Cuaderno Nº 28

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, DOMINGO 21 DE NOVIEMBRE DE 1993CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 28
CUANDO EMPEZARON A CONTARNOS.- ¿DE DONDE ERAN LAS MUJERES?- LOS DE GUALEGUAYCHÚ.LOS INAGOTABLES FRUTOS DE UNA PLAZA.- LA VISIÓN DE LA CIUDAD.- ¿CONTRASTES?.OTROS TIEMPOS, LOS DE ANTES.
LOS HABITANTES DE LA MANSION IVCONVERSACIÓN CON JUAN PABLO DOMINGOO.ENTRE LETRAS Y PINTURAS.EL MUEBLE: ESE DESCONOCIDO.

CUANDO EMPEZARON A CONTARNOS

Nati Sarrot

Según Juan José Nágera, al repartir Don Tomás de Rocamora los solares o sitios en número de 85, en el momento de la fundación de San José de Gualeguaychú, es presumible que el número de personas para vivir en ellos, o sea la población de hombres mujeres y niños, fuera aproximadamente de 300.(1)

Con anterioridad, por abril de 1782 el mismo Rocamora había recorrido el partido de Gualeguaychú y relevado 48 cabezas de rancho con igual número de hombres aptos para las armas, entre 16 y 40 años de edad (2). El primer dato es un cálculo aproximado, el segundo, de Don Tomás, deduce totales del partido y con la intención de contabilizar habitantes aptos para defensa y protección del lugar.

Los colonizadores de nuestra región que comienzan a ubicarse a mediados de 1750 a orillas de ríos y arroyos explotando la madera de los montes, luego de asentados, se extienden como dueños precarios de la tierra para criar animales, separados unos de otros por límites naturales de nuestra geografía. (Luego vendrán los arduos trámites para obtener la posesión legal). Su fe católica y la necesidad de reunirse, los inclina a constituirse en pueblo. Antes de la llegada de Rocamora, ya en 1780 se comunica al Virrey que: a pedido de los moradores de la zona, el Perito Sourrière de Souillac ha medido una suerte de Pueblito (al sur de donde lo funda luego Don Tomás en 1783).

La Capilla y el contiguo cementerio, como lugares comunes del Culto fueron el centro de la concentración.

Poco hay sobre la actividad, pero todo indica que se cumple en orden y con pautas establecidas en común. No hay hasta ahora datos sobre las personas en aquel intento de plantificación urbana. Sólo el posterior informe de 1782 y sus 48 hombres aptos para las armas.

El primer relevamiento que sirve a contar las personas que habitan en Gualeguaychú, está encabezado con este pomposo título, que transcribimos con su ortografía:

"Padrón General de las familias que contiene la Villa de Sn. Josef de Gualeguaychú hecho por D. Josef Nadal Alcalde ordinario actual por su M. q. e Dios Gue de Dha. Villa en el año de Mil cetesientos ochenta y siete".

Resulta altamente interesante el análisis de este documento por el que pueden extraerse datos de la población de nuestra Villa a sólo cuatro años de fundada y en su planta que se limitaba por el río Uruguay, arroyos del Capitán o del Cura, del Sauce y Sarandí; cañadas de Sánchez y de Melgar y el arroyo Gualeyán, totaliza 60 jefes de hogar con 284 personas de edades varias porque figura la de ellos y la de los hijos (no así la de las esposas).

Cuentan 24 mayores de 40 años y 36 entre 21 y 39.

Eran oriundos de Buenos Aires 17; Corrientes 2; Córdoba 1; Luján 1; Paraguay 11; Paraná 9; Santa Fe 2; San Antonio de Areco 1; de Gualeguaychú 1; 7 no se determina procedencia; 1 de Jenura, Italia; y 7 de España (Galicia 1, Córdoba 1, Sevilla 1, Cataluña 1, Viscaya 2).

¿DE DÓNDE ERAN LAS MUJERES?

De Buenos Aires 16; Gualeguaychú 3; Luján 1; Maldonado 1: Paraguay 1; Paraná 4; Portugal 1; San Nicolás 1; Santiago del Estero 1; sin determinar procedencia 24.

LOS DE GUALEGUAYCHÚ

El primer vecino natural de Gualeguaychú era Matías Díaz, hijo de Juan Esteban Díaz, Alcalde Ordinario del Cabildo (1783 a 1787) y las primeras naturales Ana María García, hija de Pedro Pablo García, que casó con Manuel Mosqueira; Petrona González, hija de Félix González, que casó con Cristóbal Toledano, y Marcela Gómez hija de Eugenio Gómez, que casó con Juan Carlos Colis, hijo de irlandés Juan Colis.(3)

El Padrón del 1787 detalla también el nombre de los padres del jefe de hogar y su origen así como los de la esposa, nombre y edad de los hijos, aunque no en todos los casos.

Dice Facundo Arce que no se tiene certeza de que sea completo pues falta precisamente la nominación de Josef Nadal (Alcalde ordinario) que realizó la tarea de relevamiento y el final que podría corresponder a su familia no es dato que se pueda aseverar. De ser ese el término del Padrón las cabezas de hogar serían 61. Lo reproducimos:

"Natural de Buenos As con cinco hijas dos casadas y tres solteras de las últimas la mayor de edad de 12 años llamada Petrona la segunda llamada Ramona Lorenza, 3a de 7 años llamada María Micaela........."(4)

Cuando nos empezaron a contar como habitantes de esta Villa se afirma que la,población numéricamente se estaciona y hasta decrece, pero el punto 9o del Oficio del Cabildo de Gualeguaychú al Virrey (4-3-1787) nos renueva que:"los vecinos esperan ansiosos el cumplimiento de promesas oficiales y en particular el reparto anunciado de tierras" y en el punto 16° "Los vecinos son humildes y laboriosos, pero para que no se dispersen se estima indispensable asignarles tierras como lo piden los cabildantes"(5)

Constreñida la Villa a un espacio que no le permite a los pobladores labrar la tierra y criar animales para subsistir, los somete a la obligación de dejar sus casas para ir a trabajar sus extensiones de campo y deben hacerlo ellos mismos por la falta de brazos.

Ya en 1785 el Cabildo, con Juan Esteban Díaz a la cabeza, denuncia "el hecho de pretender poblar estancia a una legua de la población" y Rocamora en setiembre del mismo año dice que "Gualeguaychú está completamente cercado por las ambiciones de Wright"(6)

A pesar de contar con escasos brazos para el trabajo, el Padrón declara la existencia de ocho esclavos, lo que estrechamente está ligado con la pobreza del vecindario (7), a lo que se suma la falta de cumplimiento en la entrega de tierras, es de señalar sin embargo que el movimiento demográfico demuestra la decisión de no abandonar el lugar que Tomás de Rocamora les hiciera desmontar, marcar, lotear y levantar como Villa de San José de Gualeguaychú en octubre de 1783.


NOTAS

(1) JUAN JOSE NÁGERA, Thomas de Rocamora, Fundación de Gualeguaychú, Bs. Aires, pág. 43.

(2) JUAN JOSE ANTONIO SEGURA, Tomás de Rocamora, Soldado y Fundador de Pueblos, pág. 192/193.

(3) FACUNDO ARCE, Aspectos de Poblamiento de Gualeguaychú, el Censo de 1787, pág. 27.

(4) LIBRO DE ACUERDOS DELCABILDO de la Villa de San José de Gualeguaychú, Biblioteca del Clero, Gchú, E. Ríos.

(5) CESAR B.PEREZ COLMAN, Entre Ríos, Historia, 1520/1810, Tomo II, Paraná 1936, págs. 193/194.

(6)Obra cit, pág. 192.

(7)FACUNDO ARCE, Obra cit. pág. 28.

LA PLAZA DE FRUTOS

Nati Sarrot 

La pujante zona que tiene como eje la avenida primera junta también guarda su historia, un pasado estrechamente relacionado a elementos claves en la columna vertebral de Gualeguaychú: la riqueza de la tierra y la riqueza de la gente.

Cuando el siglo XIX llegaba a las décadas finales, nacía la llamada plaza de frutos, ubicada en la plaza Federación o "de comercio", en el mismo lugar donde hoy se levanta inconfundible el estadio municipal. En aquella plaza de frutos se centralizaron durante años las actividades agrícolas y ganaderas, con oficinas sobre la esquina de la actual calle corrientes, donde está la Escuela Nº 58 Alfredo Villalba.

En ese mercado, se concentraban los productos de las numerosas chacras instaladas en la zona noroeste, como el jardín de Raffo y las quintas de Suffardi, Razzetto, Figún, Altuna, Clavarino, Bacigalupo, etc.

"Todos ellos proveían de la mejor verdura fresca a la ciudad. Al agua necesaria la obtenían de pozos con instalación de norias..." apunta María América Barbosa. (1)

Quienes dirigían políticamente Gualeguaychú, se vieron obligados por las circunstancias, a mediados de la década de 1870, a instalar un mercado de concentración de frutos, lo que llevó a no pocas discusiones. En enero de 1875 comenzó a avanzarse hacia una decisión sobre el lugar apropiado. Para estudiar la cuestión, el Intendente Clemente Basavilbaso, encargó el estudio a una comisión especial formada al efecto.

En una de sus reuniones, dicha comisión opinó que el lugar más apropiado era la Plaza del Cementerio. Para ubicarnos geográficamente, podríamos apuntar que entonces el campo santo estaba ubicado donde en 1913 se levantaría el Hospital Centenario.

Votaron afirmativamente por esa iniciativa Bernardo Goyri, Ciriaco Lamas, Santiago Luichs, Carlos Forets y Francisco Garbino, y con algunos reparos, Luis Paulino Acosta, Pedro Dumont y Jacobo Spangenberg, preferían el mercado frente a la testamentaría de Lapalma.

Al mes siguiente, el Intendente Basavilbaso, recibió una carta con una interesante oferta. "Hace tiempo que se viene agitando la idea del establecimiento de la plaza de frutos y según tengo entendido su mayor dificultad es la falta de terreno en situación de llenar con satisfacción las exigencias de este municipio" afirmaba al inicio de su respetuosa misiva el vecino Ignacio Barañao y Lacarra.

"Poseo al costado sud y calle por medio del cementerio un terreno cuya altura y declive natural lo ponen en las mejores condiciones, por quedar ubicado en la planta urbana e inmediatamente del boulevard que resulta de la misma traza del municipio", agregaba.

Renglones más abajo, el vecino decía que regalaba el terreno, situado entre las actuales calles Andrade y San Martín.

El tema tomó estado público, al punto que días más tarde -el 7 de marzo-el Intendente recibiría otra carta, firmada por Lázaro Casaretto, Agustín Vasallo, D' Acosta y Núñez, Máximo Chichizola y Manuel Monzón. En la nota, se exponía una postura contraria al establecimiento del mercado en la zona del cementerio. Se afirmaba:

"Lo más importante del tráfico de carros y carretas viene por el camino de Gualeyán y los demás que se encuentran al mismo lado, al que se lo obligaría a hacer un rodeo demasiado largo que lo perjudicaría al extremo".

En los días siguientes, exactamente la jornada que precedió al 10 de marzo, llegó otra correspondencia dura y clara.

"Al dictamen de la Comisión de Obras Públicas no lo creemos exacto, y más que prima el poco conocimiento que tiene de la parte más importante de nuestro departamento, viene a demostrar también el poco interés que tiene en que Gualeguaychú abra nuevas vías al tránsito, que desde muchos años atrás parece ser el patrimonio de las dos calles 25 de Mayo y Urquiza"...

Agregaba la carta, "hace muchos años que al Oeste de la plaza principal de esta ciudad existe un terreno de una superficie de ciento setenta varas a cada frente destinado precisamente a plaza de frutos".

¿A qué se referían? Hablaban de la plaza de la Federación, actual Estadio Municipal.

"Es el lugar por donde tienen acceso a nuestra ciudad los carros y carretas que entran de Villaguay, Nogoyá y Tala y aún algunos distritos del departamento del Uruguay y los que de este departamento hacen sus viajes por el camino de Gualeyán y demás en su mismo costado".

La idea, según sus promotores, lograría "abrir al tránsito nuevas vías de comunicación, pues no es posible que Gualeguaychú esté destinada a ver su desarrollo mercantil por solamente sus dos calles principales. Las otras deben también gozar de iguales beneficios, mucho más si se atiende a que LA POBLACIÓN TIENDE A DESARROLLARSE HACIA EL OESTE".

Firmaban Ignacio y Lázaro Casaretto, Agustín Vasallo, Martín Tellechea, Zacarías Corea, José Halliburton, Máximo Núñez, Juan Tudury, Máximo y Andrés Chichizola, D' Acosta y Núñez, Lorenzo Raffo, Gracián Inchauspi, Juan Bautista Chichizola y otros.

El señor Casaretto se comprometía a construir dos piezas para oficinas y cederlas a la Municipalidad por dos años sin cobrarle alquiler y además aportar de su cuenta cincuenta o cien carradas de escombro para tapar los pozos que tenía el terreno. Eustaquio Pereira, carrero, también colaboraría con cincuenta o cien carradas de escombro.

LA VISIÓN DE LA CIUDAD

El Intendente y la Comisión debieron analizar todas las alternativas y cada una de las opiniones. El tema se convirtió en una lucha entre los que querían mantener los esquemas urbanos vigentes y los que tenían una visión mucho más audaz y apostaban al futuro.

El 10 de marzo, no fue decisivo: la Municipalidad resolvió aplazar la discusión y ampliar la búsqueda de opiniones. Días más tarde, el Intendente resolvió crear la Plaza de Frutos en la plaza Federación. Así, el 18 de abril recibió de la Comisión que estudiaba el tema una opinión al respecto. Se le decía que en un solar ubicado en la plaza se construiría el edificio para el o los empleados, aprovechándose todas las existencias del matadero viejo y una parada para carretas.

Se recomendaba tácitamente aceptar la oferta de Casaretto de levantar una oficina, pero pagándole el alquiler a diez pesos mensuales. En las bocacalles convenientes, se construirían las calzadas de piedra para el servicio del público.

Casaretto respondió que rechazaba el ofrecimiento del pago, aunque aceptaba que la Municipalidad debía construir las oficinas y adjuntó una nota con los nuevos vecinos entusiasmados en colaborar. Así fue como Martin Tellechea, Zacaria Corea y Pedro Perigan, aportarían 250 pesos. Con cifras menores aparecían Francisco Altuna, Agustín Vasallo, Bautista Avegno, Manuel Monzón, Silvio Rivas, Esteban Borro, Miguel Galia, Carlos Badano, Juan Badano, Manuel Bermúdez y Juan Domínguez. Casaretto aportaría doscientos pesos moneda boliviana y el escombro prometido.

Se valuó en tres mil pesos el costo total de la obra estimándose que la venta de materiales del viejo matadero aportaría con un tercio. El presupuesto del vecino Juan Cereza fue ganador; 3190 pesos por el total del trabajo que comprendía dos oficinas, un cerco y las veredas. El 27 de agosto la obra estaba terminada.

La Plaza estaba comprendida entre calles Progreso (hoy Nogoyá), Santa Fe, Jujuy y San Juan, con 4 manzanas.

Así terminó una historia y nació otra. Llegaron a su fin las discusiones y comenzaron a dibujarse, en carretas repletas de verduras frescas, las líneas del futuro de una zona.

Con el tiempo, la Plaza de Frutos fue (desde las primeras décadas del siglo XX) el Estadio Municipal y las oficinas se transformaron en una escuela. Pero eso no fue todo. El lugar presenta una multicolor y febril avenida con semáforos y la apertura de comercios no cesa. Hay muchos herederos del espíritu de progreso que animó a los vecinos que ocuparon las mismas calles hace 120 años.

Más allá de los cambios, más allá de que en la Plaza de Frutos en lugar de venderse atados de acelga se griten goles y se reclamen off-sides, se perciben todavía los férreos cimientos de los vecinos visionarios y las imborrables huellas de los senderos que trazaron las carretas repletas de verduras frescas.

Notas: 

(1) EL ARGENTINO 30-7-1993. Barrio Primera Junta al Norte.

Documentación del Archivo Municipal. Plaza de Frutos.

Informes de transmisión oral. 

La plaza de frutos, ubicada en la plaza Federación o "de Comercio", en el mismo lugar donde hoy se levanta inconfundible el estadio municipal. (Fotografía del año 1937)

¿CONTRASTES?

La valiosa historia de la Plaza de Frutos - que no tiene nada que ver con un apellido sino con una voluntad colectiva - muestra con notable claridad ciertos elementos que marcarían a Gualeguaychú. En primer lugar, el espíritu solidario, desinteresado de algunos vecinos, que ofrecieron terrenos a la Municipalidad; por otro, la clara visión de quienes comprendieron que había que apostar por una ciudad para todos y para el mañana.

Se palpa también la eterna lucha entre conservadores y audaces, la disputa entre los que aparecían encajonados en escasas alternativas y quienes aceptaban el desafío y los riesgos de avanzar.

La zona creció mucho desde aquel paisaje de carretas y caballos. Sin embargo así como se mantienen plausibles valores, la actual ciudad parece haber olvidado un mensaje: un millón de dólares se van hoy mensualmente de Gualeguaychú en compra de verduras...

Vale decirlo aunque el dato no sea histórico, sino actual. Merece recordarse tanto como la pintoresca crónica del ayer, porque el pasado no sirve sino como proyección de los pueblos, como memoria de la gente. Indiscutiblemente, el progreso llegó, pero tomado de otras manos y desdeñando ciertas raíces.

El mensaje del progreso quedó. Donde había chacras florecen barrios con niños que ríen. Donde asomaba un árbol hay un comercio."Por ser modernos, no vamos a degollar a los abuelos" aconsejaría Atahualpa Yupanqui.

Permanece la riqueza de la gente; acaso reste aprovechar la fortuna de la tierra para culminar la obra de aquellos vecinos que nunca recibieron homenajes. 

OTROS TIEMPOS LOS DE ANTES

Estamos leyendo Ordenanzas Municipales del Gualeguaychú de 1875. Reveladoras por sí mismas de otros parámetros de vida comunitaria, donde las autoridades legislan en función de una vigilancia estricta, sumamente severa campeando por el decoro, el orden, el respeto mutuo, el silencio saludable.

Otros tiempos. Cuando transitar a caballo a puro galope violentaba a la paz ciudadana, infringía la respectiva ordenanza. Enojaba a la sociedad. Este tiempo nuestro es el de las motos a velocidad suicida, infringiendo la disposición municipal mal vigilada, irritando los débiles hálitos de una aturdida convivencia siglo veinte. Pero volvamos al municipal digesto 1875:

Carnaval: "Queda prohibido arrojar aguas sucias o servidas sobre los transeúntes o jugadores; hacer uso en el juego de otras cáscaras de huevo que no sean de gallina; jugar a caballo galopando o corriendo por las calles e interrumpir con el juego a los encargados de guardar el orden en las calles de la población".

Multas: "Los que dentro de la población y suburbios cargasen armas prohibidas, a no ser aquellos que por su oficio necesitasen llevar cuchillo". 

EDICIÓN IMPRESAINVESTIGACIÓN Y TEXTOS: ANDREA SAMEGHINI NATI SARROTJEFE DE REDACCIÓN: MARCO AURELIO RODRÍGUEZ OTEROCOLUMNISTAS: CARLOS M. CASTIGLIONE - AURELIO GÓMEZ HERNÁNDEZ -DISEÑOS DEL SUPLEMENTO DE LA ÚLTIMA PÁGINA Y ROSTRO DE JUAN PABLO DOMINGO: RAÚL A. SARROT
TIPEO DE TEXTOS Y ESCANEO DE IMÁGENES: JOAQUÍN R. CARRERA Y ZULMA N. MENA 
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