Cuaderno Nº 36

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, domingo 20 de marzo de 1994CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 36
LAS CASAS DEL RECUERDO. A LA BOLA DE ORO MORROGH BERNARD: EL SILENCIOSO HOMBRE DE LAS OBRAS     - Gestiones y logros     - Ese hombre tan personal     - Obras… Algo más que la Costanera     - Así lo definieron      - Su Cabaña, La EstrellaLOS HABITANTES DE LA MANSION IVCONVERSACIÓN CON JUAN PABLO DOMINGOENTRE LETRAS Y PINTURASCAMINO DE LA CITA ( Juana de Ibarborou)EL MUEBLE ESE DESCONOCIDO 

LAS CASAS DEL RECUERDO: A LA BOLA DE ORO

Andrea Sameghini 

(de su sección CASAS Y CASERONES)

Desandando el tiempo, como realidad del pasado, aparece ante mí el antiguo negocio de tienda, almacén, ferretería y barraca "A la Bola de Oro"

Estuvo ubicado en calle Sarmiento entre San Martín y 25 de Mayo (Barrio Oeste), frente a las vías del Ferrocarril Gral. Urquiza. (1)

Abrió este establecimien­to comercial allá por 1879 perteneciendo a la firma Duprat, Barres y Cía. (2)

"A la Bola de Oro" ocu­paba toda la cuadra sobre Sarmiento, con esquina en San Martín y allí salón de venta. Se estiraba hacia 25 de Mayo un largo galpón con techo de tejas que servía de depósito.

En la época en que eran tan comunes las incon­fundibles veletas de latón que indicaban la dirección del viento, dato tan importante para los pronósticos del tiem­po, (como lo cuenta Fray Mocho “En mi pueblo"), este negocio carecía de ella; sin embargo, en la ochava, y bien centrado emergía un brazo de hierro terminado en punta. A la mitad del asta, de un anillo también de hierro, pendía una bola que balanceaba a la menor brisa.

La esfera, debía ser de bronce a la que el dueño, cuando se opacaba, subiendo al techo de la casa, le daba lustre con cenizas de leñas fuertes, como decían los antiguos por la de los leños de ñandubay. Por dicha razón, la bola de "A la Bola de Oro" brillaba siempre. (3)

La casa de familia de los dueños del negocio, situada sobre calle San Martín, era pequeña en relación con él. Al cerrarse el almacén y barraca la misma quedó deshabitada y abandonada y al poco tiempo, en ruinas. Los vecinos la conocían por la casa asombrada (4) hacia 1910. (5)

El ambiente era propicio y la fantasía compartida encerró una historia de seres sobrenaturales, en que inex­plicables ruidos de cadenas traían desasosiego a quienes transitaban por las cercanías, los que se sentían perse­guidos y molestados por esos quejidos "del más allá".

A LA BOLA DE ORO

La calle estrecha y las malezas de las vías del tren, crearon la atmósfera favo­rable como para que nadie se atreviera a cruzar en noches de lluvia y tormenta. Hasta se decía que el sol no brillaba sobre sus carco­midos muros.

No se conoce si esta casa encantada tuvo "un despenador de almas", algún intruso que se hubiera atre­vido a romper el maleficio.

El tiempo fue terminan­do la presencia de la vieja casona, destruyéndola en lenta agonía y se fue apa­gando el misterio y la fan­tasía popular en torno a ella.

Hacia fines de 1890 al desglosarse la Primera Seccional de Policía del Departamento, el galpón de techo de tejas sirvió para Comisaría siendo su primer titular el Sr. Biaggini que llegó de Concepción del Uruguay con su fama de experto en "cuatrerismo".

La seccional tenía ocho personas en su cuerpo como agentes, un cabo y un sargento que fue el muy mentado don Jacinto Ca­rrizo.

Más adelante, tranqui­lizados los Suburbios Sur y Norte, en ese mismo solar se creó la Tablada de Frutos del País. Su personal estuvo integrado por Don Fruc­tuoso Hermelo, Félix Sobredo, Baíbino Vela, Emiliano Zapata y J. Domínguez entre los de oficina y algunos peones para la carga y descarga de cueros, una vez que recibieran el "Visto Bueno" para ser vendidos en las barra­cas de la ciudad.

La Tablada de Frutos del País se trasladó posterior­mente a la Avenida del Valle, en el mismo lugar en que actualmente se encuentra una Seccional de la Policía Departamental de Gualeguaychú.

MORROGH BERNARD: EL SILENCIOSO HOMBRE DE LAS OBRAS

Marco Aurelio Rodríguez Otero

Ing. Juan F. Morrogh Bernard

El 29 de marzo de 1994, se cumplen cien años del nacimiento de Juan Fran­cisco Morrogh Bernard, hecho que acaso se convierta en una formidable "excusa" para recordar su obra, la que aplaudieran seguidores y amigos, reconocieran adversarios y asombra a quien la descubre.

Ingeniero agrónomo, estanciero, cabañero, senador provincial y diputado nacional, aquel caudillo con­servador elegante, ejecutivo, de escasas palabras, logró trascender su tiempo. Y hoy en Gualeguaychú, por donde se camine se encuentra su sello.

¿Todos saben que desde la Costa­nera hasta el Instituto Magnasco, desde escuelas hasta avenidas se cons­truyeron como fruto de sus incansables gestiones? ¿Todos conocen los tras­cendentes emprendimientos que dibujó en los callados anocheceres de su escritorio?

Tal es la intención de esta nota de Cvadernos: recordar una figura que el tiempo no agiganta en vano; hacer justicia con ese nombre que muchos seguramente ignoran y por qué razón está su busto en la avenida del principal paseo de la ciudad.

Juan Francisco Morrogh Bernard nació el 29 de marzo de 1894 en el domicilio de Rivadavia 918, en esos tiempos en que la partera atendía en la casa de familia. Hijo del estanciero irlandés Beltrán Morrogh Bernard y Blanca Chichizola, fue el cuarto de cinco hermanos (tres mujeres y dos varones).

A temprana edad, después de Cursar aquí algunos grados de la escuela, viajó a Buenos Aires a buscar su destino. En la madrugada de sus años comenzaba a derribar los obstáculos de la distancia y los nuevos desafíos.

Siendo muy joven obtuvo en la Universidad Nacional de La Plata el título de Ingenie­ro Agrónomo y regresó a Gualeguaychú a trabajar en el campo. A los 25 años contrajo enlace con Eu­genia Grave de Peralta -que luego sería una insigne colaboradora con el Instituto Magnasco- y con quien tuvo siete hijos, en un día que no podría olvidar por dos motivos dispares: pocas horas después del casamiento fallecía su padre.

 Al tiempo que comen­zó a conducir con mano firme y mirada lejana las tareas en la estancia, halló en el Partido Demó­crata Nacional un espacio para sus inquietudes políticas. Corría el año 1926 y con 32 años asumía como senador en Entre Ríos, con lo que daba los primeros pasos como caudillo conservador en una provincia dominada por el radicalismo.

Ya en 1927 se destacó como presidente del con­sorcio vecinal que constru­yó el camino Gualeguaychú-Gilbert, primera obra vial entrerriana realizada sobre la base del abovedamiento del terreno y la instalación de alcan­tarillas y guardaganados.

En 1932, al asumir como diputado nacional, iniciaba una obra que sabría y merecería sub­sistir a través de los años.

GESTIONES Y LOGROS 

Cierto es que eran otros tiempos. Las arcas del país - lo demuestran los emprendimientos realizados- no estaban exhaustas y muchos pedidos eran aceptados.

Ese hecho histórico, sin embargo, no le resta mérito a su trayectoria. Sencillamente porque Juan Francisco Morrogh Bernard aprendió que el premio inevitablemente aguarda a quien trabaja sin descanso.

Cabe resaltar, que para la totalidad de las obras que logró para muchas ciudades entrerrianas, consiguió los aportes de la Nación.

Podría apuntarse de su vida particular que hasta el día antes de morir, cuando contaba 73 años, se levantó antes que los 126 empleados que tenía la estancia "La Estrella", en Gilbert, donde construyó una cabaña que llegó a ser la mejor de la Mesopotamia y una de las más reconocidas del país, con repercusión interna­cional.

Podría contarse que no sólo recogía inquie­tudes, sino que realizaba las gestiones, lograba el dinero y seguía los trabajos hasta el final.

- ¡Cuánto tiempo que no lo veía por aquí, Ingeniero! -le dijo una vez un ministro de la Nación.

- No ha de ser por mi culpa, sino por la suya... -replicó el diputado- agregando que en reiteradas oportuni­dades no había sido atendido y demostrando a la vez que no cedía en los intentos por buscar soluciones a los múltiples problemas que encaró. Por supuesto, ese día fue escuchado.

Podría señalarse asi­mismo que jamás con­versaba en su casa sobre los temas que estaba gestionando y que sus hijos ignoraban qué proyectos elaboraba en su escritorio cuando lo sorprendía la medianoche.

Quien llegó a ser vicepresidente de la Cámara de Diputados de la Nación, recorrió mil senderos en sus autos Ford, siempre de traje oscuro y de escasa palabra medida y exacta. Caminó por el barro para conocer un drama tal como la tuber­culosis y llevar agua po­table, y también rozó la visión del estadista cuan­do propició la extensión de vías férreas y soñó rutas y aeropuertos.

Por gestiones suyas, muy personales, se levantaron no pocas escuelas en Entre Ríos, se hicieron caminos y puertos, se construyeron y ampliaron desde hospitales hasta edificios para la cultura.

No fue Morrogh Bernard hombre de pregun­tas: fue de respuestas. No fue un político de discursos memorables; como dirigente triunfó por sus concreciones, arru­madas en el silencio.

Después de una derro­ta en la provincia al ser candidato a Gobernador (1935) y de más de diez años como legislador na­cional, ante la interrup­ción política de 1943 volvió al llano.

Sumaba medio siglo de vida intensa cuando regresó al silencio de las tranqueras y los pájaros; y desde el mundo del poder volvió al amado paisaje de peones, ár­boles, toros Hereford, novillos, carneros y borregos Romney Marsh.

En el centro: Ing. Juan F. Morrogh Bernard
Ing. Juan F. Morrogh Bernard

ESE HOMBRE TAN PERSONAL

Lejos estuvo Morrogh Bernard de descansar en el reconocimiento al realizador de tantas obras importantes: desde su campo levantó una cabaña que inscribiría en la historia grande del desarrollo pecuario argentino.

Y precisamente cuando viajaba en un Ford Falcon hacia Curuzú Cuatiá, encontró el final inesperado en la cabecera del puente sobre el ar­royo Ocanto. Atardecía aquel 24 de agosto de 1967 cuando dejó la vida en los caminos mientras transitaba tras una de sus dos grandes pasiones.

El 27 de agosto de 1965, ese callado andariego de las rutas había salido ileso por milagro de un accidente en el puente sobre el arroyo Ayuí, cuando también viajaba hacia Corrientes.

Tuvo detractores que siempre recordaron su participación en los violentos hechos de la plaza San Martín en mayo de 1921, como logró seguidores fieles y agradecidos. Pero prefirió construir, pese a todo, este arquitecto del futuro; ese hombre que dejo más obras para las generaciones que discursos para citar.

No fue casualidad que la muerte lo haya sorprendido andando. Más que en los papeles, hoy se lo vuelve a ver, se lo reencuentra en caminos, calles, edificios, puertos, costaneras, escuelas, hospitales y exposiciones y remates de jerarquía ganadera.

Proyecto de Rectificación del río Gualeguaychú - Año 1936

OBRAS… ALGO MÁS QUE LA COSTANERA 

Enumerar en forma completa las obras que hizo posible Juan Francisco Morrogh Bernard, resulta dificultoso por su cantidad.

De allí que parece más apropiado consignar los principales emprendimientos que coronaron su esfuerzo incansable como diputado nacional entre 1932 y 1943 y mencionar los principales cargos que ejerció:

EN GUALEGUAYCHU

• Ampliación del Hospital Centenario: salas de ma­ternidad y de pensionados.

• Pavimentación de la Avenida Del Valle.

• Pavimentación de la calle Urquiza.

• Ensanche y pavimentación de la calle (Avenida) Luis N. Palma.

• Construcción de la Costanera

• Creación de la ENET Nª l.

• Creación de la Sección Comercial en el Colegio Nacional Luis Clavarino.

• Ampliación del puerto.

• Finalización de la cancha de la Escuela Normal.

• Construcción de la gran primera etapa del Instituto Magnasco.

• Implementación, en 1936, del servicio de balsas a Buenos Aires.

• Construcción edificio para Asilo de Ancianos en Urquiza al oeste (hoy Instituto Agrotécnico).

EN LA PROVINCIA

• Creación y asistencia de edificios de Correos.

• Construcción de la costanera de Victoria.

• Creación de las escuelas Normal de Gualeguay y Victoria; y de Artes y Oficios de Colón.

• Extensión de cinco ramales de ferrocarriles.

• Construcción del Hospital de Villaguay y asistencia al Hospital Felipe Heras de Concordia.

• Dotar de agua potable a Federación, Feliciano, Chajarí, Federal, Viale, Crespo, San José, Basavilbaso, Villa Mantero y Urdinarrain.

• Asistencia a los puertos entrerrianos (ampliación y caminos de acceso).

• Construcción y equipamiento de edificios de Subprefectura (tres en la provincia).

• Construcción edificio para Asilo de Ancianos en Gualeguay.

EN BUENOS AIRES

• Coautor del proyecto para la construcción del Aeroparque Metropolitano.

• Coautor del proyecto para la declaración de "Monumento Nacional" al Cabildo de Buenos Aires, con lo que se frenó el creciente deterioro que sufría el histórico inmueble.

• Propició la construcción del monumento a Urquiza en Buenos Aires.

CARGOS

• Presidente del Consorcio Vecinal Gualeguaychú-Gilbert.

• Senador Provincial en 1926.

• Diputado Nacional en 1932.

• Vicepresidente de la Cámara de Diputados.

• Candidato a gobernador de Entre Ríos en 1935.

• Fundador de la Asociación Argentina de Criadores de Romney Marsh.

ASÍ LO DEFINIERON  

• "Siempre daremos gracias a ese ilustre entrerriano" (ex alumnos del Colegio Nacional Manuel Belgrano, que creara en Corrientes).

"El hombre de Entre Ríos" (Diario El Litoral, de Concordia).

"Un espíritu constructivo, una personalidad valiosa de la cual mucho podía esperarse dadas sus condiciones de actividad, inteligencia y hombría de bien" (Diario El Demócrata de La Paz).

"Caballero de alto prestigio por sus condiciones morales, fue asimismo un ejemplo digno de señalarse por la diversidad de una personalidad recia y refinada a un tiempo, hecha en el rigor del trabajo y cultivada en las disciplinas intelectuales que lo colocaron en un lugar de privilegio en la sociedad en que actuó" (El Diario, Paraná).

"Flema inglesa. Señorío. Equilibrio armónico que hizo de él un caballero. Hombre modesto y ecuánime siempre dispuesto a servir a la comunidad" (Diario El Sol, Concordia).

"Ciudadano ilustre que dejará huellas profundas e indelebles en este terruño" (Diario la Calle, Concepción del Uruguay).

"Fue una destacada figura política" (Diario El Día, La Plata).

"Personalidad vigorosa, íntegra y sin dobleces que con justicia ganó con­sideración entre amigos y adversarios en una medida singularmente honrosa" (La Razón de Mercedes, Corrientes).

"Un permanente afán de superación, tenacidad inquebrantable, esfuerzos sin pausa, indomable espíritu de lucha, empuje avasallante" (Revista Anales, de la Sociedad Rural).

"Sirvió a Entre Ríos con pasión generosa" (El Debate, Gualeguay).

"Estaríamos soñando aún cómo cruzar el Paraná con camiones cargados de productos de la Mesopotamia y llegar en ómnibus y automóviles a la capital sin movernos del asiento. Morrogh Bernard aceleró el proceso. Y no se equivocó" (El Argentino, Gualeguaychú).

"Destacada personalidad de la provincia" (Diario Clarín).

"Defendió los valores de la democracia que constituyeron los pilares de su vida política" (Diario La Prensa).

"Intenso es el pesar por el falle­cimiento de tan digno argentino" (La Nación, 1967).

'Tenía conciencia real del mandato para el que había sido elegido, conocía lo que quería hacer y lo que el país necesitaba para su progreso y se empeñó en ello a costa de su patrimonio personal" (Diola Barel de Franchini, Instituto Magnasco).

"Tipo de constructor para su país y sus pueblos del interior, que lo requerían todo, o casi todo para su progreso y él, con amor artesanal cada mañana emprendía un esfuerzo para otros, sin miedo a la noche de la crítica" (Dr. Samuel Villanueva).

Chalet de la Cabaña "La Estrella"

Su Cabaña, 

“LA ESTRELLA”

Imposible es hablar de Juan Francisco Morrogh Bernard sin detenerse en lo que fue "La Estrella". Parcial sería una reseña de su vida si se la limitara al terreno de la política: con la misma pasión que por más de una década lo reconocieron en el Con­greso, logró los mejores bovinos y ovinos de raza.

(Se supone que el nombre de "La Estrella" surgió de la más importante de las cuatro estancias que Juan Es­teban García de Zuñiga poseía hacia 1770, entre los arroyos Gualeyán y Gená) 

Al morir su padre, el irlandés Beltrán Morrogh Bernard, que había lle­gado al país junto con su hermano Cirilo en 1872, Juan Francisco heredó novecientas hectáreas en la zona de Gilbert, e inició las actividades de la cabaña con doscientas vaquillonas Hereford procedentes del campo del Dr. Celedonio Pereda.

Juan Francisco (Quico) incorporó años después otras cuatrocientas hec­táreas y avanzó unificando los secretos del trabajo silencioso y de su privi­legiada visión.

Con ello, llegó a poseer el estable­cimiento ganadero con mayor número de exponentes de raza en América del Sur.

Es que no escatima­ba esfuerzos o viajes: Es­tados Unidos, Nueva Ze­landa, Gran Bretaña y Australia lo vieron lle­gar en busca de nuevos padres de primera cali­dad.

No sorprendió que haya obtenido tantos grandes premios con los hijos del Gran Campeón Sénior King y de Merry land.

En la prestigiosa cabaña, cuyo nombre lle­gó a ser en todo el país la mejor carta de presen­tación, nació en 1943 el primer Polled Hereford de la Argen­tina.

Juan F. Morrogh Bernard fue uno de los primeros en incorporar la inse­minación artificial.

Se dedicó además a los lanares, entre los cuales prefirió los Rommey Marsh. En tal sentido, cabe señalar que fue el cofundador de la Asociación de Criadores de esa raza.

Quizás baste con decir que "La Estrella" sumó en su rica trayectoria cerca de mil títulos entre copas, me­dallas, medallones, plaquetas y bandejones.

Construyó allí prácticamente un "pueblo" con 130 empleados y dignifi­có el trabajo rural antes del Estatuto del Peón de Campo. Este hombre lideró la transformación espectacular de un impenetrable monte en una estancia modelo que fue tam­bién la primera en el país que exportó directamente desde el estableci­miento.

Hizo de la disciplina una de las claves de su vida; convirtió el trabajo en una diaria ofrenda a Dios, hacien­do suya una verdad que Max Weber diría años después: desperdiciar el tiempo es el más capital de los pe­cados.

La Moledora y el Galpón de Fardos de "La Estrella"
Morrogh Bernard con su esposa y nieto en "La Estrella"
Casco de la Cabaña"La Estrella"

FUENTES:

Diálogo con familiares (hijos).- Labor legislativa. Libro, 1936.- Voces Entrerrianas. Mayo-Junio 1964-, 65.- Dr. Samuel Villanueva. El Día, Gualeguaychú, 12 de abril 1987.- Discurso Diola Barel de Franchini. EL ARGENTINO, Gualeguaychú, 1 de agosto 1987.

Diarios: EL ARGENTINO, El Día, El Debate (Gualeguay), El Sol y el Litoral de Concordia, El Diario de Paraná, La Razón y Cultura de Corrientes, El Día de La Plata, La Calle de C. del Uruguay, El Demócrata de La Paz, Clarín, La Prensa, La Nación, agosto / setiembre 1967.- Revista "Anales" de Soc. Rural Argentina, sep­tiembre 1967.-

EDICIÓN IMPRESAINVESTIGACIÓN Y TEXTOS: ANDREA SAMEGHINI NATI SARROTJEFE DE REDACCIÓN: MARCO AURELIO RODRÍGUEZ OTEROCOLUMNISTAS: CARLOS M. CASTIGLIONE - AURELIO GÓMEZ HERNÁNDEZ -DISEÑOS DEL SUPLEMENTO DE LA ÚLTIMA PÁGINA Y ROSTRO DE JUAN PABLO DOMINGO: RAÚL A. SARROT
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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