Ubicada en la esquina que forman las calles San Luis y Jujuy, fue construida como residencia de campo de Francisco Lapalma, hijo del primer médico de la ciudad, Don Juan Lapalma.
En la década de 1830, en la esquina de las calles San Luis y Jujuy, al noroeste de Gualeguaychú, se erigió una construcción que con el tiempo se convertiría en un símbolo de amor, tragedia y misterio: La Azotea de Lapalma. Este casco de chacra, rodeado de quintas de árboles frutales, fue testigo de la producción de dulces, velas y escobas, y albergó una talabartería.
Construida como residencia de campo para Francisco Lapalma, hijo del primer médico de la ciudad, Don Juan Lapalma, la Azotea fue un reflejo del poder económico y social de la familia Lapalma-Carmona.
Francisco, nacido en 1801, se casó con Martina Josefa Carmona Gómez en 1829, y juntos tuvieron una numerosa descendencia. Francisco falleció en 1868, dejando tras de sí un legado de prosperidad y prestigio.
La casona también fue hogar del poeta y político Olegario Víctor Andrade, quien, junto a sus hermanos, encontró refugio en la Azotea tras quedar huérfanos. La casa, con sus muros cargados de historias, se convirtió en un lugar de leyendas y relatos que dieron vida a la Gualeguaychú de antaño.
Entre sus habitantes, destaca la trágica figura de Isabel Frutos Carmona, sobrina de Francisco Lapalma.
Isabel Frutos Carmona, hija de Benito Frutos y Petrona Carmona, se enamoró de un joven jornalero correntino que trabajaba en los campos de su padre. Sin embargo, su amor fue prohibido, y ella fue separada de su amado y confinada a la Azotea.
Sumida en la tristeza, Isabel decidió dejarse morir de amor, falleciendo a los 19 años el 26 de febrero de 1856. Las crónicas de la época relatan que “murió tísica, murió de amor”, y su espíritu, vestido de blanco, aún se dice que llora en los balcones de la casa.
En una carta escrita en el año 1933 por Pedro Melchor Sabá Lapalma (hermano de Rosa y María) -quien se suicidó en 1941 frente al aljibe del patio de la Azotea- y refiriéndose a Isabel Frutos, relata: "Don Benito Frutos se opuso al noviazgo por tratarse de un joven que nada tenía. Era correntino, dependiente de comercio. Como no eran los tiempos de Romeo y Julieta, él se fue, pero más tarde formó su hogar en otra parte llegando a ser un personaje político importantísimo en cierta provincia donde hoy sus hijos son figuras, elementos sociales de preponderancia. Fue toda la vida consecuente con mi abuela a quien escribía y enviaba diarios."
La tragedia continuó con Rosa Lapalma, sobrina de Isabel, quien cuidó de su hermana María, afectada por una grave enfermedad psiquiátrica. Ambas vivieron en la Azotea, enfrentando noches de insomnio y tratamientos dolorosos.
Tras la muerte de María en 1913, Rosa se aisló del mundo, viviendo sus últimos años en la planta alta de la casa, alimentada por viandas que su sobrino le subía con una soga. Rosa, con su cabello y uñas largas, se convirtió en una figura casi fantasmal, reflejo de una vida de sufrimiento y abandono.
La Azotea de Lapalma, con sus muros desgastados y su historia cargada de amor y dolor, sigue siendo un testimonio de las vidas que allí se entrelazaron, dejando un legado de misterio y leyenda en el corazón de Gualeguaychú.
La casa natal de Isabel Frutos Carmona estaba ubicada en la esquina Noreste de las calles San Martín y Presidente Perón.
La Construcción de la Azotea es de estilo Italianizante, destinada a residencia de campo de Francisco Lapalma, estaba rodeada de 45 hectáreas de campo y cuyos terrenos se extendían hasta las cercanías del hoy Hospital Centenario, con quintas y árboles frutales, contaba además con otras dependencias, como fábrica de escobas, dulces y velas.
En el actual patio solo se conservan la antigua cochera y el pozo de balde, que también datan de esa época.
La realización de la obra data del año 1830, aproximadamente. Debió haber sido levantada en varias etapas a partir de una edificación más primitiva en el tramo bajo. Enriquecida luego su fachada con un estilo italianizante, la terraza ofrece un balcón cuya ornamentación en hierro forjado le aporta mayor valor arquitectónico. En el centro de la reja - balcón se destacan las iniciales F. L. de su dueño.
Fue residencia del gran poeta Olegario Víctor Andrade, quién cobijó aquí su orfandad y paso sus últimos días la joven Isabel Frutos, quien falleció víctima de los condicionamientos y estructuras sociales de la época.
El Diario "El Argentino" del 11 de Septiembre de 1941 titulaba: "Puso fin a su vida un conocido vecino de ésta". Y la noticia: "En la mañana de ayer y por causas que no han sido establecidas puso fin a sus días el antiguo vecino de la sección 2º don Pedro Zaba Lapalma, utilizando para su trágica resolución un revólver con el cual se descerrajó un tiro en la sien que le produjo una muerte instantánea. Tomó intervención en el hecho el subcomisario de dicha sección don Celso Lagrenade, quien procedió al secuestro del arma usada por el suicida y de una carta, que tenía entre sus ropas, dirigida al señor Jesús María Lapalma y el cadáver fue examinado por el médico de la repartición policial Doctor Zavalla Carbó. En la carta del señor Lapalma recomienda a su hermano el gasto del entierro que no debe exceder de trescientos pesos, el seguro de vida que le corresponde, como jubilado de la provincia se lo deja para que atienda a otro familiar.
De la unión de Francisco Lapalma y Martina Gómez nacieron doce hijos de los cuales, al menos, 5 murieron en sus primeras semanas de vida.
Salvador Delfín Lapalma "Lilo" fue el último habitante de la familia que la habitó. Falleció el 8 de Mayo de 1975 a los 52 años. Era hijo de Jesús María Lapalma y Justina Carmona. Nieto de Pedro José Lapalma y Rosa Luisa Frutos. Y bisnieto de Francisco Lapalma y Martina Carmona.
En setiembre de 1845 esta finca fue saqueada por la soldadesca de Garibaldi y está documentado que el día 21, apenas repuestos de la sorpresa, algunos vecinos se armaron a las órdenes de Jorge Neyra y, en número de nueve enfrentaron una partida de legionarios que salía de saquear la casa de Don Francisco Lapalma, poniéndolos no obstante la superioridad numérica, en precipitada fuga. Uno de los garibaldinos cayó herido de un certero sablazo que le había partido el rostro, debiendo ser llevado para su curación a la misma casa que acababan de asaltar. Como epílogo de los actos vandálicos y con la fría intrepidez que lo caracterizó siempre, Garibaldi exigió fuertes contribuciones en dinero a numerosas familias, entre ellas la de los Lapalma.
En 1978, durante la intendencia del Ingeniero Isidoro B. Etchebarne, la Municipalidad de Gualeguaychú, mediante Decreto 146/78 adquirió la finca y terrenos conocidos como Azotea Lapalma, de la heredera de Don Salvador Delfín "Lilo" Lapalma , Doña Margarita Lapalma Auzqui; para instalar allí el Museo de la Ciudad, el que se inaugura oficialmente el 20 de diciembre de 1986.
Más información de Isabel Frutos Carmona (por María Eugenia Duarte)
Una calleja angosta y sinuosa nos lleva a la que antaño fuera señorial residencia de Don Francisco Lapalma.
Una casa y una familia unidas a un perdurable destino de leyenda, donde las vidas de sus miembros se fueron enhebrando, como cuentas de un rosario, a esos muros centenarios en que se encerraron su soledad, locura y muerte.
Los Lapalma o de la Palma se establecieron en Gualeguaychú en los comienzos del siglo XIX. El doctor en Medicina Juan de la Palma fue el primero en afincarse en nuestra ciudad junto a su esposa María Silveira Dutra, naturales de Lamego (Portugal), lugar donde en 1144 se reunieron las primeras cortes portuguesas. De este hecho se deduce que a Don Juan se lo conociera también como Juan Lamego.
Según el Padre Furlong el médico de La Palma estuvo afincado en Santa Fé hasta el año 1766. El cabildo santafecino en pleno atento a la carencia de médicos escribió al Virrey Don Pedro de Ceballos que "ante la gravísima necesidad en que se halla esta ciudad de persona que asista a las muchas enfermedades que regularmente hay en los pueblos, le movía a solicitar el regreso del doctor Joseph de La Palma, médico, cirujano y sangrador, de nación lusitana, por ser este sujeto tan necesario a la República; y de tan arreglado proceder que en los muchos años que ha tenido de vecindad, nunca ha dado la menor nota de su persona."
Más adelante el Padre Furlong expresa que no sabe si de La Palma pasó o no a Santa Fé, de lo que deducimos que fijó residencia en Porto Alegre, donde nacieron sus hijos mayores, para luego trasladarse a Concepción del Uruguay y finalmente a Gualeguaychú. (1)
El doctor Lamego firma un detallado contrato con el Cabildo de Gualeguaychú el 19 de octubre de 1802, en el cual se compromete, por espacio de seis años, a asistir a todos los enfermos que hubieren contribuido al pago prorrateado de cuatrocientos pesos anuales, con ciertas cláusulas tales como la obligación de viajar a la campaña en pronta providencia, siempre que la cura no ofreciere tardanza, caso en el que el enfermo debería bajar a la Villa, pues no se podía separar al facultativo de su jurisdicción. El pago se efectuaría en dos cuotas de doscientos pesos cada seis meses, por adelantado, y con el importe de curas extraordinarias el Cabildo recibiría una parte que destinaría a medicamentos para la botica, a cargo de Don Miguel González. Este no suministraría medicina alguna sin el consentimiento del facultativo. (2)
Este convenio solidario entre el Cabildo, los vecinos y el médico, puede haber sido una de las primeras mutualidades para la salud que existiera en la provincia.
Don Juan de La Palma habitó una casa-rancho ubicada en el ángulo Noroeste de las actuales calles Bartolomé Mitre y San Martín.
Del matrimonio de La Palma - Silveira Dutra nacieron cinco hijos: María Josefa y Antonio (nacidos en Porto Alegre, en el Reino de Portugal), Juan Francisco Melchor, el dueño de la Azotea (en Concepción del Uruguay), Antonio de la Cruz y Justa Pastora (en Gualeguaychú). (3)
En la reconquista del litoral por la acción de los gauchos entrerrianos en febrero de 1811, tenemos noticias de la actuación que le cupo a Don Juan Lamego.
El parte del Capitán Bartolomé Zapata a la Junta de Buenos Aires comunica que el 21 de febrero tomó por asalto Gualeguaychú y todos los rebeldes europeos fueron presos, excepto Sopeña, que había fugado. Más adelante agrega que tuvo la felicidad de apresar al portugués Juan Lamego que fue el único que halló, él apenas escuchó el avance patriota salió al patio en camisa con tres armas de fuego y un sable. Que sus hombres se ubicaron uno al lado y otro al frente y, cuanto el de al lado le hizo volver los ojos, le dió el otro tan fuerte chirlo que le dejó a sus pies aleteando como un pollo, no muerto sino atolondrado, ni tampoco herido sino contuso.
Este era el portugués que le había recomendado el General Martín Rodríguez, el mismo que en Nogoyá y Gualeguaychú decía a voces y en público: "Que en cada una de las villas entrerrianas se había de colgar una cabeza de los de la Junta de Buenos Aires; y que la cabeza de Bartolo Zapata la habría de llevar de presente a Michelena".
Anota a continuación Zapata que, luego de hacer el embargo de los buques y haberes de los europeos comprometidos y remitirlos presos, no puede hacer lo mismo con el famoso portugués porque está muy enfermo. (4).
Juan Francisco Melchor de La Palma (el dueño de la Azotea), hijo legítimo de Juan Lamego y María Silveiro, nació el 6 de enero de 1801 y fue bautizado en la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, el 21 de enero de ese año según consta en la Fé de Bautismo correspondiente.
El 25 de diciembre de 1829 contrae matrimonio en la Iglesia San José (hoy Catedral de Gualeguaychú) con Martina Carmona, hija de Don Juan de la Cruz Moreira Carmona y de Doña Juana Rosa Gómez.
Don Juan de la Cruz Carmona, un auténtico criollo, había nacido en Buenos Aires y, niño aún (contaba trece años), llegó con su tío, el Cerrajero Real Don Agustín José de León.
De una cultura superior para la época (sabía leer y escribir), se aposentó definitivamente en estas tierras. Pobló una chacra en el lugar donde hoy está ubicada la estación del Ferrocarril, y cuando Don Tomás de Rocamora fundó la Villa de San José de Gualeguaychú en 1783, continuó viviendo en aquel sitio porque "no se iba a vivir al bullicio del pueblo", según lo recordaba su bisnieto. (5)
Verdadero pionero en la siembra del trigo en esta zona, tenía una estanzuela sobre el arroyo Perdices, conocido antiguamente como arroyo Carmona, distante siete leguas al Sur de la Villa.
De la unión de Francisco Lapalma con Martina Carmona nacieron siete hijos: Natalia que casó con Gregorio López; Wenceslada, con Guillermo Bianchi; Victoria, con Andrés Parma; Pedro José, con su prima Rosa Frutos y Carmona; Emiliana, con Carmelo Zapata y Regina, con Máximo Galeano (bisnieto de Basilio Galeano, natural de Buenos Aires y uno de los firmantes del Acta de Fundación de Gualeguaychú). (6)
Su nieto Pedro Sabá Lapalma describió a “Don Pancho” como un hombre sumamente sociable. A pesar de haber vivido en una época de cruentas luchas civiles, su vida transcurrió en la tranquila serenidad del hogar, dedicado a la familia y a los negocios de hacienda en el Distrito Perdices, y al cultivo de árboles frutales en su quinta. Hombre de gran fortuna, hizo construir la Azotea en aquella propiedad cuyos terrenos se extendían hasta las cercanías del hoy Hospital Centenario.
La realización de la obra data del año 1830, aproximadamente.
Debió haber sido levantada en varias etapas a partir de una edificación más primitiva en el tramo bajo.
Enriquecida luego su fachada con un estilo italianizante, la terraza ofrece un balcón cuya ornamentación en hierro forjado le aporta mayor valor arquitectónico. En el centro de la reja - balcón se destacan las iniciales F. L. de su dueño.
En setiembre de 1845 esta finca fue saqueada por la soldadesca de Garibaldi y está documentado que el día 21, apenas repuestos de la sorpresa, algunos vecinos se armaron a las órdenes de Jorge Neyra y, en número de nueve enfrentaron una partida de legionarios que salía de saquear la casa de Don Francisco Lapalma, poniéndolos no obstante la superioridad numérica, en precipitada fuga.
Uno de los garibaldinos cayó herido de un certero sablazo que le había partido el rostro, debiendo ser llevado para su curación a la misma casa que acababan de asaltar.
Como epílogo de los actos vandálicos y con la fría intrepidez que lo caracterizó siempre, el Condotiero exigió fuertes contribuciones en dinero a numerosas familias, entre ellas la de los Lapalma. (7)
El tiempo no ha podido borrar el sortilegio que tuvo hace ya tantos años la Azotea, Cuando Don Pancho y Doña Martina, junto a sus hijos, recibían a huéspedes ilustres.
¡Como olvidar los parientes y amigos que vivieron en ellas!.....A los que la visitaron en épocas de esplendor y a los que llegaron cuando el peso de los años había caído inexorable sobre los muros centenarios.
Una larga historia de nombres, vidas humanas, de hombres valerosos y mujeres que escondieron su dramática intimidad en esta casona.
Aquí pasó sus últimos años Don Juan de La Palma o Lamego, quien ya anciano, se trasladó a la casa del hijo. Había servido muchos años como médico y "ahora los tiempos eran otros". Y aquí también el abuelo patricio Don Juan de la Cruz Carmona, según cuenta su nieto, un día de Octubre de 1860, a los ciento trece años, cansado de vivir, rehusó todo alimento y volvió el rostro hacia la pared cerrando los ojos para siempre. (8)
A la sombra de la magnolia centenaria van apareciendo otros nombres, como los de los Andrade, Olegario, Wenceslao y Ursula. En esta casa comenzó a alumbrar la capacidad creadora del gran poeta. Aquí dejó de existir su prima Isabel y en ese clima de profundo dolor escribió unos versos para la niña que murió de amor:
Y miro tu frente marchita y sombría,
tus ojos no lanzan celeste fulgor
Que has muerto me dicen y al verte este día
me arrastra do quiera terrible dolor.
Cuantas veces a su lado
sin recuerdos ni pesares
levantaban sus cantares
a la gloria y la virtud.
Hoy la miro en el sepulcro
Blanca, mustia, sin colores
Demostrando los dolores
de su tierra juventud.
La casa se llena de congoja, ha muerto Isabel Frutos y Carmona y a los dieciocho años, (9) ha muerto el General Antonio Palavecino que fuera huésped y amigo de los Lapalma desde que llegó de la lejana Santiago del Estero para servir a Entre Ríos y al General Urquiza, en cuyo ejército alcanzó el grado de General.
Pero no todo será tristeza, los hijos se casan y llegan los nietos que alegrarán los últimos años de Don Pancho y Doña Martina.
El General Hornos visita Gualeguaychú. El militar unitario es dilecto amigo del dueño de la Azotea. Gran fiesta en su honor, de las más resonantes que se recuerdan.
Los veranos en la casona son alegres. Pedro José y Olegario V. Andrade regresan de la vecina Concepción del Uruguay a pasar sus vacaciones con los amigos del Colegio Nacional; Justito de Urquiza, Camejo, Churruarin, Ruiz Moreno.
Don Francisco Lapalma, ese señor de gesto adusto que el pintor Gras llevara al lienzo en forma admirable, fue hombre de actividad en múltiples negocios. En sus mocedades había sido zapatero y propietario de una pulpería, (las telas pintadas por Amadeo Gras de miembros de las familias Lapalma, Frutos y Carmona, como libros de fiados de la pulpería, se conservan en el Museo y Archivo del Instituto Magnasco.)
No hubo obra de bien para nuestro pueblo a la que no contribuyeran. Don Pancho y Doña Martina con abierta generosidad. Prueba de ello es la solicitud que el cura párroco Don Vicente Martínez hace a aquel requiriendo una limosna porque al día siguiente debe pagar al arquitecto. (10)
Durante la epidemia de cólera, Don Pancho desde su cargo de Teniente Alcalde, colabora con la Comisión "Salud y Socorro" formada por autoridades y vecinos para combatir el flagelo que azotaba toda la zona del litoral argentino- uruguayo. Contagiado muere víctima del terrible mal el 10 de febrero de 1868. (11)
Luego de la muerte de su esposo y a pesar de que la fortuna había sufrido grandes mermas, Doña Martina continuó en forma silenciosa otorgando dádivas, como lo certifica la donación de quince vacunos para la obra pro-templo. (12)
Desde la vieja casona, Wenceslao Andrade, hermano del gran poeta, escribe:
"Cuatro años ha que el dardo funesto del destino
Me arrebató un hermano que ansiaba conservar
De entonces, ay! de entonces, tan sólo en mi camino
No espero sino lágrimas tener que derramar
También querida prima, sobre tu tumba helada
Debí una corona siquiera deponer
Mas ay! que a mi tan sólo, tan sólo a mi me es dado
Apenas con mi lloro tu tumba humedecer." (13)
Pedro José, el cuarto de los hijos del matrimonio Lapalma-Carmona, había cursado tres años en el Colegio del Uruguay. Habilitado por su padre económicamente, se asoció a Don Andrés Parma integrando una firma comercial de los más importantes de la región, ya que tenía sucursales dentro y fuera del Departamento Gualeguaychú.
El hecho de que Parma fuera extranjero le permitía a Don Pedro abandonar temporariamente el negocio de ramos generales para aunarse al Batallón 15 de Abril, cuerpo integrado por gualeguaychuenses y formando en esa fecha del año 1870, para defender la ciudad de la invasión del General Ricardo López Jordán y garantizar la estabilidad de los poderes constituidos. No obstante, cuando podía emigraba, pues abominaba la guerra entre hermanos, coincidiendo con las ideas de su abuelo Don Juan de la Cruz Carmona.
La firma Lapalma-Parma que fuera, como dijimos, de los más potentes de la zona, cuando prometía sus mejores frutos, tuvo un derrumbe imprevisto que dejo a sus socios totalmente arruinados.
Don Pedro José casó con su prima Rosa Frutos y Carmona y de ese matrimonio nacieron: Pedro Melchor Sabá, María, Jesús María, Rosa, Victoria, Vicente y Luis.
Caballero de finas maneras y de caracter apacible, gozaba de memoria privilegiada y se complacía hablando del pasado. Amante de la sociabilidad, fué socio fundador del Club Social "Recreo Argentino". (14)
Pasan los años; las sombras de la pobreza caen sobre la casona, Úrsula Andrade está acompañando a sus moradores. María ha muerto arrojando rosas a la Virgen del Rosario el día de su festividad, (15) Rosa esconde una profunda depresión. Pedro Sabá, el romántico, escribe las semblanzas de sus antepasados en páginas de hondo contenido intimista. Protagonista de todo lo que se relaciona con la tradición e historia lugareña, demuestra versación y añoranza del pasado. Fue también activo militante del radicalismo. Víctima de un decaimiento espiritual y una existencia llena de silencios, pone fin a su vida descerrajándose un tiro en la sien.
En carta a su hermano Jesús María, le recomienda el gasto del entierro, que no debe exceder de trescientos pesos y el seguro de vida para que atienda a su hermana Rosa. (16) Ésta abatida por el dolor y la desolación, atormentada por los infortunios de la vida, muere en el refugio que fuera solariega morada de sus mayores el 25 de junio de 1959. Hacía treinta años que no salía a la calle, encerrada en el mundo de la Azotea.
Ha pasado otra generación.....Han muerto Pedro y Rosa, pero siempre hay un Lapalma en la casa. Del matrimonio de Jesús María con Justina Carmona nacen nueve hijos: Pedro José, María Margarita, Valentín, Anacleta, Manuel Modesto, Francisco Solano, Salvador Delfín, Petrona y Ramón Nicasio. (17)
Salvador (Lilo), con el que compartimos una grande y sincera amistad nacida en el común amor por la vieja casona, fue el último Lapalma que la habitó. La mansión que se levantara para vivir en ella una familia, ha tenido resonancias históricas, románticas y trágicas a través de más de ciento cincuenta años en la proyección de la ciudad que la vio nacer.
Notas:
1) GUILLERMO FURLONG, S. J.. "Médicos Argentinos, Durante la Dominación Hispánica", Buenos Aires 1947. Cultura Colonial Argentina, pags. 139 y 292. 2) LIBRO DE ACUERDOS DEL CABILDO DE GUALEGUAYCHU, Biblioteca del Clero, Sección XXI, Obra 166, Obispado de Gualeguaychú, Folios: 96, 97, 98. 3) ELSA BEATRIZ BACHINI", La Azotea de Lapalma", Conferencia, 10 de Mayo de 1970.4) FACUNDO ARCE, "Entre Ríos en los Albores de la Revolución de Mayo", Paraná, Entre Ríos. 1960.5) ELSA BEATRIZ BACHINI, Ob. cit.6) MARIO CESAR GRAS, "El Pintor Gras", El Ateneo, Buenos Aires, 1946.7) MARIO CESAR GRAS, "El Centenario del Saqueo de Gualeguaychú por Garibaldi", pub. en El Argentino de Gualeguaychú, 9 de Setiembre de 1945.8) PEDRO SABA LAPALMA, "Don Juan de la Cruz Carmona", pub. en El Censor de Gualeguaychú, 16 de Setiembre de 1933.9) ISABEL FRUTOS, Acta de Defunción, Libro III de Entierros, 1852-1860. Iglesia San José. (Hoy Catedral de Gualeguaychú)10) DOCUMENTO I - 67-Nº 510, Archivo del Instituto "Magnasco".11) FRANCISCO LAPALMA. Acta de Defunción Libro IV de Entierros, desde Agosto de 1860 al 19 de Febrero de 1870. F. 224.12) ELSA BEATRIZ BACHINI, ob. cit.13) WENCESLAO ANDRADE, "Cuatro Años A. (ortografía actual). ...." Archivo Museo de la Ciudad,14) APUNTES DE LA FAMILIA LAPALMA, Archivo Instituto "Magnasco"15) INFORMANTE: María Victoria Parma de La Rosa, año 1974, muerte de María Lapalma.16) "PUSO FIN A SU VIDA UN VECINO", pub. en "El Argentino" de Gualeguaychú 11 de Setiembre de 1941.17) PAPELES DE LA FAMILIA LAPALMA, Archivo Instituto "Magnasco".
La Azotea de Lapalma