Por Andrea Sameghini
Yo no quiero despertar los duendes que la habitan, la recorreré en silencio...
Evocaré al poeta, allí donde nació y en otra casa lejana que las circunstancias de la vida lo llevaron.
"Siempre patria! repites madre mía,
Cuánto quema la arena del Brasil"
Corre el año 1839. Ante la eventual invasión del Ejército Unitario a Entre Ríos, el matrimonio Andrade busca refugio en la Aldea brasileña de Alegrete. Lleva consigo un hijo de pocos días.
El 3 de abril de 1839 en la pequeña Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida es bautizado el inocente, nacido el 6 de marzo y que responde al nombre de Olegario.
En las orillas del Rio Ybirapuytán, Olegario soñará con la casa, que el amor materno ha inculcado en su corazón.
Pasados los temores de la invasión, la familia Andrade regresa nuevamente al solar nativo.
A esa casona de gran modestia, con techo de tejas a dos aguas, desprovista de todo aditamento ornamental, pero que ofrece una gran sinceridad en sus elementos constructivos.
Se abre una pausa de paz y trabajo. El padre ejerce su oficio de platero y el pequeño Olegario ya con una definida personalidad, pronuncia una alocución patriótica en la Escuela de Varones, con motivo del aniversario de la Independencia, el 9 de julio de 1849.
Tiempos de aflicción y pobreza se abatirán sobre ese niño de mirada triste, que repetía:
"Es tan bello soñar! es tan hermoso Deslizarse en mundo de oropel.
El Comandante Militar de Gualeguaychú, Gral. Rosendo María Fraga, lo recomienda por sus excepcionales dotes intelectuales al Gral. Urquiza. En esa forma y bajo su, protección inicia los estudios en el Histórico Colegio de Concepción del Uruguay.
Estudios que luego abandonará para dedicarse al periodismo. Es el período de sus agitados articules políticos, que lo alejan más tarde de su provincia natal.
Pobre y abatido vuelve a la realidad del mundo de su niñez y ese momento emocional, da principio a una de sus más bellas inspiraciones:
"Todo está como era entonces: la casa, la calle, el rio"
Es el litoral amado, que ha permanecido en lo hondo de su espíritu.
El amor al terruño, a las cosas simples de la vida que adquieren el valor de lo grande. Los sauces que acarician las aguas, las achiras en flor, los ceibos, el canto del zorzal.
"Sólo el niño se ha vuelto hombre"
Y el hombre se aleja a cumplir su misión de gran vate Es el encuentro con el País y con América toda.
En 1881 obtiene la corona de oro en los Juegos Florales organizados por el Centro Gallego con su último poema "Atlántida":
"Es la raza latina, destinada a inaugurar la historia"
La muerte lo arranca de la patria querida a los cuarenta y dos años, sobre su tumba cae una corona de laureles que le arroja el poeta inválido Gervasio Méndez.
"Este laurel que es símbolo de gloria arrancado a mi sien para tu frente"
Biografía
Archivo Andrade, Instituto "Magnasco" Andrade Olegario V. Obras Poéticas. Revista de Arquitectura y Planeamiento 3-4/64.-Artículo publicado en el Diario "El Argentino" en fecha 28 de Abril de 1974
Serie "Casa y Caserones" por Andrea Sameghini
Casa de Andrade