El Cuaderno Nº 192 de Gualepedia, publicado el domingo 17 de septiembre de 2000, ofrece una detallada crónica del Primer Corso de Carnaval realizado en Gualeguaychú el 5 de marzo de 1876, y también profundiza en la historia de la esclavitud en la región a través del relato de "La Tristeza de Joaquina".
Su enlace es: Cuadernos de Gualeguaychú Nº 192
Los temas principales son:
Crónica del Primer Corso de Carnaval en Gualeguaychú (5 de marzo de 1876):
Contexto Histórico: Se menciona que en diversos números de "Cuadernos" se ha abordado el Carnaval y el Corso. Existió un decreto de noviembre de 1840 que ordenaba celebrar el 29 de noviembre con un festejo de Carnaval, en conmemoración de la Convención de Paz entre la Confederación Argentina y Francia. Sin embargo, en noviembre de 1848, un decreto publicado por El Federal Entrerriano de Paraná prohibió la "bárbara costumbre del juego de Carnaval" por razones de salud, moral y cultura. En 1880, la Corporación municipal de Gualeguaychú desautorizó el juego con agua a caballo o el uso de cáscaras en el Corso, limitándolo de 11 a 16 horas para morigerar los excesos. El "Corso" se entendía como el desfile de carruajes y comparsas en las calles 25 de Mayo y Urquiza.
Organización y Origen del Corso de 1876: La crónica de Pastor Méndez Casariego en El Telégrafo describe el evento. La Sociedad Musical La Unión solicitó a la Municipalidad (presidida por Asisclo Méndez) la realización del Corso, siendo la propuesta "calurosamente" acogida. Este evento, celebrado el domingo 5, lunes 6 y martes 7 de marzo de 1876, fue considerado "El Primer Corso de Carnaval" de la ciudad y "una conquista de civismo y de progreso".
Desarrollo del Primer Día (5 de marzo): La concentración de comparsas ("La Unión", "La Estudiantina", "Los Improvisados", "La Unión Oriental", "La Industria Libre", etc.) y Sociedades Musicales fue en la Plaza Independencia (hoy San Martín). Desde allí, marcharon hacia el Puerto, donde se sumaron a "otro pueblo", estimándose la concurrencia en 3.000 personas. Tres bombas señalaron el inicio de la fiesta.
La Gran Sorpresa: Una "falúa" (embarcación menor) adornada surcó las aguas del río, llevando al Dr. Enciclopédico Dulcamara, enviado extraordinario del Carnaval, y su secretario, el Gran Duque de Pincheira. Al pisar tierra, Dulcamara leyó un pergamino oficial del Carnaval, datado en su "Palacio de Cartón, en Roma, a los 30 días de Enero de 1876", firmado por "Carnestolendas-Birrichin" y "Momo Chico". Tras un discurso, Dulcamara encabezó la caravana hacia la Plaza San Martín, y luego a la calle Urquiza para la Carrera del Corso.
La Fiesta y el Corso: Se describe la ornamentación de las calles con "botadores" (palos largos), gallardetones, millares de gallardetes y faroles chinescos en un trayecto de 26 cuadras. Desfilaron "treinta y tantos lujosos carruajes" con damas adornadas con flores y cenefas. Por la noche, la iluminación "a la Veneciana" y las luces de las casas vecinales crearon una "visión deliciosa y sorprendente". Las fiestas culminaron con bailes populares en el Teatro y otros puntos.
Días Siguientes y Evolución: El segundo día hubo mayor lucimiento, con la banda militar y comparsas como "La Unión" y la "Estudiantina". Los carruajes se destacaron por su lujo, guiados por jockeys o cocheros de librea. Se destaca la "armonía y animación" y la "espléndida" iluminación. Eduardo, en otra nota, elogia a Vicente Martínez Fonte, presidente de la Sociedad Unión, por impulsar esta "inmensa regeneración". La crónica resalta que no hubo "atropello" y que la civilización imperaba sobre la "barbarie". Se considera una "primera piedra" en Entre Ríos para "morigerar las costumbres". La publicación compara este inicio con el Carnaval actual de Gualeguaychú, que ha evolucionado drásticamente, especialmente desde la aparición de la comparsa Acorad en 1976.
CVADERNOS en EGB - LA TRISTEZA DE JOAQUINA (Por Silvia Razzetto de Broggi):
Este artículo narra la venta pública de María Joaquina, una mujer negra y esclava, en Gualeguaychú en el verano de 1835, como parte de la herencia de don Rafael Zorrilla.
Se contextualiza la introducción de mujeres negras esclavas en América a mediados del siglo XVIII para "fijarlos a la tierra", siendo valoradas por su fuerza de trabajo y capacidad reproductiva, incluso considerándolas más resistentes a los dolores de parto y enfermedades que las mujeres blancas.
En Buenos Aires, las mujeres esclavas superaron en número y precio a los hombres en trabajos domésticos como lavanderas, planchadoras, modistas, cocineras y amas de cría. Su valor dependía de la edad, estado físico y habilidades, no de la dureza del trabajo. Una esclava embarazada era más barata por el riesgo de muerte en el parto.
El Caso de María Joaquina: El 3 de febrero de 1835, el facultativo (médico) don José Perin, por orden del Alcalde Mayor de Gualeguaychú, don Juan González de Cossio, examinó a María Joaquina y concluyó que su estado exigía "curación formal" y que solo podía realizar "trabajo liviano y no asiduo". Los vecinos Facundo Nadal y José Antonio Haedo la tasaron en doscientos pesos moneda metálica.
La Venta: El 28 de febrero de 1835, el Alcalde presidió el remate. Victorio Doello la compró por ciento treinta y ocho pesos en nombre de su padre, don Andrés Doello, un precio menor al tasado.
Causas del Desgaste Físico: Se especula que su desgaste físico pudo deberse a enfermedades (tisis, tuberculosis, viruela) mal curadas, exceso de trabajo, castigos físicos por rebeldía (azotes, palos, encierros, ayunos), o consecuencias de partos traumáticos. La más impactante es el "banzo", una "profunda tristeza y nostalgia por la tierra y la familia perdidas".
La Condición del Esclavo: El texto subraya que la mujer negra era un "objeto que se tasa, se compra, se dona, se alquila, se hereda", con valor de uso y de cambio. En marzo de 1835, también se vendieron la negra María por doscientos setenta pesos y el negro Alberto por doscientos pesos.