La gente ya tenía capilla

Desde la segunda mitad del siglo XVIII, el sur entrerriano, se caracterizará como un paso estratégico entre Buenos Aires y Montevideo, y por lo tanto, un punto vital en contra la amenaza portuguesa. También las misiones jesuíticas marcarán un estilo social de tratar a los aborígenes. Pero al Rey de España decidió expulsar a los seguidores de San Ignacio de Loyola, por lo que la corona envió a otras órdenes religiosas que asumieran las reducciones y la zona. El Obispo De la Torre deberá ocuparse de una realidad pastoral que cambiaba profundamente y que requería de organización y de nuevos colaboradores.

Vagabundos, contrabandistas y matreros se escondían en estos montes, ocasionando problemas a los grandes estancieros, que no permitían que les ocuparan la tierra y les robaran la hacienda.

Buenos Aires decide asumir el sur entrerriano (que se llame Entre Ríos es obra de Tomás de Rocamora) y el Cabildo de Santa Fe protesta porque afirmaba que la zona estaba bajo su jurisdicción. En 1776 se crea el Virreinato del Río de la Plata y en la nueva jerarquía jurisdiccional, el sur entrerriano pasó a ser una Intendencia dependiente de Buenos Aires.

Los frutos naturales se extraían sobre todo en las estancias, que ya no eran de los jesuitas, sino de los Wright, Ormaechea y García de Zúñiga[1]. Estos estancieros también levantaban capillas para la población, así Agustín Wright tenía una buena capilla en el campo del Ibicuy, en las cercanías de la boca del Uruguay. Otra capilla tenía Justo Esteban García de Zúñiga en su estancia La Estrella y otra la que levantó su hermano y sacerdote Pedro García de Zúñiga, sobre la costa del arroyo, que desde entonces se llama De la Capilla[2]. Este sacerdote estanciero ejerció su ministerio en esta capilla hasta 1773 y también fue cura en Montevideo.

Las costas del Uruguay habían empezado a poblarse a partir de 1760. El vecindario cercano al Gualeguaychú (que se lo llamaba Gualeguay Chico), ya por 1764 poseía una capilla pública en las proximidades de la desembocadura del río homónimo. Estaba bajo la advocación de la Virgen del Rosario y San José, siendo atendida por religiosos generalmente dominicos de Buenos Aires, que tenían a su cargo la reducción de Santo Domingo de Soriano. Tales sacerdotes se desempeñaban como tenientes de la parroquia de la Bajada (Paraná)[3].

Consultando algunos estudios tendientes a determinar la ubicación de esta capilla, se ha llegado a la conclusión de que debió estar un poco al sur de la planta urbana de la actual ciudad, en terreno propiedad de los sucesores de Don Pascual Barroso. Esta sería la primitiva población que había mensurado el matemático José Sourrière de Souillac, que por 1780 había formado como un pueblecito, y que luego sería trasladado a lugares más altos por Tomás de Rocamora[4].

[1] Cf. Fernández, e. y Melchiori, M., Entre Ríos, huellas de nuestra historia, pág. 197.

[2] Cf. Perez Colman, C. La parroquia y la ciudad de Paraná, T. II, pág. 10.

[3] Cf. Segura, J. J. A. Historia Eclesiástica de Entre Ríos, pág. 33.

[4] Testigo de esta capilla y como signo de agradecimiento, en 1945 se levantó el monolito en el denominado barrio de Los Antepasados, cf. Melchiori, J., La parroquia de Gualeguaychú, desde sus comienzos hasta 1964. (1982) 19-20.

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Pastores según el corazón de DiosEl ministerio sacerdotal en la Parroquia San José de Gualeguaychú (1766 - 1905)

Pbro. Mauricio Landra

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