Isaías Lahítte

     Al igual que en la primera edición, luego de muchos años, noticias, lecturas y reflexiones, sigo pensando que una síntesis de alto valor ilustrativo sobre los hechos está en el telegrama cursado por el jefe de policía departamental, Isaías J. Lahitte, al Gobernador de la Provincia, Dr. Celestino Marcó, donde le informa los acontecimientos. “La Vanguardia” se apartó el sayo analítico de la política nacional y estimó que “... tiene una importancia excepcional, tanto por los antecedentes que relata como por los cargos concretos que dirige a los jefes de los salvajes agresores”. “El Censor” lo criticó duramente. 

     “La Liga Patriótica –decía la pieza postal- tenía establecido el siguiente itinerario, de acuerdo con la nota pasada por la misma, fecha 25 del pasado mes suscripta por los señores Sixto Vela y Luis Cinto: Punto de concentración de todas las brigadas del departamento y de la provincia: Calles Rocamora y Primera Junta, por 25 de mayo, hasta Bartolomé Mitre, regresando por Urquiza hasta Rocamora, nuevamente hasta el Hipódromo, donde se levantó la tribuna para los oradores, y de allí las brigadas irían al punto de concentración y donde habían hecho campamentos para regresar a sus respectivos distritos. Los obreros tenían su itinerario partiendo desde su local social de la calle Perú al 283 hasta Bolívar, de esta a Bartolomé Mitre y de Bartolomé Mitre hasta la plaza Independencia, de donde regresarían a su local una vez terminados los discursos.

La hora de partida estaba convenida con el suscripto que sería dada aquí una vez terminados por completo los actos que debía celebrar la Liga Patriótica, lo que así se hizo, saliendo estos una hora después, o sea, a las quince, llegando en completo orden a la plaza Independencia. La policía estaba distribuida en la siguiente forma: en el local social de la F.O.R.A., un pelotón de hombres para cuidar el local, dos comisarios al mando de un número regular de fuerzas para custodiarlos en el trayecto del recorrido de la calle Bartolomé Mitre, desde la Plaza Independencia hasta las vías Ferrocarril; un cordón de tropas para impedir que estos pasaran el límite designado para que gente extraña a ellos, no penetrara dentro del trayecto donde estos debían evolucionar.

      En la plaza Independencia se estableció en cada bocacalle cinco hombres al mando de un empleado superior, armados con el fin de impedir el avance de las brigadas a la plaza Independencia, donde estaba indicado como punto de producirse el choque.

     Una hora antes, o sea más o menos las 14 horas, la brigada de Gilbert, mandada por Juan Francisco Morrogh Bernard, un señor Erro y otros, entró por la calle Bartolomé Mitre y fue a estacionarse en la calle Rivadavia, frente mismo a la plaza Independencia, con el propósito, según se ha podido comprobar más tarde, de agredir a los obreros cuando éstos entraran en la misma. El suscripto pudo, después de bastante tiempo convencer al señor Bernard y a sus acompañantes de que debían retirarse, consiguiéndolo. Más tarde cuando ya estaban los obreros en la plaza vino por la calle Chile un grupo de gente a pie en actitud hostil y resuelta a avanzar hacia donde estaban los obreros, exigiendo que bajaran la bandera roja. La policía consiguió calmarlos después de grandes esfuerzos, pero no que se retirasen. Mientras, más tarde, apareció por la calle 3 de febrero la brigada que mandaban (Morrogh) Bernard y Erro, rompiendo el cordón policial y galopando por el costado de la plaza, profiriendo gritos de amenaza. 

     Como la mayor exigencia de los señores de la Liga Patriótica era que debían sacar la bandera roja y no regresar con ella al local de la Federación Obrera Regional Argentina, pare evitar derramamiento de Sangre, el suscripto se apersonó a los directores obreros y consiguió que estos arriaran la bandera roja, y, custodiada por varios de ellos y la garantía que les ofrecía el suscripto, la entraron al local de la jefatura, donde permanecería en custodia hasta tanto fuera posible llevarla al local de la Federación. Así lo hicieron siendo las 16 horas; pero cuando llegamos al despacho del suscripto se sintió el primer tiro, principio inicial de la enorme descarga que se llevó contra los obreros.

     Puedo garantir a S.S. que la totalidad de los obreros no tenia armas par cuanto se detuvo a muchos de ellos y en la requisa no se les encontró absolutamente nada. Lo mismo se pudo comprobar en los muertos y heridos, que en su mayoría son obreros.

     El suscripto, cumpliendo lo ordenado por S.S. y los deseos vehementes de que no ocurriera el más mínimo accidente, se entrevistó con el presidente de la Liga Patriótica local, señor Sixto Vela, y con los directores de la brigada, exhortándolos al más completo orden, obteniendo de los señores Vela y Morrogh Bernard y de varios otros, hasta una hora antes de lo ocurrido, el compromiso formal de que respetarían y estarían tan correctos como el día 3 de febrero próximo pasado.

      Los obreros también lo prometieron, y así lo cumplieron. Los más exaltados han sido el señor Morrogh Bernard, el señor Erro, el señor Luís M. Salduna, presidente éste de la brigada de Perdices, y el señor Amílcar Garbino. Estos, con los demás que resulten comprometidos y que iré comunicando a S.S., serán puestos a disposición del señor Juez del Crimen. Hasta ahora se sabe que los heridos alcanzan a 32, y 2 muertos. Hay 4 o 5 que, según el diagnóstico de los médicos, fatalmente morirían, entre ellos el 

agente de policía Fernando Urristi, que ha recibido un tiro en el cuello lado izquierdo, y que le ha interesado la medula. Anoche transcurrió todo en calma.”

     El informe de Lahitte, inquietó a los jefes liguistas, que se apersonaron ante él de inmediato, pidiendo una rectificación, sobre todo, en el párrafo de su informe en el que garantiza que “… la totalidad de los obreros no tenían armas...” Es claro, si “…la totalidad de los obreros no tenían armas…”. El pedido de rectificación se refirió también a otros puntos, pero solo en cuanto a éste prosperó (aunque, ya veremos, de modo meramente formal). La importancia de este informe es tal, que el presidente de la brigada de Gualeguaychú, tras haber sabido de las severas manifestaciones de indignación del Gobernador de la Provincia, Celestino Marcó, le envió un telegrama asegurándole que no podría pensar lo mismo sobre la actitud de la Liga cuando supiera de las rectificaciones al informe policial. De todos modos, la tal rectificación no pasó de una cuestión de mera redacción. En lugar de “... garantir que la totalidad de los obreros no tenían armas ...”, como lo había hecho en un principio, Lahitte se ciñó a asegurar que ni los obreros requisados al ingresar al mitín, ni los detenidos, ni los heridos, ni los muertos, estaban armados. 

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