En el año 1943 contrajo matrimonio con doña Amalia Virginia Jurado, nacida en nuestra ciudad en 1922, hija de don Eduardo Jurado y Graciana Barcia. Eduardo era hermano de don Pedro Jurado. Tuvieron siete hijos: María Amalia, Elsa, Olga Inés, Rodolfo, Gustavo, Eduardo y María Marta. Pero la hermosa familia que formaron se fue ampliando y a la fecha del deceso de nuestra querida Amalia, la familia Garcia-Jurado tenían veinte nietos y veintinueve bisnietos.

Un párrafo especial en esta nota merece doña Amalia, maestra de alma durante un cuarto de siglo y directora de la Escuela N° 113 de Pueblo General Belgrano, su lugar en el mundo. Escribía como su esposo y utilizaba el seudónimo de “MAIA” tanto en el diario EL ARGENTINO como en la Revista Gualeguaychú. De ella dijo el poeta Guillermo Santos Ledri “…pone de manifiesto su espíritu sensible en cualquiera de las instancias que ha vivido, sea como esposa, como madre, como maestra o como amiga…”.

Volviendo a don Rodolfo García, toda su vida escribió siempre sobre educación, economía e historia lo que reflejó fielmente su concepción universal y particular del hombre en su verdadera naturaleza. Esas tres áreas siempre fueron los ejes de sus planteos, y sobre todo la importancia de leer, una importancia que se transformó en un mandato y a la vez un solemne legado a sus alumnos.

Cuando se jubiló como docente, se transformó en periodista y desde entonces mantuvo una columna semanal en el diario EL ARGENTINO. También colaboró en el diario El Día con sus clásicas Charamuscas o con notas que firmaba con el seudónimo de Memento. En 1997, a los ochenta años, recibió en Buenos Aires el Premio Nacional Santa Clara de Asís por el que se le reconoció la excelencia de su fino y a la vez afilado estilo periodístico.

En ese mismo año fue declarado por unanimidad Ciudadano Ilustre de Gualeguaychú, criterio de unanimidad que prevaleció en la valoración permanente y cotidiana de cada una de las personas que tuvimos el honor de conocer y tratar.

Por esas cosas inexplicables que nos depara la vida, el 17 de octubre de 1998, a los ochenta y un años, don Rodolfo falleció bajo la sombra de un tala, árbol que él prefería entre todas las frondas de su quinta de Pueblo Belgrano.

Recordando parcialmente una poesía escrita por una de sus alumnas la señora Aída Echandi de González, de la Promoción ENOVA 1951, para la conmemoración del día del Profesor, El Censor Online considera oportuno y a la vez muy apropiado transcribir en su homenaje los párrafos que expresan:

“Era un yunque donde se forjaban modelos de justicia.

Era una llamarada de fuegos incandescentes.

Era un taller de juicios bien pensados, en la balanza de la equidad

Lo marcó la docencia con la señal del fuego sagrado.

Lo señaló su espíritu cristiano, buscando amor entre los hombres.

Lo distinguió su probidad y su buen ejemplo.

Lo atrapó el misterioso mensaje de la tierra cuyos frutos cosechó...

Y un día, profesor García, buscando quizás nuevos molinos para derribar.

Se sumergió en su misterio y partió como había vivido:

Sin ruido, sin alharaca, sin protocolo.

Sus alumnos, los que tuvimos el honor de serlo,

sólo atinamos a dar gracias al Padre por este privilegio”.

Querido Profesor: ya nos encontraremos quizá en alguna biblioteca, o en algún debate interesante, o por los caminos del cielo escribiendo o deleitándonos con una hermosa poesía. De eso estamos completamente seguros. Hasta la semana próxima si Dios quiere.