Cuaderno Nº 41

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 5 de Junio de 1994 CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 41
CONVENCIÓN LA DE LOS ÁRBOLES DEL PARQUE UNZUÉ ANITA DENIS: HASTA SU NOMBRE FUE SECRETO - Desde muy joven - Empachos y Parálisis- Curandera y Política- Una profesión con historia ENTRE TODOS MEMOREMOS LA HISTORIA - Agasajos al Vizconde de Abaeté- Consumo de otras provisiones- Detalle de Gastos Varios- Valores y Precios en 1856SUPERSTICIONES (Conde de Gená)     - La gallina     - El gallo REFRANERO EN GUALEGUAYCHÚ       - Primera serie antes de 1850LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV      - Conversación con Juan Pablo Domingo      - Entre Letras y Pinturas      - El mueble ese desconocido

CONVENCIÓN LA DE LOS ÁRBOLES DEL PARQUE UNZUÉ

Nati Sarrot

El Parque Unzué

La Comisión Pro-Parque Saturnino E. Unzué se abocó a los trabajos para "poner a punto” la extensión de 115 Hs. 68 a. donadas por los hijos del dueño de esos campos compren­didos en la Estancia "El Potrero", en memoria de su padre. De ahí el nombre de nuestro bello paseo público.

El desmonte raleó lo cerrado de una vegeta­ción natural y se programó plantar ejemplares de diferentes especies.

El Vivero de Gualeguay, dependiente del Ministerio de Agricultura de la Nación, el Centro Agrícolo-ganadero de Colón, la Escuela Alberdi de Paraná y las Delicias son prácticamente "bombardeados" con los pedidos que, firmados por el Prof. Bernardo L. Peyret salen desde Gualeguaychú, como ejemplo de la política de requerir mucho para que, aunque se achique el envío, sea suficiente.

La ciudad también acerca arbustos, enredaderas, árboles, etc. Así don Juan Bauzá dona 100 acacias de Constantinopla, Sebastián San Román, 20 palmeras yatay. La Hobena de Augras, 2 glicinas, familia Trelles 1 palmera cica,/etc.

El Vivero de Gualeguay despacha: 100 acacias blancas (de 3 años), 100 álamos chilenos, 40 jacarandaes, 50 cipreses, 20 brachitones, grebiléa robusta, ligustro de cerco, molles de Beber, 25 plantas de morera, etc. en el mes de julio de 1933.

Colón envía "palmetun de Colón", con la re­comendación de "que no hagan trasplante simétrico para que parezca un palmar silves­tre".

De la Escuela Las Delicias llegan 25 more­ras, 50 eucaliptus, 50 tipas, casuarinas, etc.; de la Escuela Rural Alberdi 20 plátanos, 50 eucalip­tus, 50 tipas, 20 thuyas, 20 brachitones y de Concordia arriban palmeras de 2 m. aproximados de altura.

Se hacen pozos. Se plantan y se cuidan, con escasísimo personal asalariado, estas dos frac­ciones del Parque divididas por el camino que unía con Concepción del Uruguay. La plantación en forma intensiva se hizo en los años 1933/36.

Don Martín Doello Jurado recomendaba (con la base de sus conocimientos y su amor por la tierra) que se respetaran zonas con vegetación autóctona (Cuadernos N° 34 del 20 de febrero, 1994). Debemos respetarlo como un mandato.

Muchos ejemplares añosos son aquellos que se consiguieron como respuesta a los pedidos insistentes del Presidente de la Comisión Pro Parque Unzué. Esa isleta frondosa, esa ecológi­ca convención, alberga a los pájaros que aún tenemos el privilegio de ver y oír tan cerca.

Ellos, los árboles tan diversos, reciben la ale­gría diurna de las golondrinas que nos visitan cada año.

ANITA DENIS: HASTA SU NOMBRE FUE SECRETO

Fabián Magnotta

El nombre verdadero y el apelli­do real fueron un secreto, tanto como el modo de curar de aquella mujer que pese a haber muerto hace 26 años, perdura en el recuerdo.

¿Cuáles eran los enigmas de la curandera milagrosa?

¿Qué inescrutable magia escon­dieron sus manos? ¿Cuál era el misterio de esos ojos que diagnos­ticaban?

¿Podía en verdad esa mujer campechana, de aspecto tan simple, aliviar un dolor?

No tuvo monumentos, ni calles para la memoria, ni reconocimien­tos públicos. Sin embargo, el nom­bre Anita Denis se convertiría en un símbolo para Gualeguaychú.

Acaso porque su muerte, su ausencia, significarían un problema más para muchos, para todos quie­nes se preguntaron desde enton­ces dónde podrían ir con los dolo­res si no estaba más ella... 

Ni siquiera se llamaba Anita Denis, pero casi todos lo ig­noraban.

Se levantaba tempra­no para iniciar su jorna­da entre patos y gansos, pero no la recordarán por eso sino unos pocos fami­liares y vecinos.

Era una activa mili­tante política, pero acaso muchos de sus pacientes lo desconocían.

Sólo se enojaba cuando interrumpían su sies­ta, mas ese era un detalle que tampoco trascendería más allá de las pare­des de la esquina mágica.

Allí fueron durante años miles de personas. Unas con dramas gran­des, otras con problemas comunes. Y Anita Denis los atendía rápido. Sen­tada en una silla peque­ña, de delantal, con un permanente cigarro de hoja en la boca, pañuelo en la cabeza.

Con su vista realiza­ba de inmediato los aná­lisis de orina y entonces llegaba la cura de pala­bra o la "receta" de algún yuyo. Para muchos, Ani­ta Denis era un milagro.

- Aquel hombre del campo me vino a ver...

Con venir, nomás, está curado... -bromeó una vez, no queriendo tanto hacer alarde de sus do­nes curativos, sino en referencia al poder que guarda la fe del enfermo.

DESDE MUY JOVEN 

Carmen Mariana Ortiz nació el 26 de julio de 1886, se cree que en Suburbio Sur. Era hija de Carmen Ortiz, una uruguaya que años des­pués se uniría a un hom­bre oriental de apellido Denis, con quien tendría varios hijos.

Con esa familia se crió en el campo y por ello muchos pensaron que era Denis, y como una deri­vación del nombre Ma­riana, surgió la costum­bre de llamarla Anita.

Comenzó a curar des­de joven, pero es imposible saber cuándo y por qué. Acaso descubrió los secretos o recibió el don antes de casarse con Eufemio Páez, con quien tuvo ocho hijos.

Los años importantes de su vida los pasó en la esquina, al final del boulevard Daneri, frente a donde se encuentra el cementerio. (¿Por ello se habrá dedi­cado tanto a ahuyentar la muerte y los dolores?) Porque Anita sería una competencia dura para el camposanto.

Su nombre logró fama en los lugares más leja­nos, pero no necesitó avi­sos recuadrados en los diarios para que se su­piera de su don.

La gente llegaba en bicicleta, a pie, en carro, en auto, a caballo. Desde la ciudad, el campo, Buenos Aires, pueblos veci­nos, gente de toda edad desfilaba escondiendo las "aguas", donde Anita descifraba dolencias que muchas veces se atrevía a enfrentar.

EMPACHOS Y PARÁLISIS 

-¿Qué te pasa, che? -preguntaba ella.

Las madres llevaban a los niños para que les espantara el empacho con sólo "tirar el cuero". Otros acudían con dolores de huesos, muela, espalda, riñones, resfríos.

- Te vas a tener que casar... Va a ser un machito... -decía sin inmu­tarse a las chicas que llevaban la orina con la comprensible incertidumbre de un embarazo en soltería.

Así era. Segura. Ta­jante. Sin vueltas, aun­que se haya equivocado. Así reconocía también en ocasiones que no era capaz de curar ciertas enfermedades, por lo que recomendaba acudir al médico.

Se asegura que logró no pocos "milagros". Por ejemplo, se dice que una vez fue una madre con un niño afectado por una parálisis y Anita lo curó con oraciones y masajes de orina, cogoyo y alco­hol.

En otra ocasión, un joven bromista quiso poner a prueba la sabiduría de Anita y le llevó un frasco con orina de yegua.

- Es de mi madre, que está enferma... –le dijo el muchacho acercán­dole el frasco de vidrio.

Ella lo levantó para mirarlo y frunciendo el ceño le respondió.

- De tu madre no ha de ser... A menos que tu madre sea una ye­gua...

Así pasó los años, ganándose el cariño de la gente y hasta el respeto de los farmacéuticos, que no dudaban en vender lo que Anita recetaba. Hubo médicos que enviaron por sus propios hijos.

Así pasó sus días. Con una vida simple de des­pertarse y preparar un fuentón con maíz que desparramaba con pata­das y gritos entre medio centenar de patos y gan­sos; en una pequeña habitación, con una sillita, una mesa e imágenes de santos; sin pedir otra remuneración que "lo que usted quiera dar".

Para pena de muchos, murió el 4 de marzo, cuando expiraba el vera­no del 68. Tenía 77 años y le falló el corazón después de varios días de problemas con la policía, que históricamente per­siguió la "medicina ile­gal".

Y se marchó con sus secretos, que a nadie reveló. Dejó el milagro de sus manos y sus ojos, la potencia de sus rezos y un recuerdo largo que la historia de los pueblos reserva para pocos.

No en vano algunos preguntan todavía si la famosa Anita Denis si­gue atendiendo en la esquina.

CURANDERA Y POLÍTICA

Quizás no todos lo sepan, pero Anita Denis no sólo atendía a sus pacientes y criaba sus hijos, sino que tam­bién se dedicaba a la política.

Concretamente, reconocía como sus líderes al Dr. Lucio J. Martínez Garbino y al Dr. Enrique Gutiérrez.

Radical incondicional, se cuenta que tenía en su casa padrones y boletas y que cuando la ocasión se presenta­ba propicia, aconsejaba por quién votar.

Estamos hablando de hace varias décadas, cuando la participación de la mujer en política no era habitual. Pero ya entonces, Anita Denis se destacaría como una in­cansable militante, pasión que compartiría por años con su marido.

UNA PROFESIÓN CON HISTORIA

Algunos siguen creyendo que las personas que ejercen el curanderismo no hacen sino mentir y apostar a la fe de la gente, mientras otros aceptan que Dios puede haber otorgado a alguien el don, la capaci­dad o el poder de curar.

Más allá de las discusiones y las persecuciones, el curanderismo ha sabido ganarle a todo, porque más allá de los comerciantes y estafado­res, ha tenido entre sus cultores a gente de bien.

Lo cierto es que el hombre desde siempre buscó en el misterio el reme­dio para sus males.

El hombre primitivo creía que una enfermedad llegaba cuando un espí­ritu maligno ingresaba al cuerpo y por eso convocaban a los espíritus buenos con toda clase de sortilegios.

Incluso los indios que poblaron esta zona creyeron en brujos y curan­deros, tal como lo ha afirmado en reiteradas oportunidades Don Ma­nuel Almeida.

En el caso de Entre Ríos, la histo­ria del curanderismo y las curaciones con yuyos y "de palabra" es particu­larmente rica.

Apunta Martiniano Leguizamón que por una resolución especial de 1850, el gobierno de Entre Ríos dejó sin efecto el reglamento que prohibía el ejercicio de la medicina empírica, para lo que se tuvo en cuenta el esta­do en que había quedado la campaña después de una guerra prolongada y sangrienta. 

"Con la separación de los curande­ros y curanderas, se hallarían sin alivio ni consuelo en sus enfermeda­des las numerosas familias esparci­das a largas distancias en los estable­cimientos de campo", decía el Decreto. 

Gualeguaychú, por supuesto, no fue la excepción. Acaso por la influen­cia del hombre de campo, proliferaron aquí curanderos, manosantas y adivinos. Algunos lograron apenas la confianza vecinal, otros -es el caso de Anita Denis- supieron ganarse un reconocimiento popular.

ENTRE TODOS MEMOREMOS LA HISTORIA

 AGASAJOS AL VIZCONDE DE ABAETÉ 

CUADERNOS N° 38 (17-4-1994) en su serie "Visitantes y viajeros" expuso la venida del Ministro de Brasil, Vizconde de Abaeté, en marzo de 1856. Este personaje fue objeto de agasajos en un apretado programa de actos.

Con satisfacción recibimos desde Concepción del Uruguay, atenta car­ta del Dr. Eduardo A. Seguí en la que dice:  

"Al respecto conservo en mi ar­chivo el original de la rendición de cuentas de los gastos que el coman­dante militar Coronel Juan José Paso dispuso para agasajar al visitante y aprovisionar al buque brasileño"... "Le remito fotocopias por si le es de utilidad como prueba de que el Viz­conde fue bien atendido"... 

Vaya si lo creemos de utilidad. El detalle de gastos esclarece sobre lo que, pareciendo superfluo, los textos de Historia soslayan, pautas de cómo vivían, se movían, y aún en este caso lo que se comía en la época del suceso.

Coincidiendo lo expuesto en CVA­DERNOS N° 1 a modo de principios:

 "Llegar a saber cómo pensaron, vivie­ron, actuaron, amaron, sufrieron y murieron los que aquí alcanzaron sus días... Esta mirada irá descifrando muchos sucedidos olvidados en las sombras del ayer, conocimiento que nos permitirá recrear los verdaderos valores del hombre..."

El aporte nos parece importante, lo agradecemos y lo participamos en la seguridad de que entre todos y con todo podremos escribir mejor sobre la Historia de Gualeguaychú. Para las mesas de honor Caroli Hermanos preparó: 

 "Pasteles y ma­sas, chocolate, gelatina de pavo, pescado, pasteles rellenos, cabeza de ternera rellena; guisado de gallina, de pato, de ternera mechada, berenjenas rellenas, tomates rellenos, sopas, 2 platos de c/u. Ensaladas, 2 pavos y 4 patos mechados, 2 cremas de misa, 2 budines de leche, 2 paste­lones montados, 3 dulceras de dulce surtido, 1 pan de dulce de membrillo,1 bandeja de dulce surtido, 6 platitos de dulce surtido". 

Se abrieron: "3 botellas de vermouth, 3 de coñac, 6 de vino cham­pagne, 10 de jerez, 6 de vino Bur­deos..."

- Para el vapor de Guerra brasile­ro se cargó en cajones lo siguiente: "1 jamón, gelatina de pavo, pavo mecha­do, 1 pan de membrillo, varios dulces,2 botellas de champagne, 1 de coñac, 2 de vermouth y 6 de vino Burdeos". 

- La nota de la casa Caroli Hnos. con firma de Emilio Caroli cobra por el servicio completo: 173 pesos y 6 reales

CONSUMO DE OTRAS PROVISIONES

Don Manuel Moreno presenta a J. J. Paso el cobro de $ 24 y 4 reales por: 24 arrobas de pan, 4 arrobas de carne para el Vapor de Guerra brasilero, 12 gallinas, 8 patos grandes, verduras y 4 arrobas de carne para la escolta del Dr. Benjamín Victorica. Agustín Chichizola, $ 9 por 2 cajones de vino Burdeos y 2 botellas de aceite y Leandro Brian $ 7 por... habanos, yerba paraguaya y dos botellones de vidrio.

- En cuanto a gastos de traslado y de debida atención, don José María Montandon exhibe interesante lista.

DETALLE DE GASTOS VARIOS

Aparte de la comida, según factura presentada en forma por don José María Montandón: 

"Un viaje de carretilla (carro) conduciendo el equipa­je del Vizconde a tierra, 4 reales. Para un peón que condujo un retrato a bordo, 4 r. Para tres peones que se ocuparon de muebles y demás útiles, $ 1,4. Para la conducción de un lavatorio, 6 r. Por dos viajes de carretilla conduciendo muebles, $ 1. Para el sirviente Juan, $ 3".

VALORES Y PRECIOS EN 1856

Un jamón, $ 8; una gallina, 4 reales; un pato, 6 r.; una arroba de carne, 4 r.; una arroba de pan, 1/2 r.; por Juan el sirviente, $ 3; una botella de vermut, $ 1; una de cognac, 6 r., etc. etc.

El Peso equivalía a 8 reales. Una arroba (medida de peso) equivalía a 11,5 kg aproximadamente

REFRANERO EN GUALEGUAYCHÚ

PRIMERA SERIE, ANTES DE 1850

"Como canta el Abad, responde el sacristán"

SBARBI, J.M. -por Abad. Como canta el Abad, responde el monaguillo o el sacristán (dicen otros).

"Los inferiores, por lo común, se acomodan al dictamen de los superiores e imitan sus costumbres". (Refranero español).

El diccionario de la Real Academia Españo­la dice: Como canta el abad, responde el monacillo, o responde el sacristán.

Cervantes Saavedra, Miguel de -Don Quijo­te de la Mancha, II, Cap. 25, pág. 690: Si bien canta el abad no le va en zaga el monacillo.

MARTÍNEZ KLEISER -Ideología: Semejanzas -Proporcionalidad.

SUPERSTICIONES

 (Las supersticiones relativas a animales fueron recopiladas por Cármelo Romero (Conde de Gená) en el siglo XIX y en la Encuesta de Folklore -1921 a cargo de maestros de Escuelas Láinez en el tra­bajo de campo)

LA GALLINA -Cuando ponen huevos peque­ños y sin yemas, hacerlos desaparecer de la casa sin que se rompan; es creencia que adentro vive un gusano que causa daño.

Cuando una gallina canta como un gallo, hay que matarla, puesto que es un aviso de desgracia en la familia.

Si se pelean dos gallinas, la persona que viene a la casa es habladora.

EL GALLO -Dice Ambrosetti que en la región misionera tiene fama de haber dado "el primer grito cuando el nacimiento de Cristo". Cuando un gallo viene súbitamente, se para en la puerta y canta, anuncia carta o noticias de alguien. Si canta en la noche, habrá neblina al otro día. Si cacarea en la propia puerta de la casa, seguro, vendrá visita.

EDICIÓN IMPRESAINVESTIGACIÓN Y TEXTOS: ANDREA SAMEGHINI NATI SARROTJEFE DE REDACCIÓN: MARCO AURELIO RODRÍGUEZ OTEROCOLUMNISTAS: CARLOS M. CASTIGLIONE - AURELIO GÓMEZ HERNÁNDEZ -DISEÑOS DEL SUPLEMENTO DE LA ÚLTIMA PÁGINA Y ROSTRO DE JUAN PABLO DOMINGO: RAÚL A. SARROT
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
Gualepedia: Índice de la página