Poema a Santa Rosa

Los Santos son las flores

que alza la tierra por llegar al Cielo.

Son la mejor respuesta

a los interrogantes de lo Eterno.

Trasladan hasta el barro las estrellas

y esparcen en la noche sus reflejos,

para trazar caminos

a todos los que vagan sin senderos.

Cuando los astros llaman,

con flores y con Santos respondemos.

¡Y está llamando el mundo

con rebatos postreros!

¡Es llora de brotar, antes que llegue

definitivo invierno!

Rosa de Lima, savia electrizante

que vierte el mundo nuevo.

Su tallo colosal son las montañas;

la espuma de los ríos son sus pétalos;

sus hojas son las selvas

y las espinas los pecados nuestros.

Blanca de nieves y de auroras. Blanca

como inocente despertar de un pueblo,

cual la franja central de mi Bandera,

blanca de soledad, blanca de Cielo.

Pero al contacto con la tierra triste,

la rosa de cristal fue enrojeciendo.

Como brazos de madre,

sus corolas se abrieron

y restañó la sangre

en el horrendo batallar fraterno.

En el cruento lagar se hizo tan roja

como el inmenso corazón del pueblo.

Todo le cabe en sus palpitaciones:

los llantos y los rezos;

la aurora de los niños y los pájaros;

la noche de los ciegos.

El sudor del trabajo

es como gota de rocío trémulo

que riega el surco desde sus estambres

y es un cristal para mirar el Cielo.

¡Santa Rosa de América!

¡Estás en nuestro suelo

cual sagrado fogón que no se extingue!

Como brasas, tus pétalos

nos perfuman el alma

y angelizan el cuerpo.

Eres rosa de luz en cada estrella.

Es una rosa el corazón inquieto,

volcado hacia los rumbos

del amor o del miedo.

Son rosas las heridas

y rosas son los ojos entreabiertos,

donde se asoma el alma,

cual princesa aterrada en un incendio.

¿Y acaso nuestras manos,

no son también la rosa de los dedos,

con el perfume de las obras buenas

y las espinas del obrar siniestro?

¡No hay lugar para espinas en mis tierras!

¡Seamos rosas del bien, seamos pétalos!

Pbro. Luis Jeannot Sueyro

"Los versos del Cura Gaucho"