DESPEDIDA DE SU PUEBLO NATAL
En marzo de ese año ofrece en los salones del Club Social Recreo Argentino un concierto de despedida que provoca comentarios de admiración en esta ciudad inclinada a las buenas manifestaciones del arte.
Don Goyo Aguilar improvisa unas décimas que hablan de la trascendencia de la actuación de la pequeña Maria Luisa Guerra, promesa como ejercitante del piano.
En América asistió Maria Luisa a dos conciertos y en ellos su gran talento en su tierna edad lucio; a Barcelona pasó con sus protectores buenos. La ha dotado el Ser Supremo con el arte musical. Luisa Guerra ha de brillar como la estrella de Venus.
Guiada por su maestro del Conservatorio de Milán, Profesor Fumagalli, iniciará una meteórica carrera, admirando a sus espectadores de las diversas capitales de Europa. Se ha iniciado una forma nueva de vida en la que todos sus esfuerzos serán dedicados a su perfeccionamiento en el arte y técnica pianísticas.
Radicada en España, será la discípula dilecta del máximo concertista español, Carlos G. Vidiella. Gualeguaychú guarda para Maria Luisa Guerra el contenido de su nostalgia y sus afectos.
Sus imágenes le son imborrables. “Flor del Plata” la apodaron sus admiradores de Madrid.
Consagrada ya por los públicos europeos, aplaudida por reyes y emperadores por su gran sensibilidad y técnica pianística que formo en las viejas academias, regresa a su Gualeguaychú donde brinda un concierto en el Teatro 1º de Mayo. Es allí donde recibe los aplausos mas queridos de su carrera artística.
El producido de su actuación fue donado para concretar el homenaje al Pbro. Luis N Palma, consistente en una estatua (la que esta instalada en el peristilo de la Catedral San José). Estuvo unida a su pueblo natal por la asidua correspondencia que mantenía con sus familiares. Cedió, además, tierras para que se trazara el camino al Cementerio.
Debe regresar a Europa donde está la esfera de su arte; principalmente a España, su residencia definitiva.
Consagrada por un estilo personalísimo, considerada como del más alto relieve en el mundo musical, a esa casa volvía Maria Luisa Guerra a descansar de sus giras. Ubicada por sus dotes en alta posición social y dueña de una considerable fortuna, la artista se brindaba en las presentaciones con fines benéficos.
COMO ERA MARÍA LUISA GUERRA
El publico que acudía en masa a sus actuaciones reconociendo su impecable técnica y su virtuosismo, admiraba también en la Flor del Plata aquella figura de aspecto frágil, tímida, de delicada silueta, brazos delgados y manos trémulas, de ojos grandes, oscuros y cabellos renegridos que, sentada al piano, parecía transformarse iniciando una milagrosa comunicación con su auditorio.
En abril de 1896 “La Nación” de Bs. As comenta que la eximia pianista emprende viaje a Suiza en el vapor Vittoria para restablecer su delicada salud, pasando una temporada en los climas templados del mediodía de Europa.
Su vida fue de estudio y trabajo y decía también “La Nación” en 1896 que no pasaría tiempo sin que viéramos a Maria Luisa Guerra considerada como una celebridad de general renombre.
Como decíamos antes, mantuvo relación con los grupos sociales más altos de la época. Fue amiga de los reyes de España.
Precisamente Alfonso XIII la distinguió con el titulo nobiliario de Baronesa.
En su finca de San Sebastián (España) a la que llamo Villa Argentina y que había construido para ella su tía protectora, paso los tiempos que le permitía el descanso de sus giras artísticas y una ancianidad que rodeo el afecto ganado con su espíritu exquisito y su caridad ancestral.
Falleció en su mansión el 11 de noviembre de 1949.