En una Ordenación Sacerdotal
(Con música de P. Desiderio Moia)
I.- Postración
Venid los elegidos
os mira absorto el Cielo:
¡sois polvo de este suelo
y tocaréis a Dios!
Temblad ante lo eterno
mezclados con la tierra.
Os llama el Dios que aterra
y manchas vio en el sol.
¡Sois polvo de esta tierra
y tocaréis a Dios!
Mirad vuestro futuro
con un terror profundo.
“Seréis la luz del mundo
y de la tierra sal”.
¿Podréis beber el cáliz
de la expiación divina?
¿Será vuestra doctrina
derrota de Satán?
“Seréis la luz del mundo
y de la tierra sal”.
II.- Imposición de las manos
Como la mano fecunda
de Moisés regó el desierto,
bajo esas manos creadoras
la tierra se vuelve Cielo.
Sentid en vuestras cabezas
soplo de luz y de fuego:
El Espíritu Creador
se aposentó en vuestros cuerpos.
¡Surgid hijos de la tierra,
ya tenéis algo de eterno !
Sacerdotes: entre Dios
y este pobre mundo enfermo
sois veneros de la vida,
del perdón y del remedio.
Sois casi el mismo Jesús,
la sombra del Pastor Bueno.
¡Surgid hijos de la tierra:
ya tenéis algo de eterno!
III.- Entrega del Cáliz y la Hostia
¡Temblad que vuestros dedos
ya tocan algo santo!
¿Podrá el mortal sin llanto
rozarse con su Dios?
Lo que no puede el ángel
haréis con vuestro aliento:
¡del pan el alimento,
Carne del Redentor!
Y en vuestras manos puras
en sangre enrojecidas
alzad el Pan de Vida,
Bandera del Amor.
Mostrad a los sedientos
el cáliz de la gloria
¡y alumbrará a la Historia
la luz de un nuevo sol!
¡Alzad el Pan de Gloria,
Bandera del Amor!
IV.- Ósculo de la Paz
“Ya no sois del bajo mundo,
hoy nacisteis para el Cielo,
os llamaré mis amigos,
ya no seréis viles siervos”.
Tan cerca estáis del Señor
que os confunde con su Verbo,
y selló la nueva paz
con el Maná de su beso.
“ Os llamaré mis amigos,
el sacerdote es del Cielo”
V.- Apoteosis del Sacerdocio
¡Sacerdote! ¡Sacerdote!
Dios te llamó y Él no cambia.
Sacerdote eternamente,
los serafines te aclaman.
Sacerdote redentor,
padre de todas las almas,
que a Dios alzas en tus manos
y das a comer su Pascua.
Sacerdote, luz fecunda:
lo que tocas agigantas.
Tú engendras los elegidos
con el misterio del agua.
Tú bendices al enfermo
y le abres la Nueva Patria.
Oye el clamor de las turbas,
gemidos de mieses blancas,
que reclaman operarios,
¡son las voces que te llaman!
Sacerdote eternamente:
Dios te llamó y Él no cambia.
Pbro. Luis Jeannot Sueyro
"Los versos del Cura Gaucho"