El Cuaderno Nº 183 de Gualepedia, publicado el 7 de mayo de 2000, explora dos temáticas principales: la historia y construcción del Túnel Subfluvial Paraná-Santa Fe y el origen de topónimos locales como Gualeguaychú y Uruguay, junto a leyendas indígenas.
Su enlace es: Cuadernos de Gualeguaychú Nº 183
La primera sección, "Testimonio en Gualeguaychú del Túnel Subfluvial" por Nati Sarrot, detalla el proceso de esta monumental obra de ingeniería que unió las provincias de Entre Ríos y Santa Fe. Se menciona la presencia de un molde de tubo del Túnel Subfluvial en los talleres de Vialidad Provincial de Gualeguaychú desde 1972, una estructura cilíndrica de 9,80 metros de diámetro y 32,70 metros de altura, que fue clave en la elaboración de los 36 tubos de 65,45 metros que conforman el tramo subfluvial. La construcción del túnel fue propuesta por primera vez en 1911 por Salvador Maciá, y se concretó gracias a un Tratado Interprovincial de 1960 firmado por los gobernadores Carlos Silvestre Begnis (Santa Fe) y Raúl Lucio Uranga (Entre Ríos). La decisión de construir un túnel en lugar de un puente se debió a una cuestión de jurisdicción sobre el lecho del río. La obra fue adjudicada a un consorcio internacional y se inauguró el 13 de diciembre de 1969. El texto también describe los complejos sistemas de seguridad y monitoreo instalados en el túnel, así como el destino de las piezas de los moldes distribuidas como testimonio histórico, incluyendo la de Gualeguaychú.
La segunda sección, "DETRÁS DE LOS NOMBRES..." por Silvia Razzetto de Broggi, aborda el origen de los nombres de ríos y lugares en la región. Explica que el río Uruguay (URUGUAY) era llamado URAY o HURUAY por los nativos, significando "río de los pájaros" o "río de los caracoles". Asimismo, el nombre Gualeguaychú proviene del guaraní YAGUARI GUAZU ("río del jaguar grande"), un afluente del Uruguay que los españoles pronunciaron como Gualeguaychú. La autora también describe la rica flora y fauna local, incluyendo la densa vegetación y la presencia de jaguares y víboras venenosas. Se destaca la pasionaria o mburucuyá, una flor que, según el Padre Antonio Sepp en 1691, representaba los signos de la Pasión de Cristo.
El cuaderno concluye con una leyenda guaraní sobre el origen de la flor mburucuyá, que narra el amor prohibido entre la hija de un capitán español y un cacique guaraní, cuyo trágico final dio origen a esta planta de flores encarnadas y azules.