Nati Sarrot
La pujante zona que tiene como eje la avenida primera junta también guarda su historia, un pasado estrechamente relacionado a elementos claves en la columna vertebral de Gualeguaychú: la riqueza de la tierra y la riqueza de la gente.
Cuando el siglo XIX llegaba a las décadas finales, nacía la llamada plaza de frutos, ubicada en la plaza Federación o "de comercio", en el mismo lugar donde hoy se levanta inconfundible el estadio municipal. En aquella plaza de frutos se centralizaron durante años las actividades agrícolas y ganaderas, con oficinas sobre la esquina de la actual calle corrientes, donde está la Escuela Nº 58 Alfredo Villalba.
En ese mercado, se concentraban los productos de las numerosas chacras instaladas en la zona noroeste, como el jardín de Raffo y las quintas de Suffardi, Razzetto, Figún, Altuna, Clavarino, Bacigalupo, etc.
"Todos ellos proveían de la mejor verdura fresca a la ciudad. Al agua necesaria la obtenían de pozos con instalación de norias..." apunta María América Barbosa. (1)
Quienes dirigían políticamente Gualeguaychú, se vieron obligados por las circunstancias, a mediados de la década de 1870, a instalar un mercado de concentración de frutos, lo que llevó a no pocas discusiones. En enero de 1875 comenzó a avanzarse hacia una decisión sobre el lugar apropiado. Para estudiar la cuestión, el Intendente Clemente Basavilbaso, encargó el estudio a una comisión especial formada al efecto.
En una de sus reuniones, dicha comisión opinó que el lugar más apropiado era la Plaza del Cementerio. Para ubicarnos geográficamente, podríamos apuntar que entonces el campo santo estaba ubicado donde en 1913 se levantaría el Hospital Centenario.
Votaron afirmativamente por esa iniciativa Bernardo Goyri, Ciriaco Lamas, Santiago Luichs, Carlos Forets y Francisco Garbino, y con algunos reparos, Luis Paulino Acosta, Pedro Dumont y Jacobo Spangenberg, preferían el mercado frente a la testamentaría de Lapalma.
Al mes siguiente, el Intendente Basavilbaso, recibió una carta con una interesante oferta. "Hace tiempo que se viene agitando la idea del establecimiento de la plaza de frutos y según tengo entendido su mayor dificultad es la falta de terreno en situación de llenar con satisfacción las exigencias de este municipio" afirmaba al inicio de su respetuosa misiva el vecino Ignacio Barañao y Lacarra.
"Poseo al costado sud y calle por medio del cementerio un terreno cuya altura y declive natural lo ponen en las mejores condiciones, por quedar ubicado en la planta urbana e inmediatamente del boulevard que resulta de la misma traza del municipio", agregaba.
Renglones más abajo, el vecino decía que regalaba el terreno, situado entre las actuales calles Andrade y San Martín.
El tema tomó estado público, al punto que días más tarde -el 7 de marzo-el Intendente recibiría otra carta, firmada por Lázaro Casaretto, Agustín Vasallo, D' Acosta y Núñez, Máximo Chichizola y Manuel Monzón. En la nota, se exponía una postura contraria al establecimiento del mercado en la zona del cementerio. Se afirmaba:
"Lo más importante del tráfico de carros y carretas viene por el camino de Gualeyán y los demás que se encuentran al mismo lado, al que se lo obligaría a hacer un rodeo demasiado largo que lo perjudicaría al extremo".
En los días siguientes, exactamente la jornada que precedió al 10 de marzo, llegó otra correspondencia dura y clara.
"Al dictamen de la Comisión de Obras Públicas no lo creemos exacto, y más que prima el poco conocimiento que tiene de la parte más importante de nuestro departamento, viene a demostrar también el poco interés que tiene en que Gualeguaychú abra nuevas vías al tránsito, que desde muchos años atrás parece ser el patrimonio de las dos calles 25 de Mayo y Urquiza"...
Agregaba la carta, "hace muchos años que al Oeste de la plaza principal de esta ciudad existe un terreno de una superficie de ciento setenta varas a cada frente destinado precisamente a plaza de frutos".
¿A qué se referían? Hablaban de la plaza de la Federación, actual Estadio Municipal.
"Es el lugar por donde tienen acceso a nuestra ciudad los carros y carretas que entran de Villaguay, Nogoyá y Tala y aún algunos distritos del departamento del Uruguay y los que de este departamento hacen sus viajes por el camino de Gualeyán y demás en su mismo costado".
La idea, según sus promotores, lograría "abrir al tránsito nuevas vías de comunicación, pues no es posible que Gualeguaychú esté destinada a ver su desarrollo mercantil por solamente sus dos calles principales. Las otras deben también gozar de iguales beneficios, mucho más si se atiende a que LA POBLACIÓN TIENDE A DESARROLLARSE HACIA EL OESTE".
Firmaban Ignacio y Lázaro Casaretto, Agustín Vasallo, Martín Tellechea, Zacarías Corea, José Halliburton, Máximo Núñez, Juan Tudury, Máximo y Andrés Chichizola, D' Acosta y Núñez, Lorenzo Raffo, Gracián Inchauspi, Juan Bautista Chichizola y otros.
El señor Casaretto se comprometía a construir dos piezas para oficinas y cederlas a la Municipalidad por dos años sin cobrarle alquiler y además aportar de su cuenta cincuenta o cien carradas de escombro para tapar los pozos que tenía el terreno. Eustaquio Pereira, carrero, también colaboraría con cincuenta o cien carradas de escombro.
El Intendente y la Comisión debieron analizar todas las alternativas y cada una de las opiniones. El tema se convirtió en una lucha entre los que querían mantener los esquemas urbanos vigentes y los que tenían una visión mucho más audaz y apostaban al futuro.
El 10 de marzo, no fue decisivo: la Municipalidad resolvió aplazar la discusión y ampliar la búsqueda de opiniones. Días más tarde, el Intendente resolvió crear la Plaza de Frutos en la plaza Federación. Así, el 18 de abril recibió de la Comisión que estudiaba el tema una opinión al respecto. Se le decía que en un solar ubicado en la plaza se construiría el edificio para el o los empleados, aprovechándose todas las existencias del matadero viejo y una parada para carretas.
Se recomendaba tácitamente aceptar la oferta de Casaretto de levantar una oficina, pero pagándole el alquiler a diez pesos mensuales. En las bocacalles convenientes, se construirían las calzadas de piedra para el servicio del público.
Casaretto respondió que rechazaba el ofrecimiento del pago, aunque aceptaba que la Municipalidad debía construir las oficinas y adjuntó una nota con los nuevos vecinos entusiasmados en colaborar. Así fue como Martin Tellechea, Zacaria Corea y Pedro Perigan, aportarían 250 pesos. Con cifras menores aparecían Francisco Altuna, Agustín Vasallo, Bautista Avegno, Manuel Monzón, Silvio Rivas, Esteban Borro, Miguel Galia, Carlos Badano, Juan Badano, Manuel Bermúdez y Juan Domínguez. Casaretto aportaría doscientos pesos moneda boliviana y el escombro prometido.
Se valuó en tres mil pesos el costo total de la obra estimándose que la venta de materiales del viejo matadero aportaría con un tercio. El presupuesto del vecino Juan Cereza fue ganador; 3190 pesos por el total del trabajo que comprendía dos oficinas, un cerco y las veredas. El 27 de agosto la obra estaba terminada.
La Plaza estaba comprendida entre calles Progreso (hoy Nogoyá), Santa Fe, Jujuy y San Juan, con 4 manzanas.
Así terminó una historia y nació otra. Llegaron a su fin las discusiones y comenzaron a dibujarse, en carretas repletas de verduras frescas, las líneas del futuro de una zona.
Con el tiempo, la Plaza de Frutos fue (desde las primeras décadas del siglo XX) el Estadio Municipal y las oficinas se transformaron en una escuela. Pero eso no fue todo. El lugar presenta una multicolor y febril avenida con semáforos y la apertura de comercios no cesa. Hay muchos herederos del espíritu de progreso que animó a los vecinos que ocuparon las mismas calles hace 120 años.
Más allá de los cambios, más allá de que en la Plaza de Frutos en lugar de venderse atados de acelga se griten goles y se reclamen off-sides, se perciben todavía los férreos cimientos de los vecinos visionarios y las imborrables huellas de los senderos que trazaron las carretas repletas de verduras frescas.
Notas:
(1) EL ARGENTINO 30-7-1993. Barrio Primera Junta al Norte.
Documentación del Archivo Municipal. Plaza de Frutos.
Informes de transmisión oral.