Veneración y respeto al Padre Martínez

Evidentemente el sacerdote que marcó la vida y misión de la Parroquia San José es el Padre Vicente Martínez. Veneración y respeto son las palabras escritas en su tumba ubicada en el interior del templo parroquial. Ellas encierran mucho de su ofrenda sacerdotal para con la comunidad cristiana de Gualeguaychú. Lo que se ha escrito de él y las fuentes consultadas presentan a un hombre de Dios y de la Iglesia, comprometido con la sociedad donde estaba implantada la comunidad cristiana y pastoreando con un celoso amor a todos los vecinos.

Para repasar su vida y obra citaremos cartas de su puño y letras que se conservan en el archivo parroquial, así como la documentación referida al templo, que luego albergará sus restos mortales como signo de agradecimiento[1].

Vicente Martínez no nació en Gualeguaychú, sino en San Pedro, en la Provincia de Buenos Aires. En el Libro IV de bautismos de esa parroquia se halla la siguiente partida:

En la parroquia de San Pedro un 24 de Abril de 1833, yo el cura ascendido subscripto puse oleo y crisma a Juan Vicente nacido el 5 de Febrero del mismo año, bautizado en socorro por Don Timoteo Belen, hijo legítimo de Don Apolinario Martínez y Doña Teresa Albarracin, hizo de madrina Doña Juana Albarracin.- Para su constancia lo firmé en el libro original. Sr. Felipe Serrano.

Siendo limitados los recursos sus padres, resolvieron pasar a la Victoria de Entre Ríos en procura de mejorar su situación. Como estos buenos padres estaban animados de sanos sentimientos, se preocuparon del niño y determinaron ponerlo en la escuelita de Doña Francisca Gallo. Mas tarde ingresó en la escuela de Don Bruno Rosbi.

Puede establecerse como una regla general que los niños descubren desde sus más tiernos años y sin darse cuenta de ello, sus inclinaciones y tendencias y con más generalidad se cumple esta verdad en la vocación y consagración a Dios. Esta propensión se notó muy marcadamente en Vicente Martínez en quien desde muy niño ya se pudo conocer su inclinación a consagrarse al santuario y a las cosas de Dios. Inclinación natural que se despertaba en él hasta en sus juegos y entretenimientos inocentes.

Por este tiempo era Cura Párroco de la Victoria el ilustrado sacerdote Miguel Vidal. Este tomó un cariño especial por el niño Martínez, pues descubría ya entonces en él un espíritu dócil, como que estaba impresa la modestia y una natural inclinación a la piedad. Así es que solicitó y obtuvo de sus padres el consentimiento para tenerle en su casa y compañía, y añadiendo que él le enseñaría más de lo que pudiera aprender en la escuela.

El Cura Vidal no dudó ya de su virtud y perseverancia, estaba convencido de su vocación, pero con prudencia en un asunto tan delicado, quiso consultar a su padre sobre su consentimiento y si era gustoso en permitir que su hijo emprendiera su formación sacerdotal. Su buen padre, anciano y enfermo, revolviendo estos pensamientos en medio de tan triste situación y sin poder ayudar a su hijo a que realizara sus deseos y fuertemente impresionado, llegó a reagravar su mal y todas estas ideas le preocuparon hasta el momento en que dejó de existir. Desde este momento el Cura Vidal tomó bajo su protección y cuidado al que mas tarde seria el Padre Vicente Martínez.

En el año de 1848 Vidal fue nombrado Cura de la Matriz del Paraná por la vacante de Leonardo Acevedo, que era designado como Delegado Eclesiástico. Al ausentarse de Victoria para pasar a Paraná y tomar posesión de la parroquia, llevó al joven Martínez.

El Cura Vidal tenía la idea de poner al joven Martínez en un colegio de reciente organización que era el Colegio del Uruguay. Se había creado este histórico y renombrado centro educativo que tantos y tan marcados servicios ha prestado a la educación nacional. Allí también estuvo Vicente Martínez, y por consiguiente tuvo la gloria de ser de los primeros alumnos del Colegio del Uruguay.

Desde el primer momento Martínez le hizo saber su vocación al Rector, Presbítero Manuel Erausquin, hombre muy competente en el cargo que desempeñaba; pero muy rígido. Tal vez por esta razón los estudiantes tenían motivos de queja y todos estaban descontentos de él. Martínez sufría esta situación pero respetaba la parte que á él le alcanzaba y siempre trataba de calmar a sus compañeros cuando pretendían sublevarse.

La revolución vino en seguida y con ella la separación del Rector Erausquin, reemplazándole el Doctor Alberto Larroque. Martínez, con este motivo, creyó prudente retirarse al lado de su familia, pues pensaba que no estando sus estudios dirigidos por un sacerdote, no podría seguir su preparación sacerdotal.

Pretendió entonces seguir sus estudios en algún convento de Buenos Aires; pero en estas circunstancias recibió cartas de varios de sus condiscípulos y hasta del mismo Rector Larroque aconsejándole que no demorase en volver al Colegio, que allí podría muy bien terminar el derecho canónico, teología y demás estudios eclesiásticos.

Martínez sabía perfectamente la oposición que encontraría y las ocasiones de hacerle desistir de su vocación a la cual se sentía profundamente inclinado. Hay que tener presente también que aquel colegio no era un seminario, donde todo es estímulo y donde todo está encaminado a preparar a los que se dedican al sacerdocio. Pero alentado con las generosas palabras del Rector Larroque, dispuesto a luchar con las contradicciones y sufrir la oposición a sus ideas, resolvió volver al Colegio del Uruguay.

Dos distinguidos sacerdotes le sirvieron sucesivamente de maestros, consejeros y guías: Gregorio Céspedes y Domingo Ereño, este último como Vice-Rector del Colegio.

Consagrado a los estudios con aplicación constante, cursó todos sin interrupción, obtuvo honrosas clasificaciones y premios, mereció el aprecio de sus profesores y amigos que ya estaban convencidos que sería sacerdote y ya no contradecían su vocación, comprendiendo la necesidad apremiante de que se aumentara en la provincia por el reducido número de sacerdotes.

Por fin  Martínez había llegado al término de sus aspiraciones y deseos, no sin haber luchado con muchas contrariedades, zozobras y la escasez de recursos. Estaba ya coronado con el feliz resultado de sus estudios, faltaba preparase para recibir la ordenación sacerdotal. El momento decisivo había llegado y habiéndose trasladado a Buenos Aires recibió las sagradas órdenes del Obispo Mariano Escalada.

Inmediatamente volvió a Concepción del Uruguay y en la parroquia celebró solemnemente su primera misa, el 8 de Diciembre de 1857, siendo padrinos en este acto su protector el Delegado Eclesiástico Miguel Vidal y el General Urquiza. Predicó el sermón de circunstancia el Cura Domingo Ereño, asistiendo todos los profesores y alumnos del Colegio y una numerosa concurrencia como testimonio del aprecio hacia el joven presbítero. Aquel día fue de fuertes emociones para él y de felicitaciones. Recibió muchos obsequios, entre ellos una rica casulla bordada en oro, regalo del General Urquiza y que luego heredaría el Padre Borques[2].

Por documentos que existen en el archivo de la provincia, consta que el Padre Martínez, en febrero de 1858, tenía a su cargo las clases de latín y moral en el Colegio del Uruguay; igualmente fue nombrado para componer la comisión general examinadora y se lo designó capellán del mismo Colegio.

Pero el Colegio, a pesar de que tanto le honraba, era siempre un campo reducido para un joven sacerdote que necesitaba otro más amplio donde pudiera ejercitar sus virtudes, consagrándose a trabajar de corazón en bien de sus semejantes. Comprendiéndolo así, el ahora Vicario Apostólico Miguel Vidal le nombró Cura de Gualeguaychú.

El cariño de su padre espiritual y ahora superior eclesiástico se demuestra en una linda carta que le escribe a su ahijado:

 

Señor Presbo Dn Vicente Martínez

                                                                                          Paraná Enero 6 de 1858

 

Mi querido ahijado; por la tuya que tengo a la vista, veo que estas hecho cargo de es Curato, y recargado de enfermos, y por consiguiente con bastante trabajo. Pero que quieres, hijo mío, nuestro estado es de trabajo y el buen sacerdote no debe soltar el remo de la barca de S. Pedro. Dios qu. te ha llamado a tan alto ministerio no te faltará con su gracia. Desde joven acostumbrate a trabajar qu. El N. excelentísimo no ha de durar mucho en esa, porqu. se qu. le gusta más Montevideo, y vos tendrás qu. hacerte cargo del Curato. Mucho me alegrase de tenerte en esta algunos días, como me lo prometes, y ojalá pudieses quedarte en esta conmigo.

Yo sigo bueno gracias a Dios. El Señor delegado aún sigue enfermo, quiera conservarlo algunos meses más, hasta que se consagre y se instituya la nueva catedral.

El dia 4 de noviembre último salió de Génova para esta capital de la Confederación del Hmo Señor Marino Marini nuncio de su Santidad cerca de este gobierno. No debe este señor, tardar en llegar, se le espera  de un momento a otro. El gobierno le prepara casa. Esto importa mucho.

Deseo te conserves bueno y recibe el afecto de tu ………………..

                                                                                MIGUEL VIDAL

Recibe Espresiones de todos lo de esta tu casa, incluso Enrique.

Entrega en propia mano la qu. te incluyo para don Vicente Montero.

 

El Padre Martínez tomó posesión de la parroquia el día 6 de Abril de 1859 y al hacerse cargo encontró grandes necesidades que llenar. Entre la más notoria estaba la falta de un templo digno. Un largo salón, casi desmantelado que desde 1853 venía sirviendo de templo de una ciudad que contada con una crecida población y una cultura misma que exigían fuese reemplazado por otro más digno y capaz. La obra del Padre Cobos encontraba continuidad.

El nuevo templo fue su primer pensamiento y se decidió hacer propaganda sin demorar más, llamando a todos para retomar la obra deseada. Muchos dudaron del buen éxito y miraron el asunto con suma frialdad, y no sin razón, pues hacía más de 20 años que este mismo pensamiento vivía en la región sin las esperanzas públicas de que llegara a ser una realidad. Y fueron estas desconfianzas y desalientos del público precisamente las que demoraron por algunos años el día de dar principio a la obra.

Pero el Cura Martínez no se desalentó por estas contradicciones; antes bien con el entusiasmo de su juventud, trató de vencer todos estos obstáculos, decidiéndose a convocar al vecindario para tratar definitivamente de la construcción de un templo. El 20 de enero de 1862 tenía lugar la primera reunión de vecinos y en ella se conformó la comisión directiva del nuevo templo, quedando constancia de esta histórica reunión:

 Acta de la reunion en la Casa parroquial pa. comenzar el templo.

         En Gualeguaychú a los 20 dias del mes de junio de 1862, los vecinos abajo firmados reunidos a invitación del Sr Gefe Politico D. Reinaldo Villar y del Señor Cura Parroco D. Vicente Martínez con el objeto de llevar a cabo el pensamiento de que se levante un templo en esta ciudad, se acordo fuese nombrada la Comisión Directiva para que esta nombrase la comisiones parciales, que en la ciudad y campaña se encarguen de recolectar la limosna que antes de ahora se levantó y se continua levantando con el fin de realizar la obra proyectada de que se dará cuenta al Exmo. Gobierno de la Provincia.- Al efecto fueron nombrados Presidente D. Vicente Martínez, Vicepresidente el Sr. Gefe Político D. Reinaldo Villar, Secretarios los Sres. D. Vicente M. Fontes y D. Gregorio Haedo y vocales los Sres. D. Eleuterio Grané, D. Bernardo R. Giore, don José M. Mosqueira, D. Vicente Alvarez, D. Leopoldo Espinosa, D. Juuan Oxandaburo, D. Antonio Alvarez y D. Juan Cinto.

                                 Acto continuo se leyó la presente acta que se aprobó y firmaron los Sres. Presentes; Vicente Martínez, Reinaldo Villar, Olegario V. Andrade, Martin de Moussy, José Gregorio Haedo, Eugenio Gomez, Candido Irazusta, Francisco Lapalma, Benito Mendez Casariego, Luis Clavarino, José M. Mosqueira, Vicente Martínez Fontes – (siguen firmas)-

 

Contando con tan prestigiosos elementos, el sacerdote, desplegó una actividad digna de la obra que anhelaba. Se puso al frente, allanando todas las dificultades, alentando con su voz y su ejemplo. El proponía la construcción de un vasto templo, de tres naves, con elevada cúpula y de sólida construcción, “que sirva para nosotros y para los que vengan”, decía. En fin después de repetidos viajes a la residencia del General Urquiza en San José, en Buenos Aires y hasta Montevideo, consigue planos, arquitecto y la aprobación y concurso del General.

            Sin demora se propusieron la colocación de la piedra fundamental y el párroco escribía a Paraná:

parroquia de San José de

                                                                    Gualeguaychú Ocbre 23 de 1862

 

Al Señor Provisor y Vicario General Gobernador del Obispado Paranaense

                     Sede vacante, Canónigo Don Miguel Vidal.

 

El Cura Vicario de esta parroquia de San José de Gualeguaychú, Presidente de la Comisión directiva del Nuevo Templo, a SS esperando que después de haber iniciado, decide construir un templo digno del culto divino, no han faltado causas muy atendibles que se han opuesto a su realización, y que habiendo practicado nuevamente cree llegado el caso de que esta idea se lleve adelante, y no pudiendo desde el principio sin el permiso de la Autoridad Eclesiástica.

A.S.P. como mayor haya lugar en derecho pido y suplico se digne conceder la autorización competente para este caso, o bien sea al Señor Delegado Eclesiástico al que tiene el honor de dirigirse respetuosamente para poder hacer la bendición de la piedra fundamental conforme a lo prescripto por las disposiciones de la materia y con arreglo del Ritual Romano.

Creo conveniente manifestar a S.S qu. todos los pasos dados a este aspecto son de acuerdo con el Exmo Gobierno de la provincia, quien ha prometido al que suscribe ser el padrino de la piedra fundamental y cuya cooperación, sin duda, ha de …….. en beneficio del pensamiento indicado.

Es de extrema necesidad Señor, un edificio de esta naturaleza para esta parroquia, cuyos feligreses siempre han estado como ahora dispuestos a constribuir con sus limosnas hasta verlo concluido.

Interpretando pues los sentimientos cristianos de todo este Departamento, y en atención al mayor esplendor de nuestra augusta religión espero de S.S. se digne aceder a mi pedido.

                                 Dios Guíe a S.S. mil años

                    

                                                                    Vicente Martínez

A esta nota, el Padre Vidal contestaba de la siguiente manera:

 

Paraná Noviembre 3 de 1862.

Atendida la anterior solicitud del Señor Cura y Vico Into de la Iglesia parroquial de San José de la Ciudad de Gualeguaychú Dn Vicente Martínez, en la que nos suplica lo autorizemos para bendecir la piedra fundamental del nuevo templo que se va a edificar en dicha ciudad le concedemos la gracia qu. solicita dandole licencia para que por si o por algun otro sacerdote bendiga, del modo que ordena el Ritual Romano, la piedra fundamental del nuevo Templo, qu. en la ciudad de Gualeguaychú se va a edificar a honra y gloria de Dios, y bajo la advocación del Patriarca San José Esposo de Maria Santisima. Y ordenamos al referido señor cura que remita a esta Curia una copia legalizada del acta que debera eestenderse de haberse verificado la bendición de la mencionada piedra fundamental para que quede custodiada en esta Secreta.

 

 

     Miguel Vidal

    Vico Capitular                 Por mandato del Rmo Sr Vico Capitular

                                             y….. del obispado

                                             Juan José Mivares

 

La obra comenzó en la mañana del 26 de marzo de 1863. La colocación de la piedra fundamental del templo tuvo lugar el domingo 30 de Mayo, no habiéndose realizado el día 1º del mismo mes como se tenía pensado, porque el General Urquiza no podía concurrir en esa fecha. Probablemente debido a los festejos por el aniversario del pronunciamiento.

Según las crónicas, el día 30 a las 11 de la mañana, se procedió a la solemne ceremonia, con la bendición de la bandera  del batallón de Guardia Nacional y luego pasaron al sitio donde iba a colocarse la piedra fundamental. El Cura Martínez facultado por la autoridad eclesiástica, ofició con el ceremonial de práctica en presencia de un inmenso concurso. Se pronunciaron en el acto varios discursos y se entonó el Te Deum en acción de gracias, predicando el Delegado Ereño. Así era el acta que se labraba y depositaba en la piedra fundamental[3]:

                     

En esta ciudad del San José de Gualeguaychú, cabeza del departamento del mismo nombre, a los treinta días del mes de mayo de mil ochocientos sesenta y tres, siendo Gobernador Constitucional de esta Provincia el Exmo. Señor Capitán General de las fuerzas de mar y tierra de Confederación Argentina D. Justo José de Urquiza, Presidente el Brigadier General D. Bartolomé Mitre y Sumo Pontífice en el orbe cristiano S. S. Pío IX y cura párroco de esta ciudad el presbítero D. Vicente Martínez, presidente de la comisión el mismo cura de esta ciudad, y vicepresidente el Señor Jefe Político del Departamento D. Reinaldo Villar, D. José Haedo y D.Vicente Martínez Fontes (secretarios) D. Bernardo R. Goyri; D. Leopoldo Espinosa y don Juan Cinto, D. Antonio Alvarez, D. Juan Oxandaburu, Don José Mosqueira y D. Eleuterio Grané, y síndico de esta iglesia Don Benito Méndez Casariego.

 

Con asistencia del Señor Ministro de Gobierno, Don José María Domínguez y el Sr. Jefe Político de este departamento Don Reinaldo Villar, acompañados de los señores siguientes: Jueces de Paz Don Restituto Fernandez y Juan Haedo, Capitán del Puerto don José M. Manzano; Receptor Provincial D. José M. Montandón; Juez de la Cámara de Justicia Dr. Peralta, Juez de 1º Instancia del Uruguay Dr. José Sagastume; Agente Fiscal del Uruguay Dr. Juan J. Sonería; Juez de Alzada Dr. Nicasio Marín; General Don Apolinario Almada; General Don Manuel Basavilbaso, Coronel Don Juan José Borrajo; Don Manuel Caraballo, Don Evaristo Martínez, Jefe Político de Nogoyá Teniente Coronel D. Vicente Alvarez; Teniente Coronel D. Carlos Pintos; Coronel Don Segundo Rodríguez; Mayores Don Máximo Galeano y Don R. Veras, Don Damián Fonseca, Don Gregorio Garay; Don Juan A. Casacuberta; Administrador de Correo D. Evaristo Diez Caminada; Vicecónsul Español D. Francisco Fernandez y Don Apolinario Benitez.

 

Yo, el cura Vicario de esta parroquia D. Vicente Martínez, con el objeto de practicar la colocación y bendición de la piedra fundamental el altar mayor del nuevo templo que se está construyendo en esta ciudad. Autorizado de facultades que al efecto me han concedidas por S. S. Reverendísima, el Sr. del Gobernador del Ovispado Paranaense en sede vacante Protonotario Apostólico ad Instar Licenciado don Miguel Vidal, revestido de alba, estola y capa pluvial e Colón. Asistido de los presbíteros Don Félix Torres, Cura Vicario de la ciudad de San Antonio de Gualeguay Don Luis Pizarro y del Delegado Eclesiástico de la Provincia Arcediano, Honorario, Protonotario Apostólico y Cura Párroco de la ciudad de C. del Uruguay, Don Domingo Ereño, y los acólitos que conducían la cruz alta con ciriales continuando el pueblo precedido por el Excmo. Señor Capitán General Gobernador de la Provincia padrino elegido para esta solemne bendición de la piedra fundamental, siendo arquitectos constructores los hermanos Don Bernardo y Don Francisco Ponchini. Rodeados igualmente de otros distinguidos y caracterizados señores cuyas firmas aparecen al final de esta acta, de los miembros de la comisión y de un número considerable de piadosos ciudadanos empeñados en llevar adelante la obra del nuevo templo. Haciendo los honores militares, el batallón de guardias nacionales de esta ciudad mandado por el Coronel graduado Don Pedro Juan Martínez. Me dirigí al interior del Templo en donde en la víspera se había colocado una cruz. Tomando un hisopo rocío con agua bendita el lugar donde debe levantarse el altar mayor, empezándose este acto por la antífona Signus salutis pones seguido del salmo 83 Quam dilecta tabernaculatua, concluido el salmo dije la oración Domine Deus qui, licer celo er terra non capiaris y bendije solemnemente la primer piedra angunal que me presentó el arquitecto encargado de la obra Francisco Ponchini, sosteniéndola con la mano derecha S. E. el Sr. Gobernador. Y habiendo entonado el Adjutorium nostrum in nomine domine con las demas invocaciones del ritual, dije la oración Domine Jesé Christi fili Dei vive la cual acabada tomé de nuevo el hisopo y rocie con agua bendita la piedra fundamental. Tome también de manos del arquitecto la llana de albañil e imprimé en ella, en todas partes, el signo de la cruz diciendo: la nomine Patris et fild et Spiritus Sancti. Entoné entonces la oración Benedit domine creaturam Islam lapidis y ella fue seguida de las letanías ordinarias. Concluidas estas y preparado ya el cimiento entoné la antífona Mane sur gens Jacob orige bat y la antífona fue acompañada del Salmo 126 Nist dominus edificarevit dominum. Acabado el Salmo recibí la piedra angular de manos del arquitecto y ayudado por el Señor Gobernador como padrino, la puse en los fundamentos del altar mayor diciendo: la Fide Jesu Christi collocamos ladem citum primarium. Tomé entonces cimientos de la llana y lo derramé en los ángulos de la piedra, lo que fue igualmente ejecutado por el S. E. el Señor Gobernador siguiendo esta operación el arquitecto don Francisco Ponchini. Volvía a tomar agua bendita en el hisopo y rocié con ella la piedra fundamental entonando el Asperges me domine seguido del salmo 50 Miseri mei Deus secundum mágnum misericordiam tu am incluyendo el  Gloria Patris ect. Recorrí entonces todo el círculo anterior de la Iglesia, derramando en la parte de sus fundamentos agua bendita y entonando la antífona  O quam metuendus est locus iste seguido del salmo 86 fundamenta lejus in mon tibus sanctus. Y después de haber regresado hasta el altar mayor, dicho el Omnipotens et misericors deus acompañada por otra que empieza por deus quiex omnium cohabitat one sanctorum, Y queriendo de ese modo colocada y bendita la primer piedra fundamental del altar mayor de la iglesia consagrada a Dios nuestro Señor y a la honra y gloria del glorioso Patriarca Señor San José, esposo de María Santísima según las rúbricas que determina para esta el Ritual Romano, me fue presentada una caja de plomo envuelta en una de cinc dorada para que dentro de ella se encerrase el acta de esta solemne bendición, debiendo ser colocada en el lugar de la misma piedra fundamental. Para recuerdo eterno de este gran día en que se levanta este templo y para mayor honra de nuestra sacrosanta religión, S. E. el Señor Gobernador depositó en la caja de plomo la Constitución Provincial y un retrato del Presidente de la República, Brigadier General D. Bartolomé Mitre. Y el Cura Párroco de esta ciudad un impreso en el que se registran las notas combinadas entro los gobiernos eclesiásticos y civil de la Provincia y el mismo cura, conducientes a la obra de este Templo llevando para su constancia el sello parroquial. Concluido este acto procedió el arquitecto a cerrar y soldar la caja para ser depositada en el lugar indicado. Me retiro entonces con toda la comitiva, y los concurrentes reprodujeron espontáneas felicitaciones a S. E. el Señor Gobernador a quien Dios conceda sus más copiosas bendiciones, que harán felices los días de su magistratura y de su vida en la Patria Argentina, a la que ha consagrado su brazo y su inteligencia.

 

Y para constancia que todo lo celebrado, mandé labrar tres actas de igual tenor, habiendo quedado una de ellas depositada en la caja de plomo, otra en el archivo de esta Iglesia parroquial y la tercera para ser remitida al Señor Gobernador del Obispado Paranaense en sede vacante D. Miguel Vidal, siendo ambas actas firmadas por S. E. el Señor Capital General Gobernador de la Provincia de Entre Ríos D. Justo José de Urquiza, y por los demás principales Señores concurrentes de cuyas firmas el notario Eclesiástico, nombrado ad hoc Presbítero D. Félix Torres, cura de Gualeguay da fe.

 

Justo José de Urquiza; Vicente Martínez; Jose M. Domínguez; Reinaldo Villar; Olegario V. Andrade; Félix Torres; Antonio Alvarez; Félix Ramallo; Juan Cinto; Enrique L. Spangenberg; Francisco Bergara; Desiderio Alvarez; Eugenio Gomez; José P. Artigas; José Gomez; Vicente Martínez Fontes; Domingo Ereño; M. Bourillon; Juan Casacuberta; Luis Acosta; Alejandro Paiva; Nicostrata Benitez de Domínguez; Manuel Magnasco; Eleuterio Grané; Pastor Britos; Zenon Duarte; Elias Arambarri; C. Lubarry; Víctor Gras; Bartolomé Cánepa; Gervasio Doello; Tiburcio Carbonell; Luis Clavarino; Evaristo Martínez; Manuel Rivas; Nicanor Galeano; Paulino Duprat; Manuel Farias; Felipe Duarte; Marcelino Marichal; Juan J. Borrajo; Simón Duarte; Vicente Gonzalez

 

Lista de los objetos colocados por los vecinos de Gualeguaychú en la piedra fundamental del Templo San José, el 30 de mayo de 1863.

 

·    El Sr. Ministro de Gobierno Don José Domínguez: un medallón de cobre de la Unión Nacional de 1860 y el retrato del Sr. Gobernador Justo José de Urquiza.

·    El Jefe político Don Reinaldo Villar: un medallón e plata de la Unión Nacional de 1860.

·    El Sr. Delegado Eclesiástico Don Domingo Ereño: un relicario de Jerusalén.

·    El Sr. Cura de Gualeguay, Don Félix Torres: una moneda de plata con la siguiente inscripción: Al gran general Andrés Santa Cruz Presidente de Bolivia y don monedas de oro norteamericanas.

·    El Sr. Juez de Paz Don Restituto Fernandez, un patacón de plata y dos monedas de plata portuguesas.

·    El Sr. Juez de Paz de 2º sección Don Juan Haedo, una moneda de cobre de 1811, una de oro de 1833 y una de plata de La Rioja.

·    El Sr. Administrador de Rentas Nacionales, Don Pedro J. Haedo, varias monedas de plata antiguas.

·    El Sr. Secretario de la Comisión del Templo, Don Vicente Martínez Fonte, una moneda de cobre de 1736.

·    El Sr. Secretario de la Comisión del Templo Don José G. Haedo, una moneda de plata.

·    El sr. Benito Méndez Casariego, un discurso del canónigo Piñero.

·    El Sr. Benito Frutos, un peso de plata de 1724.

·    El Sr. General D. Manuel Basavilbaso, un medallón de plata de la jura de la Constitución Nacional el 9 de julio de 1853.

·    Doña Rosa A. de Palavecino, una medalla de honor de 1839, un anillo de oro, un par de aros de oro y una medalla de plata.

·    Don José N. Puccio, dos monedas de plata, una española y otra francesa.

·    Don Vicente Alvarez, dos monedas de cobre; una francesa y otra rusa de dos siglos atrás y una piedra imán.

·    Don AntonioAlvarez, una moneda de plata inglesa de 1761.

·    Don Juan Oxandaburu, un patacón de plata español de Carlos IV, 1807 y otro de Felipe V de 1724.

·    Doña Flora María de Oliver, una moneda de oro mexicana.

·    Alejandro Ramallo, una moneda de plata nacional y una moneda de plata de Felipe V, Rey de España de 1724.

·    Gabriel J. Oliver, una moneda de Gran Bretaña y otra española.

·    Doña Nicostra B. de Domínguez, el retrato del Sr. Cura Párroco y el busto de Pío IX.

·    Narciso Gómez, una moneda de cobre árabe, una de Buenos Aires y una turca.

·    Manuel Magnasco, una moneda de oro española y una de plata.

·    Martín Jorge Haliburton, dos monedas de plata española.

·    Antonio Laser, medio patacón argentino.

·    Marino Echazarreta, dos monedas de plata.

·    El arquitecto Francisco Ponccini, un almanaque con el nombre de todos los operarios.

·    Agustín Rojas, dos monedas de plata.

·    Ángel Plaza Montero, una moneda boliviana.

·    Justo de Urquiza (h), una medalla de plata conmemorando la Unión Nacional.

·    José María Montandón, una moneda paraguaya de cobre.

·    Sr. Sagastume, una nota del Congreso Nacional al Constituyente.

·    Don Juan Casacuberta, un retrato del excelentísimo Presidente de la Nación Bartolomé Mitre.

·    Don Juan Cinto, una medalla de la jura de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires.

·    Don Bartolomé Cánepa, una moneda de oro y otra de plata.

·    Don Enrique Sapangenberg, dos monedas de plata, una de 1766 austríaca del timpo de María Teresa y otra de Baviera de 1774.

·    Don Victorio Doello, dos monedas de plata, una española.

·    Petrona Carcaño, una moneda de plata.

·    Los hermanos Pablo y Zenón Duarte, un patacón de oro.

·    Petrona Delmonte, dos monedas de plata.

Padre Vicente Martinez

 Padre Vicente Martínez 

Grandiosos fueron los regocijos públicos a que se entregó esta población para solemnizar el acontecimiento, como que celebraban el principio de una realidad, cuya alma fue sin duda el Cura Martínez, quedando su nombre ligado a la construcción de este templo. Si bien no pudo terminar la obra como lo deseaba, si esta se suspendió, fue por causas completamente ajenas a su voluntad.

            Es para destacar que esa noche del 30 de mayo, y con el objeto de seguir recaudando fondos para el templo se llevó a cabo un baile en el Teatro 1º de Mayo, primera sede del Club Recreo Argentino, frente a la plaza, reuniéndose muchos de los que se citan en el acta, además de las familias gualeguaychuenses. A casi ciento cincuenta años de estos hechos, evidentemente no es nuevo que en la Catedral San José sigamos preparando cenas y bailes con el mismo motivo…

[1] Además de las referencias en Borques, J. C. Biografía del Presbítero Don Vicente Martínez, 2º ed. Paraná 1910.

[2] La casulla, como vestimenta para la celebración de la misa, se confecciona en tela que varía su color según el tiempo y la celebración. La casulla de ordenación del Padre Martínez, el mismo Borques la donó a la parroquia San José, pero actualmente se desconoce su destino.

[3] Una de las originales está en el archivo parroquial y fue publicada por El Censor, del 27 de abril de 1916, pág. 3. Los errores ortográficos son del original. Se menciona una cuchara de albañil (llana) que el arquitecto Poncini utilizó para la piedra fundamental. Por comentarios de familiares de los constructores, esa cuchara de noble material estuvo en poder de las familias de Gualeguaychú, pero que actualmente se desconoce su destino. También figura en los certificados de obra que cuando se coloca la piedra fundamental ya estaban lo cimientos y casi un metro de pared. El arquitecto Poncini cobraría 40 pesos por la piedra fundamental y su colocación.

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Pastores según el corazón de DiosEl ministerio sacerdotal en la Parroquia San José de Gualeguaychú (1766 - 1905)

Pbro. Mauricio Landra

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