El Río

El río que como arroyo serpenteante tiene sus fuentes en el departamento Colón, al llegar al encuentro con el arroyo Gualeyán, luego de los Saltos de Méndez y las piedras, pequeños saltos rumorosos y cristalinos, se ensancha abruptamente hasta tomar las proporciones de río, algunos le llaman arroyo, otros riacho, pero la verdad que se trata de un río verdadero y de características únicas.

En su confluencia con el Gualeyán daría la impresión de que el Gualeguaychú se continuará realmente en su afluente, pero el cauce natural indica precisamente, que ese brazo más ancho es realmente su afluente.

El paisaje del río es, excepto las obras que la mano del hombre agregó, prácticamente casi el mismo que se ofrecía a la vista del hombre a principios de este siglo.

El agua ha seguido reflejando los mismos paisajes celestes, las mismas formas de nubes, los verdes del sauzal frente al puerto; y acariciando en su corriente generalmente mansa los mismos tallos de juncos y las barbadas raíces de los camalotes.

Las aves que surcan su ámbito son las mismas especies que antes lo surcaban, el Biguá, las Gaviotas peregrinas a veces posadas en bandadas como copos blancas sobre sus aguas ora azules, ora verdes, ora grises.

Igual que sus peces, los bagres, la vieja del agua o el pejerrey en días fríos de invierno, a veces las bogas, todos siguen representados con sus formas, sus nombres y su presencia.

No se fueron ni los sauces llorones frente al puerto, en la isla, a veces un tanto ralos, ni el Timbó, los Talas, algún paraisal, Laureles, atrevidos Espinillos de la costa.

Ni otras especies de lánguidas acuáticas.

Son las mismas.

Hijas de otras hijas.

Pero siempre las mismas.

Las mismas aves, el mismo río, el mismo cielo.

Todo repetidamente infinitamente.

El primer tramo ancho del río desde su confluencia con el Gualeyán es casi recto hasta tomar un curva casi cerrada frente al arroyo "Zapallo" y luego hace una suave "ese" hasta pasar frente al astillero de Giusto.

Era la parte cercana a la ciudad, zona agreste donde solo pudiese escuchar el rumor del viento al pasar entre las ramas de los árboles o el salto de un pez en el agua, los pájaros del monte o el grito natural de algún Biguá.

O los sonidos del monte inexplorado.

El rancho de Camilo frente al Gualeyán, constituirá la última avanzada de la civilización por ese entonces.

Frente a la ciudad y a la rambla existía el vado al camino de Concepción del Uruguay, en los campos de "El Potrero" de Unzué, que se salvaba mediante el uso de balsas de acción manual.

Estas balsas transportaban carros, jinetes en sus caballos y entre ellos los míticos Ford "T", que iban o venían desde la ciudad.

También frente a la calle Gervasio Méndez a la altura del astillero de Izzeta prestaba servicios otra balsa de iguales característica, aún hoy quedan vestigios de esos asentamientos, uno dónde está emplazado el galpón de botes del club Neptunia y el otro entre éste y el club Náutico, hoy casi borradas las pendientes.

Por el año 1930 , ambas márgenes quedan unidas por el puente de hierro que era levadizo para permitir el paso de las embarcaciones y cuyos contrapesos de plomo desaparecieron, por lo que quedó fijo.

El puente en cuestión fue denominado "La Balsa" precisamente por estar ubicado en las inmediaciones de esta, y por esos avatares de la política criolla, cambio innumerables veces de nombre.

La obra se vio completada, con un regalo anterior que hiciera a la ciudad don Saturnino Unzué para la instalación de un amplio parque en la fracción que daba frente a la población, río por medio.

La donación tenía plazo para la iniciación de la obra del parque, y si esta no comenzaba, la donación quedaba sin efecto y el predio volvería a su donante.

Ya próxima la expiración , el puente queda habilitado y el paso fluido a la otra margen permite la iniciación de las obras y así la ciudad pudo contar con un amplio y pintoresco Parque que permitiera la ampliación de los limitadísimos horizontes ciudadanos comprendidos por el cinturón del río, sino que a la par dieron origen a la instalación de clubes náuticos, primeramente el Náutico y luego el Neptunia.

CRÓNICAS INFORMALES

Carlos Lisandro Daneri

Gualeguaychú – Año 1998