Confidencia infantil

Madre: una congoja extraña

me está lastimando el pecho

y parece un pajarito

siempre en continuo aleteo.

Su voz es tan misteriosa

que tan sólo yo la entiendo

y me dice cosas buenas

y me muestra mundos nuevos.

No sé por qué a veces lloro,

si es de pena o de contento,

cuando en las noches calladas

miro los astros del cielo,

allá cerquita de Dios

cual mariposas de fuego

que se bajan a los hombres

para hablarles de lo Eterno...

¡Qué misión la de los astros,

yo quiero ser como ellos!

Madre mírame en la frente

y adivina lo que pienso,

que soy todo de cristal

para los ojos maternos.

Madre, no te pongas triste

si te digo lo que pienso:

yo quiero alumbrar al mundo

como los astros inmensos.

Yo quiero ser sacerdote,

vivir tan cerca del Cielo

que al llegar hasta los hombres

los haga mansos y buenos,

como Jesús compasivo

que sanaba a los enfermos

y consolaba a los tristes

y abrazaba a los pequeños.

Jesús vivió por nosotros,

Jesús murió en un madero.

Yo viviré por los hombres

y haré una cruz con mi pecho

y abrazaré el Pan de Vida

sobre la turba de hambrientos.

Y un día pondré la Hostia

sobre los labios enfermos

que se abren como una flor

para decir “Padre Nuestro”.

Pbro. Luis Jeannot Sueyro

"Los versos del Cura Gaucho"

El Cura Gaucho