Por Andrea Sameghini
Esta casa fue la de los años de la vejez del periodista, años que transcurrieron durante una etapa signada por la humildad, por la pobreza y los días grises de la ceguera.
Hablar hoy de Inocencio Furques es sacar a colación un tiempo brillante del periodismo de Gualeguaychú.
Furques fue un hombre que no quiso tener biografía, siempre ocultó detalles de su existencia. Nació en esta ciudad el 28 de julio de 1851, y era hijo de Rafael Furques, funcionario en la época de Urquiza, que ocupó el cargo de Jefe Político de Gualeguaychú en el año 1857, y de Doña Úrsula Marín. (1).
La infancia transcurre en una casa de la calle Concordia esquina Andes (hoy Fray Mocho y Colombo), frente a la de Don Desiderio Alvarez, padre de José S. Alvarez, el inolvidable Fray Mocho. Asiste a la escuela de primeras letras de Don Guillermo Bianchi.
Esa vecindad con el "Morochito Alvarez" le hizo compartir "las alegrías y sinsabores de la niñez en las callejas pueblerinas, de escondites en los guasnales de los suburbios, del zumbar de los trompos fabricados en la carpintería de Piaggio o deleitarse mirando los carruajes de Ruffo o de Don Lorenzo Batto, tirados por caballos de cualquier marca y pelaje, pero siempre flacos y mal comidos". (2)
Juntos fueron tejiendo una amistad que se estrecharía aún más en las rabonas compartidas en la chacra de Reverdito y en los baños en el rio, en el puerto de la Virgen.
En la adolescencia de Alvarez y la juventud de Furques sus vidas comienzan a tomar otros rumbos. Fray Mocho ingresa colegio del Uruguay. Furques continúa aquí en Gualeguaychú, pero esa camaradería no se rompería jamás, ni aún con la muerte del famoso cuentista, ya que nuestro viejo periodista conservó para siempre una entrañable adhesión al amigo de la infancia
Es difícil separar al hombre del periodista. A los diez y seis años comienza como tipógrafo junto a los hermanos Francisco y Juan Capdevila en "El País", periódico cuyo fundador y redactor principal era su propietario Don Eugenio Gómez. Allí como bien lo dice el presbítero Juan Carlos Borques se inicia en sorprendente arte de Gutenberg. (3).
Cuando se encienden las fogatas de la guerra civil en Entre Ríos, Inocencio Furques tiene diez y nueve años.
Se enrola como toda la selecta juventud de entonces con el grado de Sargento Segundo, que luego en rápido ascenso llegaría a Subteniente de la Primera Compañía del Batallón "15 de Abril", nombre éste por ser el día que se formó: 15 de abril de 1870, cuatro días después del asesinato de Urquiza.
Conviene referir por lo poco conocida, la formación de dicho cuerpo militar. Jefe: Teniente Coronel Reynaldo Villar. Segundo Jefe: Sargento Mayor Leopoldo Espinosa. Capitanes: Pedro Rodríguez, Gervasio Méndez, Paggi, Gálvez, Casacuberta y Barañao. Tenientes Primeros: Asencio Muñoz, Manuel Cepeda, Toribio Carballo, Doello y Delgado. Tenientes Segundos: Galindo y Martinez. Subtenientes: Cantalicio Jiménez, Jurado, Policarpo de la Cruz, Bautista Latallada, Euterio Grané, Inocencio Furques, Cabrera, Arana y Correa, además de doscientos catorce soldados.
La plaza de Gualeguaychú estuvo también defendida por el Batallón Primero Santa Fe y el Escuadrón que llevó el nombre de la ciudad.
Siempre Furques guardó un voluntario silencio sobre la actuación que le cupo, incluso en cierta ocasión negó a Don Prudencio Fuentes (padre) haber salido a tocar generala a los efectos de lograr que los oficiales y soldados concurrieran al cuartel del mencionado batallón en medio de una lluvia de balas del ejército invasor, el 19 de julio de 1870.
Los partes de guerra nos han permitido desentrañar su reticencia y conocer al hombre acción, es decir al Furques militar, que es anterior al Furques periodista.
Gualeguaychú era un fuerte baluarte jordanista, pero ante el ignominioso asesinato de Urquiza, la población entera dio la espalda al que sería el último caudillo en armas de Entre Ríos: el General Ricardo López Jordán; y sus vecinos se incorporaron a los guardias nacionales. Fue esta una generación que supo defender la legalidad de los poderes constituidos.
Tres invasiones del caudillo blanco, la provincia entera levantada en armas, una cruenta guerra civil y años de atraso, fue el saldo de esta contienda.
Furques interviene en todos los hechos bélicos del Batallón. El 15 de julio de 1870 integra las guerrillas que impiden el avance de las fuerzas enemigas hacia Gualeguaychú.
Horas después participó en el desalojo de los guardias nacionales de la ciudad por haber sido atacados por más de cuatro mil hombres del ejército rebelde. Embarcados en una nave al mando del Sargento Mayor Elisco Correa, el Coronel Murature y el Instructor Mayor Leyría, anclaron frente a la boca del río Gualeguaychú.
El 19 de julio en un reñido combate en las calles de la ciudad defendieron heroicamente la plaza. Aquí no se hicieron nombres porque jefes oficiales y soldados del Batallón afrontaron el peligro con serenidad y entusiasmo que infundía la conciencia de una causa justa.
El 18 de noviembre tiene destacada participación en el combate librado durante diez horas consecutivas con fuerzas enemigas de las tres armas, en la zona del puerto y la Isla de Fraga, a la que luego de esta acción se la llamaría "de la Libertad".
Aquí perdió la vida el patriota y honrado capitán Don Pedro Rodríguez.
Entre otros el parte de guerra destaca a los capitanes Méndez y Barañao. El Capitán Méndez era el poeta Gervasio Méndez; y entre los subtenientes a Jurado, de la Cruz, Latallada, Grané y Furques, que reunían al decir del documento citado: "el entusiasmo de la juventud con la calma serena del soldado avezado a los peligros". (4).
En los meses de febrero y marzo de 1871 interviene en las guerrillas para desalojar a las montoneras enemigas cerca de Gualeguaychú.
Durante la segunda campaña de López Jordán presta servicios en Concepción del Uruguay, según constancias existentes en el Archivo de la Dirección General de Personal del Ejército Argentino, revistando junto a otros dos periodistas: Luis Aranda y Policarpo de la Cruz y el poeta Gervasio Méndez.
Servir al país como soldado de las armas o de la pluma fue el imperativo de su existencia plena.
Siempre vivió en nuestro medio. Nunca quiso abandonar esta atmósfera tradicional, convencido que se foguearía en el periodismo provinciano, en esa auténtica expresión de prédica desde el interior hacia la capital.
En la carta ya citada de Fray Mocho, éste le decía: "que el destino ha sido malo, sobre todo con Uds. que han sido tan leales a su tierra".
Cuando contaba veinticuatro años en 1875, funda con Pedro Luis Vidal "El Telégrafo", periódico que salía los martes y viernes con noticias, comercio y literatura y que dirigió desde 1876 hasta la aparición de "El Noticiero".
El periódico "La Situación" anuncia desde sus páginas que el 15 de febrero de 1879 debe aparecer un nuevo colega "El Noticiero". Este diario transitó cuarenta años de la historia de la ciudad hasta 1919 en que hubo de desaparecer por fuerza del progreso, porque Furques rehusó toda ayuda para mejorar las instalaciones y desprenderse de la vieja prensa. (5).
"El Noticiero" que fundó junto a Leónidas Alarcón apareció los martes, jueves y sábados por la tarde desde su imprenta de Rivadavia e Independencia (actual Sáenz Peña); proporcionó información de los intereses locales, provinciales v nacionales, con una interesante exposición de las noticias del exterior.
La primera y la última página estaban ocupadas por avisos, el movimiento de trenes, vapores y comercio en general.
Las páginas interiores brindaron con variedad la reseña de lo sucedido, y "su pluma se inspiró en sanas convicciones, censuró con altura, dignidad y decencia. Por eso nunca despertó odios ni fomentó malas pasiones". (6).
Al cierre de "El Noticiero" integró la redacción de "El Censor" por espacio de cuatro años hasta que cayó inmerso en el país de las tinieblas.
LA VEJEZ DEL PERIODISTA
De aquel barrio de la casa natal de Fray Mocho, Furques se traslada ya casado con Manuela Rivas a la casa de la calle Independencia (hoy Sáenz Peña) y Rivadavia, parte de esa manzana era propiedad de su suegra Doña Carlota González de Rivas.
Allí instala la imprenta y redacción de su periódico en una modesta casita de Rivadavia casi esquina Independencia, que se conservó hasta fines de la década del cuarenta.
Con la documentación encontrada y con la invalorable ayuda de las señoras María Isabel Méndez Casariego de Irigoyen y Adela Aguilar Vidart de Elgue hemos tratado de reconstruir esos aspectos de su existencia que revelan la personalidad de este hombre de inquebrantable pasión periodística.
La señora madre y tías de las señoras de Irigoyen y Arigós, eran sobrinas políticas de Don Inocencio Furques y habitaban la vieja casona de Rivas, contigua a la del anciano periodista.
Fueron ellas y principalmente Carlota Rivas Ubios, aquella inolvidable maestra de primer grado de la Escuela Guillermo Rawson, quienes ampararon a su tío en ese largo lapso que se inició en 1925 hasta 1945 en que vivió entre las sombras de la ceguera.
Al rememorar el barrio de los días de nuestra infancia, con sus calles empedradas, colocadas las piedras muchas veces en punta para horror y desesperación de los automovilistas y transeúntes que como Quijotes la cruzaban. Barrio con dos viejecitos ciegos inolvidables: Furques y doña Carmen Altolaguirre de Neyra, la madre de ese otro gran periodista que fue José María Neyra.
La modesta casa que habitó Furques a cuyo frente se podía leer "El Noticiero", era de descoloridas paredes grises, con un portón de .... (Pasa a página 4)
Artículo publicado en el Diario "El Día" en fecha 15 de Noviembre 1987
Serie "Casa y Caserones" por Andrea Sameghini
Casa de Inocencio Furques