Rubén Humberto Fraccarolli

Ruben Fraccarolli

Rubén H. Fraccarolli, su familia, la ciudad y la música, una pasión que lo identificó plenamente.








Por Atilio Burgos

El sábado pasado dejó de existir el vecino Rubén Hum­berto Fraccarolli que el 25 de marzo cumplió 88 años de edad.

Se fue en silencio, pero con la tranquilidad de los gran­des. Sin mucho ruido, pero con la seguridad de saber que hizo las cosas bien, que su misión fue positiva y que a los suyos y a quienes lo trata­ron en su diario quehacer, les dejó lo mejor: su hombría de bien.

Nació en 1923 en un hogar de inmigrantes en Pastor Bri­tos y quedó huérfano cuando sólo contaba cinco años, cir­cunstancia que obviamente lo obligó a duplicar sus energías y a encarar sus días con grandes esfuerzos y un extraordinario sacrificio. Su actitud, sus ganas, su predis­posición al estudio le marca­ron el camino que él eligió con un final digno, feliz y al­tamente merecido.

Fue un apasionado de la música. Realizó estudios en el Instituto Williams y en el Conservatorio Fracassi, don­de con Medalla de Oro, obtu­vo el título de Profesor Supe­rior de Música, Teoría y Sol­feo.

Años más tarde ingresó en la Escuela de Música del Ejér­cito en la ciudad de Córdoba, donde se capacitó en la Direc­ción de Bandas, llegando a ejecutar la mayoría de los instrumentos de aire, un verda­dero lujo en la especialidad y un privilegio que seguro han tenido pocos.

Después de integrar nume­rosas bandas musicales en distintos lugares del país, se radicó en nuestra ciudad y se dedicó a la enseñanza priva­da de guitarra y también ejer­ció la docencia como profesor en el Colegio Nacional Luis Clavarino, en el Instituto Pío XII y en la Villa Malvina Seguí de Clavarino.

Fue creador de la música del Himno al Colegio Nacio­nal y también fue creador y director de la Escuela Munici­pal de Música y de la primera Banda Municipal. Enseñó, es­cribió, dirigió y encaminó el aprendizaje de la música con mucha disciplina, con gran rectitud, pero como contaba con una cultura general, valía la pena escucharlo, servía y mucho sentarse a conversar después de una partida de ajedrez -también le gustaba-o luego de tocar la guitarra, a través de la música, frente al atril y el pentagrama, aunque el oído tenga mucho de im­portancia.

Casado con María Severa Pedro, recientemente falleci­da, formaron un hogar donde también prevaleció la ar­monía y se complementaron muy bien en la crianza de sus hijos, siendo un padre muy dedicado y responsable y un abuelo atento a todas las acti­vidades de sus nietos, depor­tivas y colegiales.

Al bueno de "Fracca" le gustaban las bochas y hasta algunos años atrás frecuenta­ba el Club Neptunia con nu­merosos amigos, se ponía muy contento cuando queda­ba cerca del chico, pero mu­cho más cuando acompañaba a Severa a los torneos de golf en Urquiza al Oeste.

Como ven, la familia, algo de deporte y la música gira­ban alrededor de Rubén Frac­carolli, un hombre de costum­bres muy sencillas. Seguro que su ejemplo será tenido muy en cuenta.

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