Argentina de siempre
Éramos la Argentina,
la del sol impaciente por abrir alboradas,
la que traza caminos del color de lo cielos
con sus tres paralelas azules y blancas;
un puñado de mundo brotado hacia arriba,
la Argentina de Dios y de España.
Cara al cielo nacimos. La Historia
fue un empuje tremendo de alas
que brotó la impaciencia criolla
por la chuza de todas sus lanzas.
Vinimos del Ande.
Nos miramos un día en el Plata,
y al sentirnos quijotes y gauchos
hicimos la Patria,
con un pliegue de cielo estrellado
y un retoño crujiendo de pampa.
Era un pueblo que siembra su sangre
y cava el futuro
con brotes de lanzas;
contrapunto de surcos y estrellas,
ritmo fiero de espuelas en marcha.
Éramos la Argentina
y unos hombres quisieron cambiarla:
por el barro de treinta monedas,
como a Cristo, vendieron mi Patria.
Troncharon sus mástiles,
herrumbaron de oro sus espadas,
y quisieron teñir con el rojo
la celeste y blanca.
¿Fue un eclipse del sol argentino?
¿Fue un crepúsculo rojo en la pampa?
No se había secado la Historia
y las tumbas de ayer retoñaban
con la sangre de todos los mártires
y la voz del futuro. Vibraba
la impaciencia del alma criolla
con rebrotes de inmensas campanas
y en la noche sin Dios fulguraron
reflejos de lanzas,
y barrieron a golpes de historia
todas las tinieblas, todas las borrascas.
¿Somos hoy otra vez la Argentina,
la del sol impaciente que abrió una alborada,
la que traza caminos del color de los cielos
con sus tres paralelas azules y blancas?
Pbro. Luis Jeannot Sueyro
"Los versos del Cura Gaucho"