Después...

El tiempo siguió corriendo, los años y las costumbres, el sombrero, los canotier, el saco, quedaron atrás, cada vez menos; los sin sombreritas desafiaban abiertamente a la ciudad, los primeros carteles de neón hacían irrupción en el ambiente, y la noche comenzaba a tomar un nuevo color, los locales se modernizaban y fue precisamente en aquellas cuadras preferidas y olvidadas donde primeramente llegó un nuevo progreso.

Así el antiguo "Tutankamon" de Chocrón, (que fue un deportista del Fútbol), desde su emplazamiento en calle 25, entre Alberdi y Churruarín, acera sur, a mitad de cuadra, pasó con ese nombre a donde fuese el Moderno y como propietario el "oriental" Damasco, luego con Mondelo y siempre con ese nombre, que tiene que ver un poco con historia. Por ese tiempo Lord Carnarvón, había descubierto en Egipto la tumba de Tut - Ank - Amón, y en ella entre los tesoros mayores, gran cantidad de joyas de diseño extraordinario y diferente, que estimularon a los artesanos y joyeros a reproducirlas en ese tiempo, naciendo una nueva corriente en el arte joyeríl, siendo al principio ejecutadas en materiales nobles y luego se popularizaron en fantasías, terminando ese estilo en vulgares charrerías, pero lo cierto es que durante mucho tiempo se mantuvo la moda de Tutankamón.

Esto influyó ciertamente en los nombres de los locales y justamente prendió en el propietario, de poner ese nombre a su bar, nombre que se perpetuó por varias décadas.

Luego ese negocio cambia de dueño, ahora es Haneke, quien lo remodela con hermosas pinturas murales y le cambia el nombre,

"Bar y Cervecería Munich", la decoración del frente fue hecha con troncos, muy pintoresca y bien al estilo Alemán, la pared del frente. Por el lado del interior del local decorada con pintura de racimos de uva y hojas de parra, ostentaba sobre la puerta un cartel que decía: " Dem Glusglischen slagt Keina Sturde"

La pintura se completaba con un beodo total, copa en mano y trastrabillando, y un reloj sin agujas. El hombre feliz no tiene horas.

Bajo lo que fuera la tertulia del cine, (el paraíso para otros) se disponían las mesitas de juego y allí se reunían muchos alemanes y otras personas sin serlo, cualquiera dirían que lo eran. Como curiosidad, el pintor que realizo la decoración, había dibujado en uno de los cuadros de ese lugar, un grupo de personas en una semipenumbra, jugando a las cartas, y entre ellas se reconocía a los contertulios del Munich.

Tiempo después este establecimiento cierra sus puertas, desaparece el ornamento tradicionalista del frente y con el nombre de Confitería "París" se reabre, estando al frente los hermanos Heinrich, esta confitería también tiene su tiempo como bar y salón bailable, ya en las postrimerías del paseo de la Veinticinco, luego vendría "Bang" un intento de local nocturno a puertas cerradas y con total cambio en la decoración interna y externa; Se tapiza con machimbre todo el frente y solo queda una gran portada del mismo material y sin ningún valor estético, ya no hay romanticismo en la calle, este es un valor casi perdido, cediendo paso al descarnado utilitarismo, el intento también, es solo eso, había nacido antes de tiempo, pero no mucho después el germen estaba latente.

Aparece otra iniciativa. El Bowling que sustituye a Bang ( un tiro en la noche, tal es su eslogan ), que fuera el primer centro nocturno, cerrado y penumbroso, que no prosperó, pues aun quedaban en la ciudad vestigios de otra cultura, pero que en el futuro es lo que vendría a reemplazar a una sociedad que tenia otras lecturas.

El Bowling tampoco prosperó, así que con nuevo dueño se inaugura una nueva confitería remozada bajo la denominación comercial de su nuevo dueño; Tiempo después también cierra, parece un juego de cambios el destino de este local, desde los Galia hasta la fecha, en que hay instalada una tienda (1995) y el edificio en remate.

Y es en ese punto, que aquí termina la historia y el origen de un nombre, el de Tut - Ank - Amón vulgarmente conocido como Tutankamón.

Otro café del lugar fue el bar Richmond (25 y H. Primo ángulo SSE ), cuyo propietario era don Rogelio Bargas, yerno de don Mariano Tresola propietario del café España de calle Suipacha, del cual ya nos hemos referido anteriormente.

Estaba ubicado en pleno corazón de la 25 y su desfile, y en su esquina se reunían con predilección la juventud de entonces, y lo siguieron haciendo luego de desaparecido el Richmond, que vino a dar su lugar a la sección zapatería del "Barato Argentino" que después cambiaría su nombre por Azcarate, y luego por el de los Vascos. En los últimos tiempos del Barato, fue reformado el edificio adoptando una línea totalmente moderna con grandes vidrieras y cuidados escaparates."El Barato ".Tenia la ochava mas amplia de la ciudad y esta característica se mantuvo en la reforma.

En el 94, la anacrónica reglamentación municipal, impidió la realización de un importantísimo edificio en ese lugar, así como varios otros con el retraso edilicio que esto significó.

Las Oficinas del Correo Central, tenían otra sucursal, la N°1, en Bolívar y Mitre, también tuvieron su lugarcito en la 25, en la esquina de Churruarín, ángulo NNO, en la casa que fuera propiedad del doctor Mario César Grás, abogado, profesor en el Colegio Nacional y autor de sendos libros: " la casa trágica" novela referida a la penitenciaría de Gualeguaychú y la otra, "El pintor Grás" descriptiva de la vida y obra de su tío Amadeo Grás.

En los años 20, las oficinas de correos y Telégrafos estaban ubicadas frente al molino Carabelli, en una propiedad del señor Ferrer Guasp (ángulo SSE) y de allí fueron trasladadas, siempre en calle Urquiza al edificio del ex Banco Galia, y luego al del Banco Nación cuando este se traslado a su nuevo local de 25 y Alberdi, ya en los años 30.

Luego el correo seguirá su trayectoria, pasando a la casa del doctor Grás, donde permanece por un espacio prolongado de tiempo antes de sufrir el penúltimo cambio en la casa de la familia Galdós en las calles Bolívar y Rocamora, para finalizar ese prolongado viaje por la ciudad y en el tiempo arribando definitivamente a Urquiza y Elías, a su moderno edificio propio, donde funcionó el asilo de niñas "la Caridad", regenteados por las hermanas mercedarias a donde funcionaba una escuela, y el que fué quizás el primer Jardín de infantes que tuvo la ciudad, instalaciones que fueron demolidas para dar paso al nuevo Correos y Telégrafos de Gualeguaychú.

CRÓNICAS INFORMALES

Carlos Lisandro Daneri

Gualeguaychú – Año 1998