Sacerdote, poeta y algo más

Volvamos a Luis Nicolás Cayetano Palma, que nació en Gualeguay el 6 de diciembre de 1863 (paradójicamente es el mismo año que se coloca la piedra fundamental del templo de Gualeguaychú). A los doce años, en marzo de 1875, ingresó al Seminario Conciliar de Santa Fe, cuna de tantos sacerdotes que aportarían sus talentos para la iglesia y para la sociedad. Este sería el primer seminario que funcionó para la joven Diócesis del Litoral, con su sede en Paraná. Luego, con la creación de la Diócesis de Santa Fe, Luis Palma continuaría sus estudios en el Seminario de Paraná.

Como estudiante deja traslucir su capacidad y su dedicación por las letras y llega a presidir la Academia Literaria, en donde comienza a deleitar con sus poesías y sermones.

A los veintidós años es ordenado sacerdote por Monseñor José María Gelabert y Crespo. El 16 de marzo de 1886 celebra su primera misa y ya su elocuencia lo precedía a donde iba. Un ejemplo de esto podemos apreciar en el discurso que pronunció, antes de ser sacerdote, en la Iglesia de San Ponciano de la flamante ciudad de La Plata, el 25 de mayo de 1885. Son épocas liberales que aspiraban a separar la religión de la organización nacional:

Cuando el palacio de guerra cerró sus puertas de bronce y sobre sus arcos triunfales se enlazó al laurel sangriento de la victoria de la paz entonces esa alianza fue más íntima. La Constitución de la República juró sostenerla y elegirla como suya…Si en día aciago se arranca a la Constitución ese artículo, el pueblo no por eso abandonará su religión; la estrechará en su seno para transmitirla como un recuerdo sagrado a la posteridad. Las madres argentinas se guardarán en su corazón y la pasarán a los labios de sus niños en un ósculo de bendición y de cariño.

No creo, señores, que la fe se extinga en la República Argentina. Y si llegara a extinguirse, que sería de la República sin Dios? ¡Ah, no quiero pensar en ello! Cuando el sentimiento religioso hubiera muerto en el pecho del último argentino, llegaría tal vez el reinado de la anarquía, veríamos la demagogia disfrazada de libertad cruzar nuestras calles con el puñal en la mano, brotaría el cieno de la corrupción en nuestra sociedad, nacería la ignorancia, volveríamos a la barbarie…Señores, nuestra patria ha nacido para ser católica, ¡no contrariemos sus destinos!...

Al tiempo fue nombrado canónigo honorario de la Catedral de Paraná. Su primera tarea como párroco la desempeñará en Gualeguaychú. Al llegar a su destino pastoral, Palma encuentra el templo en construcción y decide proseguir esta obra material que acompañaría a la espiritual en su sacerdocio.

Su ministerio entre los gualeguaychuenses se caracterizó por sus pensamientos y discursos a favor del progreso, pero sin descuidar que deben basarse en valores humanos y cristianos. Así lo expresaba en su reflexión cuando bendice la llegada del ferrocarril a la ciudad en 1889:

Gualeguaychú, Señores, se incorpora de lleno a los pueblos que progresan ya hacen suyas las conquistas de este siglo de asombro que ha dominado la naturaleza sorprendiendo sus secretos y encadenando el vapor y la electricidad al rodaje de sus máquinas.

Gualeguaychú, Señores, ha unido a sus adelantos propios, al telégrafo, al teléfono, a los talleres de industria, a las sociedades de colonización, a sus bancos, a su capital, a su comercio activo, a la valorización de sus tierras, el complemento de su grandeza: la vía férrea.

En nuestras mismas provincias no hace mucho tiempo se mencionaban los puntos más importantes de nuestros campos, por la cruz de alguna de la víctimas del puñal o por el nombre de una batalla sangrienta…Ahora se marcan las distancias por las estaciones del ferrocarril…¡que el ruido de sus ruedas nos anuncia siempre la paz, la prosperidad pública, la vida creciente y el engrandecimiento de nuestro pueblo! 

Uno de los sacerdotes que colaboró en la parroquia con Palma fue el sacerdote francés Juan Bianet. Se conocieron en 1888, cuando Palma viajó a Tucumán para recuperar su salud y lo invitó a pasar por Gualeguaychú. No estuvo mucho tiempo debido a su carácter inquieto que luego lo llevaría a Rosario[1].

[1] Cf. Borques, J. C., Eclesiásticas, I, 48, 1824, en Archivo Instituto Magnasco.

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Pastores según el corazón de DiosEl ministerio sacerdotal en la Parroquia San José de Gualeguaychú (1766 - 1905)

Pbro. Mauricio Landra

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