A Río Gallegos

(Despedida)

¡Y tener que decir Adiós! La hora

de los recuerdos y de las esperas.

Es la hora en que todos los minutos

florecen en la puerta,

como queriendo hacer, apresurados,

el bien que nunca hicimos en la senda.

Y tener que decir “¡Adiós, amigos!”

Y tener que decir “¡Adiós, mi tierra!”

El embrujo del Sur prendió en mi alma

el fuego de su hoguera;

como en la “Isla Grande” y Magallanes,

la “Pacha Mama” se agitó en mis venas

y soy un cerro más en llamaradas,

entre el viento y las piedras.

Siento fuego de Patria en mis entrañas.

Quiero alumbrar conciencias.

Quiero quemar lo espúreo

y hacer que brote la Argentina nueva.

Lagos azules y glaciares blancos.

Allí está nuestra Enseña.

Fue plantada por Dios: cielo argentino

en mástiles de lengas.

Mares que nos incitan a ser grandes.

Vientos que nos convierten en banderas.

Vuelvo "ennoblecido de montaña,

con ojos nuevos para ver mi tierra".

Y tener que decir “¡Adiós, Gallegos!”

El viento helado y la Ría serena.

Ritmo de marcha, inquietud de aurora.

Las calles amplias y la gente abierta.

¡Cuánto fuego en las almas!

¡Cuánto fuego debajo de esta tierra!

Adiós, pueblo cordial. Más argentino

y más creyente, este viajero lleva

prendida al corazón la Patagonia,

como una escarapela.

Pbro. Luis Jeannot Sueyro

"Los versos del Cura Gaucho"

El Cura Gaucho