Publicado por el Diario "El Argentino" el 5 de Enero de 2017

Por Atilio Burgos

Al promediar la tarde del lunes, se conoció la noticia de la muerte de Ángel Rafael Sosa.

Quizá una de las primeras novedades del año que iniciamos que entristeció a la comunidad gualeguaychuense, puesto que era muy conocido, pero de verdad, que envolvió de dolor a todo el mundo de la bicicleta, a los que realmente le gusta pedalear, compartir y disfrutar de lo bueno y positivo que deja esta hermosa y vieja actividad.

Y es que "Lelo" aparte de ser un gran campeón, fue un verdadero referente y un extraordinario apasionado, no solo vistiendo los colores de su querido "El Nacional", donde ganó títulos y una extraordinaria cantidad de competencias, algunas de gran nivel, por cierto muy recordadas y también en la vida diaria, donde su bici, celeste y blanca, fue un complemento y aliada a su responsable actividad.

Ciclísticamente fue el mimado en la década del 50 cuando competía al lado de “Chalita” González, Arocena, Oscar Ghiglia, Salvia Ramallo, Julio Tourón, entre otros y líder y dueño de muchas satisfacciones cuando en su última etapa integró el equipo con sus hermanos Ramón y José, Ernesto Daguerre, Atilio Burgos y Juan Maneyro, una etapa deportiva hermosa y brillante que coronó con el subcampeonato de Ruta, detrás de Sigura en 1965.

Compañero de su esposa, amigo de sus hijos y un hermano sin dobleces, el vecino desaparecido, que contaba 77 años, mostró facetas bien definidas en el quehacer de todos sus días. En la recordada Compañía de Teléfonos y en la acreditada Casa Vázquez fue un empleado probo y de reconocida capacidad, virtudes que también enriquecieron su accionar en la empresa que integró con sus propios hermanos.

Muchísimo más y bueno podríamos decir de "Lelo" Sosa, pero la extraordinaria cantidad de amigos, vecinos y deportistas que acompañaron sus restos, lo sintetiza todo, es una muestra cabal de su hombría de bien y ejemplo para la comunidad.