Pablo Julián Daneri

Recordando al Dr. Pablo J. Daneri ("Pablito")

Publicado el 3 de Septiembre de 2011 en el Diario "El Argentino"

Por Atilio Burgos

Nunca pasa el tiempo para aquellas personas que tras su partida nos dejan cosas lindas para comentar, cuando en su diario quehacer y en las distintas actividades que desplegaron dejaron lo mejor, marcaron un derrotero claro, cristalino, digno para tener en cuenta.

Han pasado varias semanas de su partida, pero es bueno que en nombre de la comunidad y en honra a su extraordinaria vocación profesional, nos ocupemos de Pablo Daneri, cariñosamente "Pablito" para la gran mayoría.

Perteneciente a una tradicional familia, fue el hijo mayor del conocido abogado y querido profesor Pebete Daneri y de Marta Fraga, siendo la casona de Luis N. Palma y Magnasco el lugar donde transcurrió su infancia y juventud, obviamente con sus padres y también con sus abuelos Pepe y Meme. Un céntrico solar donde la generosidad, la cordialidad y la hospitalidad de la familia le permitieron a Pablo nuclearse a diario de un gran grupo de amigos como Jorge Simón, Califa Vieyra, Armando Murature, Jaime Martinez Garbino, Gustavo Delgado, Bernardo Maztkin, Angelito Rossi y Antonio Maya, entre otros y, como en toda juvenilia, fue una etapa feliz, inolvidable en un ambiente muy fraterno.

"Pablito" Daneri

Concluidos sus estudios secundarios se radicó en Buenos Aires para continuar en la Universidad y precisamente junto a los tres últimos de sus amigos nombrados más arriba se inclinaron por la medicina y es así, felizmente, que los cuatro jóvenes gualeguaychuenses se recibieron de médicos. Pablo se orientó a la especialidad de cirugía completando su formación realizando la residencia completa en el legendario Hospital Rawson, sede la Escuela Quirúrgica de los hermanos Finocchieto.

Junto a Graciela fundó un hogar muy respetado y querido donde llegaron tres hijos a los que quiso entrañablemente y donde felizmente también fue muy correspondido por ellos que junto a su nieta fueron la mayor felicidad de su vida.

Se brindó entero por la profesión que abrazó y por su responsabilidad, sus inquietudes, su permanente predisposición a estar informado, se constituyó en uno de los cirujanos más capacitados.

Pero esto no es todo, puesto que su espíritu inquieto lo llevaron a incursionar en distintos emprendimientos comerciales, productivos y hasta políticos

También disfrutó de otras actividades como el ajedrez donde su extraordinaria inteligencia le permitió dirimir con los mejores exponentes de la provincia en partidas inolvidables, pero tampoco debemos olvidarnos del cine, los idiomas y los viajes.

Hasta aquí el esplendor, los apuntes que marcaron la plena felicidad en la vida de Pablo contada por aquellos que tanto lo conocieron y disfrutaron de su forma de ser, pero su hombría de bien, su personalidad se agigantó en el momento mismo de enfrentarse con la adversidad de una enfermedad que nos acosa y no da pausas.

Lo encontramos en varias oportunidades y siempre se mantuvo sereno, con plena conciencia de su situación, demostrando una abnegación y valor propios de los hombres de gran fe, aunque a veces no sabemos demostrarla.

Pablo no bajó los brazos, sabiendo por conocimiento profesional lo que debía afrontar, ofreciendo siempre una sonrisa ante la adversidad. Sin una queja y sin rebelarse frente a lo que sabia inevitable.

Habló mucho con su esposa y con sus hijos, con la garra de los grandes dejó un gran ejemplo de cómo se debe mirar a la muerte cara a cara.

Pensó en los suyos hasta el momento final y quiso que lo recuerden con alegría.

Podríamos extendernos, contarles más anécdotas, pero así se comportó Pablo Daneri en el momento supremo de develar el misterio de la existencia humana, dejando un ejemplo imborrable en sus familiares, en sus amigos y en quienes fueron testigos de su dignidad.

La comunidad sentirá su ausencia y lo recordará como excelente profesional y buen vecino. Muy pocos podrán igualarlo.