El primer pastor de Gualeguaychú

El arraigo definitivo y el acrecentamiento de la feligresía, condicionaban que franciscanos y dominicos atendieran espiritualmente a la población. De esta manera, el Obispo De la Torre envió a comienzos de 1765, al franciscano Francisco de San Bernardino para atender la zona permaneciendo en la antigua población hasta fines de octubre de 1767.

Investigando acerca del primer sacerdote de Gualeguaychú llegamos al Libro de Actas Definitoriales existente en el Archivo Histórico de la Provincia Franciscana de la Asunción de la Santísima Virgen del Río de la Plata, en Buenos Aires. Este contiene la información oficial de las Tablas, en las que consta el destino oficial de los frailes de la Provincia Franciscana, que en aquella época abarcaba la Argentina, Paraguay y Uruguay. Por esto sabemos que el 19 de septiembre de 1761, Fray Francisco es enviado al Convento de Santa Bárbara de Villa Rica en Paraguay con el oficio de guardián. Luego, el 15 de junio de 1763 es reelegido como guardián en el mismo lugar. Al año siguiente es elegido como lector de moral para la comunidad franciscana como predicador de precedencia en el Convento Grande de la Asunción de la Madre de Dios del Paraguay. En 1769 se lo nombra predicador general y es destinado a la doctrina de la Inmaculada Concepción de Itatí.

El Padre San Bernardino habría ejercido el ministerio entre los primeros gualeguaychuenses entre 1765 y 1767, en los que los franciscanos llamaban misiones circulares, que se realizaban mediante recorridos periódicos por distintos lugares.

Sabemos que sus funciones eran de teniente cura de la parroquia de la Bajada (Paraná). El primer bautismo data del 3 de mayo de 1766 y hay unas veintiocho partidas de bautismos y otras tantas de matrimonios realizados por este sacerdote, quien inaugura así el archivo parroquial. Estos documentos fueron donados por el Padre Borques para el archivo parroquial y forman parte del Libro I de Bautismos.

Quien fuera el primer pastor en nuestra región falleció en la Doctrina de Yutí (un centro misional en Paraguay) el 6 de noviembre de 1782.

Luego en nuestras tierras, será pastor el dominico Fray Antonio Pastor y Viera. Valga la redundancia para hablar de este sacerdote oriundo de Buenos Aires, en donde había sido maestro de novicios. Este convento lo tuvo también como administrador en forma simultánea con su ministerio en Entre Ríos. Esto lo prueban algunos documentos firmados por Pastor, en donde por 1775, certificaba los bienes de los frailes difuntos[1].

El 7 de marzo de 1772 Don Andrés de Nievas y Rosillo, antiguo poblador, mandó por testamento que se enterrara en la capilla de Gualeguaychú, con misa de cuerpo presente y novenario de misas de honra, dejando cien vacunos para el templo. Esto indica que, en lugar cercano, debía existir también un cementerio[2].

Al Padre Pastor le preocupó el retiro de buen número de feligreses que, desalojados por García de Zúñiga, debieron ubicarse sobre el Arroyo de la China. En 1773 se dirigió al gobernador Vértiz (todavía no era Virrey) para sugerir remedios; en su carta se quejaba que en el nuevo vecindario, privado de auxilio religioso, se vivía irregularmente y que, por falta de vigilancia policial, se cometían continuos robos. Pero su petición no fue considerada[3].

Aunque el Padre Pastor seguiría colaborando ocasionalmente con la joven parroquia, el 22 de julio de 1777 fue reemplazado por el dominico Fray Mariano Amaro. Este será el iniciador de los libros parroquiales, uniendo las anotaciones del Padre San Bernardino. Desconocemos donde se asentaron los sacramentos celebrados entre 1767 y 1777, ya que no están en los libros parroquiales. Algunos autores opinan que se asentaban en la parroquia de Paraná, otros en Santo Domingo de Soriano, o bien en el monasterio al que pertenecían los religiosos.

Así se inicia el libro parroquial:

Yo, Fray Mariano Amaro, de la Santa Orden de los Predicadores empecé este libro de Partidas de Bautismo siendo Obispo el Ilustrísimo Fray Sebastián Malvar y Pinto [4].

Sabemos que Fray Amaro nació en Montevideo el 16 de julio de 1751. Tomó los hábitos de Santo Domingo el 15 de agosto de 1768 de manos de los Padres Ríos y Cuenca, haciendo sus votos perpetuos en 1769 bajo el cuidado del Padre Riego, como su maestro de novicios. Fue ordenado sacerdote en 1776 y enseguida vino a Gualeguaychú. No es fácil tener más información de este dominico, así como de otros de este tiempo, ya que el archivo de la Orden sufrió pérdidas cuando en 1807 los ingleses invadieron por segunda vez Buenos Aires y su convento fue objeto de la reconquista porteña. Se suma a esto la pérdida de mucha documentación cuando los dominicos fueron expulsados en 1822.

Sabemos también que Amaro para 1783 estaba en Santa Fe, en donde ejerció como predicador conventual, prior y capellán castrense. Entre su aportes está el de haber colaborado con Belgrano, cuando pasó por Paraná rumbo a Paraguay para invitar a este gobierno a unirse al gobierno de la Primera Junta.  Amaro falleció a los 61 años, el 25 de marzo de 1812 en el mismo convento de dominicos de Santa Fe, en donde también fue enterrado[5].

Durante su ministerio en Gualeguaychú, ya conformada la parroquia, entregó los libros en forma Provisoria a Fray Juan José Seguí, quien a su vez los entregaría al primer Párroco: El Cura Gordillo.

Del sacerdote dominico Seguí, sabemos que era integrante del convento de Buenos Aires, ingresando en 1790, hijo de españoles oriundos de Palma de Mallorca y que por 1791 aparece como lector en el listado de frailes del convento[6].

Desde que el Rey Carlos III decide expulsar a los jesuitas, se designaría a los miembros del clero regular a que pasen a actuar en las misiones indígenas. La propuesta de los dominicos, franciscanos, agustinos y mercedarios era de delimitar por zonas la que ocuparía cada uno, pero el monarca se opuso, por temor a que se organizaran políticamente en detrimento de sus autoridad.

No era el caso de Gualeguaychú, pero si en Yapeyú y en La Cruz, entre otras poblaciones, que no lograron adecuarse al cambio de los sacerdotes. Algo fundamental para la evangelización, aún hoy en día, es que los jesuitas hablaban el guaraní y las demás lenguas indígenas, haciendo esto todo más fácil y familiar para estas poblaciones.

[1] Cf. Archivo Central Convento de San Pedro Telmo (Santo Domingo), Legajos Personales, 243.

[2] Cf. De Urquiza, E., Notas para la historia de Entre Ríos, Bs. As., 15.

[3] Cf. Perez Colman, C. B. La parroquia y la ciudad de Paraná en su segundo centenario (1730-1930) Paraná (1930), pág. 11.

[4]  Cf. Libro I de Bautismos de la parroquia San José. Es interesante que el citado Obispo no había viajado aún a América para tomar posesión de dicho Obispado y recién visitaría  Gualeguaychú, por única vez, en 1779.

[5] Cf. Borques, J. C., Eclesiásticas, I.8, 71, en Archivo Instituto Magnasco.

[6] Cf. Archivo Central Convento de San Pedro Telmo (Santo Domingo), Legajos Personales, 243. No encontramos explicación para la diferencia de fechas, ya que es extraño como pudo estar en Gualeguaychú en 1780, es decir antes de ser dominico.

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Pastores según el corazón de DiosEl ministerio sacerdotal en la Parroquia San José de Gualeguaychú (1766 - 1905)

Pbro. Mauricio Landra

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