Teresa de Jesús Margalot

Por Delia Reynoso de Ramos

Nació en Gualeguaychú, el 15 de mayo de 1885. Integró una familia numerosa, formada por el matrimonio y ocho hijos (siete mujeres y un varón), en un hogar de profundas raíces cristianas en el que sus padres, Pedro Margalot y Rosario Raffo, les inculcaron la fe, el amor a Dios y al prójimo. Así, tres de sus hijas tomaron los hábitos y dedicaron su vida a la Iglesia.

La familia Margalot vivía al norte de la ciudad, en calle San Juan 1146, en lo que es hoy el barrio de Nuestra Señora de Lourdes, en una época –fines del siglo XIX y comienzos del XX– en la que ese espacio era casi suburbano, y donde los niños de la zona necesitaban quien les enseñara las primeras letras y la doctrina cristiana. En ese marco geográfco y sociocultural se movió Teresa Margalot, acompañada por su hermana Clara.

Clara y Teresa habían cursado solamente los estudios primarios, pero, por sus probadas condiciones, fueron unas de las primeras maestras a las cuales el Consejo de Educación de la Provincia les otorgó un título habilitante, debido a que aún no existía en la ciudad una institución formadora de maestros –la Escuela Normal se fundó en 1910–. 

Ambas permanecieron solteras, trabajaron en la educación y, probablemente, en su condición de mujeres se sintieron realizadas al volcar su vocación de madres en cada uno de los niños del vecindario. Teresa dio clases como maestra desde 1909 en la Escuela Nº 59 y trabajó también por largos años –desde su fundación (1920) y hasta 1957– en la Escuela de Artes y Oficios, después Escuela Fábrica, hoy ENET Nº 2.

Atenta a los problemas de su barrio, se preocupaba por atender las necesidades de los pobres, de los enfermos y de los niños. Junto a su hermana Clara crearon una escuela de primeras letras, de concurrencia gratuita para los chicos del  lugar. Esta escuelita  funcionó  sobre un  terreno ubicado en la esquina de Jujuy y Santa Fe, donado por la señora Amelia Montero de Carabelli, donde, con la ayuda de los vecinos, levantaron un salón de clases y un pequeño baño. El mantenimiento dependía de su generosidad y de la de numerosas personas de la comunidad religiosa de Santa Teresita: María Amelia Cafferata, Rosa Regazzi y Ángela Carraza, entre otras, que silenciosa y solidariamente dieron su colaboración.

En épocas en las que aún no existía Cáritas, pero con idéntica función, este grupo, movilizado por Teresa, procuraba asistir a los niños en sus carencias. Para lo cual realizaban ferias de comestibles, gestionaban donaciones e incluso Teresa, con los mismos niños –practicando el viejo proverbio “en vez de darle un pez, enséñale a pescar”–, trabajaban en el terreno de la escuela en una pequeña huerta, cuyos frutos vendían en el barrio.

Además de  las primeras  letras y de  la atención de necesidades básicas,  la enseñanza de la doctrina cristiana fue otra de las tareas en las que Teresa volcó su profunda vocación cristiana. Fue incansable colaboradora de la comunidad de Santa Teresita y de la construcción de su templo.

En 1936, por su entrega al servicio de la Iglesia, fue elegida como representante de la congregación de las Hijas de María de Santa Teresita, para ser madrina del altar de mármol del templo, donado por dicha congregación. 

En ciertas oportunidades recibió distinciones que, entre otras, destacan su compromiso de cristiana y de ciudadana. Así fue madrina de la Casa Parroquial de Santa Teresita, en 1947; vicepresidenta de  la comisión encargada de la difusión del Congreso Mariano Nacional, en el mismo año; y vocal de la Comisión Promástil de la Plaza Belgrano, en 1948.

En  1953, Teresa, que había  recibido en donación el  terreno de  la escuela –propiedad de  la señora de Carabelli–, mediante una venta ficticia al padre Blasón (para simplifcar cuestiones legales), donó dicha propiedad a la Curia.

En 1961, “llena de años, mas plena de méritos se fue a Dios –como la despedía la comunidad de Santa Teresita-, después de una vida entregada totalmente a Dios en el servicio del prójimo”.

Considerada una de las precursoras en educación y propagadora de la fe en lo que es hoy el barrio de la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, en 1984, en un significativo acto realizado en la esquina de dicho templo, se descubrió una placa en su memoria. En 1987, por Ordenanza Municipal 8257/87, se dispuso denominar con su nombre a la segunda calle paralela, al sur del bulevar 2 de Abril, la que nace en el bulevar De María y finaliza en las vías del ferrocarril.  

Fuentes

Altuna, María Inés, Historia de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes. Trabajo de Seminario, Archivo del Profesorado de Historia del Instituto Sedes Sapientiae, Gualeguaychú, 2001.

Diario El Argentino, Suplemento del Bicentenario, Gualeguaychú, octubre de 1983.

Honorable  Concejo  Deliberante  de  Gualeguaychú, Ordenanza Municipal Nº 8257/87, Gualeguaychú, 1987.

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