahí quién se alojaba? Una gran amiga mía que se dedicaba al oficio más viejo del mundo. Y que seguramente cuando la nombre muchos la recordarán: Hilda Rodríguez. Su habitación permaneció 15 años más sin demolerse. Según las mentas, era porque no había abogado que se animara a desalojarla.( risas). 

La  barraca de Alejandro y Jaime Vaipapir frente a la aduana en calle Del Valle y Alem (SO). También tuvo barracas Domingo Garbino, la de Gavazo. Julio Frenquel   tenía una    carnicería en la misma cuadra de Tanicho -3 de Caballería-  entonces Diamante casi Del Valle. Su señora era Sofía Effrom nacida en Basavilbaso hermana de Paloma Effrom más conocida como Blackie, la célebre conductora de la televisión argentina de las primeras pocas. Ella era entonces cuñada de Julio Frenquel. Pero más lo notable es que Julio Frenquel  era uno de los principales colaboradores para la obra de capilla de Fátima, siendo que era judío.  Fíjense hasta que punto la gente se embalaba y consustanciaba con sus vecinos que aún perteneciendo a otra religión, él siempre donaba la carne, el pan etc., siempre  estaba presente don Julio Frenquel. El almacén de Alfredo Camarotta. La carnicería El Sacrificio que era de la familia Gómez, de Quico Gómez. Su madre era Emilia Cis de Gómez. Esa carnicería tenía una característica particular: estaba a cargo de una mujer. O sea, doña Emilia era la carnicera ella dirigía la bajada de las medias reses. Estaban en Borques (Villaguay) y Del Valle. Después  estaba también la de Carmona. Las  fondas la de Bottino en calle Além y Concordia, la de Galazzi que le decían la Partensa, la de doña María Apestegui, y la de Oxandaburo. El Hotel el Vapor que seguramente se habrá iniciado en aquella zona y después se vino frente al Colegio Nacional. Era del señor Urtazum y luego de Lesca. La Palmatoria, la Genovesa de Santiago Gandola, una de las conocidas fondas de aquella época que después fue de Calvetti y de Benito Siboldi. La Figurita de Juan Roca y la fondas de Adolfo Kujarchik donde en alguna época estuvo el Marabú que era una de las casas de “entretenimiento  nocturno”  por entonces.

Embarcaciones de recreo

Ahora viene una parte linda que seguramente les va a gustar ya  llegando al mareógrafo de la boca, estamos cerca. Vamos a recordar las embarcaciones de recreo de Gualeguaychú de hace 50 años. Seguramente esto los va a emocionar a algunos cuando emncione, por ejemplo, el Hirondelle el yate más majestuoso de aquella época del río Gualeguaychú de Juan Alejandro Betolaza pero que antes fue de Mignaquy, Ubaldino Aguirre, de Naum Galanternik, de Hipólito Gauvry y antes de llegar a Betolaza. Mucho antes, La lancha de pasajeros La Primera que hizo don David Della Chiesa cuando era empleado metalúrgico de los talleres Boggiano, para pasear pasajeros. El Robin Hood un yate importante  del doctor Pedro Etchegorry Colombo. Década del 40. el Kiwi y el Retama del doctor Adolfo Britos, médico, que después  se lo vendió a  Roque Bértora. Y ahora actualmente  es de Soco Bértora (Guillermo); lo ha recuperado después de largo tiempo y es el único de aquella época  que todavía está surcando las aguas del Gualeguaychú Roque Bértora lo utilizaba como casa cuando trabajaba en sus mensuras en la zona de Islas. El Cielo y Mar de Luis Césere, (antes había tenido el Ave Marina), la Lancha All right de Luis Boggiano una chris craft preciosa con un motor creo que de 16 cilindros. A la Pichona del escribano Juan Eliseo Cerdá, la recuerdo en forma muy especial porque es la primera vez que tuve la experiencia siendo chico,10 o 12 años, de navegar en una embarcación que planeaba. El crucero Norma Beatriz de Quito Iglesias, la Soberbia de Chito Moyano un viejo marinero de la prefectura que se había metido a constructor naval y le había salido tan fea que para justificar  decía: ¿pero te das cuenta hermano? quise hacer una lancha automóvil y me salió una patrullera. Encima,  las embarcaciones, las madera deben ensamblarse entrecruzadas para dar más resistencia al caso. En cambio las costuras de la Soberbia estaban todas a la misma altura así que no podía salir al río Uruguay porque si lo agarraba una ola fuerte se partía en dos.( risas) Edelweis era una canoa, pero es muy emblemática porque es la que usaba María Eloisa De Elía para cruzar desde el Castillo hasta el puerto para venir a dar clases y tenía una  característica que remaba de parada. Ella alguna vez lo explicó: a veces  por el rocío, el asiento estaba mojado y entonces remaba de parada. El Lobito de Pacho Doello, antes de Natalio Guastavino. El Tití pescador a vela de los hermanos Chelo y Chichito Murature. El velero-escuela Rumbo del Club Náutico, el Joví de Rafael Sala Hernández, hijo de María Eloisa, la lancha Martín Fierro que era de lo Roberto Piaggio y Daniel Giordano que tenía un motor Kermath acuerdo  muy parecido a la Titán. Ésta que primero fue de Longo, y   de Angelito Rivas, Roberto Cabilla, Julio Burlando y finalmente a éste se la compró mi padre y fue en la que yo hice mis primeras armas. Tambien tuvimos la Anduriña comprada a Julio García Rubial. El Tylor de los Giusto, el Halcón del Petiso Elías que luego fue de Baron Du Petit (Cónsul uruguayo) y finalmente de Alberto Buschiazo. Que, dicho y sea de paso,  en la década del 30 el Torito Buschiazo y Julio Bibé hacían excelentes demostraciones de saltos ornamentales en ese trampolín donado por don Enrique Betolaza. La Alborada del doctor Artussi construida en Italia después la tuvo Isidoro Machi. El Irupé y el Karubí de Kuky Risso,  el Margelino de Armando Mettler, El Siempre Crico de don Juan Gandini hecha por él. Hizo primero la Crico 1, Crico 2 Crico 3y después coró por lo sano y le puso Siempre Crico. La canoa La Tonta de Atilio Della Chiesa en la que se ahogó Cacho Macedonia, el snipe Vagabundo de Ike Daroca. Luego del Alberto Gallego Zubillaga y del mudo Ghiglia, el Landero de Mauricio Bunge, que después compro Ramon Marcel me lo regaló, entre comillas, (porque mi padre tuvo que  poner la otra parte) cuando me recibí de maestro. Pero hicimos un solo viaje con Carlitos Caballier. Por no haber hecho ningún curso previo, nos fuimos de fondeadero directamente a las piedras y ahí se terminó. Después lo agarraron mis hermanos y se cansaron de ganar regatas con el Landero. El Pacú de  Olegario Arébalo, el Gallego Puebla  y Cholo Rodríguez. El  Tres Marías de Horacio Goldaracena. Otro snipe rojo de Carlitos Pargas. El Charrúa,  un gran velero de de dos palos, que  trajeron mis  hermanos en sociedad con Hugo Sánchez, al cual después se incorporó Horacio Manuel Rivas

Tenemos otro capítulo interesante: las curanderas del puerto. Por ejemplo, cuando éramos chicos y teníamos empacho nos llevaban a medir por doña Juana.  Doña Juana Asario suegra de don Lote Heredia. Sus poderes los han heredado sus nietas Negra y Yola y trabajan muchísimo. También doña Petrona de Sardo. ¿Se acuerdan de don Sardo? aquel hombre que salía con el caballo engalanado en los  desfiles. Bueno, su señora también curaba empachos. Y después el más simpático de todos, esto lo he publicado por ahí en mi libro Vivir en Gualeguaychú. Ahí en calle Camila Nievas  y Buenos Aires   estaba el curandero de la Victrola ¿Cómo era esto? Hacía una especie de musicoterapia.  Allí iban las damas que tenían problemas sentimentales y él las curaba con música. Pero, pícaro, el hombre pasaba de la música a otro tipo de cura y eso le ocasionó algún problema. Como, por ejemplo, cuando Chito Moyano desconfiado, acudió justo cuando la estaba atendiendo a su mujer. Chito, que tenía unos brazos fortísimos, lo tiró al curandero por la  ventana de tres metros y le después le tiró la victrola y todos los discos. Él último, que le cayó en la cabeza, era Cabeza hinchada Morena (risas).

Mas sobre Fátima 

Ahora vamos a hablar otro poquito de Fátima. Quería recordar que la capilla se hizo con gran esfuerzo a partir de 1951. Se nombró una comisión para erigir las obras de Fátima. El constructor fue Vicente Basile; la comisión la integraron además: Quiquina Rodriguez Machiavello mi querida profesora y amiga de mi madre. Blanca Gavazo Buchardo, Celedonia Planchón de Ferreira (después señora de Bruzzoni) Matilde Machao (que fue directiva de esta casa), Isabel Duarte de Giusto, Queca Basile de Arébalo y Alba Obispo. Pero también había una  comisión de jóvenes con mucha polenta, que organizaban kermeses, cursos de labores, aprendizaje de bordado, de  costura, reunían a las chicas. Llegaron a realizar una kermés en la zona del obelisco para lo que cortaron toda la calle. Y tuvieron un éxito impresionante por eso las quiero recordar: Chicha Forti de Del Valle, Chola Bruzzoni, Tona Mussolini, (hija de don Humberto Mussolini), Pocha Burruchaga, Angélica Arrúa, las hermanas Almada y Carraud. La obra la dirigió don Vicente Basile y digo muy respetuosamente para aquellos hombres, que ellos incurrieron en un error de previsión ¿Cuál es error de previsión? Don Vicente insistía en que los cimientos debían hacerse de piedra y por supuesto, sobre eso levantaron las paredes. Para mí,  a esa iglesia la tendrían que haber hecho con paredes de goma. ¿Por qué digo esto? Porque es tanta la gente que ahora va a la misa del Padre Goyo (Nadal), que nocaben todos y  la parroquia casi revienta. Me contaba el Negro ( Rivas) que hay que ir muy temprano porque si no, no entra un alfiler. Son unas misas extraordinarias, las únicas  misas que he visto promocionarlas en Facebook. El otro día Manuel Rossi sacó ahí: vayan a las misas del Padre Goyo, son extraordinarias. Así que en cualquier momento yo tambien voy a ir a las misas del Padre Goyo. mientras tanto, se las recomiendo. La nueva imagen de la Virgen fue donada por Eclio Giusto en reemplazo de la original, que ahora está en una especie de hornacina, en el frente.

Maestras del puerto

Ahora vamos a las maestras del puerto. Había unas parientas de las Obispo Murature: las hermanas Paulina y Petrona Obispo que tenían una escuelita en calle Concordia. Mi prima René Dunn me contaba que ellas dividían el curso en dos: los de adelante y los de atrás. Después,la más emblemáticas de todas aquellas escuelitas particulares, seguramente ustedes lo van a recordar la San Martín de doña Emilia Paggi de Garat. Tenía casi 80 años y seguía en actividad recuerdo que vino el Ministro de Educación Neyra a despedirla en una ceremonia memorable en la Escuela Normal. Iba a los actos patrios con todos sus niñitos. A la casita de doña Emilia que estaba enfrente a los obeliscos  la van a ver en una foto cuando se estaba haciendo la Costanera van a ver una casita con techo de dos aguas color blanca, que se resalta. Bueno, esa era la casita y la escuelita de doña Emilia Paggi de Garat. Y después   un párrafo especial para  la escuela Matheu conocida antes como escuela del puerto. Ahí se educaron, mi padre, Calengo, la mayor parte de los hermanos Rivas. Les voy a dar un dato: cuando se hizo la gran gesta Zárate- Brazo Largo se reunió en Gualeguaychú una asamblea multitudinaria de cuatro Provincias las tres de la Mesopotamia y la de Buenos Aires, gobernadores, intendentes, medio Poder Ejecutivo Nacional (febrero de 1968) el que lideraba todo ese movimiento, como Presidente de la. Com. Nac. Pro Integración Mesopotámica, era mi padre don Andrés R. Rivas. Él apenas tenía cuarto grado de la escuela Matheu. Claro: en aquella época, la escuela Matheu comparativamente a hoy, era como una universidad por la preparación que daban. Y en esa ocasión, a mi padre muchos periodistas le decían doctor. Ni se imaginaban que  tenía solamente cuarto grado. Pero claro, ¿Quién estaba a cargo la escuela Matheu? Camila Nievas, era Directora en la época del Centenario. ¿Quiénes más eran maestras en la escuela Matheu? Las Hermelo Cuca (Alba) y Chila (Leonor). Queridas maestras particulares en nuestra la infancia. Cuca  fue maestra particular y  Leonor  como bibliotecaria de esta casa. Extraordinarias. También  estaban las otras dos Hermelo Falucha (Elena) que era compañera de mi madre  en la Escuela 6 de Gualeyán ( actual Pedro Jurado)  Y Peta (Carmen Josefina), que fue profesora nuestra de castellano y directiva del I. Magnasco. Otras: Matilde Machao, Gloria Ruiz, Atlántida Borzone y María Arancet. Realmente  es una selección pero les quiero contar esto en una oportunidad el célebre jurista Antonio Sagarna que en aquel momento era presidente del Superior Tribunal de Justicia y después  llegó a la Corte Suprema de la Nación vino a visitar la escuela. Cuando Camila Nievas le mostraba la escuela hacían por ejemplo una especie de enseñanza diferenciada  para ayudar a los alumnos más retrasados. Tenían por ademas, clases de música que otras escuelas no impartían; sala de mapas, sala de ciencias, primeros auxilios, comisión de padres, jardín de infantes y lo que más le llamó la atención a Sagarna fue un aparato para proyectar imágenes. Estamos hablando de 1910. Y entonces le dice a Camila ¡pero ustedes  están son muy priviiegiadas!  ¿Por qué? Porque si tienen este proyector, que no lo he visto en ninguna escuela de la Provincia, deben tener algún vínculo muy grande en el Ministerio. ¡No señor! esto nosotros lo compramos en cuotas en Lutz Ferrando y lo pagamos con parte de nuestro sueldo. Después Sagarna a su regreso, una de las primeras cosas que logró es que le cancelen lo que restaba de las cuotas del proyector. Pero él la consideraba, en un informe escrito, una de las escuelas más adelantadas ¡del país!: la escuela Matheu, la escuela del puerto, Camila Nievas. (aplausos). Me emocioné un poquito, disculpen. Uno ve los libros de la agencia de Calengo Rivas la letra que él tenía y si no, observen ustedes  la caligrafía de este libro de la Prefectura que está ahí. Seguramente también aquellos prefecturianos, habrán sido alumnos que pasaron por la escuela Matheu. Donde en aquella época se usaba la cartilla, la plana y otros elementos de enseñanza que ahora se consideran viejos pero que tanto servían para la letra y la ortografía de los chicos de aquel momento. Después había otra escuela: la de Sofía Balmaceda que estaba en calle Concordia. Tenía como característica, que la llave tenía “doble uso”. Era una llave antigua como de 30  centímetros, así que servía para cerrarla y además,¡para mantener la disciplina! con algún golpecito. Y finalmente, aparte de las que ya les dije, las grandes docentes que el barrio del puerto aportó a Gualeguaychú como María Felisa Obispo Murature. Vivía en calle Caseros, con sus hermanas Alba, Elena,  el hermano de ellas Macho Obispo y. . la tía Haydee Murature. Tenían un patio inmenso, con un gran árbol de naranjo. Todo eso lo recuerdo porque los Rivas vivían enfrente; Caseros 368. ¡Los dulces de quinoto que hacía la tía Haydee! (así le llamábamos todos). Pero Filucha Obispo está muy relacionada con esta casa, porque fue la mano derecha de Camila Nievas. Y yo que no fui alumno de ella recibí mucha influencia de Filucha Obispo. A  veces, como recién cuando Carmen (Galisier) me presentó, han ha ponderado mi memoria. Si es que la tengo, se la debo a Filucha Obispo, sin haber sido maestra mía. Es largo de contar se los cuento después. Otra gran docente: María Eloisa de Elía de Sala Hernández, quien dejó en el Instituto Magnasco una Historia del Arte completísima de la que es autora. Uno ve las ilustraciones que parecen fotos y no: ¡fueron hechas por ella a tinta china! Empieza con las civilizaciones más antiguas: desde el arte en la época de Babilonia en adelante; completísimo. Que algún día van a tener que empezar hacer una vaca entre muchos empresarios de Gualeguaychú, para digitalizar y poder difundir esa magnífica obra que dejó María Eloisa. Otra gran docente, maestra de música: Queca Basile de Arébalo; estuve con ella el otro día, 95 años, una lucidez increíble. ¡Las cosas que me contó! la relación familiar con el Padre Colombo. Otro aspecto: los  músicos que pasaron por el puerto Luis Quaranta, director de la orquesta sinfónica, era del  puerto, Palito Merello (José Pablo Santiago) fue un gran violinista, Juan Del Valle, el suegro de Chicha, integrante de la celeber orquesta Amor y Primavera a quien lo recordamos acá el año pasado; Eclio Giusto un gran bandoneonista y además, autor de muchas composiciones musicales, Manuel de Mama que dirigía un de las célebres murgas del puerto, por entonces cantadas, extraordinarias. Nada tienen que envidiarle a las mejoras agrupaciones de ahora. El conjunto musical Los Ribereños de Caseros y Del Valle, que daban una especie de retreta o serenata en el  puerto. Y  después, las pianistas: Queca Basile, la señora Leonor de Cabilla, Muñeca Merello que a veces sacaba el piano a la calle y en la cuadra de ella se armaban bailes del barrio al son del piano y seguramente alguna intervención en violín de su hermano Palito.

Las lavanderas 

Doña Macedonia Viale, que, tenía una especie lunar grandísimo por eso le decían la del lobanillo. Vivía en ese ranchito que verán en una de  las fotos, van a ver también la ropa colgada. Y miren cómo son las cosas: uno se entera haciendo esta investigación, que nuestra abuela Sinforosa Natividad Repetto de Rivas la señora de don Andrés Macho Viejo, con mi tía Felisa, que era la mayor de los hermanos, a veces también al Munilla y lavaban ropa para los barqueros. No  estaba tan errado yo cuando homenajeaba tanto a Macedonia Viale, sin saber que mi abuela también había tenido ese mérito de esfuerzo y de trabajo. Por eso muchas veces, cuando los Rivas en broma nos ponemos Raivas para tirarnos de finos, entonces muchachos, nuestra abuela lavandera: quedémonos en Rivas nomás. (risas)

Los guincheros

Pedro Forti y Pedro Borro. Y los estibadores   figuras muy queridas. Algunos de ellos eran conocidos en todo el pueblo por sus gracias, dichos o anécdotas. Otros se destacaban en algún deporte como el fútbol. Entre los que más se recuerdan está Huevito Segovia, Relosa, Pancho Sierra, Peruco Sandoval, Me contaba Palito ( Merello) que Sandoval si ser economista tenía una postura que realmente era admirable: las deudas viejas no hay que pagarlas -decía- ¿Y las nuevas Sandoval? ¡Hay que dejarlas envejecer!(risas) Si nos reímos. Pero, en definitiva ¿nuestro país no hizo eso? Entonces por qué nos reímos de Sandoval? (risas). El Negro Belleza, el Oso Sosa… me contaba Quico Gómez que el Oso Sosa era muy orgulloso; no admitía que nadie le ayudara y cargaba él solo las bovinas para el diario El Argentino. 

Después  tenemos otras anécdotas –esto lo cuenta Quico Gómez- porque los muchachos tenían sus agachadas. En España y Doello Jurado, haciendo cruz a Central Entrerriano, estaba La Veneciana que fue donde se iniciaron los Baggio. Don  Juan Baggio  era conocido originalmente como Giovanni Di Cuero  porque cuando llegó acá como inmigrante, se empleó en la sección Cueros del Frigorífico. Y cuando atendía el teléfono, ¿quién habla? Giovanni Di Cuero todavía  no había aprendido castellano. Y entonces don Juan  dos por tres le recomendaba a los muchachos de la Agencia Rivas que vigilaran a los estibadores. Porque algunos  pinchaban las barricas en que al principio traían el vino de Mendoza, para tomarse un buen trago. Después con un martillazo la cerraban de vuelta y parece   que Baggio se había avivado de eso. Así que no se privaran de su traguito, pero muy queridos y algunos  fueron muy meritorios; con mucho esfuerzo educaron sus hijos para que pudieron abrirse paso en la vida.

Los marineros de la Prefectura

Entre los más clásicos ya lo recordamos a Chito Moyano, Trota, Smith, don Carlos Cantero que todavía  vive. Uriarte, el padre del remisero que anduvo mucho en la Asamblea Ambiental que también fue empleado de la Prefectura. Contaba el Negro (Rivas) que Uriarte padre era un gran músico y después supe que había integrado la banda del regimiento. ¿Saben con qué hacía música en las guardias de la prefectura? Con un peine, un celofán, y la percusión, con la madera del ropero que había allí. Dicen que era maravilloso las cosas que melodías que hechas nada más que con un peine y un celofán. Y después, el más emblemático de todos Carlitos Buffarini. Figura en mi libro Vivir en Gualeguaychú protagonizando las celebres peleas de boxeo con Kid Moneke, cuando éste “le arrancó el hígado” de una trompada y otras anécdotas. Pero Carlitos Buffarini tenía tantos dichos, sobrenombres, que a veces, cuando venía acá Luis Landriscina y se nutría de sus relatos.

Los pescadores

Gumersindo Rippa. Ahí también en la foto panorámica van a ver un ranchito que está más a la izquierda. Es el de doña Macedonia, típicamente de barro. El  aparece más blanqueado era el ranchito de Rippa. Durante mucho tiempo se veían desde la calle san Lorenzo los restos de las dos aguas del rancho, al costado del restorán La Cascada. Después Rippa se fue a vivir a calle  Buenos Aires casi Caseros. Amador Urbano Fernández, mi gran amigo. Un peronista respetable, se aclaro que no soy peronista, porque en la época brava para ellos cuando no se podía nombrar a Perón y  Evita, Amador  tenía una canoa muy grande que se llamaba Evita. Y para que no hubiera ninguna duda le puso Evita P. Vivía en  calle  Buenos Aires y Caseros frente al emprendimiento turístico de Marisa Romano (donde estaba la curtiembre). El  otro día fui a visitar a sus hijos Cacho,Tito. Yo era amigo de Amador y muchas veces nos íbamos al Uruguay en mi lancha Titan y como remolque la Evita P. con 1500 anzuelos alistados con sábalo podrido. Al otro día venía la Evita P. repleta de pescados. También iban otros pescadores como su primo Pablo Albano Fernández, Cuchila Gómez, padre del músico, del renguito que integra el conjunto Los Norteños. A él le dicen Cuchila. El Gringo Martínez, los muchachos Salva que eran de Pueblo Nuevo.

Los nadadores

Ya les nombré al Lobo Pérez, Boca Criolla, (Serorena) que cruzó el río de la Plata, Arturo Basín el primero en cruzar -1937-  Fray Bentos- Gualeguaychú a nado. Cuando yo era presidente del Neptunia le mandé mi propio auto para buscarlo a Zárate y lo trajimos acá para homenajearlo. Arturo Basín que tenía carpintería en calle Maipú entre Urquiza y 25 de Mayo. Entre las mujeres destacadas nadadoras: Pupé Arteaga y Romanita Bekwith Borro. Otros grandes nadadores más recientes fueron  el Vasco Saller, Pichón Ventura, Eduardo Almirón. Estoa últimos  también hicieron la proeza de unir Fray Bentos y Gualeguaychú a nado. La llegada de Pichón Ventura el 20 enero de 1963 fue otra de las jornadas memorables del puerto de Gualeguaychú. El pueblo entero estaba allí esperando. Llegó a las cinco de la tarde y él tuvo un gesto para el Club Neptunia que lo patrocinaba: tocó el puerto y después siguió nadando hasta el Neptunia donde en la playa la esperaba su entonces presidente Jorge Duboscq. Y como recibimiento, lo envolvió en la bandera del Neptunia. En esa  hazaña lo acompañé con la lancha Titán. Mucho después, en 1978 con otro barco -en ese momento tenía el Tritón- también lo  acompañé a Gustavo González, hijo de Sarita Mecochi que en el año 78 hizo la misma proeza pero bajó en ese momento todos los records. También representando a Neptunia, para entonces yo era el Presidente.

Boteros

En primer lugar la figura emblemática, Luis el Mono Barreto, Nicotina RodríguezAmador  y Chichún Fernández, ya los nombramos, Gringo Martínez, Pampita  que era el botero de las canoas de Godoy. Era casi enano, de pelo crespo por eso   le decían Pampita  y tenía un nombre que no lo van a ver en ningún otro lado: se llamaba Aguinaldo Albornoz. Yegua Martínez, que también fue bañero y  consular de los bañeros de aquel entonces don Miguel Arévalo el Zorro del Club Neptunia que salvó más de 40 vidas de las aguas del río Gualeguaychú. Fíjense otra característica; uno se  paraba en la costa del parque y gritaba ¡boteeeerooo! Entonces el botero hacía seña y venía. Miren si hoy van a llamar al botero con el ruido tronador de los parlantes que hay en todas las playas. Eso demuestra un poco el Gualeguaychú   silencioso de aquella época.  Al lado también estaba Juan Ascheri. En el obelisco había un equipo de fútbol que se juntaba siempre capitaneado por el Manco Borchez, el Negro Rivas, el Ruso Larrosa y tenían una mascota, un chiquito jugador; era Manuel Alarcón. Que después fue un gran futbolista y además, Intendente de Gualeguaychú.

Los peluqueros

Juan Giovanetti, estaba en Del Valle y Caseros después  tuvo la peluquería en 25 de Mayo entre Pellegrini y Perón donde despes tuvo la veterinaria Betucho Irigoyen. Era una de las peluquerías más paquetas de Gualeguaychú. En aquella época los peluqueros jubilaban a sus clientes. A mi padre cuando cumplió 25 años con él Giovanetti lo jubiló: a partir de ahí le siguió cortando gratis. Yo estoy por cumplir 25 años  con el Chivo Del Valle pero resulta que ahora no hay más jubilación. (risas). Otros: Stigliano, Nacha Zardo hijo de don Zardo, De la Cruz, Garbein de Borques y Méndez y el más emblemático de todos los peluqueros del puerto: Gallareta, que por ahí figura también en mi libro. Se llamaba don Carlos Goldztein. Tenía una debilidad: se creía violinista. Tocaba horrible, por supuesto. Y cuando uno estaba en la peluquería de Gallareta  afeitándose, él tenía el violín pronto. Si por ahí en la radio tocaban una que “él la sabía”, entonces ahí pelaba el violín lo dejaba al cliente a medio afeitar todo enjabonado y empezaba a tocar, una cosa espantosa. Dicen que las serenatas se iba caminando porque no  sabía  como terminar los temas de la serenata: no tenía cierre. En sus célebres festivales del teatro, década del 30 y 40, los estudiantes de la época Palito Merello, Queco Rossi siempre dejaban para broche de oro, la “actuación estelar” de Gallareta. En algunas oportunidades lo hicieron ingresar  montado en la yegua de Loreto, toda engalanada con cintas y flores. Cuando llegó al escenario, alguno la pinchó a la yegua y lo depositó a Gallareta con violín sobre las tablas. En algunas oportunidades lo acompañaba Palito Merello, pero detrás de las bambalinas, porque Palito  sabía que después venían los infaltables tomatazos con los que invariablemente terminaban la función. Pero una de las bromas  más lindas, fue la que le hicieron los muchachos Bibé, Carlos y Julio (Carlos después fue intendente de Gualeguaychú),cuando le hicieron “sacar la lotería”. Le pusieron el número en el pizarrón de Ramón Elizalde ,el padre de Inesita, en calle 25 de Mayo a media cuadra de Pellegrini. Gallareta entonces “comprobó”, se creyó que había sacado la lotería y de ahí quedó el famoso dicho “rompan todo” dijo Gallareta. Extraordinario. Eso si: los Bibé, después se hicieron cargo de los gastos.

Los transportes de pasajeros

El Mateo de Quinteros, las  bañaderas de Ferreira, etc.

Mujeres de la vida

Como en todo puerto, tenía que haber prostíbulos. Algunos explícitos como el Marabú; otros disimulados como Luces del Puerto. Pero también había muchas cuenta-propistas,  como por ejemplo  la Negra Flores. En aquella época no había clasificados, ni Rubro 59, ni facebook, ni siquiera volantes. Entonces ¿cómo promocionaba la Negra sus servicios? Simplemente iba, recorría el muelle y discretamente, en voz baja, ofrecía a los marineros:  shinco pesho y vamo pa la piesha.( risasa). Hilda Rodríguez  fue muy amiga mía. Chicha Del Valle me decía que, al margen de su profesión, era una de las mujeres mas queridas del barrio. Después lo corroboré en otras entrevistas y todos coincidían. Por eso les decía la igualdad entre los vecinos y la no discriminación. Hilda era gaucha, servicial, atenta. Cualquiera que necesitara algo, ella estaba en primer lugar.  Por eso se la recuerda mucho. ¡Mirá Hilda vos si te ibas a imaginar que te íbamos a estar homenajeando acá en el Magnasco! Vamos Hilda todavía. (risas). Mi gran  amiga. ¡Cuántas anécdotas de Hilda Rodríguez!;talvez más de uno estará nervioso. Quédense  tranquilos no voy a contar nada. Porque  más de uno se habrá iniciado con esa vieja amiga.(risas). Hilda una vuelta me la presentó a su colega la Culebra, que ya tenía como 80 años ya a esa altura imagínense ¿quien la iba a ocupar? ¡y menos pagando! pero tuve el honor de conocer a la Culebra. Robertito Funes el movilero más simpático de la televisión Argentina, que  siempre bromea con so de ¿co’ tevá? no inventó nada. Porque ya en esa época la teníamos acá a la Coo´tevá. O la Bicicleta, que vivía pegado al conventillo de Hilda en la costanera. Con frecuencia la persona que tenía un sobrenombre infamante, no le gustaba pronunciar la palabra de su sobrenombre ni aún refiriéndose a otra cosa. A ella un día le habían dejado ¡una bicicleta! en la puerta y preguntaba: ¿quién dejó ese objeto ahí?. Y Gallareta adaptaba el dicho: salga pato o cualquier cosa. (risas). La Cotevá, la Culebra, la Carancha, la Pirincha, Alida Melo…¡qué epocas!. 

Recordaciones especiales

Ya vamos terminando ya estamos llegando a la draga cerquit de la boya 90. Domingo Garbino: no voy a extenderme mucho porque hay un panel dedicado a este inmigrante que llegó acá como músico y fue un gran empresario: Pero sí destacar que fue el fundador de una importante empresa naviera;  que le dio mucha vida al comercio, a la industria y al puerto de Gualeguaychú. El ingeniero Juan Francisco Morrogh Bernard sin cuya gestión no se hubiera hecho todo este paquete de obras que le cambió la fisonomía al puerto, a la ciudad,  sobre todo a la Costanera que todavía  la disfrutamos.

Pablo Bendrich

Quisiera dedicar un párrafo especial a un tío, casado con Celia Rivas una hermana de mi padre. Me refiero a don Pablo Bendrich. Don Pablo era de  origen croata como su hermano José se había radicado en la zona del Delta bonaerense. Tenía tres embarcaciones que recién las nombramos: La Siempre Oliva, el Irupé. Después hizo construir uno para trabajarlo exclusivamente en esta zona le llamaban el vapor Gobernador Laurencena pero no era propiamente un vapor, era un combustión interna. Hacía viajes a Islas, que recorría a menudo con el Laurencena con la Siempre Oliva; traía y llevaba frutos del país, navegaba por los arroyos Martínez,  La Tinta, el Paranacito. Todos en la zona lo conocían y acá tenía en el puerto el edificio que van a ver en algunas fotos  muy vertical por lo que la gente le llama  el kiosco. Allí comercializaba la mercadería que traía. También hacía viajes con pasajeros a Fray Bentos o excursiones fluviales en el Laurencena. Él llegó acá por una casualidad; se encontró en Palmira con doña Virginia Acevedo de Mesa que le habló muy bien de Gualeguaychú y se vino a conocer esta zona. Y bueno, acá se quedó. Después incursionó en el transporte de pasajeros  automotor; fue el fundador del Expreso Entre Ríos con sede en 25 de Mayo 528 donde ahora es el sanatorio San Lucas. Después   le ven dio esa empresa a don Claudio Méndez Casariego. Era muy amigo del gobernador Eduardo Laurencena por eso le puso al barco su nombre. Una especie de homenaje en vida a su amigo el gobernador. Y cuando lo botó acá con presencia de Laurencena, la designó a su hija Gladys mi prima que por entonces tenía 8 años, para entregarle un presente. Gladys toda vestida con los colores radicales blanco y rojo debía entregarle un ramo de flores al  gobernador. Pero parece que Gladys se abatató, olvidando  todo lo que tenía que decir: Señor gobernador.. etc  con todos los floripondios y como no le salió nada, le dijo: Tomá y le dio el ramo de flores.(risas) Y después lo otro que hay que destacar de Bendrich, es que fue el que trajo a Gualeguaychú la lancha Carapachay en 1947. Todos creíamos que la trajo el Negro Méndez. Después  de muerto Bendrich, en 1950, su hija Gladys  se la  vendió al Negro Méndez. También tuvo Bendrich la lancha Entre Ríos de dos pisos, que hacía la transferencia en Zárate de pasajeros de líneas entrerrianas, a los coches de la Chevallier. Otra suya fue la Victoria que todavía anda surcando las aguas del Nahuel Huapi. Y ahora tengo preparada para ustedes una sorpresa ¿Cuál es la sorpresa? Gladys  Bendrich que ahora tiene 85 años  está sentada acá en primera fila. Parate Gladys porque muchas amigas de tu época del puerto seguramente te van a querer saludar así que en la persona de Gladys Bendrich vaya este homenaje a su padre.

(saludos y aplausos).

Figuras de la cultura como Juan Manuel Gavazzo Buchardo. Los hermanos Babuglia que eran hijos de don Francisco Babuglia. Y después la parte anecdótica. María Borro fue la figura del puerto que trascendió a toda la ciudad porque sus furcios,  metidas de pata y los dichos de María circulaban enseguida por toda la ciudad. Por ejemplo, cuando hicieron el pavimento en la Costanera: Vengan chicas vamos a salir a caminar por el excremento. Le preguntó a mi padre: María ¿cómo anda el camión de tu papá? (un Rugby de Don Antonio). Mirá Tape el Rugi anda bien, pero le falla el acomodador. Pasen  chicas al prostíbulo (por  vestíbulo). Y después,  por ejemplo, cuando le instalaron la radio la prendió y estaban dando el cambio. Después la apagó. Al rato viene un uruguayo a cambiar. Julia, prendé la radio. O cuando le  instalaron el teléfono. En aquella época había que darle a la manija y cuando atendía el operador, decirle el número con el que quería comunicarse. Un día María llama a la zapatería, para encargar unas zapatillas y cuando escucha ¿número? A yo calzo 37, rojas. Cuando tenía 12 años, mi madre me mandó a buscar un bordado de su hermana Julia que era una gran bordadora solamente comparable a las Carmelitas y profesora de bordado en la Escuela Profesional. Le pregunté a mi madre ¿qué es Julia de María? Es hermana.. Yo iba rogando que me atendiera de María porque iba a tener la ocasión de conocerla ya que para mí era una celebridad. En la bicicleta, no me daban las patas para pedalear, ojalá me atienda María y ojala me diga algo para después poder  contar. Bueno, llegué, golpeé a la puerta, se abrió, era la mismísima María Borro que ya tenía 80 y pico, el pelo bien recogido atras con un rodete bien apretado. Me dice: ¿vos sos del Tape? Si ¿Cuál sos vos? Gustavo. ¡Sos “edéntico” a tu padre! Hay otra  María. Se acuerdan que le hablé al principio de los chismes Doña María La Chismosa  vivía ahí por Borques y 3 de Caballería. Una vecina suya parece que le era infiel al marido y doña María justo al abrir la ventana, la pilló en el desliz cuando se iba “el candidato”. Advertida del peligro, esta mujer se cruza y le dice: Ay doña María yo creo que usted me vio. Si querida te vi. Bueno, le pido por favor piense en mi marido, mi familia, mis hijos. Mire: yo le doy cinco pesos pero por favor guárdeme el secreto. A los dos días aparece doña María. Tomá querida te devuelvo los cinco pesos no aguanto más ¡yo soy chismosa pero honrada!(risas). En lo de Tanicho jugaban partidos de bocha a veces la bocha caía en el mingo y este saltaba hasta lo del vecino, Humberto Mussolini. Entonces  daban la vuelta, los atendía la señora de Humberto. Doña Regina venimos a buscar el mingo. Bueno, pasen. Una vez Carleye, Gavazzo, el Mono Rivas y Carlitos  Macchiaiavello en una gran curda y se les había dado por subirse a un techo que daba al gallinero. Con tal mala suerte, que Carlitos  se desestabiliza y cae adentro de lo de Mussolini. Entonces dan la vuelta  y doña Regina ya acostumbrada. Buenas tardes doña Regina.  ¿Vienen a buscar el mingo? No: ¡venimos a buscarlo a Carlitos! (risas). 

Voy a ir cerrando.

Los apellidos del puerto

Les voy a recitar una chorrera de apellidos que lo dicen todo. Apellidos del puerto Buchardo, Baganciaga, Gavazzo, Cabilla, Bonifacino, Girardelli, Bozzano, Mendaro, Obispo, Babuglia, Galazi, Gandola, Ostera, Razzetto, Merello, Rivas, Borro, Ugarte, Banini, Cordiviola, Murature, Botino, Rizzo, Magallán, Duarte, Giusto, Heredia, Giovanetti, Mussoolini, Flejas, Stigliano, Martinolich, Bendrich, Razzetto, Delía, Benvenaste, Gelós, Arébalo, Stöckli, Maquiavelo, Indart, Schianamea, Basile,  Bisogni, Guerín, Bonazola, Botani, Piccini, Quaranta, Campi, Plaza, Rébori, Bibé, Angelini, Vaipapir, Finondo,   Benvenaste, Camarotta, Burruchaga, Malatesta, Almada, Moyano, Guevara, Degaudencio, Rébora, Barreto, Quinteros, Barthelemy, Martinoli, Gómez )por Quico y por Patico el del Bar San Martín). Angelini, Forti, Del Valle, Ferreira, Acosta, Rippa, Márquez, Portela, Heredia, Azario, Zecca, Goldztein, Montesano, Fontana, Severín. (Vivía enfrente a la escuela Matheu al lado de  donde estaba Torriccelli, el taxista pegado a de lo  Piccini). Rivas Ubios, Monteverde, en calle Diamante, Cardona, Tagnani, Godoy, Justo, Martínez,  Vela, Cerrutti,  Zar (el Chongo y la Changa), Schiafino, Achineli, Marcel, Curleoch, Salas, Portela, Marpez, Otero, Guastavino, Merlini, Bibé, Izzeta, Durruti, Puccio, Campi, Schmidt, Viviani, Munilla, Gotuzzo, Dodero, Egui, Dunn, Bertoldi, Damico, Di Lollo, Frenquel, Revolier, Rodríguez (don Juan Antonio e Hilda), Fernández (Amador y Roberto), Saucedo mi gran peluquero se llamaba Luis Crecencio Salustiano, Marcel, Burruchaga, Malatesta, Planchón, Buzchiazzo, Van den Dooren, Tito y el Colorado Álvarez (Isaac) también vivieron en el puerto, Gómez Cattáneo (Cacho y Raquel). Los Bértora son originarios del puerto. Y bueno, ya vamos terminando. Ya vamos viendo como cierra la vinculación que hay del puerto solamente con el Magnasco a través de los apellidos que han pasado por acá: Obsipo, Camila Nievas, Gavazzo Buchardo, ahí están los cuadros de Gavazzo Buchardo en el Instituto Magnasco. Todo lo que influyó, lo aportó el puerto y lo que fue. Fíjense que ahora el puerto está triste, ya no es más una fiesta en todo caso, ahora es la fiesta de otros. Porque otros son los que concurren al puerto, los que lo disfrutan, y en otra forma. Fíjense ¡que ironía del destino! el otro día para ir al hipódromo esa marea humana que iba para ver el espectáculo del Indio Solari tuvo que  pasar por el puerto. Yo iba colado entre ellos, era uno más. Pero tuvieron que pasar por el puerto. Ahora al puerto  lo disfrutan  otros, hay mucha nostalgia entre los vecinos  viejos,  pero se han acostumbrado. Pero el puerto  es eso: es el recuerdo, es la belleza y sobre todo sigue en el recuerdo, esa identidad entre el puerto, el río y la ciudad. Y por eso voy a cerrar precisamente con la última estrofa de ese poema magnífico de Antonio Machado, donde queda patentizada el vínculo de la ciudad nocturna de entonces con su río (1965). El dedica ese poema al Gualeguaychú dormido, donde recorre la plaza, las torres de la iglesia, el río, la isla, los sauzales, los ceibales, sus aguas. Y para cerrar ese canto triunfal, de homenaje al Gualeguaychú de noche, terminaba así: “por eso luna, mi luna, déjalo dormir al niño, que está soñando, soñando, ¡con una barca  y un río!”. 

Autor: Dr. Gustavo Rivas

Gualepedia: Índice de la página