El Cuaderno Nº 158 de "Cuadernos de Gualeguaychú", publicado el Domingo 18 de abril de 1999, se centra en la profunda historia y el arraigo cultural de las riñas de gallos en Argentina y, particularmente, en Gualeguaychú. La investigación y el texto fueron elaborados por Nati Sarrot, Marco Aurelio Rodríguez Otero y Aurelio Gómez Hernández.
Su enlace es: Cuadernos de Gualeguaychú Nº 158
Sus secciones principales incluyen:
EL GALLO CANTA SU HISTORIA:
Orígenes y Tradición: La cría de gallos, especialmente para la lucha, es una práctica milenaria documentada en culturas como la china, egipcia, persa, griega y romana. Los gallos fueron introducidos en el Nuevo Continente por figuras como Hernán Cortés y Pedro de Valdivia.
Preparación del Gallo de Pelea: Se detalla el exigente proceso de preparación y entrenamiento al que son sometidas estas aves desde su nacimiento. A los tres meses se les corta la cresta y las orejas, se les afilan los espolones y se les calzan púas. El "compositor" es quien los entrena con gran paciencia y conocimiento. Se mencionan razas y cruces preferidos, como el Calcuta con la inglesa, y cruces con faisán de charata o gallos de las Islas Baleares.
LA RIÑA EN NUESTRO PAÍS:
El primer reñidero registrado en Argentina funcionó desde 1767 en la Plaza de Monserrat.
Se consolidó como una diversión y entretenimiento popular para hombres de todas las clases sociales, incluyendo hacendados y presidentes como Hipólito Yrigoyen y Bartolomé Mitre.
Aunque la actividad fue prohibida en 1891, continuó desarrollándose en la clandestinidad, caracterizándose por reuniones sin desórdenes significativos.
CON LOS REGLAMENTOS:
La sección destaca la importancia de los reglamentos de riñas, que a menudo ponían más énfasis en el comportamiento y la hombría de bien de los asistentes que en las reglas de la pelea misma.
Se cita un Decálogo que promueve el buen perder y ganar, el respeto, la mesura y la discreción.
El primer reglamento fue recopilado en Córdoba en 1807. En 1861, el jefe de Policía de Buenos Aires, Rafael Trelles, promulgó un "Reglamento para Reñidero de Gallos" de 31 artículos, que, entre otras cosas, prohibía las púas metálicas (permitiendo otras materias) y detallaba cómo se debía desarrollar la pelea, incluyendo la obligación de seguir luchando aunque los gallos quedaran tuertos o ciegos.
El médico italiano Pablo Mantegazza, en su "Viaje por el río de la Plata", observó que las espuelas de acero estaban prohibidas por considerarse venenosas, mientras que las de latón o plata eran permitidas.
GALLEROS:
Se incluye una anécdota ilustrativa de un "gallero" y su gallo de raza "Calcuta" que, a pesar de perder un ojo, continuó luchando y ganó diecinueve riñas antes de morir de moquillo. El relato también menciona remedios populares, como la carne de zorro, para fortalecer al ave.
EN GUALEGUAYCHÚ, LO SUYO:
Hasta hace unos 50 años (desde 1999), las riñas de gallos eran uno de los principales entretenimientos en Gualeguaychú, junto al fútbol, carreras de caballos y cine.
A pesar de su carácter "marginal" y a menudo clandestino, la actividad se regía por estrictas normas de honor y discreción. A menudo, la autorización para las reuniones se obtenía mediante "media palabra" del jefe de policía, permitiendo "pasar un rato en coro de amigos de la dura lid entre aves de pura sangre".
La década de 1930 fue una de las más esplendorosas para las riñas en Gualeguaychú, con gallos de alta calidad traídos desde Corrientes y Buenos Aires, incluyendo los famosos "ráculas" de Curuzú Cuatiá.
Existían varios reñideros en la ciudad, como el de Pueblo Nuevo, el de la zona portuaria y, de manera central, el de la finca Cafferata, que atraía a importantes figuras sociales y políticas de Gualeguaychú y ciudades vecinas. Se relata que Don Ambrosio Rodríguez falleció de un ataque cardíaco al salir de este reñidero.
Se destacaron cuatro "compositores" (entrenadores) de gallos: Don Martín Lamas (y su gallo "El Cenizo"), Antonio Pastor Otero ("el famoso Corto"), y los hermanos Piquet. La práctica de las riñas continuaba siendo cultivada con pasión en Gualeguaychú.
AQUÍ, EN EL XIX...:
La práctica de la riña se difundió en Gualeguaychú a principios del siglo XIX, especialmente en el segundo cuarto, convirtiéndose en un importante motivo de reunión social.
Aunque se construyeron locales específicos para el espectáculo, a menudo bastaba con un ruedo improvisado con ponchos y tierra alisada.
Documentos de mediados del siglo XIX registran reñideros en el casco de la ciudad, como el de Domínguez, con permiso de la autoridad. En la segunda mitad del siglo, los periódicos de Gualeguaychú daban testimonio de la actividad, que se reanudaba cada otoño.
Las décadas de 1870 y 1880 vieron gran actividad en los reñideros de la Cancha Vieja (en Montevideo y Bolívar) y la Cancha Nueva (en España y 25 de Mayo), esta última también usada para teatro y acrobacias.
El pintor Cesáreo Bernaldo de Quirós (de Gualeguay, 1879-1968) reflejó las costumbres entrerrianas en sus obras, incluyendo a "galleros" en cuadros como "El Embrujador".
Se menciona la cita de Ricardo Güiraldes en Don Segundo Sombra: "ningún cristiano o salvaje es capaz de imaginar la saña de un gallo de riña", resaltando la ferocidad inherente a estos animales a pesar de su docilidad en manos de sus entrenadores.