I. Orígenes como Salón Parroquial
Construcción y Propósito Inicial (década de 1930)
En 1852 en la esquina N.O. de Urquiza y San José se había construido una Escuela Pública donde hoy se halla la Casa Parroquial. A fines de 1852 se terminaron los trabajos para el nuevo local de la escuela. Al tomar posesión de la Parroquia el Padre Cobos se interesa por el mal estado de la Capilla y pide al Gobernador Antonio Crespo se le autorice a usar la escuela para Iglesia.
En 1935, comenzó la construcción lenta de un salón parroquial de usos múltiples que más tarde sería conocido como Salón de Actos "San José". Este salón se levantó lindero a la casa parroquial, en la esquina de Urquiza y San José.
Originalmente, el proyecto era más ambicioso, presentado por el constructor Miguel Gennaro, e incluía una biblioteca pública y una gran sala de reuniones con entrada por la esquina en dos plantas. Sin embargo, debido a "inevitables cuestiones económicas", solo se pudo realizar el Salón Parroquial, y de manera "muy mal terminada", aunque fue mejorado posteriormente.
El salón fue concebido para reuniones parroquiales y actividades de grupos vinculados a la Iglesia, como la Acción Católica. Carlos Baffico, quien fue parte del grupo de niños "Luises" (anteriores a Acción Católica) en los años 30, recordó que era un salón de "actividades varias".
Inicialmente, el salón tenía el piso de tierra o "de portland".
La casa Parroquial de la Catedral "San José" fue construida en 1937.
El Padre Pedro Blasón y los inicios de las proyecciones
El Padre Pedro Blasón, un sacerdote virtuoso nacido en 1887 y ordenado en 1910, tuvo entre sus grandes preocupaciones la iglesia parroquial San José (hoy Catedral de Gualeguaychú), así como la construcción de la espléndida casa parroquial y el salón-cine Palma.
Blasón utilizaba los medios de comunicación social a su alcance, incluyendo el boletín parroquial y el cine, como instrumentos de comunicación y evangelización.
Hay antecedentes de boletines parroquiales de 1917 de la Parroquia "San José" que mencionan un "cine mudo" para los niños de catequesis. Se tiene registro en el Archivo de la Catedral de las películas proyectadas, incluyendo de pistoleros y para familias. Un boletín parroquial anunciaba "cine para los niños del catecismo" con películas como "Se necesita buena servidumbre" (cómica), "Totó y el bastón" (cómica), "Histórica columna de Mayol" (patriótica) y "El 413 o el hombre de la careta" (drama policial).
II. Transición y Funcionamiento como Cine Palma
Iniciativa y Autorización para Cine Parroquial (1940)
La iniciativa para que el salón parroquial funcionara también como cine surgió en la década de 1940.
El 4 de octubre de 1947, el Arzobispo de Paraná, Dr. Zenobio L. Guilland, autorizó al cura Párroco de Gualeguaychú, Presbítero Pedro Blasón, a abrir un cinematógrafo parroquial.
Esta autorización tenía una condición estricta: solo se debían proyectar películas con la clasificación de "Buena", es decir, aptas para todo público. Las clasificaciones se obtenían a través de la Acción Católica (Junta Central y Consejos Superiores), el diario "El Pueblo" y la Revista "Criterio".
Los sacerdotes también podían asistir a estas funciones, siempre bajo la responsabilidad del Cura Párroco, quien debía informar mensualmente al Vicario General sobre la clasificación de las películas y los sacerdotes asistentes. En contraste, la prohibición canónica (cánon 140 y Sínodo Diocesano, n.151) y la pena establecida en la Arquidiócesis para los sacerdotes que concurrían a otros cines y espectáculos seguía vigente.
A partir de 1947-1948, el salón mutó, con la adición de butacas, a cine parroquial con el nombre de "Cine Palma". El nombre "Palma" se debe a Luis N. Palma, brillante orador e inspirado poeta, que en 1888, fue elegido diputado por el Departamento de Gualeguaychú a la Legislatura Provincial, siendo reelecto en 1892. Fue el párroco que finalizó la construcción e inauguró el templo de la actual Catedral "San José".
Evolución y Gestión del Cine Palma
Inicialmente, el "Cine Palma" comenzó como un "cine hobby" gestionado por Antonio Di Masi y otros jóvenes de la Acción Católica de la parroquia. Luego, Alfredo (Tito) Angelini se convirtió en el "gestor y alma" de la sala.
El cine experimentó mejoras edilicias internas y exteriores, pasando de un piso plano y de portland a butacas de calidad, piso de parquet y un desnivel ("cuerda") para una mejor visibilidad. Se mejoró la tertulia con buenos asientos, convirtiéndose en una "verdadera sala cinematográfica".
Aunque inicialmente no era para fines comerciales, con el tiempo, el cine parroquial "pasó a un uso más comercial" debido a la falta de medios propios para las proyecciones.
La naturaleza de las películas proyectadas cambió, y el control de la Iglesia disminuyó, lo que llevó a que los sacerdotes comenzaran a asistir al cine, lo que, según Carlos Baffico, fue "la perdición de los sacerdotes porque muchos de ellos abandonaron".
En la década de 1970, el señor Moreno administró el cine con un fin "cultural-cristiano". Posteriormente, otros particulares lo alquilaron, con resultados variados.
El Cine Palma tuvo éxito, siendo el único competidor del Teatro Gualeguaychú en ese entonces, y operaba independientemente del "Trust" que dominaba el mercado entrerriano, lo que llevó a cierres ocasionales. Fue reabierto por el industrial local Alberto Bahillo, volvió a cerrar y luego fue reabierto por una empresa foránea.
Para la década de 1990, el edificio carecía de las condiciones mínimas de habitabilidad y uso, lo que provocó que abriera y cerrara varias veces.
La última iniciativa privada que explotó el cine comercialmente fue entre 2000 y 2005. Su cierre dejó a la ciudad sin una sala propia de cine durante una década.
Mario Toledo, un reconocido locutor, trabajó como proyectista en el Cine Palma desde los 13 años en los años 80. Él recordó las restricciones de la Iglesia sobre el tipo de películas proyectadas, como la prohibición de afiches violentos para "Desaparecido en acción". En esa época, las "peores películas" iban al Cine Palma porque no se podía mostrar "nada", y la renovación mensual del contrato dependía de la no "enojo" de los curas.
Hubo dos salas de cine en la ciudad en ese entonces: el Cine Palma (de la Iglesia) y el Cine-Teatro Gualeguaychú (del Municipio), ambos gestionados por privados. Entre los administradores se mencionan Alberto José Bahillo, Ricardo Moreno (padre) y Antonio Álvarez. Antonio Álvarez, un empresario de cines de Zárate, regresó a alquilar la sala a fines de los 90 por una razón personal: su hijo cumplía condena en Gualeguaychú.
Actualmente, el ex Cine Palma se encuentra abandonado y en desuso, con butacas deterioradas y restos de películas. Las autoridades de la Catedral están evaluando proyectos para revitalizar el espacio, principalmente con fines comerciales, oficinas o apartamentos, a través de un fideicomiso, y aunque no descartan que vuelva a ser un cine, las opciones principales apuntan a desarrollos inmobiliarios. Las reparaciones en el frente y alero se están realizando en colaboración con el Municipio de Gualeguaychú debido a su deterioro.
Fuentes consultadas: