Las Plazas

El gran paseo en el primer cuarto de siglo, era ir por las tardes al caer el día, a la retreta, que ofrecía la banda del regimiento 10, los días de fiesta, y allí se caminaba por la vereda de frente a la Iglesia y por la que da a calle Urquiza.

En verano era cuando esto mas se daba con mas afluencia de publico, pero este hecho fue decayendo lentamente en los años que siguieron por que la ciudad va cambiando sus hábitos y las preferencias se fueron volcando hacia la calle 25, donde se fue concentrando el comercio principal.

Y la plaza grande, es decir, la Independencia luego San Martín, iba quedando marginal, aparte de su poca iluminación y viejas veredas de baldosa colorada, presentaban poco atractivo al paseo, comparación hecha con la "25", la mayoría del paseo era con caminos de tierra y por el lado de la hoy Rivadavia, ni siquiera tenía vereda.

El gran lucimiento de la plaza estaba dado por la figura ecuestre del General San Martín, anteriormente en el lugar del emplazamiento, hubo una alta columna, en la parte posterior de la plaza había una gran glorieta que servia para guardar útiles de plaza y elementos del placero, por que entonces había placero "visible". Una gran pajarera completaba el fondo de la plaza grande, las palmera con "cocos" y los altos canteros con sus bordes de romero con ese olor tan característico del adorno vegetal.

En la plaza chica, o sea Libertad, hoy Urquiza, también había retretas, pero de tarde y temprano, frente a la Municipalidad, y las audiciones estaban a cargo de la Banda Municipal cuya dirección la ejercía el maestro Sabattoli, que entre otras composiciones de su autoría, dedicó al fundador de la banda Municipal, durante su intendencia, Don Antonio Daneri, una marcha que llevaba su nombre.

La cuestión fue que alrededor de las plazas se concentró la actividad principal de la ciudad, en la San Martín, la actividad parroquial, policial, tribunalicia, el teatro primero de Mayo, el diario del periodista Furques, "El Noticiero" y varias casas de vecinos de la ciudad, como las de Irazusta, la antiquísima casa de los Haedo, la de Aguilar Vidart, Etchebarne, Grané, la casa de dos plantas de Luciano, Echazarreta, Vázquez y la Escuela Mixta.

En cuanto a la plaza chica, la Libertad, era un centro cívico también, pero menor, dominaba el panorama la Municipalidad, y estaba rodeada de casas de conocidos vecinos de la época, los Zuloaga y Pintos al norte, y al sur, los Vieyra, al este la familia Chichizola y Ledesma y sobre el oeste y a cada lado de la Municipalidad, al norte lo de Villagra y al sur Muñoz, todas viejas y tradicionales familias.

En el centro de la plaza se encontraba la fuente, la misma de nuestros días, pero, de aquel tiempo sobreviven dos hermosos árboles, ya centenarios, la Gavilea, frente a la escuela, y el Higuerón en el triángulo nor este.

La puerta del municipio estaba celosamente guardada por sendos cañones montados en cureñas de madera, los mismos que defendieron en el "combate" de la Isla (libertad), a la población.

Durante mucho tiempo permanecieron celosos custodios a la entrada del municipio, y era en las fechas patrias en que al despuntar el sol volvían a tronar desde el lugar de su emplazamiento para recordar que estaba amaneciendo en la patria.

Esta tradición se mantuvo viva por algunos años, especialmente durante la administración del intendente don Julio T. Villagra, pero después decayó, hasta el punto de que los cañones desaparecieron de las puertas de la municipalidad y reaparecen en una oportunidad formando parte, muchos años después, de una carroza estudiantil.

Como vemos, el sentimiento de patria se iba perdiendo lentamente en el país, como se perdieron muchas cosas en el devenir de los años.

CRÓNICAS INFORMALES

Carlos Lisandro Daneri

Gualeguaychú – Año 1998