Blanca Rosa Rebagliati de Lyall

Por Delia Leticia Reynoso de Ramos

Nació el 23 de diciembre de 1919, en Gualeguaychú.

Realizó sus estudios primarios como pupila en el Colegio Villa Malvina de donde egresó, también, como maestra normal, en épocas en que dicha institución –en el nivel secundario– estaba adscripta a la Escuela Normal.

Contrajo enlace con Gilberto Lyall, de quien enviudó cuando tenía 47 años y una pequeña niña.

El quehacer de su vida fue la docencia. En 1968, ya adulta, con varios años de experiencia al frente de las cátedras de Historia y de Educación Física en el Colegio Villa Malvina, inició sus estudios en el Profesorado de Historia del Instituto Sedes Sapientiae, donde realizó una brillante carrera. 

En 1971 se graduó como profesora con el más alto promedio de la primera promoción de dicha especialidad (9,88), dato que muestra una faceta característica de su personalidad: su amor propio y el nivel de exigencia para consigo misma.

En el plano laboral, siempre relacionado con la docencia, Blanca se desempeñó –además de ocupar las cátedras de Historia y de Educación Física en Villa Malvina–  como jefa de preceptores  y profesora de Educación  Física en  la Escuela de Comercio anexa al Colegio Nacional Luis Clavarino, y de Historia en la Escuela Normal Olegario Víctor Andrade. En tanto, en el nivel terciario, desde 1972 hasta su jubilación, ejerció las cátedras de Historia de Roma e Historia Americana y Argentina y Seminario, en el Profesorado de Historia del Instituto Sedes Sapientiae.

Por sus sólidos conocimientos y el carácter severo que  la distinguía, y por ser sumamente exigente, es recordada por sus ex alumnos que en sus tiempos de estudiantes  le tenían gran temor. Pero, no obstante esa aparente severidad, la Blanca, como la llamaban, supo ser compañera y consejera de aquellos jóvenes que sabían interpretar y respetar sus códigos. 

Poseía una valiosa biblioteca cuyos libros eran compartidos con sus alumnos con la sola condición de que fueran a consultarlos a su casa. Al gusto por la lectura, especialmente de  la historia, sumó otras cualidades: sus condiciones naturales para la interpretación teatral y las expresiones estéticas.

Respecto al teatro, en su juventud integró elencos vocacionales y se destacó por su actuación en papeles protagónicos realzados por su presencia física: cabellos rubios, grandes ojos celestes y elegante silueta, que en conjunto hacían de ella una mujer muy atractiva.

Era una persona de gran creatividad y férrea voluntad, cualidades que manifestó en todas las actividades que emprendió. Son recordadas las demostraciones de Educación Física que presentaba en el Colegio Villa Malvina: verdaderas muestras de arte, coordinación y armonía que ponían en evidencia  la firmeza y  la disciplina  impuesta por  la profesora a  las alumnas, para lograr expresiones muy prolijas en las que se conjugaban danza, gimnasia y expresión corporal en forma impecable.

Blanca fue una mujer que por su personalidad no podía pasar inadvertida en su época. La  labor docente y su espíritu creativo son  los aspectos que han hecho  trascender  su nombre en el  tiempo; especialmente por  su  iniciativa de canalizar  las  inquietudes  juveniles hacia expresiones estéticas, verdadera causa del origen del desfile de carrozas estudiantiles.

Esa iniciativa suya que, allá por los comienzos de la década del sesenta, contó con el apoyo inmediato de un grupo de docentes y de padres dio origen a la formación de la primera Comisión de Carrozas. Esta historia comenzó a mediados de los años cincuenta, cuando los jóvenes, en vísperas del día de la primavera, acostumbraban a desfilar por la calle 25 de Mayo con carros adornados, como una ceremonia previa a  la  serenata y un anticipo a  los festejos del día del estudiante. Lo que constituía toda una festa popular, pues la gente se congregaba en dicha calle para verlos pasar…

En ese contexto es que Blanca concibe su idea y, para la llegada de la primavera del año 1959, encomienda al ingenioso vecino de Gualeguaychú, don Eclio Giusto, la construcción de una carroza que se llamó Álbum familiar.

La  idea prendió y ya al año siguiente quedó constituida  la primera Comisión  de  Carrozas  Estudiantiles,  integrada  por  padres  y  docentes  de Villa Malvina, Club Colegial de  la Escuela de Comercio  –anexa al Colegio  Luis Clavarino– y la Municipalidad, y así, el 20 de septiembre de 1960, el pueblo de Gualeguaychú presenció el primer desfile. 

Ya no eran carros adornados, sino veintidós carrozas que resultaban a la vez muestra de arte, ingenio y solidaridad de la juventud local.

Y desde entonces, la festa de las carrozas –iniciativa de Blanca– se convirtió en una tradicional actividad conjunta de la estudiantina y en uno de los acontecimientos culturales más importantes de la ciudad, y, con el tiempo, por sus características llegó a ser declarada Fiesta Nacional.

Pero ella no  solo dio  impulso al desfile –que muchas veces, en  reconocimiento, llevó su nombre–, sino que también ideó y dirigió muchas carrozas, excelentes expresiones estéticas, cuyos  temas aún  se  recuerdan y  forman parte del anecdotario de esta festa. Entre tantas, la memoria trae los nombres de algunas de ellas,  como Alicia en el país de  las maravillas, Blanca Nieves, La orquídea real, Ciudad Florida, La colmena y RITMO, que fue el primer conjunto humano –categoría creada también por propuesta suya–. 

Otro de sus hobbies fue la pintura: pintaba, y lo hacía muy bien, y –ya alejada de la docencia por la jubilación– hasta el fn de sus días, siempre con espíritu inquieto, asistió a un taller en el Instituto Magnasco.

Falleció a los 83 años, a fines del invierno, el 29 de agosto de 2003. Paradójicamente, en la primavera del año siguiente, el Desfile de carrozas estudiantiles de Gualeguaychú fue declarado Fiesta Nacional. 

Fuentes

Rivas, Gustavo, “Gualeguaychú y sus carrozas son la misma cosa”, en diario El Argentino, Gualeguaychú, 9 de octubre de 2004.

Rivas, Gustavo, “Cómo nació el desfle”, en diario El Argentino, Gualeguaychú, 30 de septiembre de 2007.

Vivencias personales.

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